IGLESIA DE CRISTO

Bienaventurados los de Limpio Corazón

"Bienaventurados los de limpio corazón, porque ellos verán a Dios," Mat. 5:8. Esta palabra "bienaventurado" simplemente significa "feliz." Felices sean los de limpio corazón. ¿Por qué? "Porque ellos verán a Dios." No que a ellos se les permitirá únicamente una ojeada de El, sino que tendrán el privilegio de permanecer en Su presencia. En el ejemplo de una oración aceptable, Jesús la introdujo con esta frase: "Padre nuestro que estas en los cielos" (Mat. 6:9). Dios está en los cielos. Decir que "veremos a Dios" es equivalente a decir que "iremos al cielo." ¡No es de maravillarse que uno este feliz cuando sepa que está en camino al cielo! Esta es la condición de aquellos que son de corazón limpio.

"Limpio" significa "puro." Vine traduce la palabra como "siendo limpiado." Esto indica un proceso continuo. El corazón por tanto debe ser hecho limpio y luego debe ser guardado limpio si es que uno va a ver a Dios.

Tenemos una declaración similar en Heb. 12:14 - "Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor." "Santidad" significa "poner aparte." Uno mismo debe apartarse del mundo al servicio a Dios. Debe cambiar sus afecciones de las cosas que son del mundo a las que son de Dios. Debe cambiar su corazón y sin este cambio, "nadie verá al Señor."

Tenemos una declaración conexa en 1 Ped. 3:15 - "Santificad a Dios el Señor en vuestros corazones." Esto es igual a decir, "Dale tu corazón al Señor." Permítale dirigir sus asuntos y guiarle en los pasos de su elección.

Uno de los problemas comunes en la iglesia hoy día es la multitud de personas que están declarando ser Cristianos, pero que nunca han cambiado sus afecciones y, como resultado, nunca han purificado sus corazones. El fin es que ellos sirven a sus propios intereses, son infructuosos como Cristianos, y ponen una amenaza para la iglesia por medio de continuamente intentar traer a la iglesia las cosas del mundo. Miran con aprobación a aquellos que correrán con el mundo en el mismo exceso de desordenes, viviendo su momento en la carne para la lujuria de los hombres. Por tanto, la pureza de la iglesia esta amenazada y la predicación del evangelio a los perdidos es hecha inmensamente más difícil.

Veamos un contraste que está dibujado entre el corazón sucio y el corazón limpio. 2 Cor. 5:17 nos dice que "Si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas." Un corazón limpio es evidenciado por medio de ser uno, una "nueva criatura." El corazón sucio está compuesto de las "cosas viejas" y continuamente desea estar ocupado con eso. Cuando esto es así, esto es una segura conclusión de que uno no ha cambiado su corazón y no es una nueva criatura; por tanto no está en Cristo. "Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu," Rom. 8:1-4. "Conforme a la carne" pertenece al corazón sucio y permanece en contraste a "andar conforme al Espíritu," lo cual caracteriza al corazón limpio. 1 Ped. 4:2 demanda que "no vivamos el tiempo que resta en la carne, conforme a las concupiscencias de los hombres, sino conforme a la voluntad de Dios." En la categoría del corazón sucio hay la "concupiscencia de los hombres." Sobre el lado del corazón limpio ahí permanece la "voluntad de Dios." Acerca de todo lo que algunos siempre han visto en la primera parte del capítulo seis de Romanos es que el bautismo es una sepultura y una resurrección. Esto es parte de eso, pero contextualmente esto no es el propósito primario por el cual la primera parte del capítulo se escribió. El argumento de Pablo es que en vista de que uno ha muerto a la vida de pecado y ha sido sepultado en el bautismo para morir a la culpa del pecado, será resucitado a una nueva vida. Habiendo crucificado al viejo hombre de pecado para que el cuerpo de pecado pudiera ser expulsado, no debería continuar estando en esclavitud al pecado. El pecado no continúa reinando en nuestro cuerpo mortal, y nuestros miembros no continúan siendo instrumentos de injusticia. El viejo hombre tiene el corazón sucio, mientras que la vida nueva tiene el corazón limpio. Cuando uno continúa pensando, hablando, y viviendo exactamente como lo hacía antes de que fuera sepultado en el bautismo, únicamente ha ido a través de la forma de obediencia y evidencia que aún tiene el mismo corazón mundano, carnal que tenía antes de que fuera bautizado. En vista de que su corazón no fue cambiado, él no se arrepintió; en consecuencia su bautismo fue inútil, inservible. Por tanto, nunca fue traslado de la potestad de las tinieblas al reino del amado Hijo de Dios (Col. 1:13). No es de maravillarse que el sabio dijera, "Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón; porque de él mana la vida." — Prov. 4:23.

Un aporte de Jaime Restrepo

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