EL EXPOLIO CONSTANTE

JOSÉ PRADOS OSUNA. Publicado en Ideal, 30/5/2006

Hay personalidades y figuras que derrochan carácter e imprimen al grupo humano que lideran parte de las simbologías que le son propias. Hay ciudades que influenciadas por sus figuras pasan por la historia adornadas con los abalorios que las han personificado. Hay empresas que no saben conquistar mercados si no es mediante el sistema de fusiones y 'opas' y sin embargo suelen ser las mayores del mundo. Hay quien ha vivido del expolio a lo largo de la existencia de la humanidad y se reconoce por las características de su comercio. Plata, negreros, inversiones estatales y ahora hasta la misma historia.

Mi más sincera enhorabuena a los organizadores del evento sobre 'Ibn Jaldún. El Mediterráneo en el S. XIV'. Es necesario profundizar en aquellos personajes que hicieron nuestra historia y dejaron como legado la conciencia de nuestra pertenencia a la humanidad, la participación en el progreso de las ciencias, la cultura y el orgullo de haber dado sede a un personaje que tanto ha influido con posterioridad y que es tan desconocido en la tierra que le dio cobijo. Enhorabuena a Páez por haber recuperado desde el olvido y para Granada a este prohombre de significado.

Como el asunto nos ha cogido por sorpresa, creo que alguien deberá anticipar que Abu Zaid Abdurrahman Ibn al-Hadrami (Ibn Jaldún) es el verdadero padre de la ciencia económica, circunstancia que no es conocida en las Facultades de Economía, imbuidas de británica ciencia coronada por el conocimiento que nos legó A. Smith. Alguien deberá transmitir que nuestro paisano fue nada más y nada menos que Señor de Elvira, independientemente de cargos menores como embajador en Sevilla ante la corte de Pedro el Justiciero y sirviente de príncipes del Magreb y Gran Cadí en Egipto. Tuvo como gran amigo y colega otro personaje de parecido renombre como el también granadino Ibn al-Jatib.

Pero lo que me llama poderosamente la atención es que estos granadinos permanezcan casi ocultos y en el ostracismo cultural para que cuando las instituciones encargadas de su difusión deciden su puesta en escena se les condene al acompañamiento de protocolos, representantes institucionales nacionales y extranjeros y haya cenas y ágapes, talleres de gastronomía, etc., derivaciones en restaurantes de conocido relumbre que se realizan en la ciudad especializada en ceremonias fastuosas y consagrada (por tripas) como capital de Andalucía, con el objetivo allí expresado de realzar la proyección de Sevilla, que poco tiene que ver con el Mediterráneo y mucho menos que Granada en la vida de Ibn Jaldún, ni con el espíritu de estos estudiosos y sencillos sabios del pasado. Cuando Jaldún nació en Túnez en el año 1332, Sevilla ya llevaba conquistada por Fernando III nada más y nada menos que 84 años, reducto de epidemias y atraso económico y cultural, en tanto que la Cora de Elvira relucía por su saber y progreso y así fue durante muchos años más, posiblemente gracias al saber de personajes como Jaldún o al-Jatib. Si Jaldún volviera a la vida no creo que hubiese sido de su agrado resucitar en la ciudad que se enriqueció con la rapiña de Indias y el negocio de esclavos y que nada tuvo que ver en el reconocimiento de su sabiduría.

El paso de los años y tras el nuevo enriquecimiento del 92, la ausencia de generosa complacencia y agradecimiento deriva en catarsis para políticos e influyentes de poca monta que adhirieron a su cintura una bisagra desgastada por el uso y el tiempo, admitiendo como principio que el poder imana a la cultura y da consistencia a la nada para que obligue en subordinados procedimientos a tergiversar y recomponer la historia. El reconocimiento de esta usurpación se efectúa desde la ignorancia candorosa ante el invasor, hasta el vasallaje de una Granada viva que nada tiene que decir y que en masa acude invitada a los actos con ignorante admiración. ¿Qué nómina repleta de cuotas y silencios!

Todo ello me parece que pertenece al programa que venimos observando desde hace décadas de absoluto ninguneo a esta ciudad que relegada y desposeída de su carácter histórico y administrativo se le promete entre otras muchos incumplimientos vergonzantes el de ser capital cultural y con ello permiten que algunos (por ello el sarcasmo nos sale por la punta de los dedos) asistamos atónitos al engrandecer diario de la capital de aquella Andalucía a costa siempre de fastos, cenas en los reales alcázares, fuegos de artificio, procesiones, ferias y rocíos, aunque el 'sorbete de limón murallesco' se sirva con un acompañamiento de negocios aeronáuticos, concentraciones militares alejadas de los objetivos, parques tecnológicos cartujanos (símbolo del agujero negro eterno) e investigaciones de células madre transportadas en angarillas 'cascamorreras' desde el granadino y vacío campus de la salud hasta las fértiles praderas de la jarana y la pandereta además de un historial de décadas de ahorros del Estado transportados en baúles y alforjas como en 100 años de soledad y gallinazos.

Todo este asunto del Legado Andalusí se lo inventa Páez centrado en su elocuente granadinismo y obtiene con los apoyos que todos conocemos, el compromiso de financiar a través de la Fundación que dirige, el realce y conocimiento del patrimonio cultural hispano musulmán que, en Andalucía como todo el mundo sabe, se centra por su importancia en Córdoba y Granada. Pero siendo Páez un granadino ejerciente que nunca ha querido salir de su Granada, me cuesta creer que el citado evento que durará hasta el 30 de septiembre, (periodo en el que el territorio de Al-andalus se llena de turistas), haya sido organizado por iniciativa de Páez, en Sevilla. El lo dirá.

Pero de todo este asunto me da pavor que Paéz, meditabundo, particular y con las gafas caídas en permanente ruego de independiente causa interrogada, junto con el Legado y sus oficinas, pueda verse cada día más en la ciudad de Los Remedios y pasear, entre la Torre del Oro y la Real Maestranza, como el rey moro, llorando por una Alhama irremediablemente perdida.

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