Los documentos indígenas que se presentan en los trece primeros capítulos de este libro comprenden hechos acaecidos desde poco antes de la llegada de los españoles a las costas del Golfo de México, hasta el cuadro final, México-Tenochtitlan en poder de los conquistadores. Los dos últimos capítulos, el XIV y el XV ofrecen a manera de conclusión, la relación acerca de la Conquista, escrita en 1528 por varios informantes anónimos de Tlatelolco, así como unos cuantos ejemplos de célebres icnocuícatl "cantares tristes" de la Conquista.
Ordenando los varios textos en función de la secuencia cronológica de los hechos y acciones de la Conquista, se dan en algunos casos testimonios que presentan ciertas variantes y divergencias. Sin pretender resolver aquí los problemas históricos que plantean tales variantes, fundamentalmente interesa el valor humano de los textos, que reflejan, más que los hechos históricos mismos, el modo como los vieron e interpretaron los indios nahuas de diversas ciudades y procedencias.
En este primer capítulo transcribimos la versión del náhuatl
preparada por el doctor Garibay, de los textos de los
informantes indígenas de Sahagún contenidos al principio del
libro XII del Códice Florentino, así como una breve sección
tomada de la Historia de Tlaxcala de Diego Muñoz Camargo,
que como se indicó: en la Introducción General, emparentado
con la nobleza indígena de dicho señorío, refleja en sus escritos la
opinión de los indios tlaxcaltecas, aliados de Cortés. Ambos
documentos, que guardan estrecha semejanza, narran una serie
de prodigios y presagios funestos que afirmaron ver los
mexicas y de manera especial Motecuhzoma, desde unos diez
años antes de la llegada de los españoles. Se transcribe primero
el texto de los informantes de Sahagún, de acuerdo con el Códice
Florentino y a continuación el testimonio del autor de
la Historia de Tlaxcala.
Primer presagio funesto: Diez años antes de venir los españoles primeramente se mostró un funesto presagio en el cielo. Una como espiga de fuego, una como llama de fuego, una como aurora: se mostraba como si estuviera goteando, como si estuviera punzando en el cielo.
Ancha de asiento, angosta de vértice. Bien al medio del cielo, bien al centro del cielo llegaba, bien al cielo estaba alcanzando.
Y de este modo se veía: allá en el oriente se mostraba: de este modo llegaba a la medianoche. Se manifestaba: estaba aún en el amanecer; hasta entonces la hacia desaparecer el Sol.
Y en el tiempo en que estaba apareciendo: por un año venia a mostrarse. Comenzó en el año 12 Casa.
Pues cuando se mostraba había alboroto general: se daban palmadas en
los labios las gentes; había un gran azoro; hacían interminables
comentarios.
Segundo presagio funesto: que sucedió aquí en México: por su propia cuenta se abrasó en llamas, se prendió en fuego: nadie tal vez le puso fuego, sino por su espontánea acción ardió la casa de Huitzilopochtli. Se llamaba su sitio divino, el sitio denominado " Tlacateccan" ("Casa de mando").
Se mostró: ya arden las columnas. De adentro salen acá
las llamas de fuego, Las lenguas de fuego, las llamaradas de fuego.
Rápidamente en extremo acabó el fuego todo el maderamen de
la casa. Al momento hubo vocerío estruendoso; dicen: "¡Mexicanos, venid
de prisa: se apagará! ¡Traed vuestros cántaros!..."Pero cuando le
echaban agua, cuando intentaban apagarla, sólo se enardecía flameando
más.
No pudo apagarse: del todo ardió.
Tercer presagio funesto: Fue herido por un rayo un templo. Sólo de paja era: en donde se llama "Tzummulco".1 El templo de Xiuhtecuhtli. No llovía recio, solo lloviznaba levemente. Así, se tuvo por presagio; decían de este modo: "No más fue golpe de Sol." Tampoco se oyó el trueno.
-¡Hijitos míos, pues ya tenemos que irnos lejos! Y a veces decía:
-Hijitos míos, ¿a dónde os llevaré? 2
Séptimo presagio funesto: Muchas veces se atrapaba, se cogía algo en redes. Los que trabajaban en el agua cogieron cierto pájaro ceniciento como si fuera grulla. Luego lo llevaron a mostrar a Motecuhzoma, en la Casa de lo Negro (casa de estudio mágico) .
Había llegado el Sol a su apogeo: era el medio día. Había uno como
espejo en la cabeza del pájaro como rodaja de huso, en espiral y en
rejuego: era como si estuviera perforado en su medianía.
Allí se veía el cielo: las estrellas, el Mastelejo. Y Motecuhzoma lo
tuvo a muy mal presagio, cuando vio las estrellas y el Mastelejo
Pero cuando vio por segunda vez la cabeza del pájaro, nuevamente vio
allá en lontananza; como si algunas personas vinieran de prisa; bien
estiradas; dando empellones. Se hacían la guerra unos a otros y los
traían a cuestas
unos como venados.
