IGLESIA DE CRISTO

La Venganza

"Oístes que fue dicho: Ojo por ojo, y diente por diente. Pero yo os digo: No resistáis al que es malo; antes, a cualquiera que te hiera en la mejilla derecha, vuélvele también la otra; y al que quiera ponerte a pleito y quitarte la túnica, déjale también la capa; y a cualquiera que te obligue a llevar carga por una milla, vé con él dos. Al que te pida, dale; y al que quiera tomar de ti prestado, no se lo rehúses" (Mat. 5:38-42).

Quizás ninguna declaración del Maestro ha resultado en gran consternación y mal entendimiento que este pasaje. Una mala aplicación de este mandamiento ha resultado en posiciones religiosas fanáticas por un lado y en burla escéptica por el otro. ¿Cuál es el significado de la aplicación de este gran mandamiento moral?

El Señor citó la ley de Moisés directamente en la distinción de esa ley que estaba reemplazando (comp. Ex. 21:23-25; Lev. 24:19-20; ; Deut. 19:21). Este es el principio más antiguo de la simple justicia conocida por el hombre. Es conocida como la Lex Talionis, o el principio de "la misma moneda." Es parte del código de leyes sobreviviente más antiguo, el Código de Hamurabi, gobernador de Babilonia del 2285 al 2242 A.C. (William Barclay, The Gospel of Matthews, I, 160).

Los enemigos de la Biblia atacan esta ley tan brutal. Ciertamente, lejos de ser así, el propósito de este mandamiento era el de prevenir la brutalidad. La naturaleza humana demanda venganza por el agravio sufrido, para esto está la justicia, pero el odio y el rencor producen excesiva venganza. Un hombre le tumba el diente a otro, de manera que el otro hombre mata al agresor. Leemos de estas cosas en el periódico todos los días. La ley de "la misma moneda" limita esta venganza. El castigo debe ser equivalente a la injuria recibida. Además, esta ley actúa como salvaguardia contra la injuria personal. Si un asaltante conocido sufriera en retorno el equivalente de la pena, la injuria o sufrimiento que infligió, en la mayoría de los casos no infligiría la injuria.

El gobierno civil tiene tanto el derecho como la responsabilidad de administrar esta justicia (Rom. 13:3-4). Cuando falla en hacerlo así, como en nuestra nación hoy día, el crimen es excesivo (Ecles. 8:11). El juez que falla en administrar tal justicia ni teme a Dios ni considera al hombre (Luc. 18:2-5).

Además, Moisés nunca designó este principio como licencia para la venganza personal, sino como guía para la igualdad judicial. El Antiguo Testamento específicamente prohibía tomar venganza personal (Lev. 19:18; Prov. 20:22; 24:29; 25:21).

Una consideración final que demuestra la falta de brutalidad del mandamiento era el hecho de que en la práctica, excepto donde el homicidio estaba implicado (Núm. 35:29-34), el pago de dinero era aceptado en lugar de una verdadera mutilación del criminal.

No obstante, los escribas y los Fariseos habían usado este principio en la misma forma que la mayoría de las personas lo usan hoy día, para intentar justificar la venganza personal. En vista de que la ley de Cristo claramente aprueba el papel esencial y justo del gobierno civil como un vengador (Rom. 13:3-4), y en vista de que los mandamientos del Señor puestos contra esta declaración del versículo 38 que pertenecen a la venganza personal, Cristo debe haber dirigido Su prohibición contra tales "vengadores," no contra tales oficiales civiles defensores de las leyes del estado.

Siendo necesariamente cierto que la doctrina del Maestro trata con la venganza personal, ¿qué enseña la Biblia con respecto a este tema? El principio que Cristo enuncia es "No resistáis al que es malo" (Mat. 5:39). ¿Es esto una demanda de que los Cristianos deben pasivamente someterse a cualquiera y a todas las clases de violencia física? ¿Debe uno observar a un maniático matar a su familia y destruir su propiedad, sin levantar un dedo para resistirlo? ¿Es éste un mandamiento contra que los Cristianos sirvan en las fuerzas armadas o en la fuerza policial?

Hace varios años escuche al hermano Bryan Vinson, Sr. predicar una lección descollante sobre el Cristiano y el gobierno civil, defendiendo el derecho del Cristiano para llevar las armas de su gobierno. Un joven predicador neciamente arremetió contra el hermano Vinson en el pasillo ante otros miembros después del servicio, contendiendo que el Señor demanda total pasividad de parte de los Cristianos. El hermano Vinson simplemente le pregunto, "¿Si un criminal depravado irrumpiera en su casa y atacara a su esposa, iría usted a ella para ayudarle?" La réplica del joven predicador fue, "Por qué, ¡eso es totalmente irrelevante!" Su pasmada esposa colocada al lado de él rápidamente contesto, "¡No lo pienso así!" No señor. Si el pasaje demanda completa pasividad, de esta manera eliminando el servicio en las fuerzas armadas y policiales, este también elimina la defensa violenta de la propia familia y de la propiedad de uno. Si no, ¿por qué no?

