IGLESIA DE CRISTO

¿Quién es el Necio del Salmo 14:1?

Hay una inquietante incongruencia en el hecho de que alguien declarara creer en la existencia de Dios y sin embargo actuar como si El no existiera. Esta contradicción podría ser observada en el hombre que guarda su lengua en la presencia del predicador, pero removerá todo control tan pronto como el predicador desaparezca así mismo de la escena. En esta forma, eludiendo una reprensión verbal (elude la reprensión de Dios por medio de simplemente mantener la Biblia cerrada). Por tanto, las palabras sucias y profanas fluirán fácilmente, cuando únicamente Dios está escuchando, pero son ocultadas en frente del hombre de Dios. Este mismo hombre confesará libremente, quizás, de que cree en el Dios vivo "por encima de cualquier cosa." Pero, espera que Dios no lo escuche, vea, o sienta el mal que él comete.

Esta es la condición del hombre a quien el Salmista llama "necio." Hemos usado el primer versículo del Salmo 14 (o Salmo 53) para aplicarlo al ateo, y hemos aplaudido el uso de Dios de la apelación de "necio" para aplicarlo al hombre que dice, "¡No hay Dios!." Un estudio estrecho de estos Salmos, no obstante, nos revela que el "necio" en la pregunta es uno de los hijos de Israel, ¡del pueblo escogido de Dios! (Pablo el apóstol nos ayuda a saber esto por medio de citar estos versículos con referencia a los Judíos en Romanos 3:9-12). Estos no son ateos, sino adoradores de Dios. Aún cuando ellos abandonaron al Dios Todopoderoso y adoraron ídolos, evidencia que eran aún creyentes en la deidad. No obstante, un "necio" es revelado en estos pasajes, no por su negación de que Dios existe, sino por conducirse a sí mismo en una forma que indica que él se ha olvidado de la existencia de Dios.

En Salmos 10:3-4, el Espíritu de Dios hizo que el Salmista escribiera, "Porque el malo se jacta del deseo de su alma, bendice al codicioso, y desprecia a Jehová. El malo, por la altivez de su rostro, no busca a Dios; no hay Dios en ninguno de sus pensamientos." Ahora, aquí no está un ateísta, sino únicamente un hombre que piensa que cuando hace lo malo, Dios no lo tendrá responsable por sus actos. Este pensamiento es característico de muchos creyentes en Dios. Y, la iglesia hoy día está profundamente infiltrada por tales "necios." Piensan de los pecados como "pesados" y "ligeros" (usualmente los suyos propios son ligeros, y los de los demás, pesados).

Sin embargo, Dios mismo se reveló a Moisés como el que "de ningún modo tendrá por inocente al malvado" (Exodo 34:7). Por tanto, ¿qué tan consistente será su juicio? En la manera de nuestro orador, El dice, "Mas yo os digo que de toda palabra ociosa que hablen los hombres, de ella darán cuenta en el día del juicio" (Mat. 12:36-37). ¿Qué acerca de nuestras obras? Por las buenas, dice "sabiendo que el bien que cada uno hiciere, ése recibirá del Señor..." (Efe. 6:8). Pero, por las malas, dice, "Mas el que hace injusticia, recibirá la injusticia que hiciere, porque no hay acepción de personas" (Col. 3:25). Bajo la Ley de Moisés, "toda transgresión y desobediencia recibió justa retribución" (Heb. 2:2). ¿Podemos esperar entonces que Dios haya abandonado Su sentido de justicia, porque no continuamos bajo la Ley? Es ciertamente necio, entonces, actuar como si Dios no requerirá un juicio adecuado sobre el pecador. Ninguna pretensión al contrario cegará a Dios con respecto a nuestros pecados. "Todas las cosas están desnudas y abiertas a los ojos de aquel a quien tenemos que dar cuenta" (Heb. 4:13).

Nuevamente, en el Salmo 10, nuestro "necio" trata de colocar la existencia de Dios por fuera por medio de proclamar, "No seré movido jamás; nunca me alcanzará el infortunio" (v.6). El paciente patriarca Job dijo que parece que "prosperan las tiendas de los ladrones, y los que provocan a Dios viven seguros, en cuyas manos él ha puesto cuanto tienen" (Job. 12:6). Pero, más tarde nos recuerda que "Pasan sus días en prosperidad, y en paz descienden al Seol....He aquí que su bien no está en mando de ellos..." (Job. 21:13,16). El Nuevo Testamento es más explícito acerca del impío que piensa que no estará en la adversidad. Dice, "Cuando digan: Paz y seguridad, entonces vendrá sobre ellos destrucción repentina, como los dolores a la mujer en cinta, y no escaparán" (1 Tesal. 5:3). Pedro muestra que aquellos que piensan que el juicio esta muy lejano (basado en el consecuente progreso pacífico del tiempo) "Ignoran voluntariamente, que en el tiempo antiguo fueron hechos por la palabra de Dios los cielos, y también la tierra, que proviene del agua y por el agua subsiste, por lo cual el mundo de entonces pereció anegado en agua; pero los cielos y la tierra que existen ahora, están reservados por la misma palabra, guardados para el fuego en el día del juicio y de la perdición de los hombres impíos" (2 Ped. 3:5-7). La verdad del asunto es, "el camino de los transgresores es duro" (Prov. 13:15).

Más tarde en el Salmo 10, el "necio" se arroja balanceándose, cuando supone que "Dios ha olvidado, ha encubierto su rostro; nunca lo verá" (v.11). Ya hemos observado que Dios ve todo nuestro mal también como nuestro bien. Podemos añadir a esto las palabras de Salomón, quien dijo, "Porque Dios traerá toda obra a juicio, juntamente con toda cosa encubierta, sea buena o sea mala" (Ecles. 12:14). Los únicos pecados que Dios no recordará contra nosotros son aquellos de los cuales nos hemos arrepentido, y para los cuales hemos ganado Su perdón. El Nuevo Testamento es la perfección del sistema de perdón de Dios. En éste, Dios promete, "Porque seré propicio a sus injusticias y nunca más que acordaré de sus pecados y de sus iniquidades" (Heb. 8:8,12). Jesús enseñó que la predicación en Su nombre debía llevar el mensaje del "arrepentimiento y el perdón de los pecados" (Lucas 24:47). Nuevamente, "El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento" (2 Ped. 3:9). Pero, el hombre que "por su dureza y por su corazón no arrepentido, atesora para si mismo ira para el día de la ira y de la revelación del justo juicio de Dios, el cual pagará a cada uno conforme a sus obras" (Rom. 2:5-6).

Por tanto, el "necio" del cual el Salmista habla no es un ateo, sino un hijo de Dios que había sido seducido por las ideas de que "Dios no vera sus pecados, o no lo llamará a que responda por ellos, o recordará su iniquidad, o lo colocará en adversidad." De este error, necesita levantarse para la verdad. Pablo nos advierte, "Por tanto, no seáis insensatos, sino entendidos de cuál sea la voluntad del Señor" (Efe. 5:17).

Un aporte de Jaime Restrepo

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