IGLESIA DE CRISTO

La Perla Incomparable

El golfo persico, cuyo petroleo fluye para enriquecer el mundo industrial, produjo diferentes fuentes de riqueza en los tiempos Bíblicos. En sus salados yacimientos, moluscos meticulosamente introducen y revisten una pizca de arena con una substancia que deleita al ojo, pacientemente produciendo perlas, asaetinadas y lustrosas gemas orgánicas. El valor general de una perla es supuesto por su rareza, pero el valor escala acorde a su forma y tamaño. Unicamente las mas simétricas y brillantes son adquiridas como adorno. Además de deleitar al ojo del esteta (admirador del arte o la estética) espectador es la subconsciente apreciación de los años necesarios para formar esa perla perfecta, la joya que procede de un organismo viviente.

En Mateo 13:45-46, el Maestro dijo una corta parábola para realzar nuestro sentido del valor del "Reino de los cielos" (lo cual podemos apreciar, si nuestros oídos y ojos son bienaventurados, porque ven y oyen, versículo 16). El dijo, "El reino de los cielos es semejante a un mercader que busca buenas perlas, que habiendo hallado una perla preciosa, fue y vendió todo lo que tenía, y la compró." Siendo cuidadosos en evitar la anotada aplicación de esta parábola (una regla a menudo violada), somos impresionados con la astuta lección de que el reino de los cielos tiene un valor abstracto digno del total abandono de toda otra "perla." El mercader consideró la posesión de la perla de gran precio suficiente justificación para venderlo todo, y comprarla.

Cristo mismo es como ese mercader. Habiéndosele mostrado "en un momento todos los reinos de la tierra," El rechazó la condicionada oferta de Satanás de dárselos (Lucas 4:5-8). Nuestro Señor buscaba únicamente un reino, y lo sacrificó todo por este. El es el "hombre noble," que "se fue a un país lejano para recibir un reino y volver" (Lucas 19:12). Es un reino "no de este mundo" (Juan 18:36), o como en otra imagen, "Los reinos del mundo han venido a ser de nuestro Señor y de su Cristo; y él reinará por los siglos de los siglos" (Apoc. 11:15b).

Hemos de seguir Su ejemplo. El dijo, "Buscad primeramente el reino de Dios" (Mat. 6:33). En lugar de esto, los hombres buscan perlas inferiores, fallando en discernir el valor de la perla de excedente gloria cuando la encuentran. Están satisfechos con la idolatría, filosofía, y mediocridad, cuando pudieran poseer el "reino inconmovible" (Hebreos 12:28), el "reino eterno" (2 Pedro 1:11).

¿Por qué el valor del reino de los cielos no ha sido reconocido? En parte, porque ha sido tratado con arrogancia por las seductoras imágenes de Satanás de la gloria terrenal. Cristo no es la única víctima potencial de tal tentación. Satanás ofrece los "reinos de este mundo" a cualquiera que voluntariamente "se postre y lo adore." Las víctimas más vulnerables de Satanás son encontradas en "Mi Primera Generación," que están en ardiente persecución de estas "perlas" de poco valor que gratifican su inculcado, pero no instruido, egoísmo.

Aunque el "reino de los cielos" es un precio que ofrece mucho mas que estas otras "perlas hermosas (sin embargo imperfectas)", como ellas, apela primero a nuestro auto-interés. Pero inmediatamente sobre la posesión, invoca por el sacrificio de uno mismo (Mateo 19:12; Lucas 9:23-27). Encontramos que esto está con aquellos que son "pobres en espíritu" (Mat. 5:3), y también "pobres como para el mundo," aunque "ricos en fe" (Sant. 2:5). También, a este pueden entrar únicamente aquellos cuya "justicia sea mayor que la de los escribas y fariseos" (Mat. 5:20), y quienes "hagan la voluntad del Padre que está en los cielos" (Mat. 7:21). Este es, finalmente, la posesión de aquellos "perseguidos por causa de la justicia" (Mateo 5:10). Todas estas funestas consideraciones causan debilidad y hacen que los hombres titubeen y se equivoquen en recibirlo, con lo cual se mutilan a sí mismos aun mas.

Unicamente los hombres mas groseros pisotearán las perlas (Mat. 7:6). Pero aquellos que fallan en apreciar el valor de la "perla de gran precio," aun cuando "buscan buenas perlas" son los más trágicos perdedores.

Pero los hombres perspicaces siguen a su Salvador. Cuando El, "...por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios," se convirtió en Aquel a quien debemos buscar como "el autor y consumador de la fe" (Hebreos 12:2). Una "perla" de la valor excedente es para poseer, no para comerciar. El mercader de la minúscula parábola del Señor vio esta verdad, y vendió todo lo que tenía. Al final de la transacción, ninguna otra perla está en su tesoro.

Una vez que la elección es hecha para poseer la incomparable perla del reino, el sabio "mercader" encuentra que las "lamentables consecuencias" que hicieron miopes a los hombres vacilar son espejismos. Los "mandamientos del Señor no son gravosos" (1 Juan 5:3). El yugo del Señor es fácil y ligera su carga (Mat. 11:30). Aun nuestra "aflicción" es "luz," y "esta leve tribulación momentánea produce en nosotros un cada vez más excelente y eterno peso de gloria; no mirando nosotros las cosas que se ven, sino las que no se ven; pues las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas" (2 Corintios 4:17-18).

 Un aporte de Jaime Restrepo

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