Francisco Pascasio Moreno bien puede
ser un pionero del Turismo en la Argentina. El 31 de mayo de
1852 nació en Buenos Aires Francisco Pascasio Moreno. Su
protagonismo en la gestión de nuestras fronteras, su
familiarización con nuestros recursos naturales, su férrea defensa
del ambiente y su vocación por descubrir, preservar y recorrer
nuestra extensa geografía vinculan su natalicio con el homenaje al
Guía de Turismo profesional. Autor: Sara M. Spinelli
| Nació
en Buenos Aires en 1852, cursó estudios en el colegio San
José y en el de Catedral al Norte. Los relatos de
viajes y de exploraciones llenaron muchas horas de su niñez
y decidieron su vocación. Pertenecía a un respetable
hogar porteño y encontró allí un ambiente propicio para
el desarrollo de su natural inteligencia. Tempranamente
se despertó en él una irresistible vocación científica
que, con el andar del tiempo y a través de una labor vasta
y múltiple, cimentaría su justo renombre. Fue la
naturaleza y su misterio, el hombre y sus orígenes, lo que
lo atrajo con frenesí de sabio. Llegó a adquirir una
amplísima cultura científica por asimilación
autodidáctica, si exceptuamos algunas eminencias
intelectuales de la época, como el Dr. Germán Burmeister. Es
así como se dedicó a recorrer terrenos cercanos a Buenos
Aires buscando cráneos, esqueletos, restos fósiles, armas
antiguas, etc. Con las cuales inició en su casa una
colección. En ella fue acumulando todo cuanto encontraba,
al tiempo que lo iba estudiando, clasificando y organizando. Alternaba
sus investigaciones antropológicas y paleontológicas con
un consciente estudio geográfico y etnológico de nuestro
país. Como consecuencia del ejercicio de estas
disciplinas, nació en él la pasión por los viajes. En
1873 inició una serie de viajes hacia la Patagonia, región
casi desconocida entonces, de espesos bosques, lagos y
montañas de cumbres eternamente nevadas. Fue
explorador incansable. Quería desentrañar los secretos de
ese pedazo de tierra argentina. A su regreso
escribió: " Descripciones de los cementerios y
paraderos prehistóricos de la Patagonia", trabajo que
fue incluido en la " Revue d'Antropologie" de
París, lo que lo consagró como investigador a los 22
años. Fue en 1875 cuando, acuciado su espíritu por
anteriores viajes, se lanzó a la conquista de lo no
alcanzado hasta entonces por el hombre blanco: el lago
Nahuel Huapi, avanzando desde el Este. Nada lo detuvo, ni
los grandes peligros que debió afrontar. El 22 de
enero de 1876 llegó a dicho lago, el primer hombre blanco y
argentino, procedente del Este. Las aguas azules y serenas,
los verdes e imponentes bosques, el cielo y las montañas
fueron testigos de tal hazaña, y en medio de tanta belleza
desplegó la bandera argentina, cuyos colores debieron
reflejarse en las aguas como símbolo de posesión. Pasarían
algunos meses luego de su regreso, para que el Gobierno de
Avellaneda resolviera emprender la exploración de los
territorios bañados por el Atlántico Sur. Se lo designó
para dirigir la importante operación y a mediados de
octubre de 1876, emprendió el viaje. A la sazón le
escribe el Gral. Roca: " Que haga feliz viaje, de gran
provecho para su patria y de fama para su nombre, son los
últimos votos de su amigo que lo seguirá con interés en
sus científicas y arriesgadas excursiones". En
este viaje descubre Moreno dos grandes lagos sureños a los
que designa con los nombres de Argentino y San Martín.
Recorre el Lago Viedma y denomina Fitz Roy a un volcán. Vuelve
a Buenos Aires, en noviembre de 1877, muy satisfecho por el
resultado de la expedición. Publica su libro "
Viaje a la Patagonia Austral", donde señala la
necesidad de costa y tierras patagónicas. El
presidente Avellaneda acoge la idea y comisiona a Moreno
para dirigir la importante operación. Lleva el encargo de
estudiar las riquezas del sur y las posibilidades de
colonizarlo y de incorporar a los indios a la vida
civilizada. Explora nuevamente el Río Negro, recorre
otra vez el Nahuel Huapi e impone el nombre de Gutiérrez a
un hermoso lago, en homenaje a su maestro y amigo Juan
María Gutiérrez. Este viaje es el más tormentoso;
es tomado prisionero por los tehuelches, arrostra ingentes
penurias y sufrimientos, pero logra escapar. Regresa a
Buenos Aires en 1880, ulceradas las piernas, los pies
llagados, poco menos que tullido. Se vio entonces en
la triste necesidad de luchar contra imputaciones
calumniosas tejidas en su ausencia. Por consejo de su amigo
Vicente G. Quesada, hace un viaje a Europa para
restablecerse y completar su preparación científica.
