ARTE Y CIENCIA
ACÚSTICA
Definimos sonido como el proceso ondulatorio que se transmite por vibración longitudinal de las moléculas de un medio elástico. Cuando en alguna región del aire se produce una perturbación de presión, por ejemplo en la forma de una compresión, dicha región tiende a expandirse hacia las regiones vecinas. Esto produce a su vez una compresión en dichas regiones, que volverán a expandirse creando una compresión más lejos todavía. Este proceso se desarrolla en forma continua haciendo que la perturbación original se propague a través del aire alcanzando en algún momento la posición que ocupa algún receptor (por ejemplo un micrófono o un oído).
El exceso de presión característico de la estas perturbaciones se denomina presión sonora.
Este tipo de movimiento, en el cual no es el medio sino alguna perturbación lo que verdaderamente se propaga, se denomina onda. Cuando la onda resulta audible, se llama onda sonora.
En las ondas hay algunas propiedades que se mantienen prácticamente constantes a lo largo del camino de propagación. Entre estas características se encuentra la forma de onda y la energía total (si el medio no es disipativo).
Las ondas acústicas viajan habitualmente a velocidad constante. A temperatura ambiente la velocidad del sonido en el aire es de 345 m/s. Ante la presencia de gradientes de temperatura (variaciones de temperatura entre dos zonas), la trayectoria del sonido no es una recta. Este fenómeno y otros fenómenos notables, como el
efecto Doppler, modifican nuestra percepción del sonido.La mayoría de las ondas son el resultado de muchas perturbaciones sucesivas del medio, y no sólo una. Cuando dichas perturbaciones se producen a intervalos regulares y son todas de la misma forma, estamos en presencia de una onda periódica, y el número de perturbaciones por segundo se denomina frecuencia de la onda. Se expresa en Hertz (Hz.), es decir, ciclos por segundo (un ciclo abarca una perturbación completa). En el caso de las ondas sonoras la frecuencia está entre 20 Hz y 20 000 Hz. Las ondas acústicas de menos de 20 Hz se denominan infrasonidos, y los de más de 20 000 Hz se llaman ultrasonidos. Por lo general, ni unos ni otros son audibles por el ser humano.
Algunos animales (por ejemplo el perro) pueden escuchar sonidos de muy baja frecuencia, tales como los creados por las ondas sísmicas durante un terremoto. Otros animales escuchan ultrasonidos. El murciélago percibe sonidos de más de 100 000 Hz, que le permite orientarse por medio de señales acústicas según el principio del sonar (semejante al conocido radar).
Aún cuando muchos sonidos son aproximadamente periódicos, como los sonidos producidos por los instrumentos musicales de altura determinada (guitarra, flauta, piano), muchos sonidos naturales son aperiódicos y no mantienen constante su forma de onda. Esto es lo que técnicamente se denomina ruido. Las ondas aperiódicas en general no producen sensación de altura.
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