![](acoyauh/14.htm)
Introducción
En los trece capítulos anteriores se ha presentado una
serie de cuadros de la Conquista, tomados de diversas
fuentes indígenas intercaladas de acuerdo con la secuencia cronológica
de los hechos. En seguida se ofrece, a
modo de recapitulación final, otra relación indígena
de la Conquista de particular interés, que menciona
todos esos mismos hechos de manera más breve.
La relación de la Conquista, redactada en náhuatl
hacia 1528, por autores anónimos de Tlatelolco, y conservada actualmente
en la Biblioteca Nacional de París,
formando parte de Unos anales históricos de la nación
mexicana, es tal vez el documento indígena más antiguo
en el que se nos ofrece la que hemos llamado Visión de
los vencidos. Iniciándose la narración con la llegada
de los españoles a las costas del golfo, por donde hoy
se halla la antigua Veracruz, el año de 1519, viene a
culminar con la toma de la capital mexica y las desdichas que
acompañaron a su caída en poder de Cortés.
No obstante tratarse de un documento relativamente
breve, puede decirse que es tal vez el que nos da la
visión de conjunto mas netamente indígena de la Conquista. Al
presentarlo a continuación, vertido al castellano por el doctor Garibay,
se introducen tan sólo
algunos subtítulos que ayudan a distinguir las diversas
etapas de la Conquista a que se refiere el texto indígena.
Llegada de Cortés. Los mensajeros
de Motecuhzoma
Año 13-Conejo. Fueron vistos españoles en el agua.
Año 1-Caña. Salieron los españoles al palacio de
Tlayácac. Con esto ya viene el capitán.
Cuando hubo salido al palacio de Tlayácac, luego le fue a dar la
bienvenida el Cuetlaxteca (enviado por Motecuhzoma Xocoyotzin). Por este
motivo va a darle allá soles de metal fino, uno de
metal amarillo y otro de blanco.1
Y un espejo
de colgar, una bandeja de oro, un jarrón de oro,
abanicos y adornos de pluma de quetzal, escudos
de concha nácar.
Delante del capitán se hacen sacrificios. Se enojó
por ello. Porque le daban al capitán sangre en una
"cazoleta del Águila". Por esto maltrató al que le
daba sangre. Le dio golpes con la espada. Con esto
se desbandaron los que le fueron a dar la bienvenida.
Todo esto lo llevó al capitán para dárselo por
mandato espontáneo de Motecuhzoma. Por esta
razón fue a encontrar al capitán. Ese fue el oficio
que hizo el de Cuetlaxtlan.
Cortés en Tenochtitlan
Y luego vino a llegar hasta Tenochtitlan. Llegó
en el mes de Quecholi, en un signo del día 8-Viento.
Y cuando ya llegó acá a Tenochtitlan, luego le
dimos gallinas, huevos, maíz blanco, tortillas blancas, y le dimos qué
beber. Entregamos pastura para
los venados (caballos) y leña.
Por una parte le hizo entrega de dones el de
Tenochtitlan y por otra le hizo entrega de dones
el de Tlatelolco.
Entonces el capitán marchó a la costa. Dejó a
don Pedro de Alvarado (apodado) "El Sol".
La matanza del Templo Mayor en la fiesta
de Tóxcatl
En este tiempo van a preguntar a Motecuhzoma
en qué forma han de celebrar a su dios. Él les dijo:
Ponedle todo lo que es su atavío propio. Hacedlo.
En este tiempo fue cuando dio órdenes "El Sol"
(Alvarado): ya está atado Tlacochcálcatl2 preso
Motecuhzoma y el de Tlatelolco, Itzcohuatzin.
Fue cuando ahorcaron a un principal de Acolhuacan, de nombre
Nezahualquentzin junto a la
albarrada.
En segundo lugar, murió el rey de Nauhtla, llamado Cohualpopocatzin. Lo
asaetearon, y después
de asaeteado, vivo aún, fue quemado.
Con este motivo estaban en guardia los tenochcas
de la Puerta del Águila. Por un lado estaba el garitón de los tenochcas;
por otro lado, el garitón
de los tlatelolcas.
Vinieron a decir a aquellos que ataviaron a Huitzilopochtli.
![](acoyauh/ven13.htm)
Visión de la Conquista
(Códice Vaticano A.)
Luego le ponen a Huitzilopochtli todo aquello
con que se adorna, sus ropas de papel y todos los
atavíos que le son propios. Todo se lo pusieron.
Luego ya cantan sus cantos los mexicanos. Así lo
estuvieron haciendo el primer día.
Aún pudieron hacerlo el segundo día: comenzaron a cantar y fue cuando
murieron tenochcas y
tlatelolcas.
Los que estaban cantando y danzando estaban
totalmente desarmados. Todo lo que tenían eran
sus mantillos labrados, sus turquesas, sus bezotes,
sus collares, sus penachos de pluma de garza, sus
dijes de pata de ciervo. Y los que tañen el atabal,
los viejecitos, tienen sus calabazos de tabaco hecho
polvo para aspirarlo, sus sonajas.
