Camilo
Brodsky B. |
i el fierro que entra ronco por la cerviz o el garrote desnucando con brutal rutina astillando huesos con brutal rutina los mugidos de pavor del animal ciego de miedo duro nervio tenso nervio de animal mugiendo su propia muerte en el reflejo apenas reflejado de la sangre oscura que empantana eso que podríamos llamar el callejón atrás el bruto nuevo que adivina en la sangre muerte en el mugido roto metros más allá que entra por los poros como escarcha hielo acero en las arterias del mugido y en los ojos grandes de ignorante bruto preparado para el filo
[CRAK] mientras el garrote astilla
[CRAK] y deshace vida que engendró la madre vaca
[CRAK] iii en el maelstrom de los mugidos se desvanece el ruido de la angustia que se vuelca en Ahumada y desatino el mugido de la muchedumbre más se acopla y del grito queda el gesto boca y la oquedad del hueco; el mugido que por repetirse de temor vacía el gesto y lo convierte en oscilante marcha de temor vacío que en los ojos de la bestia ya adivina pacen miedo los mugidos convertido en simulacro sobre las paredes que visita abúlicas postales del otrora Barrio Franklin sobre el charco seco de la sangre pacen idos los mugidos en los ganchos de La Vega bestia bruta compra muerte al por mayor y la revende bestia bruta bambolea callejones por la vida y en los ojos de la envidia de la muerte se aparece su garrote destilando la dulzura del fragmento de los huesos de la bestia arde astilla en las parrillas nacionales ojo piojo y mordedura de serpiente es la muerte que se muestra truculenta en su despliegue de palabras lacerantes y escatología; versos que repiten el cansancio de la carne y de la sangre que se iteran a sí mismas en el rito de la escena construida pero es el ruido negro de la calle el callejón y tripas con su olor agudo de tortura ventilado hace inevitable el vómito el encierro puebla los confines de las faldas y escaleras el encierro justifica la matanza iv el encierro en esa doble cualidad de ser encierro y padecerlo transitando por la huincha que conduce al otro ser y padecer se encuentran en la calle ciega ser y padecer se abrazan y se huelen como para oler el miedo de la carne a oscuras ser y padecer se tientan a jugar la suerte con los dados del Leteo y se cruzan las miradas en el punto móvil de una esquina hedionda a orines hienden el cuchillo de los ojos en la herida abierta de la carne a oscuras hienden el cuchillo de la carne a oscuras en la herida abierta de los ojos hienden el cuchillo de la oscuridad en los ojos de la carne abierta hienden el cuchillo de la herida a oscuras en el ojo abierto de la carne h i e n d e n e l c u c h i l l o de l a c a r n e a b i e r t a d e l o s o j o s e n l a c a r n e o s c u r a d e l a h e r i d a d e l a m u e r t e
viii el casco ajado del buey viejo se parte en el machete a pesar de su dureza parte el cacho cráneo roto por la brutalidad del bruto y en lugar de la herida de la muerte queda un mapa de recintos de tortura ix arde quieta bestia sonsa sobre los carbones del asado familiar arde carne que crepita con la brasa blanca abajo y el secreto mecanismo de la muerte permanece oculto para el ojo de la niña
xxii la bóveda y el cielorraso operan
fractura
i Se abre la cortina del camión y de este otro lado del umbral están los animales se abre la cortina el peoneta carga al otro peoneta sobre el lomo dirige una mirada ciega al entramado del portón la puerta la cortina Adentro de esos ojos otro animal muere iii El animal que viaja bajo el peso de la bestia reconoce en esos ojos huecos el vacío de su alma En ellos resucita el odio que no tiene nombre pero viaja en los mejores autos En ellos resucita el odio que no tiene nombre pero jala las mejores líneas En ellos resucita el odio que no tiene nombre pero lame a las mejores minas En ellos resucita el odio que no tiene nombre pero gasta en los mejores bares En ellos resucita el odio que no tiene nombre pero muerde por las noches cuando caen sobre ti los pacos En ellos resucita el odio que no tiene nombre pero mata en las mejores calles que no tiene historia personal ni filiación el odio sedentario de la bestia mansa que casi como por milagro resucita en los ojos mansos el conflicto de las clases que se miran xii Sólo el orden impecable de la muerte y la matanza evita iteraciones imprevistas: a la carne el sufrimiento espurio de la privación; para el alma la tortura permanente del vacío
© Camilo Brodsky B
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Camilo Brodsky B. (Santiago de Chile, 1974). Fue Director y Subdirector de la revista Surda, además de ser editor, junto a Thomas Harris, del suplemento cultural "Párrafo Izquierdo" de dicha publicación. Obtuvo la Beca de Creación Literaria, Género Poesía, del Fondo Nacional del Libro y la Lectura 2005. En 2006 publicó Las puntas de las cosas en Editorial Cuarto Propio, sello del cual actualmente es director de la colección de poesía. |
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