Una rosa crecia hermosa en un jardín y un niño enamorado la tomó; mirándola suspiraba sin fin y acercándola a sus labios la besó. Y lleno de ternura la envolvió en sus manos, mas no se percató y descuidado la rosa le pinchó, y este adolorido la arrojó. Y una niña que pasaba en el momento tomó la rosa del piso ya marchita, sin importarle a esta las espinas beso a la rosa, y la lleno de amor. Y yo me percaté de aquél suceso que parece tan simple, mas no es así; tomemos al amor como una rosa que aunque nos hiera, la vemos más hermosa. Tomemos al amor como una rosa que su perfume y belleza siempre brinda, sin olvidarnos también de sus espinas y que al final, las rosas se marchitan...
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