A éstos (los españoles) primeramente les dieron
empellones, los golpearon en las manos, les dieron bofetadas en la cara,
y luego fue la matanza
general de todos éstos. Los que estaban cantando y
los que estaban mirando junto a ellos, murieron.
Nos dieron empellones, nos maltrataron por tres
horas. En donde mataron a la gente fue en el Patio
Sagrado.
Luego se meten (los españoles) dentro de las
casas (del templo) para matar a todos: a los que
acarreaban el agua, a los que traían la pastura de
los caballos, a las que molían, a los que barrían,
a los que estaban de vigilancia.
Pero el rey Motecuhzoma acompañado del Tlacochcálcatl de Tlatelolco,
Itzcohuatzin, y de los
que daban de comer a los españoles, les dicen:
-Señores nuestros . . . ¡Basta! ¿Qué es lo que
estáis haciendo? ¡Pobres gentes del pueblo! . . . ¿Acaso tienen escudos?
¿Acaso tienen macanas? ¡Andan
enteramente desarmados! . . .
Cuando llegó acá el capitán, ya nos había matado "El Sol" (Alvarado).
Hacía veinte días que
el capitán había partido para la costa cuando nos
mató a traición "El Sol".
Cuando llegó acá el capitán no fue recibido con
guerra; en paz y calma entró acá. Hasta el día
siguiente lo atacamos con fuerza y así dio principio la guerra.
La noche triste
En consecuencia luego salieron de noche. En la
fiesta de Tecuílhuitl salieron; fue cuando murieron en el Canal de los
Toltecas. Allí furiosamente
los atacamos.
Cuando de noche salieron, primero fueron a reconcentrarse en
Mazatzintamalco. Allí fue la espera
de unos a otros cuando salieron de noche.
Año 2-Pedernal. Fue cuando murió Motecuhzoma; también en
el mismo tiempo murió el
Tlacochcálcatl de Tlatelolco, Itzcohuatzin.
Cuando se fueron (los españoles), fueron a asentarse en Acueco. Los
echaron de allí. Fueron a
situarse en Teuhcalhueyacan. Se fueron para Zoltépec. De allí partieron,
fueron a situarse en Tepotzotlan. De allí se fueron, fueron a situarse
en
Citlaltépec; de allí fueron a establecerse en Temazcalapan. Allí los
salieron a encontrar: les dieron
gallinas, huevos, maíz en grano. Allí tomaron resuello.
Ya se fueron a meter a Tlaxcala.
Entonces se difundió la epidemia: tos, granos
ardientes, que queman.
El regreso de los españoles
Cuando ha pasado un poco la epidemia, ya se
ponen en marcha. Van a salir a Tepeyácac, fue el
primer lugar que conquistan.
Se van de allí: cuando es la fiesta de Tomar
Licol (Tlahuano), van a salir a Tlapechhuan. Es
la fiesta de Izcalli.
A los doscientos días vinieron a salir, se vinieron
a situar en Tetzcoco. Estuvieron allí cuarenta días.
Luego ya vienen, de nuevo vienen en seguimiento de
Citlaltépec. A Tlacopan. Allí se establecen
en el Palacio.
Y también se metieron acá los de Chiconauhtla,
Xaltocan, Cuauhtitlan, Tenayucan, Azcapotzalco,
Tlacopan, Coyoacan.
Por siete días no están combatiendo.
Estaban solamente en Tlacopan. Pero luego
de nuevo retroceden. No más se van todos juntos
y por allá van a salir, para establecerse en Tetzcoco.
Ochenta días y otra vez van a salir a Huaxtepec,
Cuauhnahuac (Cuernavaca). De allá bajaron a
Xochimilco. Allí murió gente de Tlatelolco. Otra
vez salió (el español) de allí; vino a Tetzcoco, allí
también a situarse. También en Tlaliztacapa murieron gentes de
Tlatelolco.
Cuando él se fue a situar a Tetzcoco fue cuando
comenzaron a matarse unos con otros los de Tenochtitlan.
En el año 3-Casa mataron a sus principes el
Cihuacóatl Tzihuacpopocatzin y a Cicpatzin Tecuecuenotzin. Mataron
también a los hijos de Motecuhzoma, Axayaca y Xoxopehuáloc.
Esto más: se pusieron a pleitear unos con otros y
se mataron unos a otros. Esta es la razón por la
que fueron muertos estos principales: movían, trataban de convencer al
pueblo para que se juntara
maíz blanco, gallinas; huevos, para que dieran tributo a aquéllos (a los
españoles).
Fueron sacerdotes, capitanes, hermanos mayores
los que hicieron estas muertes. Pero los principales
jefes se enojaron porque hablan sido muertos aquellos principales.
