Es la
noche olvidada en mi
tan cruel
y marcada
como la
herida de una guitarra.
Como haber
podido no hablar
las penas
que el pasado ajeno marchita en mi
sin es mi
corazón quejoso
el que
lamenta impotencia
al mal que
poco a poco
se fue
comiendo mi esperanza
como el
otoño olvida el verde
que la
primavera canta.
Pero que
puedo decir
si en ese
momento no te tuve fiel entre mis brazos,
abrigada
de besos y linchada de caricias.
Pero que
puedo decir
si fuí yo
el que voló alto en las nubes
imaginándose
un Cupido brillante y galán,
hablando
del amor sin ver
que no
siento igual a los demás ese cariño
Ya es la
cólera de la impotencia
que
carcome mi pecho, me sopla la nuca
y me pide
perdón.
Pero que
puedo decir si no el dolor
perpetuo
en mi corazón
al pensar
en como
has besado
otros labios,
al pensar
en como,
otros
brazos, supongo te abrigaron,
y al
volver a pensar en como
has besado
otros labios,
al pensar
en como,
otros
brazos, supongo te abrigaron.
A veces
siento perder camino,
no poder
luchar
contra la
noche del verano
esa noche
en la cual
sentí como
mi corazón por el río lamentaba
no
contemplar tu alma,
no tocar
esos labio agudos,
no poder
evitar que me caiga encima
toda esa
desesperanza amanecida en mis manos.
Otras
veces vuelvo a sentirme
con los
bolsillos llenos de este dolor,
volviendo
a desahogar mi pena a través de un vaso vacío
en esa
noche que en mis sueños
se hizo
larga y triste por encima de mi calma.
Andrés
Ignacio Nieva
Rosario,
13 de Abril de 1.998