MITOLOGÍA GRECORROMANA

 

Comenzando por la evolución religiosa de los griegos digamos, que en sus principios y en la época de la invasión de los dorios, adoran los cuerpos celestes más notables y sus creencias tienen por centro las fuerzas físicas de la Naturaleza. Su religión, entonces era politeísta, como la generalidad de los pueblos primitivos, pero a medida que la gran cultura que cimentaron se fue asentando fue cobrando forma el Olimpo de sus dioses estructurado armoniosamente e imbuido de un bello simbolismo humano.

Pero volviendo al principio, rinden culto a ciertos animales como a la lechuza, la serpiente y el oso.

 

Creen además en una segunda existencia, por lo cual veneran la memoria de sus muertos a los cuales en un principio incineraban. El antepasado del que descendían los habitantes ya sea de una ciudad o bien de una raza o región, era venerado de una modo especial como héroe de la misma. En tiempos primitivos incluso se realizaban sacrificios humanos en honor de los dioses. Posteriormente estos se reemplazaron por sacrificios de animales o bien por ofrendas especiales que tenían que ver con las primeras cosechas.

 

Dado que la Hélade no constituía una unidad tampoco existía ella con relación a los mitos y por lo tanto eran independientes en las distintas regiones. Es con Hesíodo en La Teogonía que se realiza la fusión de diferentes concepciones en lo atinente a los orígenes del mundo, mitos y leyendas, con lo cual las creencias que tenían carácter local pasaron a tener un alcance general.

 

Ya señalamos que como consecuencia de la evolución espiritual de los griegos, los dioses terminaron por ser concebidos a semejanza del hombre, con sus vicios y virtudes, diferenciándose de estos en que eran inmortales. Por ello quizá los representaban más bellos, más fuertes y más grandes que los humanos y nunca envejecían.

 

Los dioses mayores de los griegos eran Zeus (Júpiter), padre de los dioses que reinaba desde el Monte Olimpo; Apolo (Febo), dios del sol y la belleza encarnada en las artes, la poesía y la música; Hermes (Mercurio), dios del comercio, de la navegación y mensajero de los otros dioses; Afrodita (Venus), diosa de la belleza y del amor, de las praderas y de los jardines en flor; Ares (Marte), que personifica la matanza ya que es una personalidad guerrera y por lo tanto preside las guerras y envía la tempestad y el huracán; Poseidón (Neptuno) dios del mar; Deméter (Ceres), preside la agricultura y las cosechas; Hefaistos o Hefesto (Vulcano), dios del fuego, de las fraguas y de la industria; Hera (Juno), esposa de Zeus y madre de Hefesto y de Ares, protege la fecundidad y la familia; Palas Atenea (Minerva), diosa guerrera pero que también encarna la sabiduría y protege las artes; Artemisa (Diana), es la diosa cazadora y simboliza la castidad y Hestia (Vesta) es la diosa del hogar y de las virtudes domésticas.

 

Luego estaban los semidioses o héroes que eran hijos del algún dios o diosa y un mortal, culto que se confundía con el que hemos citado más arriba a quienes consideraban antepasado común y héroe de la ciudad o región. Esto sin perjuicio de la veneración a los antepasados de cada familia, fruto de su creencia en la inmortalidad.

 

En cambio la historia religiosa de Roma no manifiesta las características del panteísmo griego.

Para los romanos los dioses se manifestaban como seres superiores a los humanos, poderosos y temibles, es decir se diferenciaban de los griegos en que éstos veían en el dios una fuerza benéfica de la Naturaleza y adoraban en sus divinidades las maravillas de la Creación. En tanto los romanos respetaban y a la vez temían el poder y las venganzas de sus dioses.

 

Como en todo los romanos fueron formalistas, nota que también influyó en los ritos religiosos. Ofrecían a sus dioses libaciones (colocación en los altares de frutas, pasteles y derramar sobre los mismos alimentos líquidos), y sacrificios de animales ante el altar de un dios. Ambos ritos eran acompañados de plegarias, pidiendo determinados favores.

 

Eran politeístas y sus grandes dioses eran: Júpiter identificado como señalamos más arriba, con Zeus; Juno, con Hera; Marte con Ares; Vesta con Hestia; Vulcano con Hefaistos; Neptuno con Poseidón; Venus, con Afrodita; Ceres con Démeter; Diana con Artemisa; Minerva con Palas Atenea; Mercurio con Hermes; Baco (Dionisio) dios de las vendimias, en cuyo honor se celebraban las bacanales, y Saturno, padre de Júpiter, el más poderoso de los dioses, protegía especialmente al estado romano y custodiaba el orden jurídico que fue quizá el principal legado de la cultura romana.

 

El Sol, la Tierra y la Luna eran otras tantas divinidades así como las ninfas y los faunos.

 

También ellos creían en la inmortalidad del alma por lo cual existía el culto doméstico, oficiando el paterfamilias, como sacerdote del hogar.

 

Vemos que apenas si varían los nombres de los dioses del Olimpo.

 

De lo dicho se concluye que aún en el aspecto religioso, la Roma conquistadora es a su vez conquistada por los dioses del Olimpo griego ya que su expansión incluye como principales conquistas las colonias griegas establecidas al sur del Lacio.

 

 

 

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