Ocaso lunar ©2007, Adrián Lozano Y la encontré derrepente... rojiza como tierra y perfectamente femenina, con una justa iluminación tenue y flotando en el panorama: imagen divina. Disfrutamos de un buen rato, congeniamos; compartimos experiencias de palabra y tiempo, reconocimos pronto el comportamiento típico del otro. Pero en un extraño momento hipnótico, supe derrepente que... ... llegaría el momento de partir. Al comprender yo que seguía su camino me tranquilizé e intenté olvidarla. Sufrí al respecto y en veces volvía a nuestro sitio a buscarla, pero ya comprendo lo nuestro ha terminado. Ahora la veo de vez en cuando... cada 28, y me pregunto que será, como de esa luna, de la vida de mis personas especiales el día de mañana... ¿qué será de ellos esta noche?