Creo que dos reglas claves del estudio de la Biblia nos rescatarán de esta absurda posición. Desde que las Escrituras son la verdad (Juan 17:17), y la verdad es siempre consistente consigo misma, se sigue que las Escrituras están siempre en armonía la una con la otra. Ninguna doctrina del Nuevo Testamento choca con alguna otra. El evangelio nos instruye por medio del ejemplo apostólico aprobado también como por mandamiento. Hay claros ejemplos apostólicos que enseñan a un Cristiano que tiene el derecho para tomar todas las medidas legales a su disposición para proteger sus derechos contra los ataques furiosos de los hacedores de maldad, aun el de usar el poder armado del estado. Cuando los Romanos en Jerusalén amenazaron aporrear a Pablo en un proceso judicial, el gran apóstol insistió sobre sus derechos como ciudadano Romano (Hch. 22:22-29). Cuando los Judíos radicales en la misma ciudad se obligaron a si mismos bajo una maldición para matar a Pablo, el amado apóstol hizo uso del poder armado del estado, doscientos soldados, setenta hombres de a caballo y doscientos lanceros, para frustrar el malvado esquema de ellos (Hch. 23:12-24). Cuando Festo hubo enviado a Pablo a Jerusalén, donde los Judíos aun esperaban para matarlo, nuevamente el hombre de Dios demandó sus derechos ciudadanos y apelo a Cesar (Hch. 25:9-12). En todos estos casos, el apóstol Pablo con toda inocencia apelo al poder armado del gobierno civil. Si tal uso del poder armado es malo, del mismo modo lo es nuestra invocación por tal protección, pero debemos "No participar en las obras infructuosas de las tinieblas, sino más bien reprenderlas" (Efe. 5:11).

Otra regla básica del estudio de la Biblia nos traza la misma conclusión. Toda declaración debe ser tomada en el contexto. Jesús colocó un contraste entre lo que los Judíos imaginaban que la ley de Moisés permitía (v.38) y lo que la ley de Cristo demanda (v.39-42). Los escribas y los Fariseos usaron los preceptos de Moisés con respecto a la venganza para intentar justificar vengarse personalmente con un adversario. "No resistáis al que es malo" es una prohibición absoluta de venganza personal o aun de una actitud de resentimiento en cuanto al resultado del agravio sufrido.

Cuando un Cristiano sufre daño, no debiera "hacer una promesa solemne de vengarse" o remojarse en el resentimiento. Debiera hacer bien al hacedor de males y dejar la venganza al Señor (Rom. 12:17-21). Dios tiene al menos tres medios de llevar a cabo esta venganza. Ha autorizado el poder penal del gobierno civil, lo que envuelve al oficial de policía (Rom. 13:3-4). Cristo mismo, como Dios en los días antiguos, aun "...gobierna el reino de los hombres, y que a quien él quiere lo da...." (Dan. 4:17; Apoc. 19:15), y esto implica el uso de las fuerzas armadas. Dios sacará provecho en la completa y final venganza en el juicio final de todos los hombres (Apoc. 20:11-15).

El Maestro declaró cuatro ejemplos para ilustrar este principio. Cada uno enseña que no deberíamos buscar la venganza personal. Jesús mandó:

A cualquiera que te hiera en la mejilla derecha, vuélvele también la otra.

 

En todas las épocas, una "palmada en la cara" ha sido considerada uno de los insultos mas groseros, pero no pone en peligro la vida de uno (comp. 1 Rey. 22:24; Lam. 3:30; Juan 19:3; 2 Cor. 11:20). De esta manera, la declaración es simple pero exigente. Cuando el pueblo impío dirija sobre nosotros los insultos más bajos y despreciables, no debemos vengarnos en esa misma forma. Cualquier Cristiano leal ha sido llamado con diferentes nombres degradados, ha soportado el ostracismo y ha sido objeto de mentiras depravadas. Uno nunca debe airadamente devolver tales ataques como un perro sobre su atormentador. Cuando Jesús fue golpeado, reprendió al ofensor, pero rehusó desquitarse, aunque todas las fuerzas del cielo estaban a su mandato (Juan 18:22-23). El es nuestro ejemplo perfecto de soportar el sufrimiento sin venganza (1 Ped. 2:18-24).

El Señor demandó:

Y al que quiera ponerte a pleito y quitarte la túnica, déjale también la capa.

 

La "túnica" opuesto al uso corriente del término indica "el vestido interior o la prenda de vestir de debajo" (W.E. Vine, I, 198). Aún los Judíos mas pobres tenían una combinación de tales "túnicas" (Barclay, Ibíd). Pero el "manto" era "una prenda de vestir exterior, un manto" (Vine, Ibíd) y consistía de un "largo pedazo de vestido cuadrado, provisto con adornos de campanillas" que era "puesto sobre el hombro izquierdo y traído por debajo del brazo derecho" (Davis Dictionary of the Bible, p. 148). El Judío usualmente poseía sólo una de tales prendas de vestir y usaba ambas como manto para el día y frazada para la noche (Barclay, Ibíd). La ley prohibía tomar esta capa como prenda, fianza.

