Antonio
J. Olivera |
EL
VAGÓN
Eran casi las 12 de la noche y no había nadie en el vagón, salvo aquel hombre que volvía a casa del trabajo y un guiñapo humano sobado en los asientos del fondo. El revisor pasó sin solicitar billetes y el laborante se sorprendió de que el revisor no hubiera reparado en el guiñapo, así que le llamó la atención: -
Discúlpeme, revisor; pero, ¿ha visto a ese hombre del fondo? El movimiento del tren sacó a la luz un botellín semivacío de cerveza de debajo de los asientos. El revisor le dio una patada para devolverlo a las sombras. -
Ya le digo. No es mi trabajo. Si está muerto, ya se ocupara alguien de
retirarlo cuando huela mal. El revisor reparó en el botellín, que había vuelto a salirse de su sitio bajo el asiento y saltimbanqueaba de aquí para allá al ritmo del vaivén de la locomotora. Se agachó, olisqueó el contenido, hizo un gesto de desagrado con la cara, abrió un ventanuco y lo lanzó a la noche. - ¡Puta bazofia! -comentó para sus adentros en baja voz. Tiran la mierda en cualquier parte. Susurrado lo cual, prosiguio su trajinar por los demás vagones, habiendo dejado al laborante con la palabra en la boca y la sorpresa en el corazón.
© Antonio J. Olivera
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Antonio
J. Olivera nació en Salamanca, España, en 1962. Publicó su
primer libro de relatos en New York en 1996, titulado genéricamente
“Desert Visions” (Vantage Press). Dos años más tarde vio la luz en
Barcelona la novela “El año que murio Bon Scott” (Ninfa
Publicaciones) y desde el 2004 está disponible en internet
"Horrores Tridimensionales" (www.Yoescribo.com)
Acaba de terminar su última colección de relatos (“El perro más
rabioso del mundo”). Colabora con ciertas publicaciones, entre las que
destaca “Earthbridge” (Florida, USA), una revista dirigida por y
para los nativos americanos. Ha participado anteriormente en la revista
"Remolinos" con los relatos titulados «Cinco años» (número
18) y «El Puñal» (número 25). Actualmente está trabajando en una
nueva novela ("La lotería del huevo frito"). Tiene fijada su
residencia en los Países Bajos. |
Revista Literaria Remolinos