Con el
invierno me llegaste
abrigada a
mi estupor,
las aves
volaron desnudas al viento
y la
libertad por las noches se aventajó.
Despistada
las flores despiertan
con el
amanecer de abril
que limpió
los rocíos que crecieron en mí
durante
aquella triste noche que no te soñé al dormir.
Ya es
brillante tu mirada en puntas de estrellas,
es fresca
e inmortal como las olas de un mar,
precisa
será tu vida sin mal,
e
invencibles las horas que te pueda dar.
como el
fuego en las penumbras domina,
como la
muerte los llantos implora,
como el
blanco, limpio y puro,
empiezo a
saber cuanto es lo que te quiero.
Rosario,
19 de Agosto de 1.997