Dijeron los asesinos:
-¿Es que nosotros hemos venidos a hacer matanzas? Últimamente, hace
sesenta días que hubo
muertos a nuestro lado . . . ¡Con nosotros se puso
en obra la fiesta del Tóxcatl! . . . (La matanza del
Templo Mayor.)
El asedio de Tenochtitlan
Ya se ponen en pie de guerra, ya van a darnos
batalla (los españoles). Por espacio de diez días
nos combaten y es cuando vienen a aparecer sus
naves. A los veinte días van a colocar sus naves
por Nonohualco, en el punto llamado Mazatzintamalco.
Cuando sus naves llegaron acá, llegaron por el
rumbo de Iztacalco. Entonces se sometió a ellos
el habitante de Iztacalco. También de allá se dirigieron acá. Luego se
fueron a situar las naves en
Acachinanco.
También desde luego hicieron sus casas de estacamento los de Huexotzinco
y Tlaxcala a un lado y
otro del camino. También dispersan sus barcos los
de Tlatelolco. Éstos están en sus barcas en el camino de Nonohualco, en
Mazatzintamalco están
sus barcas.
Pero en Xohuiltitlan y en Tepeyácac nadie tiene
barcas. Los únicos que estamos en vigilancia del
camino somos los de Tlatelolco cuando aquéllos
llegaron con sus barcas. Al día siguiente las fueron
a dejar en Xoloco.
Por dos días hay combate en Huitzilan. Fue cuando se mataron unos a
otros los de Tenochtitlan.
Se dijeron:
-¿Dónde están nuestros jefes? ¿Tal vez una sola
vez han venido a disparar? ¿Acaso han hecho acciones de varones?
Apresuradamente vinieron a coger a cuatro: por
delante iban los que los mataron. Mataron a
Cuauhnochtli, capitán de Tlacatecco, a Cuapan,
capitán de Huitznáhuac, al sacerdote de Amantlan,
y al sacerdote de Tlacopan. De modo tal, por segunda vez, se hicieron
daño a sí mismos los de
Tenochtitlan al matarse unos a otros.
Los españoles vinieron a colocar dos cañones en
medio del camino de Tecamman mirando hacia
acá. Cuando dispararon los cañones la bala fue a
caer en la Puerta del Águila.
Entonces se pusieron en movimiento juntos los
de Tenochtitlan. Tomaron en brazos a Huitzilopochtli, lo vinieron a
meter en Tlatelolco, lo vinieron a depositar en la Casa de los Muchachos
(Telpochcalli), que está en Amáxac. Y su rey vino
a establecerse a Acacolco. Era Cuauhtemoctzin.
La gente se refugia en Tlatelolco
Y eso bastó; los del pueblo bajo en esta ocasión
dejaron su ciudad de Tenochtitlan para venir a
meterse a Tlatelolco. Vinieron a refugiarse en nuestras casas.
Inmediatamente se instalaron por todas
partes en nuestras casas, en nuestras azoteas.
Gritan sus jefes, sus principales y dicen:
-Señores nuestros, mexicanos, tlatelolcas . . .
Un poco nos queda . . . No hacemos más que
guardar nuestras casas.
No se han de adueñar de los almacenes, del producto de nuestra tierra.
Aquí está vuestro sustento, el sostén de la vida,
el maíz.
Lo que para vosotros guardaba vuestro rey: escudos, insignias de guerra,
rodelas ligeras, colgajos
de pluma, orejeras de oro, piedras finas. Puesto
que todo esto es vuestro, propiedad vuestra.
No os desaniméis, no perdáis el espíritu. ¿A
dónde hemos de ir?
¡Mexicanos somos, tlatelolcas somos!
Inmediatamente tomaron de prisa todas las cosas
los que mandan acá , cuando ellos vinieron a entregar las insignias, sus
objetos de oro, sus objetos
de pluma de quetzal.
Y éstos son los que andan gritando por los caminos y entre las casas y
en el mercado:
Xipanoc, Teltlyaco, el vice-Cihuacóatl, Motelchiuh, cuando era de
Huiznáhuatl, Zóchitl, el de
Acolnáhuac, el de Anáhuac, el Tlacochcálcatl, Itzpotonqui, Ezhuahuácatl,
Coaíhuitl, que se dio a
conocer como jefe de Tezcacoac. Huánitl, que era
Mixcoatlailótlac; el intendente de los templos,
Téntil. Éstos eran los que anduvieron gritando
como se dijo, cuando se vinieron a meter a Tlatelolco.
Y aquí están los que lo oyeron:
Los de Coyoacan, de Cuauhtitlan, de Tultitlan,
de Chicunauhtla, Coanacotzin, el de Tetzcoco, Cuitláhuac, el de
Tepechpan, Itzyoca. Todos los señores de estos rumbos oyeron el discurso
dicho por
los de Tenochtitlan.