Al momento llamó a sus magos, a sus sabios. Les dijo:
-¿No sabéis: qué es lo que he visto? ¡Unas como personas que están en pie y agitándose!...
Pero ellos, queriendo dar la respuesta, se pusieron a ver: desapareció (todo): nada vieron.
Octavo presagio funesto: Muchas veces se
mostraban
a la gente
hombres deformes, personas monstruosas. De dos cabezas pero un solo
cuerpo. Las llevaban a la Casa de lo Negro; se las mostraban a
Motecuhzoma. Cuando las había visto luego
Diez años antes que los españoles viniesen a esta tierra, hubo una señal que se tuvo por mala abusión, agüero y extraño prodigio, y fue que apareció una columna de fuego muy flamígera, muy encendida, de mucha claridad y resplandor, con unas centellas que centellaba en tanta espesura que parecía polvoreaba centellas, de tal manera, que la claridad que de ellas salía, hacia tan gran resplandor, que parecía la aurora de la mañana. La cual columna parecía estar clavada en el cielo, teniendo su principio desde el suelo de la tierra donde comenzaba de gran anchor, de suerte que desde el pie iba adelgazando, haciendo punta que llegaba a tocar el cielo en figura piramidal. La cual aparecía a la parte del medio día y de media noche para abajo hasta que amanecía, y era de día claro que con la fuerza del Sol y su resplandor y rayos era vencida. La cual señal duró un año, comenzando desde el principio del año que cuentan los naturales de doce casas, que verificada en nuestra cuenta castellana, acaeció el año de 1517.
Y cuando esta abusión y prodigio se veía, hacían
los naturales grandes extremos de dolor, dando grandes gritos, voces y
alaridos en señal de gran espanto y dándose palmadas en las bocas, como
lo suelen hacer. Todos estos llantos y tristeza iban acompañados de
sacrificios de sangre y
de cuerpos humanos como solían hacer en viéndose en alguna
calamidad y tribulación, así como era el tiempo y la
ocasión que se les ofrecía, así crecían los
géneros de sacrificios y supersticiones
Con esta tan grande alteración y sobresalto, acuitados de tan
gran temor y espanto, tenían un continuo cuidado e
imaginación de lo que podría significar tan extraña novedad, procuraban
saber por adivinos y encantadores
qué podrá significar una señal tan extraña en el mundo jamás vista ni
oída. Hase de considerar que diez años antes de la venida de los
españoles, comenzaron a verse estas señales, mas la
cuenta que dicen de doce casas fue el año de 1517, dos años
antes que los españoles llegasen a esta tierra.
El segundo prodigio, señal, agüero o abusión que los naturales de México tuvieron, fue que el templo del demonio se abrasó y quemó, el cual le llamaban el templo de Huitzilopuchtli, sin que persona alguna le pegase fuego, que está en el barrio de Tlacateco. Fue tan grande este incendio y tan repentino, que se salían por las puertas de dicho templo llamaradas de fuego que parecía llegaban al cielo, y en un instante se abrasó y ardió todo, sin poderse remediar
El tercer prodigio y señal fue que un rayo cayó en un templo idolátrico que tenía la techumbre pajiza, que los naturales llamaban Xacal, el cual templo los naturales llamaban Tzonmolco, que era dedicado al ídolo Xiuhtecuhtli, lloviendo una agua menuda como una mullisma cayó del cielo sin trueno ni relámpago alguno sobre el dicho templo. Lo cual asimismo tuvieron por gran abusión, agüero y prodigio de muy mala señal, y se quemó y abrasó todo.
El cuarto prodigio fue, que siendo de día y habiendo sol, salieron cometas del cielo por el aire y de tres en tres por la parte de Occidente "que corrían hasta Oriente", con toda fuerza y violencia, que iban desechando y desapareciendo de sí brasas de fuego o centellas por donde corrían hasta el Oriente, y llevaban tan grandes colas, que tomaban muy gran distancia su largor y grandeza; y al tiempo que estas señales se vieron, hubo alboroto, y asimismo muy gran ruido y gritería y alarido de gentes.
El quinto prodigio y señal fue que se alteró la laguna mexicana sin viento alguno, la cual hervía y rehervía y espumaba en tanta manera que se levantaba y alzaba en gran altura, de tal suerte, que el agua llegaba a bañar a más de la mitad de las casas de México, y muchas de ellas se cayeron y hundieron; y las cubrió y del todo se anegaron.
El sexto prodigio y señal fue que muchas veces y muchas noches, se oía una voz de mujer que a grandes voces lloraba y decía, anegándose con mucho llanto y grandes sollozos y suspiros: ¡Oh hijos míos! del todo nos vamos ya a perder... e otras veces decía: Oh hijos míos ¿a dónde os podré llevar y esconder. . . ?
