Ingrid Odgers Toloza
[email protected]

Volver a Poesía

 

 

 

Manufactura

Múltiples lenguas
Dialogan en la penumbra
El farol del café con sus cabellos de granos
Agita manantiales
En
Voces de altillos
En
Voces de mar profundo
Se han quitado
la censura
Se han quitado
la mordaza
Juegan con la perfección del sonido
Invisible la sequía
Arroja peces dorados
Invisible
Lanza lobos marinos
En los signos de la portada
Abren el paladar anochecido
Abren la garganta embelesada

 

 

 

Comisión

Rompo los sesos
de mañana y noche
de fuego y túnel
Las hojas se dan codazos
en mis rodillas
encima de la cama
en el escritorio
No abandono la casa
Cercada de carpetas blancas, cremas, rojas
De cien maneras diversas
No puedo escapar a diez mil pies de altura
No puedo escapar en la cintura cósmica
No puedo hundirme en las pupilas de las nubes
No abandono la casa terrestre
Voy y vuelvo
en el vientre del alba
en rocas de tumbas y pastos ciegos
en relojes aéreos y escaleras circulares
No abandono la casa
Todas las cosas y los fragmentos
Sueñan
Todas las frutas y los viñedos
Todos los milagros inesperados
Residen
En la extremidad de tu pie
Residen


 

Puntos cardinales

Las palabras
orillan el silencio
no parecen agotarse

Cabalgan el cerebro

Si es que no estoy
buceando
en los recuerdos

En lo que tocan mis ojos
Alertas
Desvelados
Desteñidos

Árbol y hoja
Pandero y flauta

Todo Sucumbe Al Tono y
Al Ritmo

Y floto desnuda
sedienta

Por los puntos cardinales

Un secreto
Un temblor
Un lamento

En el simple gesto de encender la luz
Y mirarte al espejo en la oscuridad

En este laberinto
pierdo la visión

acribillan los lugares comunes
dejan los pies en el fango

Cazador cazado

Sin trampa Sin red

 

 

 

 

Jornada

 

Hace frío dijiste
Yo te arropé
Con una lámpara de libros
Con un poema y un té de manzanilla
Volvió a tu pupila el color
Volvieron mis pies a tocar los tuyos
En mi lengua hay un ojo que mira tus labios y los muerde
Es como un rayo de sol escarbando tus entrañas
Es como un paraguas enterrado en el pecho
Un ardor-pensé
Te has quedado dormido
Agobiado
Oído ciego labio muerto
La jornada
Agobiado-dijiste semidormido- y arrojaste un destello de sal
sobre mi rostro
No existe la política nacional del descanso
Cuando
se abren las manos y no tienes el pan
Cuando
duelen las vísceras
Y la luz se corta
Y la noche es larga
Todos los días
De esta procesión

De esta agonía

 

 

 

Mi madre y lo bello

Mi cabeza no es hermosa
Lo dijo mi madre una tarde de domingo
En Chiguayante
El reloj marcaba las 15:55 p.m.
Por primera vez no era Ingrid
Objeto sagrado fábula real hija amada
De armónica estructura
Para sus ancianos ojos
Para su pequeña cabeza
Lo dijo mi madre
Casi calva
Casi ciega
Salí de su habitación
Y la sangre chorreaba
Por el pasillo
Por el living y la cocina
Tomé un mantel Y me limpié

Crucé la lavandería
Di un empujón a la puerta
Sí, esa que da al patio
La misma que tal vez recuerdas
Me senté en el jardín
Allí donde me robaste un beso y fumamos un cigarrillo
Lloré junto al fracturado farol de las nubes
El izquierdo (parece)
Diderot lanzó un anzuelo
Recogió el corazón de las tinieblas:
El juicio es casi siempre de lo bello relativo
Y no de lo bello real
¿Cuántas cabezas ha visto mi madre en sus ochenta y dos años?
Si ha visto 5 cabezas diarias en 82 años
Dediqué el tiempo a calcular
Luego de meditar concluí:
La ecuación no era tal todo hablaba de una regla de tres:
Puede comparar - Suspiré con resignación-
Miré mi ropa manchada

Con el tinte de la derrota
Arrancar unas hojas
Y arrugarlas para aplastarlas o demolerlas
Con uno de mis puños
Con la punta o el taco de las botas
Parecía Un ejercicio justo
Como matar la sombra de la angustia
Como matar el silencioso olor de la decepción
Como matar el rugido del dolor

Una vez más
Por una cabeza
Por una simple regla de tres
Chiu Chang Suan Shu
o Euclides y Diderot
se llevaron la corona

Nuevamente
Ella había vencido

 

 

 

Martes

Esta es la calzada o la avenida
compré un Kent Silver 4

En Barros u O´Higgins
el semáforo estaba en verde
el viento
el frío
el arco de fuego
consume y llama
guardé doscientos pesos en el bolso

Hay
una mínima luz en tu ventana
una pequeña puerta
con un cristal transparente
en tres mil libros
sin embargo
debo beber la sangre
de un ermitaño o de un ebrio o
de un loco
y empujar el carro
de
una
lámpara
que
hiere la pupila

Te lo dije
a la hora de almuerzo:

mi ojo cae
en la absurda contemplación
de los días ausentes
la cuenta de la luz
se enredó
en tus dedos
fue entonces cuando tomé el último sorbo de té:
Pure Ceylon Tea
Té Superior
Miré por la ventana
con un libro en mi mano
"Arte y filosofía de la vida"
eran las tres y treinta de una tarde de julio.

 

© Ingrid Odgers Toloza

 

 

 

 

Ingrid Odgers Toloza, nace en Concepción de Chile, 1955. Es poeta, narradora, gestora cultural. Ha publicado 17 libros, entre ellos una novela y un ensayo. Es miembro del Comité Consultivo Nacional de la Cultura y las Artes de Chile. Asesora de Arte y Cultura del Centro Cultural Talcahueñu de Talcahuano, región del BíoBío.

Atrás

Revista Literaria Remolinos