Y todo el tiempo en que estuvimos combatiendo,
en ninguna parte se dejó ver el tenochca; en todos
los caminos de aquí: Yacacolco, Atezcapan, Coatlan, Nonohualco,
Xoxohuitlan, Tepeyácac, en todas estas partes fue obra exclusiva
nuestra, se hizo
por los tlatelolcas. De igual modo, los canales también‚fue obra nuestra
exclusiva.3
Ahora bien, los capitanes tenochcas allí (en su
refugio de Tlatelolco), se cortaron el cabello, y los
de menor grado, también allí se lo cortaron, y
los cuachiques, y los otomíes,4 de grado militar,
que suelen traer puesto su casco de plumas, ya no
se vieron en esta forma, durante todo el tiempo
que estuvimos combatiendo.
Por su parte, los de Tlatelolco rodearon a los
principales de aquéllos y sus mujeres todas los llenaron de oprobio y
los apenaron diciéndoles:
-¿No más estáis allí parados? . . . ¿No os da
vergüenza? ¡No habrá mujer que en tiempo alguno
se pinte la cara para vosotros! . . .
Y las mujeres de ellos andaban llorando y pidiendo favor en Tlatelolco.
Y cuando ven todo esto los de esta ciudad alzan
la voz, pero ya no se ven por ninguna parte los
tenochcas.
De parte de los tlatelolcas, pereció lo mismo el
cuáchic que el otomí y el capitán. Murieron a obra
de cañón, o de arcabuz.
El mensaje del señor de Acolhuacan
En este tiempo viene una embajada del rey de
Acolhuacan, Tecocoltzin. Los que vienen a conferenciar en Tlatelolco
son:
Tecucyahuacátl, Topantemoctzin, Tezcacohuacatl, Quiyotecatzin el
Tlacatéccatl Temilotzin, el
Tlacochcácatl Coyohuehuetzin y el Tziuhtecpanécatl Matlalacatzin.
Dicen los enviados del rey de Acolhuacan Tecocoltzin:
continuación de
-Nos envía acá el señor el de Acolhuacan Tecocoltzin. Dice esto:
"Oigan por favor los mexicanos tlatelolcas:"
"Arde, se calcina su corazón y su cuerpo está
doliente."
"De igual modo a mi me arde y se calcina mi
corazón."
"¿Qué es lo poquito que yo tengo? De mi fardo,
el hueco de mi manto, por dondequiera cogen: me
lo van quitando. Se hizo, se acabó el habitante de
este pueblo".
Pues digo:
"Que por su sola voluntad lo disponga el tenochca: que por su propio
gusto perezca: nada ya
haré‚ en su favor, ya no esperaré en su palabra".
"¿Qué dirá ? ¿Cómo dispondréis‚ los poquitos
días? Es todo: que oigan mis palabras."
Ya le retornan el discurso los señores de Tlatelolco, le dicen:
-Nos haces honor, oh tú capitán, hermano mío:
¿Pues qué es acaso nuestra madre y nuestro
padre el chichimeca habitante de Acolhuacan?
Pues aquí está: lo oyen: sesenta días van de que
tiene intención de que se haga como lo ha
dicho. Y ahora no más lo ha visto: totalmente se
destruyen, no más dan gritos: pues unos se conservan como gente de
Cuauhtitlan, otros como de
Tenayucan, de Azcapotzalco, o de Coyoacan se
hacen pasar.
No más esto veo: y es que ellos gritan que son
tlatelolcas. ¿Cómo lo haré?
¡Se ha satisfecho su corazón, ha tenido el gusto
de hacerlo, le han salido bien, le vino como deslizado! . . . ¡Ah, ya
estamos haciendo el mandato y
la disposición de nuestro señor! ¡Hace sesenta días
que estamos combatiendo! . . .
Los tlatelolcas son invitados a pactar
Vino a amedrentarlos de parte de los españoles,
a dar gritos el llamado Castañeda, en donde se
nombra Yauhtenco vino a dar gritos. Lo acompaban tlaxcaltecas, ya dan
gritos a los que están en
atalaya de guerra junto al muro en agua azul. Son
el llamado Itzpalanqui, capitán de Chapultepec,
dos de Tlapala, y Cuexacaltzin.
Viene a decirles:
-¡Vengan acá algunos!
Y ellos se dicen:
¿Qué querrá decir? Vayamos a oírlo.
Luego se colocan en una barca y desde lejos
dispuestos le dicen a aquél:
-¿Qué es lo que queréis decir?
Ya dicen los tlaxcaltecas:
-¿Dónde es vuestra casa?
Dicen:
-Está bien: sois los que son buscados. Venid acáos llama el "dios", el
capitán.
Entonces salieron, van con ‚él a Nonohualco, a
la Casa de la Niebla en donde están el capitán y
Malintzin y "El Sol" (Alvarado) y Sandoval. Allí
están reunidos los señores del pueblo, hay parlamento, dicen al capitán:
-Vinieron los tlatelolcas, los hemos ido a traer.
Dijo Malintzin a ellos:
"Venid acá: dice el capitán:"
"¿Qué‚ piensan los mexicanos? ¿Es un chiquillo
Cuauhtémoc?"
