La Alhambra y Andalucía oriental

Carlos Montoro Carrillo de Albornoz/Granada.

Publicada en Ideal 7/2/2006

Sr. Director de IDEAL: Quienes el pasado sábado leyeran en este mismo periódico el interesante -por demostrativo- artículo 'Un trato digno, respetuoso y justo para Granada' de Prados Osuna, comprenderían la trascendencia que para la economía productiva de los territorios supuso, en la segunda mitad del s. XIX, contar con un adecuado desarrollo ferroviario que, como leíamos en dicho apodíctico artículo, llegó tarde y mal a Andalucía oriental. Hoy, situados en los comienzos del s. XXI, vuelve otra vez a ser el ferrocarril, por sus parámetros de comodidad, rapidez y puntualidad, piedra angular para el desarrollo, esta vez del sector terciario -hoy primordial- de la economía, y de nuevo Andalucía oriental queda relegada en el tiempo y malévolamente estructurada al haberse proyectado el enlace de sus capitales de provincia a la alta velocidad por diferentes corredores ferroviarios que tienen su término en ellas, necesitando de otros proyectos ferroviarios a los que el PEIT no da respuesta ni siquiera en el medio plazo para la indispensable estructuración dinamizadora de todo el territorio.

Dejando aparte la promesa hecha por Rodríguez Zapatero en su reciente visita, de dar prioridad a la alta velocidad granadina (entiendo que por Bobadilla, con lo cual de 'granadina' poco), las últimas noticias en materia ferroviaria publicadas por IDEAL han sido los acuerdos conseguidos entre todas las administraciones para soterrar la estación de Andaluces además del desmantelamiento, desde dicha estación hasta el pantano de Cubillas, del tramo de vía férrea proveniente de Moreda que hará necesario un nuevo tendido de vía entre el citado pantano y Pinos Puente para posibilitar la llegada a Andaluces de los trenes procedentes de las líneas de Almería y Linares-Baeza. Estas dos actuaciones, que se nos venden por la clase política como éxitos para nuestra ciudad, lejos de constituir verdaderos logros ferroviarios, no son más que operaciones urbanísticamente especulativas con irreversibles variaciones de la estructura actual ferroviaria tales como dejar a Granada fuera del eje ferroviario transversal, así como impedir para siempre, con el soterramiento de la estación, la intermodalidad en Andaluces del tren y la carretera sólo posible situando en aquel recinto la estación de autobuses.

Funesta consecuencia de tales variaciones será la de reducir casi a cero la futura demanda de viajes desde la estación de Andaluces la cual, en cambio, se convertirá en destino de viajes con origen en Sevilla o Málaga dado que estas ciudades al ser nudos ferroviarios con un elevado tránsito de viajeros podrán mantener cada una cinco o seis, si no más, circulaciones diarias con Granada mientras nosotros a duras penas podremos mantener un tren -AVE, como ya le llaman algunos optimistas- diario a Madrid. Es pues evidente que los turistas que atrae la Alhambra nos llegarán desde Málaga y Sevilla, ciudades que la alta velocidad ferroviaria las situará lo suficientemente cerca de nosotros para que, quienes desde ellas viajen, no tengan necesidad de pernoctar en Granada. Por consiguiente, el potencial turístico originado por el monumento nazarí será explotado desde Sevilla y Málaga cuando las sinergias creadoras de riqueza generadas por él, si dicho potencial turístico fuera explotado desde Granada, redundarían en las paupérrimas comarcas orientales de Andalucía con las cuales nos unen condicionantes geográficos e históricos tan fuertes que muchos de nosotros antes que andaluces -que también- nos sentimos granadinos.

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