Carta a una madre
Tu, la de los ojos tristes
la del cabello de plata
tu que estás en el invierno
de tu vida ya agotada.
Tu, la de la voz cansada
de llorar tantas tristezas,
que olvidó la sutileza
de querer y ser amada.
Tu, por todos olvidada
por tus parientes y amigos,
por tus queridos vecinos
que tanto te visitaban
cuando con fuerzas contabas
para festejar con vino.
Pero ahora en el ocaso
de tu vida triste quedas,
con el recuerdo de fiestas
de una vida placentera.
Sola en un viejo sillón
piensas en lo que darías
por tener la compañia
de las personas aquellas
que dicen ser tus amigos
pero que no lo demuestran.
Tu, recuerda que aun te queda
un rayito de esperanza
que te considera santa
que te considera buena,
y todos los días desea
verte, hablarte y abrazarte.
Esa es la ilusión sincera
de todo aquel hijo ausente
que añora fervientemente
el cariño de una madre.
Madre, es mi carta sincera
llena de cariño fijo,
madre, yo tu triste hijo
que perdido en esta guerra
ansío tanto estar contigo
y en tus brazos me perdiera.
No quisiera despedirme
sin antes mandarte un beso;
quisiera más escribirte
pero es que en estos momentos
me está llamando la guerra.
Madre, te lo pido, ruega
para que salga con vida
y pueda madre querida
volver a tu lado,
y ruega porque termine
esta tormentosa guerra.
Adios, te quiere tu hijo,
Teniente Martinez Huertas.
Una lagrima resbala por las mejillas que un dia
al recibir una carta de su hijo sonreian
triste como la dejara su retoño al irse lejos,
hoy que al fin que puede verlo se encuentra con la desdicha
que el hijo que más queria regreso a sus brazos... muerto.