"¿Qué‚ no tienen compasión de los niñitos, de
las mujeres?"
"¿Es así como han de perecer los viejos?"
"Pues están aquí conmigo los reyes de Tlaxcala,
Huexotzinco, Cholula, Chalco, Acolhuacan, Cuauhnáhuac, Xochimilco,
Mizquic, Cuitláhuac, Culhuacan."
Ellos (varios de esos reyes) dijeron:
-¿Acaso de las gentes se está burlando el tenochca? También su corazón
sufre por el pueblo
en que nació. Que dejen solo al tenochca; que solo
y por sí mismo . . . vaya pereciendo . . .
¿Se va a angustiar acaso el corazón del tlatelolca,
porque de esta manera han perecido los mexicanos,
de quienes él se burlaba?
Entonces dicen (los enviados tlatelolcas) a los
señores:
-¿No es acaso de este modo como lo decís, señores?
Dicen ellos (los reyes indígenas aliados de Cortés)
-Sí. Así lo oiga nuestro señor el "dios": dejad
solo al tenochca, que por sí solo perezca . . . ¿Allí
está la palabra que vosotros tenéis de nuestros
jefes?
Dijo el "dios" (Cortés):
-Id a decir a Cuauhtémoc: que toman acuerdo,
que dejan solo al tenochca. Yo me iré‚ para Teucalhueyacan, como ellos
hayan concertado allá me
irán a decir sus palabras. Y en cuanto a las naves,
las mudaré‚ para Coyoacan.
Cuando lo oyeron, luego le dijeron (los tlatelolcas):
-¿Dónde hemos de coger a aquellos (a los tenochcas) que andan buscando?
¡Ya estamos al
último respiro, que de una vez tomemos algún
aliento! . . .
Y de esta misma manera se fueron a hablar con
los tenochcas. Allá con ellos se hizo junta. Desde
las barcas no más se gritó. No era posible dejar
solo al tenochca.
Se reanuda la lucha
Así las cosas, finalmente, contra nosotros se disponen a atacar. Es la
batalla. Luego llegaron a
colocarse en Cuepopan y en Cozcacuahco. Se ponen
en actividad con sus dardos de metal. Es la batalla
con Coyohuehuetzin y cuatro más.
Por lo que hace a las naves de ellos, vienen a
ponerse en Texopan. Tres días es la batalla allí.
Vienen a echarnos de allí. Luego llegan al Patio
Sagrado: cuatro días es la batalla allí.
Luego llegan hasta Yacacolco: es cuando llegaron acá los españoles, por
el camino de Tlilhuacan.
Y esto fue todo. Habitantes de la ciudad murieron dos mil hombres
exclusivamente de Tlatelolco.
Fue cuando hicimos los de Tlatelolco armazones
de hileras de cráneos (tzompantli). En tres sitios
estaban colocados estos armazones. En el que está
en el Patio Sagrado de Tlilancalco (casa negra).
Es donde están ensartados los cráneos de nuestros
señores (españoles).
En el segundo lugar, que es Acacolco también
están ensartados cráneos de nuestros señores y dos
cráneos de caballo.
En el tercer lugar que es Zacatla, frente al templo de la diosa
(Cihuacóatl), hay exclusivamente
cráneos de tlatelolcas.
Y así las cosas, vinieron a hacernos evacuar. Vinieron a estacionarse en
el mercado.
Fue cuando quedó vencido el tlatelolca, el gran
tigre, el gran águila, el gran guerrero. Con esto
dio su final conclusión la batalla.
Fue cuando también lucharon y batallaron las
mujeres de Tlatelolco lanzando sus dardos. Dieron
golpes a los invasores; llevaban puestas insignias
de guerra; las tenían puestas. Sus faldellines llevaban arremangados,
los alzaron para arriba de
sus piernas para poder perseguir a los enemigos.
Fue también cuando le hicieron un doselete con
mantas al capitán allí en el mercado, sobre un
templete. Y fue cuando colocaron la catapulta aquí
en el templete. En el mercado la batalla fue por
cinco días.
Descripción épica de la ciudad sitiada
Y todo esto pasó con nosotros. Nosotros lo vimos,
nosotros lo admiramos: con esta lamentosa y triste
suerte nos vimos angustiados.
En los caminos yacen dardos rotos,
los cabellos están esparcidos.
Destechadas están las casas,
enrojecidos tienen sus muros.
Gusanos pululan por calles y plazas,
y en las paredes están los sesos.
Rojas están las aguas, están como teñidas,
y cuando las bebimos, es como si bebiéramos agua de salitre.
Golpeábamos, en tanto, los muros de adobe,
y era nuestra herencia una red de agujeros.
Con los escudos fue su resguardo, pero
ni con escudos puede ser sostenida su soledad.
Hemos comido palos de colorín (eritrina),
hemos masticado grama salitrosa,
piedras de adobe, lagartijas, ratones, tierra
en polvo, gusanos . . .
