Mientras discutía un día el tema del "Infierno" con una señorita conocida, me dijo, "Simplemente no puedo concebir la idea de un Dios misericordioso enviándolo a uno al Infierno a sufrir eternamente". Con placer estuve de acuerdo con ella. Dios no envía a las personas al Infierno. El no preparó el Infierno para el hombre, y el hombre no tiene nada que ver con ir allí. No obstante, le recordamos a nuestra señorita conocida que esto por ningún medio dicta que una no persona no vaya a ir al Infierno. Las personas irán al tormento por su propia y libre voluntad - Dios no los envía.

La realidad es, Dios ha hecho todo lo posible para guardar a las personas de ir al Infierno. Aún dio a Su propio Hijo para sufrir en la carne y morir en una cruz en un esfuerzo por guardar a las personas del Infierno. A través de Su Hijo, Jesucristo, preparó el camino al Cielo, y ahora exhorta a los pecadores para que se aparten de su mal camino y anden en la luz. Ahora, esto es suficiente para beneficiar al pecador mismo de los medios que Dios ha dado para escapar del poder de Satanás y confinamiento en el Infierno. El próximo movimiento es el del pecador y si no hace ese movimiento él sólo es el culpable. El apóstol Pedro dijo, "El Señor ... no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento" (2 Pedro 3:9).

En el primer capítulo de Hechos tenemos un buen ejemplo de una persona destruyéndose a sí misma a pesar de todo lo que cualquiera pudiera hacer. Pedro, al hablar de Judas, dijo: "... de que cayó Judas por transgresión, para irse a su propio lugar" (Hechos 1:25). Nótese, Pedro dijo que Judas se fue "a su propio lugar". El lugar al que Judas se fue no era el lugar de Dios, porque Dios no tiene nada que ver con su ida allí. Este era el propio lugar de Judas porque Judas mismo había preparado ese lugar por su conducta y en esta vida. Dios no lo envió allí, él se fue allí por su propia y libre voluntad. Si un hombre está eventualmente perdido no puede acusar a Dios, porque la voluntad de Dios es, que no vaya al tormento. El hombre mismo va al Infierno mientras que todo el Cielo le está suplicando que no vaya allí.

Si, nosotros escogemos nuestro destino. Dios ha colocado delante del hombre dos caminos - uno lleva al Infierno, el otro al Cielo. "A los cielos y a la tierra llamo por testigos hoy contra vosotros, que os he puesto delante la vida y la muerte, la bendición y la maldición; escoge, pues, la vida, para que vivas tú y tu descendencia" (Deuteronomio 30:19; Comp. Deut. 11:26-28). Nos es dejado el hacer la elección a nosotros mismos.