AURORAS BOREALES

 

 

 

El fenómeno conocido como aurora boreal se forma en lugares concretos de la atmósfera superior, presentando la apariencia de arcos llameantes.

Las auroras, tanto la boreal como la austral, suelen producirse, en dos franjas que rodean, respectivamente los polos norte y sur, y por lo general, se desplazan de oeste a este. El hecho de que sean casi perpendicular a la dirección de la aguja de la brújula permite suponer una relación con el campo magnético terrestre.

Los cielos árticos, y sobre todo en el norte de Canadá, Alaska, Noruega y Spizbergen, son el escenario más frecuente de estas magníficas exhibiciones, ya que son mucho más oscuros y despejados que los cielos de las regiones más pobladas de Europa. La mejor época para observar la aurora boreal es en Febrero, cuando las zonas de altas presiones barométricas permanecen estacionarias sobre la región polar durante semanas enteras.

Durante este período, se pueden ver auroras casi todas las noches despejadas, aunque cuando hay luna resultan mucho menos espectaculares. A través de la luz de la aurora se pueden divisar las estrellas más brillantes, pero cuando el fenómeno es más intenso produce luz suficiente como para leer.

Por lo general, la aurora aparece como una larga franja o cortina ondulada, aunque a veces no se ve más que una masa difusa y sin forma, pero luminosa.

El primer indicio de que va a producirse una aurora suele ser la aparición de un arco de luz verde en el cielo del norte, poco después de la puesta de sol, y suele durar aproximadamente una hora sin apenas cambio. Si la perturbación magnética se extingue, el arco se desvanece, pero si se intensifica, el fenómeno entra en la fase de arco activo.

El borde inferior del arco se hace más fino y adquiere un llamativo brillo azulado, desplazándose con rapidez hacia el sur. Al mismo tiempo, la forma del arco se descompone en rayos paralelos o haces de rayos, que se extienden hacia arriba, en dirección al cenit, y por lo general se desplazan de este a oeste a lo largo del arco. Si el fenómeno continúa ganando intensidad, comienza la tercera fase.

Esta fase, la corona aural, es la más espectacular aunque dura muy poco. La cortina se encuentra ahora casi encima y, mirando en su interior, se puede observar una formación circular, semejante a una corona, hacia la que convergen los rayos y estrías. De vez en cuando, la corona se funde, transformándose en un abanico de luz que cubre el cielo; otras veces, inicia rápidas pulsaciones, emitiendo miles de rayos en cascada.

Cuando la corona se desvanece, comienza un período de actividad auroral errática, que en las islas Shetland, al norte de Escocia, se denomina "los alegres bailarines". Se trata de un despliegue de franjas o puntos de luz que aparecen y desaparecen rítmicamente, a veces acompañados de llamaradas, en un espectáculo deslumbrante.

Lo más curioso es que mucha gente asegura oír chasquidos y crujidos durante las manifestaciones aurorales más violentas. Estos sonidos no se deben a ondas sonoras generadas por la aurora; lo más probable es que se produzcan a nivel del suelo y se deban a algún fenómeno eléctrico y/o magnético, aún sin detectar, que acompaña al despliegue visual.

 

 

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