Comimos la carne apenas sobre el fuego estaba
puesta. Cuando estaba cocida la carne de allí la
arrebataban, en el fuego mismo, la comían.
Se nos puso precio. Precio del joven, del sacerdote, del niño y de la
doncella. Basta: de un pobre
era el precio sólo dos puñados de maíz, sólo
diez tortas de mosco; sólo era nuestro precio veinte
tortas de grama salitrosa.
Oro, jades, mantas ricas, plumajes de quetzal,
todo eso que es precioso, en nada fue estimado.
Solamente se echó fuera del mercado a la gente
cuando allí se colocó la catapulta.
Ahora bien, a Cuauhtémoc le llevaban los cautivos. No quedan así. Los
que llevan a los cautivos
son los capitanes de Tlacatecco. De un lado y de
otro les abren el vientre. Les abría el vientre Cuauhtemoctzin en
persona y por sí mismo.
El mensaje del Acolnahuácatl Xóchitl
Fue en este tiempo cuando vinieron a traer (los
españoles) al Alcolnahuácatl Xóchitl, que tenía
su casa en Tenochtitlan. Murió en la guerra. Por
veinte días lo habían andado trayendo con ellos.
Vinieron a dejarlo en el mercado de Tlatelolco.
Allí las flechas lo cazaron.
Cuando lo vinieron a dejar fue así: lo venían
trayendo de ambos lados cogido. Traían también
una ballesta, un cañón, que vienen a colocar en el
lugar donde se vende el incienso Allí dieron gritos.
Luego van los de Tlatelolco, van a recogerlo. Va
guiando a la gente el capitán de Huitznáhuac, un
huasteco.
Cuando hubieron recogido a Xóchitl viene a dar
cuenta (a Cuauhtémoc) el capitán de Huitznahuac,
viene a decirle:
-Trae un recado Xóchitl.
Y Cuauhtémoc conferenció con Topantémoc:
-Tú irás a parlamentar con el capitán (con
Cortés) .
Durante el tiempo en que fueron a dejar a Xóchitl, descansó el escudo,
ya no hubo combates, ya
no se cogia prisionero a nadie.
Luego llevan a Xóchitl, lo vienen a poner en el
templo de la Mujer (Cihuacóatl), en Axocotzinco.
Cuando lo han colocado allí, luego Topantemoctzin, Coyohuehuetzin y
Temolitzin dicen a Cuauhtémoc:
-Príncipe mío: (los españoles) han venido a dejar a uno de los
magistrados, Xóchitl, el de Acolnahuácatl. Dizque te ha de dar su
recado.
Respondió (Cuauhtémoc), luego dijo:
-¿Y vosotros, qué decís?
Inmediatamente todos alzaron el grito y dijeron:
-Que lo traigan acá . . . ha venido a ser como
nuestra paga. Ya hicimos agüeros con papel, ya
hicimos agüeros con incienso. Que oiga solamente
su mensaje el que lo ha ido a recoger.
Por tanto, inmediatamente va el capitán de
Huitznáhuac, el huasteco, a ver cómo es el mensaje que viene a dejar
Xóchitl.
El Acolnahuácatl Xóchitl dijo: os manda decir
el "dios" capitán y Malintzin:
-Oigan, por favor, Cuauhtémoc, Coyohuehuetzin, Topantémoc:
"¿No tienen compasión de los pobres, de los niñitos, de los
viejitos, de las viejitas? ¡Ya todo acabó
aquí! ¿Acaso todavía pueden las vanas palabras?
¡Todo está ya terminado!"
"¡Entreguen mujeres de color claro, maíz blanco,
gallinas, huevos, tortillas blancas! Aún es esto posible. ¿Qué
responden? ¡Es necesario que por su
propia voluntad se someta el tenochca, o que por
su propia voluntad perezca! . . ."
Cuando hubo recibido el mensaje el capitán de
Huitznáhuac, el huasteco, luego va a dar la palabra a los señores de
Tlatelolco y allí al rey de los
tenochcas, Cuauhtémoc. Y cuando oyeron el mensaje que les vino a
comunicar el Acolnahuácatl
Xóchitl luego se ponen en deliberación los señores
de Tlatelolco. Dicen:
-¿Qué es lo que decís vosotros? ¿Qué determinación tomáis?
Dijo a esto el Tlacochcálcatl Coyohuehuetzin:
-Habladle al huasteco.
Se consulta a los agoreros
Y dice Cuauhtémoc (a los agoreros):
-Venid por favor: ¿qué miráis, que veís en vuestros
libros?
Le dice el sacerdote, el sabedor de papeles, el que
corta papeles.
-Príncipe mío: oíd lo que de verdad diremos:
Solamente cuatro dias y habremos cumplido
ochenta. Y acaso es disposición de Huitzilopochtli
de que ya nada suceda. ¿Acaso a excusas de él tendréis que ver por
vosotros? Dejemos que pasen
estos cuatro dias para que se cumplan ochenta.
