Javier Sepúlveda
[email protected]

Volver a Poesía

 

 

 

Me encamino a lo desmembrado por el rió,

en la orilla de las calles me escurro

difamado de rastros que iban, juntos,

en el tranvía de las flores,

los dolores del sicario, azul de colores propios

como si el fuego en llamas torpes

fuese tremebundo alcohol de mis vísceras,

de mis lamentos. 

 

 

***

 

 

 

Nunca fue lo mismo.

 

La mejor estrategia sería mirar  fijo el horizonte

tu comprendes!, deberíamos quedarnos tan inmóviles

que esa misma frase seria el desliz del agua por nuestros cuerpos.

 

 

Nunca fué lo mismo aquel café

 

 

 

Tendrías que entenderme,

entenderme es lo mas plausible.

 

 

Por lo tanto, no me reveles el tiempo

hiperbólica la tragedia de nuestros diablos es,

miramientos que vomitaron los marinos.

Hace mucho mas frió cuando salgo de tu visual.

(otra gran tragedia para la historia

hables o no

muerdas o no

tu cigarro se quema en otros deseos)

 

 

 

 

 

***

 

 

P E R P L E J O

 

 

Te acaricio como al espanto de  media noche,

tan solo en medio de arquetipos

que se miran,

con los ojos arrugados en deleite,

en la altura del propósito.

 

Y entonces, me baño de angustiosas preguntas,

acaramelada vas en el vientre de la luna,

como pasajero de arañas violentadas,

recorrer entera tu alma puedo.

 

Vimos sonidos en el fondo de la alfombra,

sombras paradas y movedizas

de entrantes ojos, como vidrios molidos

en carnes manchadas,

rozas cenicientas.

 

 

***

 

 

Me quiero desprender:

de tu soledad ardiente (!)

acaecida en el sonido del suave golpe

            entre la roca y la vida.

 

Mi necesidad de olvido

se pronuncia austero,

fragante,

en la muerte insana,

el alud que despierta aullidos

            al final de tu viaje,

como el viento,

 

azulejo de miradas gravitantes,

perfumes lanzados al desgaste,

razones, sentido de lo opaco

de latitud perdida

            que el denuesto

fija en la punta de la espada.

 

Ahora quiebro (?)

en los ojos, los camellos y sus dedos

pisando firme las arenas del cielo,

y el liquido placentero

            que alguna vez

quiso ser un poco envidiable

o tal vez,

alcoholizable en tantos días

de insomnio muerto.

 

***

 

¿

 será necesario?

ellos, algunos bastardos

que miran como estoicas estatuas de mármol

no me dejan avanzar

y es todo lo que hacen

y no me siento pobre de erudición

y aunque así lo fuese, da para pensar.

 

 

***

 

 

Lo mas probable es que alcance a pensar

en medio de aquellos vasos.

 

Escribiré pernoctando

entre riscos, sueltos los miedos

atraviesan el puente.

 

Haré un remordimiento de tu belleza,

crearé un cielo con tu nombre.

 

Prosas y prosas

como utensilios viejos colgando de tus expresiones,

cada vez mas rota, quebrada

sonidos entre guantes,

cigarros entre colores.

 

 

 


© Javier Sepúlveda

 

 

 

 

Javier Sepúlveda. Santiago de Chile, 1986.  Trabaja como mensajero para un banco, estudiante de Pedagogía en Historia y Geografía en la Universidad Arturo Prat. Sin publicaciones. Pertenece al taller literario Santa. Rosa 57 y dirige el portal de poesía “Adevlup” (http://adevlup.blogspot.com).

Atrás

Revista Literaria Remolinos