El Jardín de las Bellas Artes en Kioto es un enclave que da a una calle muy concurrida cerca del Jardín Botánico. El espacio está limitado por muros lisos de hormigón con grandes aberturas en algunos sitios, y está organizado en tres niveles mediante rampas y pasarelas diagonales. Estas rampas atraviesan los tabiques con geometrías oblicuas e inclinadas, y están dotadas de barandillas de vidrio y acero que captan la luz. El agua cae en cascada por unas superficies rugosas, o bien se remansa en estanques situados en el nivel inferior. En este ambiente refrescante, la gente puede gozar del sonido del agua en movimiento y del soplo de la brisa. Pueden ver -y ser vistos- mientras contemplan reproducciones cerámicas de obras de arte tan famosas como La última cena de Leonardo da Vinci. Estas reproducciones suponen una curiosa intrusión Kitsch en este espacio urbano, austero pero ameno, de Ando. Pero quizá provocan también asociaciones de ideas en los turistas japoneses que en un momento u otro han disfrutado de las fuentes y plazas de Roma; en realidad, el concepto espacial de Ando -que es de una complejidad indescriptible cuando se experimenta- posiblemente debe tanto a los grabados de Carceri de Piranesi como a las rampas y losas suspendidas de Le Corbusier. [William J.R. Curtis]
El Croquis: Tadao Ando. Revista El Croquis 44+58, Barcelona, 2000. p.30

"El Jardín de las Bellas Artes [...] consiste en un museo al aire libre para el disfrute de obras maestras del arte occidental y japonés, en contacto con fenómenos naturales, como la luz, el viento y el agua. El propio museo [...] refleja un interés continuado en el desarrollo de los espacios procesionales situados en los accesos de proyectos como el Templo del Agua y la Capilla sobre el Agua. Aquí, el proyecto se basa en su totalidad en ese mismo tipo de secuencias espaciales al aire libre." [Tadao Ando]
El Croquis: Tadao Ando. Revista El Croquis 44+58, Barcelona, 2000. p.344