Y hecho esto, no se hizo caso. Y también de
nueva cuenta empezó la batalla. De modo que solamente fue a presentarla,
a dar comienzo a la
guerra el capitán de Huitznáhuac, el huasteco.
Por fin de cuentas todos nos pusimos en movimiento hacia Amáxac. Hasta
allá llegó la batalla.
Luego fue la dispersión, no más por las cuestas
están colocadas las gentes. El agua está llena de
personas; los comienzos de los caminos están llenos
de gente.
La ciudad vencida
Éste fue el modo como feneció el mexicano, el
tlatelolca. Dejó abandonada su ciudad. Allí en
Amáxac fue donde estuvimos todos. Y ya no teníamos escudos, ya no
teníamos macanas, y nada teníamos que comer, ya nada comimos. Y toda la
noche llovió sobre nosotros.
Prisión de Cuauhtémoc
Ahora bien, cuando salieron del agua ya van
Coyohuehuetzin, Topantemoctzin, Temilotzin y
Cuauhtemoctzin. Llevaron a Cuauhtemoctzin a
donde estaba el capitán, y don Pedro de Alvarado
y doña Malintzin.
Y cuando aquéllos fueron hechos prisioneros, fue
cuando comenzó a salir la gente del pueblo a ver
dónde iba a establecerse. Y al salir iba con andrajos, y las mujercitas
llevaban las carnes de la cadera
casi desnudas. Y por todos lados hacen rebusca los
cristianos. Les abren las faldas, por todos lados les
pasan la mano, por sus orejas, por sus senos, por
sus cabellos.
Y esta fue la manera como salió el pueblo: por
todos los rumbos se esparció; por los pueblos vecinos, se fue a meter a
los rincones, a las orillas de
las casas de los extraños.
En un año 3-Casa (1521), fue conquistada la
ciudad. En la fecha en que nos esparcimos fue en
Tlaxochimaco, un día 1-Serpiente.
Cuando nos hubimos dispersado los señores de
Tlatelolco fueron a establecerse a Cuauhtitlan: son
Topantemoctzin, el Tlacochcálcatl Coyohuehuetzin
y Temilotzin.
El que era gran capitán, el que era gran varón
solo por allá va saliendo y no lleva sino andrajos.
De modo igual, las mujeres, solamente llevaban en
sus cabezas trapos viejos, y con piezas de varios
colores habían hecho sus camisas.
Por esta causa están afligidos los principales y de
eso hablan unos con otros: ¡hemos perecido por
segunda vez!
Un pobre hombre del pueblo que iba para arriba
fue muerto en Otontlan de Acolhuacan traicioneramente. Por tanto, se
ponen a deliberar unos con
otros los del pueblo que tienen compasión de aquel
pobre. Dicen:
-Vamos, vamos a rogar al capitán nuestro señor.
La orden dc entregar el oro
En este tiempo se hace requisa de oro, se investiga
a las personas, se les pregunta si acaso un poco
de oro tienen, si lo escondieron en su escudo, o en
sus insignias de guerra, si allí lo tuvieron guardado, o si acaso su
bezote, su colgajo del labio, o
su luneta de la nariz, o tal vez su dije pendiente,
todo cuanto sea, luego ha de juntarse.
Y hecho así, se rejuntó todo cuanto se pudo descubrir. Luego lo viene a
presentar uno de sus jefes,
Cuezacaltzin de Tlapala, Huitziltzin, de Tepanecapan, el capitán de
Huitznáhuac, el huasteco, y Potzontzill de Cuitlachcohuacan. Éstos van a
entregar
el oro a Coyoacan. Cuando han llegado allá dicen:
-Capitán, señor nuestro, amo nuestro: te mandan suplicar los señores tus
vasallos los grandes de
Tlatelolco. Dicen:
"Oiga por favor el señor nuestro:"
"Están afligidos sus vasallos, pues los afligen los
habitantes de los pueblos en donde están refugiados
por los rincones y esquinas."
"Se burlan de ellos el habitante de Acolhuacan
y el Otomí, los matan a traición."
"Y esto más: aquí está esto con que vienen a implorarte: esto es lo que
estaba en las orejas y en
los escudos de los dioses de tus vasallos."
En su presencia colocan aquello, lo ponen en
cestones para que lo vea. Y cuando el capitán y
Malintzin lo vieron se enojaron y dijeron:
-¿Es acaso eso lo que se anda buscando? Lo que
se busca es lo que dejaron caer en el Canal de los
Toltecas. ¿Dónde está? ¡Se necesita!
Al momento le responden los que vienen en
comisión:
-Lo dio Cuauhtemoctzin al Cihuacóatl y al
Huiznahuácatl. Ellos saben en dónde está: que les
pregunten.
Cuando lo oyó, finalmente mandó que les pusieran grillos, que los
encadenaran. Vino a decirles
Malintzin:
-Dice el capitán: que se vayan, que vayan a
llamar a sus principales. Les quedó agradecido.
