IGLESIA DE CRISTO

La Oveja Perdida / La Moneda Perdida

No hay palabras mas penosas que esas dichas de que alguien quien amamos se ha perdido. Imagínese, como padre, la agonía de no ser capaz de encontrar a un hijo que le pertenece. Cuando un niño es reportado extraviado todo el distrito rural se torna en esperanzada búsqueda por el que está perdido. Los padres de Jesús sintieron mucha agonía mientras, por algún tiempo, no supieron de Su paradero (Lucas 2). Como Jesús mas tarde estuvo enseñando en parábolas, uso la historia de lo perdido para enseñar a los discípulos algunas lecciones que quería que supieran.

La parábola de la oveja perdida y la moneda perdida en Lucas 15 deberá ayudarnos a hacernos sabedores de algunas de las grandes lecciones que Jesús espera que sepamos.

1. La oveja extraviada. En la parábola de la oveja perdida el pecador es descrito como una oveja extraviada. El pueblo de Dios es referido como un rebaño (Hch. 20:28) y de vez en cuando se extravían del redil. Cuando uno deja el rebaño de Dios, la parábola de la Oveja Perdida declara que él está perdido (Luc. 15:4). La razón para que la oveja extraviada este perdida es que él está en pecado y está separado de Dios (Isa. 59:1-2; 1 Juan 3:4). Como oveja podría no estar enterada de su estado separado del rebaño y de su pastor hasta que no pueda encontrar su manera de regresar, muchos individuos extraviados de Dios no tienen la intención de perderse.

2. El amor de Dios. Ciertamente el dejar las noventa y nueve en busca de la oveja perdida muestra el amor, el cuidado y el interés que Dios tiene por el perdido. Pablo dijo a los Romanos, "Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros" (Rom. 5:8). Un pasaje a menudo llamado el "texto de oro" de la Biblia, dice, "Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna" (Juan 3:16).

3. Buscando lo perdido. El pastor buscó la oveja perdida "hasta encontrarla" (Luc. 15:4). A menudo cantamos "buscando lo perdido" en los servicios de adoración y luego salimos del lugar de adoración y olvidamos todo acerca de los perdidos. Mientras recordemos que "El Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido" (Luc. 19:10), que seamos encontrados trayendo los extraviados de regreso al redil. Somos salvos para salvar y hemos sido enseñados para enseñar. Pedro describió a los hombres en esta forma: "Porque vosotros erais como ovejas descarriadas, pero ahora habéis vuelto al Pastor y Obispo de vuestras almas" (1 Ped. 2:25). Toda iglesia podría trabajar con una lista de "ovejas perdidas" y sacarlos de los campos del pecado.

4. Diligencia. En la parábola de la moneda perdida la diligencia fue empleada en el hallazgo de la moneda que estaba perdida. A menudo nos sorprendemos de por qué deberíamos estar preocupados simplemente por uno que pudiera estar perdido. El hombre con una oveja perdida pudo haber razonado, "Tengo noventa y nueve ovejas salvas" o la mujer con la moneda perdida pudo haber dicho, "Unicamente un pedazo está perdido" — ¡pero no lo hicieron! A medida que comprendamos el valor de una sola alma seremos más diligentes en interesarnos por, encontrando y restaurando al perdido. Pablo urgió a los Gálatas, "Hermanos, si alguno fuere sorprendido en alguna falta, vosotros que sois espirituales, restauradle con espíritu de mansedumbre, considerándote a ti mismo, no sea que tú también seas tentado" (Gál. 6:1). Estas dos parábolas ciertamente señalan el valor de la salvación del alma. Jesús dijo, "Porque ¿qué aprovechará al hombre, si ganare todo el mundo, y perdiere su alma? ¿O qué recompensa dará el hombre por su alma?" (Mat. 16:26).

5. Un momento de alegría. Cuando la oveja perdida fue encontrada, también como con la moneda perdida, hubo "regocijo" (Luc. 15:5-6,9). Quizás hemos estado demasiados ocupados para encontrar tiempo para regocijarnos como debiéramos. Nos es dicho "Gozaos con los que se gozan; llorad con los que lloran" (Rom. 12:15). Necesitamos regocijarnos cuando lo perdido es encontrado. El pueblo del Señor en todas partes necesita tomarse el tiempo para decir las palabras de aliento a aquellos que obedecen

 

Un aporte de Jaime Restrepo

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