Ulises Varsovia
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Canción

Toda una larga noche,
todas las noches del alma,
esperó mi vida a por ti
en la orilla de mi patria.

Tú venías por el aire,
tú venías por el alba,
y estalló tu risa alegre
desgranada en la mañana.

Yo trepé a la claridad
de tus montañas nevadas,
tú bajaste a las revueltas
páginas de mi maraña.

Y como un milagro ocurrió
que mis noches desgreñadas,
se hicieron en tu voz canción,
y en tus labios alborada.

Inédito

 

 

 

Cerúleas

A su madurez van las cerúleas
cargadas de sus ácidas linfas,
y prorrumpirán en el otoño
triunfales en su ovalada nave,
ufanas de su color morado,
de su color de acérrima noche.

¿Dónde estaremos cuando sus frutos
relampagueen de plétora,
pujen y repriman su violencia,
ardan de su salud secreta?

¿Y qué haremos cuando desprendan
su secresión de humores terrestres,
y caiga en trance toda la huerta
bajo su narcótico perfume?

¿Qué haremos, Claire, cuando las cerúleas
impongan su vegetal señorío,
y tiemble ligeramente el aire
sacudido de tanta conmoción,
de tanta penetrante madurez?

¿Qué haremos cuando en el otoño
levante su velo la mañana,
y estén allí los frutos ovales
sacudiéndose en torno a su hueso,
pujando con sus violentas linfas,
ahogándonos en su salud secreta?

 

 

 

 

Domingo de convalescencia

 

Domingo de convalescencia,
todas las horas en torno a mí
empujándome hacia la fiebre,
hacia la desazón, el tedio,
el débil deseo de existir.

Desusadamente plácida
la mañana reververante en sol
con sus árboles inmóviles,
el aire invisible oscilando,
la hierba intensamente verde.

Quizás abrir el libro ahora,
y dejar mecer mi extasío
en la medicina hipnótica
de imágenes y metáforas,
de palabras entrelazadas.

O seguir mirando, extasiado,
la evolución de los pájaros
ensayando su gimnástica
en el libre trapecio del aire,
en esta mañana de domingo.

 

 

 

Manzano

 

El manzano cargado de frutos,
habitado por redondas pomas
de mejillas resplandecientes,
apretadas de plétora carnal
y proteicos zumos enzimales.

Hélo allí, a un costado del patio,
aparentemente inmóvil y mudo,
enhiesto sobre su columna
de vegetal músculo y raigambre,
oculto en la profusa enramada
y manifiesto sobre el paisaje.

En dónde buscar y encontrarte,
verde entidad de estirpe foliácea,
por qué caminos llegar a tu núcleo
de navío y física nervadura,
de húmedas estrías apretando
tu maderamen en el vacío.

En rigor, tu ufana arboladura
y tu ramaje de pomas colgantes,
el centro de gravedad concreto
de tu abstracta representación
tintineándonos en la conciencia.

Pero frente a ti, de pie y completo,
rigurosamente intachable
con mis cinco sentidos en forma,

manzano, qué metafísicamente,
qué inaccesiblemente lejana
tu entidad cuántica comprimida
en un logaritmo fonético,
en un concepto de disolución.

 

© Ulises Varsovia

 

 

Ulises Varsovia, es chileno, de Valparaíso. Trabaja como docente de español en la Universidad de St.Gallen, Suiza. Su poesía ha sido publicada en más de 40 revistas de literatura de España, Latinoamérica, Francia, EE.UU. y Canadá. Ha publicado, además: Der Herbst in St. Gallen, en versión bilingüe; Tus náufragos, Chile, Abasalena, Capitanía del Viento, Canciones de Otoño, El Transeúnte de Barcelona, Alianza (1977), La Catedral de San Gall, Aguas y Naufragios, Jinetes nocturnos (1974), Cuando las blancas alas de la muerte, Máscaras y Rostros, Aguas tumultuosas (1976), Domicilios I, Cólera de amar (1977), Cítara, Madre oceánica, Lumbre y Centinela. Tiene otros títulos inéditos.

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