El futuro de Granada, su Área Metropolitana y el POTA

JOSÉ PRADOS OSUNA/ECONOMISTA

Es este un buen momento para reflexionar acerca de la situación caótica en la que se encuentra la ciudad de Granada y su Área Metropolitana. Es conocido que desde hace varias décadas y por la influencia de los ayuntamientos democráticos se ha producido desde la capital un notable frenazo a la expansión urbana de la ciudad en la creencia de que su posición geográfica obligaba a efectuar una restricción a su expansión a pesar de la presión demográfica que recaía sobre la misma, superior incluso a la experimentada por otras capitales de provincia de nuestro entorno comunitario.

La Vega de Granada, auténtico entorno natural privilegiado, ha ido perdiendo paulatinamente su riqueza agrícola para dejar de especializarse progresivamente en sus cultivos tradicionales. La remolacha, el tabaco, los frutales o los productos hortícolas, han perdido su peso específico, en ocasiones por la escasa capacidad asociativa, estratégica y de visión de futuro de los propios agricultores, en otras por la insolidaria visión de la propia administración que ha ido concentrando y favoreciendo la producción en otros territorios con criterios exclusivamente económicos, olvidando los aspectos sociales o medioambientales. Es lo que pasó con la remolacha o está pasando con el cultivo del tabaco. Para ello renuncia a estas funciones para dejarlas en manos exclusivamente de los municipios que agobiados por sus problemas internos han ido relegando a un segundo lugar los aspectos conservacionistas del territorio, que por otra parte lo define como de especial protección, limitando sus usos y causando la ruina de sus titulares o usuarios. Es patética y a veces desoladora la imagen que presentan algunos términos municipales del entorno de Granada, en plena Vega, plagados de polígonos llamados industriales, que no dejar de ser sino cúmulo de naves de distribución o talleres, bastantes de ellos ocupados por actividades de distribución de productos de China, en los que se evade el control no sólo de la calidad sino de la materia base de los productos ofrecidos, plenos algunos de ellos de componentes prohibidos por la legislación Comunitaria y en franca competencia desleal con los productos de fabricación nacional y europea, fruto de la llamada mundialización de la economía o globalización y que nuestros políticos no han sabido resolver.

Lo grave de todo ello es que la autoridad derivada de los organismos competentes es la máxima responsable de tal deterioro y de incomprensible justificación para los ciudadanos que sufren las consecuencias día a día.

Los problemas de Granada son ya los mismos de su Área Metropolitana. Se ha concentrado un población de 500.000 habitantes en una zona de extensión amplia, que provoca graves desequilibrios tanto en la prestación de servicios, como en los sistemas de transporte, tráfico caótico, incumplimientos del espíritu de las normas de protección y de ordenación del territorio, multiplicidad de criterios en el tratamiento de los problemas urbanos en sus distintas facetas. No es una cuestión de protagonismo o supervivencia de alcaldillos o concejales, es un problema de necesidades insatisfechas y de estrangulamiento de la vida urbana y humana de ese medio millón de habitantes. Por ello, los tratamientos presupuestarios son injustos. Granada con su Área Metropolitana concentra en espacio superior una población similar a la de Málaga, pero recibe tratamientos por parte de la Administración como si se tratara de Córdoba. Es incomprensible que aún se esté discutiendo sobre la segunda ronda de circunvalación cuando se debería estar hablando de la tercera o de anillo cerrado y metro que conecte esa gran urbe que hasta hoy ha sido olvidada por las distintas administraciones. Granada siempre llega tarde, como pasó con el AVE o con las comunicaciones con su costa.

Pero sorprende en sobremanera que el POTA (Plan de Ordenación del Territorio de Andalucía), no haya contemplado tal grave problemática, desconectando este núcleo humano (segundo o tercero de Andalucía), tanto con su costa, como con el Levante, lo que puede reanclar esta deprimida provincia con los grandes ejes del desarrollo futuro. Lo que no se haga ahora difícilmente se hará, al menos nosotros no lo veremos.