Puede ser que de veras estén padeciendo los del
pueblo, pues de él se están mofando.
Que se vengan, que vengan a habitar sus casas
de Tlatelolco; que en todas sus tierras vengan a
establecerse los tlatelolcas. Y decid a los señores
principales de Tlatelolco: ya en Tenochtitlan nadie ha de establecerse,
pues es la conquista de los
"dioses", es su casa. Marchaos.
El suplicio de Cuauhtémoc
Hecho así, cuando se hubieron ido los embajadores
de los señores de Tlatelolco, luego se presentaron
ante (los españoles) los principales de Tenochtitlan. Quieren hacerlos
hablar.
Fue cuando le quemaron los pies a Cuauhtemoctzin.
Cuando apenas va amanecer lo fueron a traer,
lo ataron a un palo, lo ataron a un palo en casa
de Ahuizotzin en Acatliyacapan.
Allí salió la espada, el cañón propiedad de
nuestros amos.
Y el oro lo sacaron en Cuitlahuactonco, en casa
de Itzpotonqui. Y cuando lo han sacado, de nuevo
llevan atados a nuestros príncipes hacia Coyoacan.
Fue en esta ocasión cuando murió el sacerdote
que guardaba a Huitzilopochtli. Le habian hecho
investigación sobre dónde estaban los atavíos del
dios y los del Sumo Sacerdote de Nuestro Señor y
los del Incensador (máximo).
Entonces fueron hechos sabedores de que los atavíos que estaban en
Cuauhchichilco, en Xaltocan;
que los tenían guardados unos jefes.
Los fueron a sacar de allí. Cuando ya aparecieron los atavíos, a dos
ahorcaron en medio del camino de Mazatlan.
El pueblo regresa a establecerse en Tlatelolco
Fue en este tiempo cuando comenzó a regresar acá
el pueblo bajo, se vino a establecer en Tlatelolco.
Fue el año 4-Conejo.
Luego viene Temilotzin, viene a establecerse en
Capultitlan.
Y don Juan Huehuetzin se vino a establecer en
Atícpac.
Pero Coyohuehuetzin y Topantemoctzin murieron en Cuauhtitlan.
Cuando vinimos a establecernos en Tlatelolco
aquí solamente nosotros vivimos. Aún no se venían
a instalar nuestros amos los cristianos. Aún nos
dejaron en paz, todos se quedaron en Coyoacan.
Allí ahorcaron a Macuilxochitl, rey de Huitzilopochco. Y luego al rey de
Culhuacan, Pizotzin.
A los dos allá los ahorcaron.
Y al Tlacatécatl de Cuauhtitlan y al mayordomo
de la Casa Negra los hicieron comer por los perros.
También a unos de Xochimilco los comieron los
perros.
Y a tres sabios de Ehécatl, de origen tetzcocano,
los comieron los perros. No más ellos vinieron a
entregarse. Nadie los trajo. No más venían trayendo
sus papeles con pinturas (códices). Eran cuatro,
uno huyó: sólo tres fueron alcanzados, allí en
Coyoacan.
En cuanto a los españoles, cuando han llegado a
Coyoacan, de allí se repartieron por los diversos
pueblos, por dondequiera.
![](acoyauh/ven14.htm)
Hoja del aperreamiento
(Proceso de Alvarado)
Luego se les dieron indios vasallos en todos estos
pueblos. Fue entonces cuando se dieron personas
en don, fue cuando se dieron como esclavos.
En este tiempo también dieron por libres a los
señores de Tenochtitlan. Y los libertados fueron
a Azcapotzalco.
Allí (en Coyoacan) se pusieron de acuerdo (los
españoles) de cómo llevarían la guerra a Metztitlan. De allá se
volvieron a Tula.
Luego ya toma la guerra contra Uaxacac (Oaxaca) el capitán.
Ellos van a Acolhuacan, luego a Metztitlan, a
Michoacan . . .
Luego a Huey Mollan y a Cuauhtemala, y a
Tecuantépec.
No más aquí acaba. Ya se refirió cómo fue hecho
este papel.5
![](acoyauh/14a.htm)
1 Cozticteocuítlatl,
"metal amarillo": oro, e iztacteocuítlatl, "metal blanco":
plata.
2 Tlacochcálcatl:
"jefe de la casa de los dardos". Jefe militar, a cuyo cuidado estaba el
arsenal.
3 Nótese
el constante empeño de los mexica-tlatelolcas por mencionar su valentía y
sus proezas en la defensa de la ciudad, reprochando con frecuencia a
los mexica-tenochcas. Como una explicación
de esto puede recordarse el antiguo resentimiento de los tlatelolcas,
vencidos y sometidos por los tenochcas, desde los tiempos del rey
Axayácatl.
4 Cuachiques
y otomíes, grados militares ya descritos anteriormente (ver nota
1 del capílo XII).
5 Ms.
Anónimo de Tlatelolco (1528) (Sección referente a la Conquista).
Versión de Ángel M. Garibay K.