El séptimo prodigio fue que los laguneros de la laguna mexicana, nautas y piratas o canoístas cazadores, cazaron una ave parda a manera de grulla, la cual incontinente la llevaron a Motecuhzoma para que la viese, el cual estaba en los Palacios de la sala negra habiendo ya declinado el sol hacia el Poniente, que era de día claro, la cual ave era tan extraña y de tan gran admiración, que no se puede imaginar ni encarecer su gran extrañeza, la cual tenía en la cabeza una diadema redonda de la forma de un espejo redondo muy diáfano, claro y transparente, por la que se veía el cielo y los mastelejos "y estrellas" que los astrólogos llaman el signo de Géminis; y cuando esto vio Motecuhzoma le tuvo gran extrañeza y maravilla por gran agüero, prodigio, abusión y mala señal en ver por aquella diadema de aquel pájaro estrellas del cielo.
Y tornando segunda vez Motecuhzoma a ver y
admirar por la diadema y cabeza del pájaro vio grande
número de gentes, que venían marchando desparcidas
y en escuadrones de mucha ordenanza, muy
aderezados y a guisa de guerra,y batallando unos contra
otros escaramuceando en figura de venados y otros
animales, y entonces, como viese tantas visiones y tan
disformes, mandó llamar a sus agoreros y adivinos que
eran tenidos por sabios.
Habiendo venido a su presencia, les dijo la causa de su
admiración. Habéis de saber mis queridos sabios
amigos, cómo yo he visto grandes y extrañas cosas por
una diadema de un pájaro que me han traído por cosa
nueva y extraña que jamás otra como ella se ha visto ni
cazado, y por la misma diadema que es transparente
como un espejo, he visto una manera de unas gentes que vienen en
ordenanza, y porque los veáis, vedle vosotros y veréis
lo propio que yo he visto.
Y queriendo responder a su señor de lo que les había parecido cosa
tan inaudita, para idear sus juicios, adivinanzas y conjeturas o
pronósticos, luego de improviso se desapareció el pájaro, y así no
pudieron
dar ningún juicio ni pronóstico cierto y verdadero.
El octavo prodigio y señal de México, fue que muchas veces se aparecían y veían dos hombres unidos en un cuerpo que los naturales los llaman Tlacantzolli. 5 Y otras veían cuerpos, con dos cabezas procedentes de un solo cuerpo, los cuales eran llevados al palacio de la sala negra del gran Motecuhzoma, en donde llegando a ella desaparecían y se hacían invisibles todas estas señales y otras que a los naturales les pronosticaban su fin y acabamiento, porque decían que había de venir el fin y que todo el mundo se había de acabar y consumir, de que habían de ser creadas otras nuevas gentes e venir otros nuevos habitantes del mundo. Y así andaban tan tristes y despavoridos que no sabían que juicio sobre esto habían de hacer sobre cosas tan raras, peregrinas, tan nuevas y nunca vistas y oídas.
Sin estas señales, hubo otras en esta provincia de Tlaxcala antes de la venida de los españoles, muy poco antes. La primera señal fue que cada mañana se veía una claridad que salía de las partes de Oriente, tres horas antes que el sol saliese, la cual claridad era a manera de una niebla blanca muy clara, la cual subía hasta el cielo, y no sabiéndose que pudiera ser ponía gran espanto y admiración.
También veían otra señal
maravillosa, y era que
se levantaba un remolino de polvo a manera de una manga, la cual se
levantaba desde encima de la
Sierra "Matlalcueye" que llaman agora la Sierra de
Tlaxcalla, la cual manga subía a tanta altura, que
parecía llegaba al cielo.
6 Esta señal se vio
muchas
y diversas veces más de un año continuo, que asi
mismo ponía espanto y admiración, tan contraria
a su natural y nación.
No pensaron ni entendieron sino que eran los dioses
que
habían bajado del cielo, y así con tan extraña novedad, voló la nueva
por toda la tierra
en poca o en mucha población. Como quiera que
fuese, al fin se supo de la llegada de tan extraña
y nueva gente, especialmente en México, donde era
la cabeza de este imperio y monarquía.
7
1 Tzummulco o Tzomolco: "en el cabello mullido", era uno de los edificios del templo mayor de Tenochtitlán.
2 El texto parece preferirse a Cihuacóatl que gritaba y lloraba por la noche. Es éste uno de los antecedentes de la célebre "llorona".
3 Sección tomada de los "informantes de Sahagún": Códice Florentino, cap. I (Versión del náhuatl del doctor Garibay.)
4 La primera parte de la "relación de los presagios de México" manifiesta claramente que Muñoz Camargo conoció los textos de los informantes de Sahagún, que sigue muy de cerca.
5 Tlacantzolli: "hombre estrechados" o como nota Muñoz Camargo, "dos hombres unidos en un cuerpo".
6 La sierra Matlalcueye o "Sierra de Tlaxcala" se conoce hoy día como "la Malinche".
7Historia de Tlaxcala de Muñoz Camargo, lib. II, cap. I.