Ello puede encontrar su justificación en el empecinado interés en la potenciación del Eje Barcelona-Madrid-Sevilla, que contradice el diseñado para el Arco Mediterráneo, autentico eje de desarrollo futuro para Europa y definido por la autoridades Comunitarias hace ya algunos años. Y ello concuerda con el empecinado interés en cortar durante tanto tiempo las comunicaciones con el Levante desde la provincia de Granada y ello se reafirma por la inexplicable actuación de nuestras autoridades en el cercenamiento del trayecto Guadix-Almendricos, en hacernos circular para ir a Barcelona por Ciudad Real y después ir a Valencia, por lo que nunca Granada quedará conectada con el Levante de forma directa, difíciles esquemas de razonamiento técnico y comercial que nos obligan a bajar a la provincia de Málaga, para luego ir a Córdoba para poder llegar a Madrid. O como antes he citado, ir a Alcázar de San Juan para llegar a Barcelona. Renfe afirma después que estas líneas son escasamente usadas. ¿Cómo es que nunca se contempló por estas mentes privilegiadas o interesadas que conectando Granada con Jaén por AVE, quedaríamos conectados igualmente con Barcelona? ¿Porqué los habitantes de esta zona de Andalucía hemos de dar tremendos recorridos para los puntos de destino? Hemos de recordar que este asunto ya ocurrió en el siglo XIX cuando se diseñaron los ejes radiales del ferrocarril. A Granada llegó casi 50 años después que a la otra Andalucía. A esta ciudad se le ha privado de sus propios medios de vida, algunos, servicios instituidos por los propios Reyes Católicos. Se ha pretendido relegar a la Universidad de Granada, fundada por el Emperador Carlos I y primera de Andalucía a Centro literario y de humanidades, pretendiendo privarla de su capacidad investigadora y científica. Observese la concesión de proyectos de excelencia investigadora y las permanentes afrentas con las que se regala a la Universidad de Granada, sin la queja de nadie y sin la lealtad debida ¿Cuándo recibiremos la compensación positiva por la discriminación histórica y actual sufrida?.

Yo he visto a granadinos discutir que para Granada era mejor la solución dada de la línea quebrada del AVE. Granadinos adictos que antepusieron el plato de lentejas al cumplimiento de su responsabilidad ética y ciudadana. Son evidentemente los que siguen en el poder. Eso deben saberlo los sufridores que pagaran con tiempo y mucho dinero, el de su bolsillo, la decisión de la línea quebrada, que sólo sirve al gobierno autónomo para justificar el eje horizontal, pero a costa de los granadinos. ¿Somos conscientes de que esos agravios se realizan con los impuestos que pagamos los granadinos en igual tratamiento que los que históricamente han sido siempre beneficiados?

Los principios de nuestra autonomía consagran la solidaridad intraterritorial como uno de los ejes que justificaron su fundación y a la que en inmensa mayoría todos votamos. Me creeré que se ha cumplido este principio progresista cuando los datos del Instituto Andaluz de Estadística publiquen el gasto público distribuido por provincias (de las tres administraciones, andaluza, nacional y europea) de los últimos 25 años y compruebe que las menos favorecidas fueron tratadas para compensar sus daños históricos y mejoradas positivamente respecto de las que siempre han sido beneficiadas por localizarse en ellas los centros del poder.

Somos culpables de no haber sabido resolver los graves problemas del Área Metropolitana y de las comunicaciones de calidad con el centro del país, pero estamos a tiempo de imponer soluciones para evitar el continuo deterioro de nuestra posición respecto de un futuro inmediato. Debemos exigir de forma incuestionable y absoluta, la conexión con la Costa por Alta Velocidad, así como con el Mediterráneo a la Linea Euromed. Si esta conexión se realiza por Guadix, el enlace con Jaén queda reducido a muy pocos kilómetros, con lo que se conectaría Madrid con Motril, en poco más de dos horas.

Me adhiero firmemente a las conclusiones de Juan Carlos García de los Reyes y siento no haber podido alegar por no estar disponible la página Web que el mismo señalaba.

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