BLAS INFANTE NO ES EL PADRE DE MI PATRIA( Publicada en Granada Digital)

Sr. Director:

Muchas veces la voluntad de unos pocos consigue imponerse a la indiferencia, fragmentación y desinterés de la mayoría. Casi siempre un ideal sólido vence sobre la masa dividida. El ideal Andalucista sevillano se impuso frente a una fragmentada y no sevillana Andalucía.

Me niego a reconocer a Blas Infante como padre de mi patria. Los padres de mi patria, que no existe, fueron los asambleístas que abandonaron la Asamblea de Córdoba de 1933 cuando Blas Infante y los Andalucistas Sevillanos y Cordobeses quisieron imponer su idea de la Andalucía total, de la capitalidad de Sevilla, de la subordinación de Granada y las demás provincias.

Aquellos asambleístas que propusieron que la autonomía era un error, porque no la sentían. Aquellos que afirmaban que de producirse la autonomía debía hacerse en dos Andalucías, o en tres o en doce…

Aquellos Onubenses que querían marchar con Extremadura antes que unirse a Sevilla. Aquellos Almerienses que querían unirse a Murcia. Aquellos Jiennenses que no se sentían andaluces. Estos son los padres de mi patria, que no existe.

Estos son mis andaluces: Los que no aceptan el Andalucismo sevillano y se niegan a aprobarlo. Estos, los vencidos, los oprimidos por Blas Infante, que se niegan a aceptar sus imposiciones, porque no piensan como el. Estos son los mártires de la Mancomunidad de Andalucía Oriental, los secesionistas, los escisionistas granadinos ignorados por la historia.

Aquellos que repudiaron y repudian el “centralismo sevillano”, la Sevilla de “manía absorbente” la Sevilla de la “situación de privilegio”. Los que defendieron y defienden la necesidad de dos Andalucias autónomas: La Oriental y occidental, tan diversas, tan perfectamente delineadas por el factor geográfico, el histórico y aun el psicológico”.

Los andaluces que se unieron para “buscar un planteamiento común de las provincias “orientales” para constituir un “frente único”, porque tiene personalidad propia, bastante más relevante que la de quienes pretenden subordinarla a su predominio”. Los que creían necesario formular un estatuto que “delimite perfectamente ambas andalucias, respetándolas en sus características y en su autónomo desenvolvimiento”. Ellos, los que afirmaban “que si hay que resolver nuestros asuntos en Sevilla, preferimos seguir resolviéndolos en Madrid”. Por último aquellos Granadinos que afirmaron que “las convesaciones con Jaen y Almería han sido muy satisfactorias. De ellas hemos aprendido la simpatía con que acoge la idea de fomentar sus sentimientos regionalistas entre ellos y nosotros, bajo la mas inquebrantable unidad nacional”.

Porque no hay una sola Andalucía: hay muchas. Hay una Andalucía portuguesa y extremeña, en Huelva y Córdoba; una Andalucía castellana en Jaén; murciana en el Norte de Granada y en Almería. Hay una Andalucía atlántica y mediterránea. Una Andalucía en Cataluña, en Madrid…en América, en Suiza en Alemania.

Porque no hay una Andalucía pura-sangre. No hay esa esencia de Andalucía que dice ser Sevilla, que impone sus costumbres; que hace de sus particularidades el espejo donde se miran ella y el universo.

Son muchas andalucias, mestizas de influencias de las demás regiones peninsulares. No hay solo un acento sevillano en Andalucía, también los hay granadino, gaditano, cordobés, giennense , almeriense, extremeño, castellano, murciano, marroquí, francés, inglés…

¿Por qué una Andalucía única?. ¿Por que no dos, como siempre han sido?. Oriental y Occidental: Reino de Sevilla y Reino de Granada. Una división más acorde a los intereses de las dos regiones, no solo de una. Se temía perder Andalucía entre las demás regiones y olvidar que las demás regiones están dentro de Andalucía. Gestionar y ser gestionados por quienes nos valoran, por quienes comparten con nosotros historia y problemas.

Solucionemos este problema histórico: tenemos todo el tiempo del mundo…

Andrés Carrasco

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