Allí, cuando se lo reconoce, es nombrado miembro de varias
sociedades prestigiosas. Visita Suiza, admira sus lagos,
pero prefiere los que descubriera en la Patagonia. A
su regreso no descuida el Museo. Durante más de 20
años, la Patagonia en toda su extensión fue fuente
inagotable de riquezas para su colección. Nadie como él
conoció su suelo y resultado de sus conocimientos fue su
predicción acerca de una de las mayores riquezas de la
Patagonia. Cuando se realizaban trabajos en Comodoro
Rivadavia en busca de agua potable, Moreno dijo que allí
encontrarían algo mejor que agua, hallarían petróleo. Dos
años después la realidad confirmó sus palabras. Parte
de una carta remitida en 1917, por el Dr. Moreno a un
representante del Poder Ejecutivo de la Nación haciendo
referencia al petróleo de Comodoro Rivadavia dice así:
" En 1900 advertí al Ministro de Agricultura, Dr. M.
García Merou, de las existencias de carbón en las
inmediaciones de San Julián, haciéndole ver la
conveniencia de que estas tierras fiscales no fueran
enajenadas y, desde 1896 hasta 1903, di instrucciones a los
vecinos de favorecer la habilitación de Rada Tilly, hoy
Comodoro Rivadavia, para que algún día fuera punto de
salida de esos productos de la región andina y, a la vez,
buscar petróleo cuya existencia era muchísimo más
probable que la del agua. Acerté pues el petróleo se
descubrió allí en 1907 ". Como vemos la
participación que le cupo a Moreno en las circunstancias
relativas al petróleo anteriores a su descubrimiento,
demuestran que él pronosticó el hallazgo del mismo. En
1997 donó su importantísima colección a la Provincia de
Buenos Aires, constituyéndose el Museo de Historia Natural
de La Plata, cuya dirección ocuparía poco después y que
llegaría a ser uno de los primeros museos en su género. Además
del enorme caudal de elementos autóctonos recogidos en la
Patagonia, integran la colección gran número de piezas
reunidas en las exploraciones realizadas en distintas
provincias. La obra de Moreno en el terreno de las
investigaciones científicas naturales, es importantísima y
su nombre se ubica a la par de los más afamados. En
el Museo de La Plata vive aún el espíritu de su fundador y
allí ha dejado el testimonio de sus investigaciones y
estudios a través de los múltiples aspectos de la
naturaleza, que constituyen su gloria y serán siempre honra
para la Patria. Francisco Pascasio Moreno, no sólo
fue un explorador de la Patagonia que se interesaba por la
arqueología, antropología y la historia natural, sino que
también fue un defensor científico de los intereses
territoriales argentinos. Es también en los
conflictos con Chile donde se muestra en toda su magnitud la
obra de Moreno, y es en este aspecto en que la gratitud
argentina alcanza su grado mayor. Argentina y Chile,
cuyos problemas limítrofes se extendían desde hacía
muchos años, sustentaban, apenas firmado el tratado el 23
de junio de 1881, tesis totalmente encontradas. La
nación cordillerana mantenía la línea de la divisoria de
aguas como base para sus negociaciones, en tanto Argentina,
sin dejar de atender este aspecto, hacía especial hincapié
en las crestas orográficas y su influencia sobre las aguas. Continuas
divergencias y los sagrados intereses puestos en juego,
establecieron vínculos diplomáticos poco sólidos. Diego
Barros Arana era el portavoz de la idea chilena. En 1897 fue
designado perito argentino D. Francisco P. Moreno. Los
límites debían, al parecer, trazarse con las armas y la
guerra como único instrumento de fallo y precisión; pero
poco a poco, los pueblos hermanos comprendieron que por la
cordillera debía sólo correr el agua de las nieves y no la
sangre de los hombres en lucha. Una vez más penetró
Moreno en Los Andes. Llevaba ahora la representación de una
nación que confiaba en él como instrumento de garantía,
de seguridad, de paz. Todo le era conocido: los ríos,
los montes, los valles. Las nieves habían pasado ya ante
sus ojos de continuo viajero. Allá llevó a su esposa
y sus hijos, y al otro lado de la cordillera, en Santiago,
falleció Ana Varela de Moreno legándole estas palabras:
" No abandones la causa, sigue adelante y lucha hasta
vencer, que con ello evitaremos la guerra ". Ante
sus restos juró Moreno trabajar incansablemente en bien de
la paz de las dos naciones. Ante la imposibilidad de
un acuerdo, fue designada en 1898, S.M. Británica árbitro
en el conflicto de límites. A Londres se trasladó ahora
Moreno donde presentó la tesis de los derechos argentinos,
tesis que la historia de las relaciones diplomáticas ha
reconocido como sabia. Allí pronunció conferencias en la
Sociedad de Geografía, tomando contacto al mismo tiempo con
autoridades científicas de renombre universal. El 20
de noviembre de 1902 el árbitro inglés dio a conocer su
fallo. Después de tantos años y en medio de la ansiada
paz, se ponía fin al conflicto de límites con una
solución aceptada por ambos pueblos; ¡42.000 Km. Cuadrados
de territorio a favor de la Argentina! Estos
kilómetros los recuperó el país por medio de su política
de arbitraje, pero arbitraje basado en sólidos fundamentos,
que supo sustentar la razón y la verdad expresada por uno
de sus hijos más preclaros. He aquí su obra como
delegado. De ahí el nombre de Perito con que se lo designa
universalmente. Moreno obtuvo para la patria lo que quizás
no hubiera logrado la fuerza de las armas. Es ésta su
obra mayor para con ella y ésta la deuda más grande de la
Patria para con él. Como recompensa, el gobierno
argentino, le cedió en premio a sus servicios, 25 leguas de
tierras fiscales en la Patagonia. Siendo dueño de
estos paisajes, pensando en la grandeza futura del país que
los poseía e ignoraba, se desprendió de ellos, donándolos
a su vez el 6 de noviembre de 1903 en nota dirigida al
gobierno, y que decía: " Vengo a solicitar la
ubicación de un área de 3 leguas cuadradas en la región
situada en el límite de los territorios de Neuquén y Río
Negro, en el extremo Oeste del fiordo principal del Lago
Nahuel Huapi, con el fin de que sea conservado como parque
público natural ", argumentando tal decisión,
diciendo: " Cada vez que he visitado esta región
me he dicho que, convertida en propiedad pública
inalienable, llegaría a ser pronto centro de grandes
actividades intelectuales y sociales, y por lo tanto,
excelente instrumento de progreso humano". Además
solicitaba: " Al hacer esta donación emito el deseo de
que la fisonomía actual del perímetro que abarca no sea
alterado y que no se hagan más obras que aquéllas que
faciliten comodidades para la vida del visitante culto, cuya
presencia en estos lugares será siempre beneficiosa a las
regiones incorporadas definitivamente a nuestra soberanía
". Esta donación del Perito Moreno fue el origen
de lo que hoy es el Parque Nacional Nahuel Huapi y comienzo
de una cadena que hoy integran en el país catorce parques. Moreno
fue celoso defensor de la flora y fauna nativas, fundamentos
que cobraron mayor impulso a partir de 1934, año en que fue
sancionada la ley que instituyó la Dirección encargada de
la custodia y administración de la zona que conforman
nuestras reservas naturales de propiedad pública, en un
marco de gran atención para el Turismo y las excursiones
científicas. En su homenaje se designó Parque
Nacional " Perito Francisco Moreno ", al situado
en la provincia de Santa Cruz, (de 115 hectáreas), y en el
Parque Los Glaciares, " Ventisquero Perito Moreno"
(de 70 metros de altura). Pero hay otras facetas de la
personalidad de Moreno dignas de destacarse. Fue
legislador, vicepresidente del Consejo Nacional de
Educación, periodista, escritor, héroe civil. Su
preocupación por la juventud lo llevó a fundar en nuestro
país la institución de los Boy Scouts Argentinos. Falleció
en 1919. En 1944 sus restos fueron trasladados a la Isla
Centinela. Allí reposa junto a su esposa. "El
veló por la Patagonia y la Patagonia acoge sus restos y
ampara y perpetúa su gloria ".
Extraído
del libro: Naturaleza y Esencia del Turismo. Riqueza
potencial Argentina. Capítulo 28 - Francisco Pascasio
Moreno. Autor: Sara M. Spinelli Edición:
Primera (1974)
Gentileza "Latitud
2000"
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