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Pensamiento Científico
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Prof.: Griselda González |
Realizado por: Alexandra Ramírez / C.I. 12.383.107 |
De acuerdo a la idea generalizada, una
aparente discontinuidad figura en la evolución del pensamiento científico
desde el declive de la civilización grecorromana occidental y el inicio del
renacimiento. Como un ejemplo conocido, Copérnico parece ser el continuador
directo del trabajo de Aristarco, ya que da la impresión que entre ambos la
astronomía cambió poco, y, sin embargo, más de 1500 años los separan. Esta visión simplificada de la realidad no
puede esconder los profundos cambios históricos y modificaciones en los
intereses y actitudes científicas que, aunque de un modo intermitente, se
desarrollaron a lo largo de la Edad Media. La actividad científica e intelectual se
produjo en el marco de cambios sociales que proporcionan un contexto cuyo
entendimiento es importante para comprender la revolución científica desarrollada
en la época del Renacimiento, considerada como punto de partida de la ciencia
moderna. En el contexto indicado, este documento
ofrece los principales conceptos relevados en un trabajo de investigación
personal cuyo objetivo consistió en la comprensión de la evolución del
pensamiento científico en la Edad Media. La
fase del pensamiento científico fue una de las etapas mas positiva de la
historia de pensamiento. El científico era menos ambicioso que el filosofo:
al científico no le preocupaban los grandes problemas especulativos de los
filósofos; solo se ocupan de los hechos de la experiencia. Pero el científico
era mucho mas riguroso: explicaba hechos elaborando leyes científicas, es
decir, leyes generales que determinan las relaciones existentes entre los
hechos observados. Además, relacionando varias leyes entre si, pueden llegar
a elaborar teorías científicas, mediante las cuales da explicaciones mas
amplias y acertadas de la realidad. Aunque
los babilonios y los egipcios tenían ciertos conocimientos de astronomía y de
matemática, simplemente se limitaban a coleccionar los datos observados; no
elaboraban leyes que los explicasen, ni por supuesto teorías. Quienes
hicieron esto por primera vez fueron
los griegos, por lo que, además de ser los primeros filósofos, fueron también
los primeros científicos. Los científicos de hoy, aunque no puedan desinteresarse de las
diversas consecuencias de sus descubrimientos, tienen los mismos objetivos de
conjunto que sus predecesores: la construcción de teorías abstractas, la
descripción del mundo físico y el descubrimiento de las leyes que lo rigen,
el estudio de la estructura, del comportamiento, de los mecanismos y de la
evolución de los seres vivos. Los progresos realizados en estos distintos
campos desde principios del siglo XX son inmensos y sobrepasan ampliamente en
número y en importancia a los de cualquier época anterior de la historia de
la humanidad. Sin embargo, sólo se puede juzgar objetivamente la ciencia
actual situándola en el marco de la gran corriente de la historia. Algunos
admiradores demasiados entusiastas de los éxitos y de los descubrimientos de
nuestro tiempo subestiman la importancia de la obra admirable realizada, a un
ritmo ciertamente más lento, pero con unos medios humanos y materiales mucho
más limitados, por los científicos de los siglos pasados. La ciencia es un conjunto de conocimiento comprobados y
sistematizados, obtenidos mediante el concurso de métodos lógicos,
rigurosamente aplicados. Estos conocimientos, después de estar sujetos a la
crítica y a la comprobación, se presentan organizados y distribuidos en las
diversas ramas del saber. Desde que el hombre empezó a tratar de comprender el mundo que lo
rodea, la ciencia comenzó a gestarse. El conjunto de aprehensiones por medio
de los sentidos, el discurrir rudimentario, la búsqueda de satisfacciones a
sus necesidades, el instinto de supervivencia, la curiosidad, fueron, entre
otros, los factores que encaminaron al hombre a la ciencia. En la prehistoria, el hombre asimilaba sus experiencias según su
particular concepción de la naturaleza; las que estaban más allá de su
explicación eran relegadas al campo del misterio, atribuido a manifestaciones
mágicas de quienes más tarde habrían de ser reconocidos como deidades. Allí, donde el hombre comienza a actuar - consciente o
inconscientemente - con la idea elaborada de la causalidad, es precisamente
donde se da la ciencia y su primer método. La metodización comienza allí
donde a través de la observación se llega en la práctica a la concepción de
que, dados ciertos fenómenos o circunstancias, se producen en sucesión
temporal otros que aparecen condicionados por los que les anteceden; en
términos más precisos: donde se descubre la relación de que unos fenómenos
son causa y otros efecto. Esta primera intuición de la
causalidad, alcanzada de manera empírica (no está teorizada, sino
sencillamente realizada), es el primer método científico. Este primer método,
punto de partida de la ciencia, carece, en esta etapa, de un objeto en
particular al cual se le aplique. Es un método general que explica los
efectos más diversos y relaciona objetos o fenómenos muchas veces muy lejanos
unos de otros. El progreso del pensamiento científico se efectuará en la
medida que el hombre depure los fenómenos antecedentes, concomitantes y
consecuentes y escoja uno o algunos de ellos sin los cuales no se producirán
los efectos observados. A estos fenómenos - primero o primeros - se les llama
causa. Anaximandro (610 - 546 AC) sustituye el principio del agua por el ápeiron,
para explicar la unidad material del mundo. Se trata ya de un principio más
sutil, que es al mismo tiempo el fin de las cosas y que se mueve conforme a
leyes., después vendran otros como: Pitágoras
(575 . 500 AC), Zenón (495 - 430 AC) Parménides
(515 - ? AC), Heráclito (535 - 465 AC), Demócrito (460 - 370 AC), Sócrates
(469 - 399 AC), Platón (428 - 348 AC), Galileo; Newton (1642 - 1727), entre
otros muchos que contribuyeron al pensamiento científico. Conocimiento
Científico Todos los hombres poseen mayores o menores conocimientos según el
grado y modo de participación en la totalidad de la cultura. Los dos grandes
modos del conocimiento son El saber cotidiano y El saber científico. El conocimiento cotidiano es el que se
adquiere en la experiencia cotidiana. Se trata de conocimientos
superficiales. Es el modo común, corriente y espontáneo del conocer. El se
aprende sin haberlo buscado o estudiado. El saber
científico es aquel conocimiento que se obtiene mediante procedimientos
metódicos, con pretensión de validez, utilizando la reflexión sistemática,
los razonamientos lógicos y respondiendo a una búsqueda intencionada. Bibliografía Ø
Serrano, Jorge. Pensamiento y concepto. Editorial
Trillas, 1995 Ø
Universitas Gran Enciclopedia del Saber. “El
Pensamiento”, Tomo 5. Editorial SALVAT. Barcelona-España 1984 Infografía Ø
http://thales.cica.es/rd/Recursos/rd98/Filosofia/02/capitulo1.html Ø http://server2.southlink.com.ar/vap/evolucion.htm Ø
http://www.ucm.es/info/especulo/numero16/int_cole.html |