Este es un caso de injusticia social. No se prohibe que el Cristiano use la corte en defensa de si mismo, como el apóstol Pablo la empleó. Esto enseña que, aunque uno usara las cortes para perseguirnos, no debiéramos buscar venganza. Sino de estar mas bien deseando perder lo que por derecho no puede ser tomado de usted que buscar venganza personal (comp. 1 Cor. 6:7). El Maestro ordenó:

Y cualquiera que te obligue a llevar carga por una milla, vé con él dos

 

"Obligar" significa "reclutar para un servicio" (Vine, I, f. 219) y fue aplicado a la fuerza para transportar el equipaje militar por los habitantes de un país a través del cual las tropas estaban pasando...El sentido de opresión está implicado, la sujeción arbitraria del poder militar (Expositors Greek Testament).

Palestina era un país ocupado. En cualquier momento un Judío podía sentir el toque de la palma de la mano de un Romano sobre su hombro, y sabía que estaba obligado a servirle a los Romanos, esto podría ser en la forma más baja (Barclay, Ibíd).

 

Este es un caso de la opresión gubernamental, de la sujeción arbitraria al poder militar. La aplicación para nosotros, en una tierra de libertad donde el gobierno está constitucionalmente limitado, estaría en el área de la desagradable legislación, por ejemplo, de las leyes de velocidad y los impuestos. El yugo Romano, totalmente obvio cuando uno era obligado a llevar a cabo tareas deprimentes, era especialmente para irritar el orgullo de los Judíos, quienes odiaban a sus amos y anhelaban la libertad. Cuan desagradable debe haberle parecido la obra a Simón de Cirene, cuando fue "obligado a llevar" la cruz de Jesús después del Señor (Mat. 27:32; Marc. 15:21; Luc. 23:26). Cuan fácil será permitir una actitud de agrio resentimiento para hacer brotar y buscar la venganza, como lo hicieron los Zelotes. Pero el Cristiano está para someterse a la arbitrariedad, aun al poder tiránico, con alegría. Antes que viendo que tan poco podemos colaborar, debemos exceder las demandas (1 Ped. 2:18-20).

Jesús mandó:

Al que te pida, dale; y al que quiera tomar de ti prestado, no se lo rehúses.

 

¿Enseñó el Maestro una benevolencia ilimitada con nuestros bienes materiales? Si así es, pronto estaremos empobrecidos, y nuestras familias estarán mendigando. Las personas que insisten que cuando Cristo mandó "no resistáis al que es malo," la declaración es completamente incompetente, rápidamente señalan que el contexto limita la declaración que estamos ahora observando y los otros pasajes califican. ¿Si es así para uno, por qué no para los otros?

El Señor mismo prometió, "Si algo pidieres en mi nombre, yo lo haré" (Juan 14:13). No obstante, rehusó conceder la petición de Pablo (2 Cor. 12:8-9) y le informó a otros que sus oraciones no eran escuchadas porque pedían para motivos incorrectos (Sant. 4:3). Aún así aquí, Jesús enseña una actitud hacia el dar que está limitado y calificado por el contexto y por otros pasajes.

Debemos dar a los necesitados con alegría, no con resentimiento. No debiéramos pedir remuneración por los regalos recibidos (Luc. 6:30). Esta actitud y acción fue ordenada por al Antiguo Pacto (Deut. 15:7-11), es además enseñado en el Nuevo Testamento (comp. Hechos 20:35; 1 Juan 3:17-18) y a menudo fue ejemplificado por los Cristianos del primer siglo (comp. Hechos 4:32-37).

Otros pasajes restringen el mandamiento. En nuestro dar, no debemos pasar por alto las necesidades de nuestra propia familia (1 Tim. 5:8), debemos poner los asuntos espirituales primero (Hch. 6:1-4), no debemos animar a la indolencia (2 Tesal. 3:10-12), no debiéramos usar material de socorro como una atracción para los incrédulos (Juan 6:26-27), y no debemos dar más allá de nuestra capacidad para hacerlo de esta manera honestamente (Hch. 5:1-11). Pero estas limitaciones no niegan el hecho que, como discípulos de Cristo, debemos dar voluntariamente y sin resentimiento al pobre merecedor.

Nuestro Señor no demanda que seamos pasivos en frente de los ataques furiosos y el peligro. Nos permite que protejamos nuestras vidas, nuestra familia y nuestra propiedad. No nos prohíbe de que sirvamos en la fuerza militar o policiva. Pero Cristo nos manda a no buscar la venganza personal por males sufridos. Debemos estar deseando soportar los insultos mas groseros, las más grandes injusticias legales, los poderes más arbitrarios y las necesidades del pobre sin ningún resentimiento ni venganza personal. El estándar es alto y difícil, pero si somos participantes de la justicia de Su reino, debemos esforzarnos por seguirlo.

Un aporte de Jaime Restrepo

volver


IGLESIA DE CRISTO

Madrid 950, SANTIAGO - CHILE

Hosted by www.Geocities.ws

1