Hoy me
acordaba de vos
de como
eras ya hace un tiempo atrás,
tan suave
y espléndida,
airosa,
tan llena de gozo.
Luego me
acerqué un poco más acá
y te
recordaba confusa, con
ese miedo
que tu corazón
deslealmente
no quería sentir.
Ayer miré
tus ojos un instante
y sin
tapujos me tiré de cabeza a tu mar
a
refrescarme un poco del amor.
Luego
regresé y te volví a observar
tan
calmada, tan gloriosa, tan bella
que hoy ya
te extrañé al despertar.
Andrés Ignacio
Nieva