Madre:
En estos últimos años estuvimos inmersos en un océano de
dudas y contradicciones que hasta el día de hoy nos es muy difícil de afrontar.
Aún así esto no va a terminar rápido o ligeramente, nos va a llevar a
conjeturas tal vez peores que estas, pero eso no implica que nos debamos quedar
en cuclillas admirando la tierra que nos vió nacer y pedirles que invierta esa
situación.
Este el momento
donde a través de una simple carta quiero demostrarte mi apoyo y darte a
entender que todos sufrimos la cólera de esta separación, pero asimismo tenemos
que luchar contra la disyunta del amor, no nos quedemos en una mesa junto a un
cigarrillo a pensar en quiénes están tras esta enfermedad. Ese es el primer
error que todos cometemos alguna vez. Por eso y por otras cosas que nos
suscitan día a día quiero regalarte un poema dedicado a todas la madres del
mundo, y en especial a vos.
Querida madre,
lleno mis ojos de lágrimas al saber
que el orgullo que me regalaste
comienza a decaer con el otoño de hogar.
Por eso madre necesito darte
las fuerzas que me diste aquella vez
cuando de pequeño las necesité,
ese valor y apoyo que sin precio obtuve
por solo ser tu hijo,
hoy madre voy a estar a tu lado
sin prejuicios y sin demoras porque
merecés que alguien que te ama esté
a tu lado devolviendo tus momentos.
Merecés eso y mas, porque
no queda ahí eso de mimar y a otra cosa,
esto es cuestión de piel, es cuestión maternal
una cuestión que solo un hijo sabe encarnarle
a una madre.
Madre, el tiempo nos llevó a entender
que la vida tiene devoluciones, como vos
me criaste una vez, yo
lo voy a hacer ahora, suponiendo que
sos aquella nena de las fotos obscuras que necesita
esa compañía, ese empujón inicial
para aprender ciertos valores de este mundo.
Querida madre, hoy es tu día, como
todos los otros días que estuviste aquí o allá
pero que nunca te fuiste de mí.
Gracias por estar,
querida madre, te amo.
Un hijo.
Rosario, 30 de Noviembre de 1.998