¿Y GRANADA?

OSÉ GARCÍA ROMÁN, IDEAL 17/9/2006

LA Sociedad General de Autores de España (SGAE) tiene el proyecto de edificar en la Isla de la Cartuja la mayor de sus sedes: un 'centro de creación y agitación cultural de primer orden', para el que dedicarán 31.300 m2 construidos en una parcela de más de 9.000 m2. Incluirá una sala de actividades con un espacio escénico polivalente para 2.000 espectadores, y un escenario de 830 m2; 3 grandes salas de ensayos para orquesta, coro y ballet; 6 camerinos colectivos y 14 camerinos individuales para solistas; salas de maquillaje y vestuario, almacenes y talleres varios; área docente, sala de prensa, cafetería y salón de actos de una capacidad de 205 butacas para presentación de actividades. En resumen, una inversión de 30 millones de euros.

Es un proyecto que «apuesta por la investigación y desarrollo de los instrumentos necesarios para la dinamización cultural; con una universidad digital para la formación en las artes escénicas y musicales, además de profundizar en la creación», y un respaldo a la Comunidad andaluza por «lo que representa como plataforma de lanzamiento hacia América latina y el Magreb», ha dicho Luis Ángel Lozano, delegado de la SGAE en Sevilla. Se garantiza una programación estable de teatro, música, cine, y otras manifestaciones artísticas. ¿Y todo esto porque la SGAE tiene en Sevilla el triple de socios que Granada? No lo creo.

Véase dónde está emplazada la sede de la Delegación de Granada en la calle San Vicente Ferrer. Ése es el presente. En cuanto al futuro, me temo lo peor: cierre, levantamiento de casas y todos a Sevilla. Una pérdida más para Granada. Dicho proyecto, unido al Teatro Central y al Auditorio 'Rocío Jurado', ambos en la Cartuja, más el centro que la compañía 'La Cuadra' de Salvador Távora tiene intención de construir en el cerro del Águila conformarán un potentísimo núcleo cultural hispalense.

Hace ya algunos años, con motivo del encuentro nacional que la SGAE celebró en la ciudad de la Giralda, tuve ocasión de hablar con Eduardo Bautista, Presidente del Consejo de Dirección de la Sociedad General de Autores, sobre algunas ideas que podían llevarse a cabo en Granada. Me miró con cara de sorpresa, supongo que por mi ingenuidad, y me comentó muy cortésmente el proyecto de la gran sede en Sevilla, que contaba con el apoyo de las administraciones, y que además estaba avalado por unas infraestructuras extraordinarias y unas excelentes y modernas comunicaciones. Cuando se diseñó la autonomía del País vasco decidieron sus representantes que Vitoria fuera la ciudad política; Bilbao, la económica y San Sebastián, la cultural. Con el paso del tiempo, las tres ciudades optaron por el poder del dinero y la cultura. Es natural.

En más de una ocasión se ha hablado en algunos medios de comunicación de replantear una distribución de los órganos de gobierno de la Junta de Andalucía. ¿Sería posible que se repartieran las Consejerías por las ocho capitales andaluzas? Ya sé que suena a disparate, pero más disparatadas me parecen otras soluciones y actuaciones.

Un amigo se preguntaba si el problema de Granada se debía a su altitud, que provocaba trastornos de carácter. La realidad es que en Granada se debate todo y no siempre injustificadamente. Es nuestro deporte. Y pasan los años y los meses y los días Los proyectos se eternizan legislatura tras legislatura. ¿Nos lo merecemos? No me cabe la menor duda. Pero alguien será responsable, digo yo. No sólo la altitud. Por cierto, a punto ha estado de que no se apruebe el documento preparado por el Consejo Social del Ayuntamiento de Granada, presidido por el profesor Antonio Campos, cuya labor ha sido encomiable. Antes se achicharró en el intento Gregorio Jiménez. Ahora viene la hora de la verdad, la de su escrupulosa puesta en escena. Y si no, para qué tanta pérdida de tiempo y dinero.

Algunos expertos han dicho que Granada debería mirar más al norte y al este, y menos al oeste. Y también dejar de ensimismarse con las 'culturas' que no tengan que ver con un crecimiento pleno, y que no seamos noticia por ser recepcionistas de pateras, vergüenza de gobiernos dictatoriales demasiado mimados por la 'progresía', consolidando su papel de indiscutible ciudad europea de la cultura, con todo lo que ello implica de profundo respeto a los valores de la democracia y las raíces más auténticas, que son la base y el fundamento de la vida de los pueblos. Y si por el camino se sienten tentaciones secesionistas o cantonalistas, no hay que preocuparse demasiado. Todo es posible en Granada. En todo caso, preguntemos a Murcia cómo le va.

Aquí reina la tranquilidad más absoluta. Todo está en calma. El horizonte anuncia elecciones. No hay que hablar de agravios, se nos recuerda con demasiada frecuencia. Granada es la ciudad de las tres culturas. Por tanto, una ciudad culta al cubo. Aunque el edificio y la fundación estén en Sevilla. La realidad es que se percibe un centralismo feroz. Hay demasiado efecto esponja, de imán que por sí solo atrae el mecenazgo más generoso. Se da el caso de actividades que nacen en Granada o están pensadas para nuestra Ciudad y de pronto se desvían a Sevilla. Poseo información de lo que digo. Sin dinero ni poder poco se puede hacer. No olvido aquella frase enigmática de los años ochenta, dicha en la zona bética: «Caída Granada, caída Andalucía». De pérdidas y carencias, otro día. Que no cuenten con mi voto para el asunto de Sevilla, capital de Andalucía.

Vamos con excesivo retraso. En Sevilla hay puntualidad europea, aquella de los fuegos de artificio del lago de la Isla de la Cartuja mientras Granada perdía por mor de la EXPO una subvención de 100 millones de las pesetas de 1992 para el Monasterio de San Jerónimo. Había hecho su aparición la crisis económica.

He recibido hace unos días una carta en cuyo sobre venía escrita la siguiente leyenda: «Córdoba 2016. Capital Europea de la Cultura». Pero estábamos hablando de Granada. Se cuenta -me recordaba hace unos días el crítico de música Carlos Gómez Amat- que cuando Juan Belmonte se disponía a despedirse de sus anfitriones gallegos, le preguntaron hacia dónde se dirigía. Al decir que a Sevilla, le contestaron: «¿Tan lejos se va usted ahora, maestro?». Y el torero replicó: «No, si no está lejos. Sevilla está donde está. Lo que está lejos es Santiago de Compostela». Más claro el agua.

Volver

Hosted by www.Geocities.ws

1