La historia
del Alma y el Corazón.
En tus ojo vi un
horizonte, en él naufragaba un mar lleno de botes. Con tu mirada tierna de ojos
esperanza, descubrí uno en especial. Uno de tamaño muy diminuto, casi no cabría
una estrella en él, pero me toco con un brillo de sol en mi corazón, y eso hizo
que me enfurezca.
Con esa rabia de encanto
corté las cadenas que azotaban mi corazón y embravecido le di vía libre hasta
llegar a tú alma, aquella que mandaba su ejercito de sentimientos a acobardar
mi alma muda.
Mi corazón como un héroe
nadó en mis ojos a combatir ese ejercito de sentimientos, y sin dar demasiada
pelea, cayó profundamente en el mar de tus ojos. El fresco de las aguas le
dieron fuerza después de haber luchado a las apariencias al Corazón, y ayudado
por las lágrimas que por debajo del ejercito de sentimientos corría lo fue
acercando a aquel pequeño bote.
Se subió a él con un pie de cada lado
y lentamente fue introduciéndose en una minúscula perforación. Estudiando todo
lo que encontraba a su paso, ya sea peleas, roces o
mucho amor. Bien adentro
ya, encontró sorprendidamente una muchachita inocente que mullida en un rincón
lleno de flores marchitas dijo al desnudo ser el Alma.
Le contó unas historias
tristes que entumecieron a aquel héroe vagabundo de las cotidianas miradas. El,
lleno de angustia por la pequeña Alma, quiso reparar la cólera del amor prófugo
de los sueños divinos, aunque siempre advirtiendo como buen mercenario que no
sería un trabajo sin costo alguno. Al aceptar la pequeña Alma, él comenzó a
trabajar.
Llenó de aire sus pulmones
inhalando el aromas de jazmines y empezó a trabajar en ella. Pintó sus sueños
con poesías, completó los espacios vacíos con frases de amor, con tropezones
colmó las horas arrugadas de lágrimas con flores eternas, Y así la ya joven
Alma fue creciendo y dando a brote sus anhelos y antojos de vida.
El Corazón al ver sus
resultados se llenó de gozo y se ofreció a trabajar sin límites de horarios o
años. Se quedó tranquilo y educado al ver que la joven alma le ofreció su
ejercito de sentimientos para que el junto a su Alma se unan a ella y
complementar los vientos que en las cordilleras se pierden, y tallar la poesía
de los sueños en el los marcos del tiempo.
Así por el resto de sus
sueños, el Alma y el Corazón fueron gobernantes de sus tiempos y sus mares, y
vivieron por siempre juntos y felices lejos del acecho de la muerte y el
terror.
Andrés Ignacio Nieva