El cambio de capitalidad Carlos Montoro Carrillo de Albornoz/Granada. IDEAL Digital 18-I-2006

Sr. Director de IDEAL: Cuando muchos creíamos que había consenso en los políticos granadinos de los diferentes partidos en cuanto al rechazo al plan sobre infraestructuras que desarrolla el POTA, el senador Pezzi nos volvió, de nuestra actitud reivindicativa ante planes como el POTA perjudiciales para Andalucía oriental, a la vieja cantinela de ser sumisos a lo políticamente correcto que llevamos escuchando desde hace 25 años en esta parte de Andalucía sin que esa obediente postura nos haya servido para otra cosa sino para seguir ocupando los últimos lugares en renta per cápita.

Ante ese empecinamiento de los políticos andaluces empeñados en condenar a Andalucía oriental a la perpetua divergencia con Europa, hay que preguntarse por la razón de ello, y a poco que pensemos nos encontramos, desde los tiempos que España se convirtió en nación, con la existencia de dos Andalucías -sin que por ello sus habitantes hayan dejado nunca de considerarse andaluces- y cada una de ellas ocupando un lugar diferenciado en su propia interrelación con los territorios de España debido a sus distintas características geográficas y a asomarse ambas, por agua y por tierra, a también diferentes entornos.

Pero hete aquí que llega el Estado de las Autonomías y mientras se da autonomía a provincias que antes quedaban englobadas administrativamente en regiones con poco en común con ellas, caso de La Rioja o de Cantabria, a Andalucía oriental, a pesar de la independencia que a nivel administrativo tenía, se le niega la autonomía y pasa a depender de Andalucía occidental que es igual a decir de Sevilla pues la razón de la unificación andaluza no fue ni económica ni funcional, en cuyo caso se hubiera elegido a Antequera como capital, sino favorecer la fatuidad hispalense aprovechando que varios influyentes políticos eran sevillanos y no podían consentir que Sevilla quedara relegada en relación con otras ciudades como Barcelona o Valencia que sí asumían la capitalidad autonómica de toda su región.

Más tarde llega la integración a Europa y con ella las ayudas que la Comunidad europea concede a España y que han supuesto para Andalucía un monto total hasta la fecha que asciende a la mareante cifra de 26.000 millones de euros (se dice pronto pero son en pesetas más de 4.300.000.000.000) con los cuales se ha querido conseguir el centralismo de Sevilla a pesar del descentralizado lugar que ocupa dentro de Andalucía, a base de hacer confluir en ella tanto los servicios inherentes a la autonomía como las infraestructuras aéreas, terrestres e incluso marítimas, planificadas todas desde el supuesto de considerar prioritarias en primer lugar las comunicaciones de Sevilla con el exterior comunitario, luego las comunicaciones internas comunitarias (casi todas con Sevilla como origen) y en último lugar aquellas otras que posibilitan la comunicación de las zonas no occidentales de la Comunidad con el exterior comunitario. Ello hace que Andalucía oriental no sólo haya perdido las comunicaciones férreas con el levante sino además haber supeditado la comunicación ferroviaria con Madrid al interés, prioritario como digo, intracomunitario. Las consecuencias de ello es un territorio, el oriental, sin modernas comunicaciones que cohesionen sus diferentes comarcas y ciudades y carente de eficaces comunicaciones exteriores.

El POTA no solo no modifica las políticas que antes he expuesto sino incluso ahonda en ellas dando prioridad a la zona del valle del Guadalquivir, basándose en lo que llama sistema de ciudades y zonificación del Plan, y relegando por ello a Andalucía oriental a ser siempre el apéndice pobre de Andalucía. Es necesario pues, un revulsivo inmediato como el cambio de capitalidad que rompa con la inercia de veintitantos años de equivocada concepción de Andalucía y que hoy, sin la generosísima ayuda recibida de Europa, da miedo pensar el lugar que ocuparíamos en renta per cápita. También abogo por volver a recuperar nuestra identidad alto andaluza muy diferente a la de la Baja Andalucía siendo necesario para ello conseguir nuestra propia autonomía lo cual requiere de un dilatado plazo para hacerlo realidad. Apoyemos todos ahora, con la reforma del Estatuto, el cambio de capitalidad.

Atentamente

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