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Indice
1. Introducción
2. Características Del Gerente Del Siglo
XXI
3. Conclusiones
4. Referencias
El siglo XX se caracterizó por un gran desarrollo
tecnológico e industrial, y consecuentemente, por la consolidación de la
administración.
A principios de
este siglo surge la administración
científica, siendo Frederick Winslow Taylor su
iniciador; de ahí en adelante, multitud de autores se dedican al estudio de esta
disciplina.
En la administración
de fines de siglo, el centro de atención
es, lograr los mayores niveles de competitividad,
realizar planificación
estratégica, y empezar a valerse de herramientas
de avanzada, como Reingeniería
y Benchmarking,
Calidad
Total, y Justo a
Tiempo.
Son duras las exigencias del mundo empresa cada
vez mas, y si mismo la preparación a nivel general del directivo deberá
responder a esas exigencias.
2. Características Del Gerente Del Siglo XXI
En la mediada que avanza el siglo XXI, varias tendencias económicas y
demográficas están causando un gran impacto en la cultura
organizacional . Estas nuevas tendencias y los cambios dinámicos hacen que
las organizaciones
y sus directivos se debatan en la urgente necesidad de orientarse hacia los
nuevos rumbos hechos que tiene una relevancia no solo local sino a nivel
mundial. Los países y las regiones colapsan cuando los esquemas de referencia se
tornan obsoletos y pierden validez ante las nuevas realidades.
Desde la
perspectiva más general, la
globalización, la apertura económica, la competitividad
son fenómenos nuevos a los que se tienen que enfrentar las organizaciones.
En la medida que la competitividad sea un elemento fundamental en el éxito
de toda organización,
los gerentes o líderes harán más esfuerzos para alcanzar altos niveles de productividad y
eficiencia.
Los nuevos esquemas gerenciales son reflejo de la forma como la
organización piensa y opera, exigiendo entre otros aspectos: un trabajador
con el
conocimiento para desarrollar y alcanzar los objetivos
del negocio; un proceso
flexible ante los cambios introducidos por la
organización; una estructura
plana, ágil, reducida a la mínima expresión que crea un ambiente
de trabajo que satisfaga a quienes participen en la ejecución de los objetivos
organizacionales; un sistema de
recompensa basado en la efectividad del proceso
donde se comparte el éxito
y el riesgo; y un
equipo de trabajo participativo en las acciones
de la organización.
La
incertidumbre, en algunos casos crónica y progresiva, acerca de la evolución
de la función
directiva y de su contenido futuro, genera una creciente ansiedad por parte de
los ejecutivos de empresa, que
es posible satisfacer mediante la identificación de algunas características
que, definen el perfil del directivo del nuevo siglo que estamos
comenzando.
Uno de los elementos que forman parte del mínimo común
denominador del perfil de los directivos de éxito es, crecientemente, su
capacidad para establecer y desarrollar relaciones con otras personas. Parece
existir una correlación muy estrecha entre la capacidad de establecer una red amplia y
efectiva de relaciones, de un lado, y la generación de nuevas oportunidades de
negocio, la excelencia en la dirección
de personas y la fidelización de los clientes,
de otro. La experiencia demuestra que la habilidad para desarrollar contactos no
es una capacidad innata, genética,
sino más bien resultado del ejercicio y del aprendizaje,
algo adquirido con la práctica.
Hay muchos factores que estimulan el desarrollo
de esta habilidad. Haber residido en el extranjero durante largas estancias,
formar parte de familias numerosas o entornos familiares amplios, manejar varios
idiomas, la movilidad laboral o el
acceso a la formación continuada a lo largo de la carrera profesional son
circunstancias que propician una mejor disposición a crear contactos
efectivos.
Las transformaciones del entorno empresarial determinan, cada vez
en mayor medida, la necesidad de que los directivos cuenten con esta singular
habilidad para desarrollar redes de trabajo. La globalización
de los mercados
o las barreras difusas entre sectores empresariales hacen necesario, por
ejemplo, que un directivo cuente con relaciones personales en otros países o en
áreas de actividad diversas.
De hecho, el mercado
laboral
valora esta capacidad como uno de los aspectos básicos en los
procesos
de selección de
directivos entre las mayores empresas.
La
adaptación al cambio
y una visión estratégica pasan a ser obligatorias y prácticamente decisivas,
"Hacer lo mismo" o "seguir igual" son expresiones desterradas de la
argumentación empresarial.
Ciertamente, muchas oportunidades para innovar o para desarrollar nuevas
oportunidades de negocio consisten en enfocar los procesos
empresariales, la manera de hacer las cosas, de una forma diferente, diversa de
las convenciones.
Uno de los ejemplos recientes más claros es la distribución
de productos
de consumo
a través de Internet, sector que
ha nivel mundial se ha desarrollado de una manera que hace unos años ni si
quiera imaginaríamos, es mas que parecería sacada de las películas. No obstante,
la cada vez más veloz evolución
de los cambios hace más necesario, si cabe, el desarrollo de una visión
estratégica que permita identificar la actividad nuclear de una
empresa, sobre la base de las necesidades satisfechas a sus clientes o
usuarios.
El tener un espíritu emprendedor tiene que ver con el hecho de la
adopción de
un punto de vista empresarial, y no puramente administrativo, es una de las
facetas más exigidas al directivo de empresa.
Este hecho tiene un reflejo
evidente en la reestructuración organizativa que se está llevando a cabo en
muchas empresas a
raíz de fusiones,
adquisiciones, etcétera. Su objetivo
es dotar de mayor responsabilidad
y capacidad de decisión a las unidades de negocio, en detrimento de los órganos
de decisión corporativos.
La progresiva apertura de los mercados
internacionales demanda
de los directivos una marcada capacidad para operar y conducirse en entornos
multiculturales. Esto se manifiesta, por ejemplo, en la exigencia de
comunicarse, en muchas situaciones, empleando una versión pragmática del inglés
manejable por directivos de procedencia diversa que representa la lengua
franca del mundo empresarial. Por lo tanto, el manejo de dicha lengua
se ha convertido en una herramienta imprescindible para el futuro
directivo.
El uso de un idioma común ha sido, por ejemplo, uno de los
factores que más ha ayudado a la ingente inversión
directa de empresas españolas en Latinoamérica
en los últimos años.
Será necesario dominar, como mínimo, dos idiomas
correctamente; tres es un número razonable, y con cuatro ya te puedes
desenvolver con tranquilidad. Lo más adecuado para dominar cualquier idioma es
pasar una temporada en ese país. El inglés
sigue siendo líder
en el ranking de idiomas. Le siguen el francés y alemán, aunque lo fundamental
es tener conocimiento
de la lengua que se habla en el país de origen de la multinacional. Los futuros
directivos españoles cuentan con una ventaja: saben castellano,
el tercer idioma del mundo y el principal en América
Latina, una zona de inversión
más relevante cada día.
Además del dominio de
idiomas, también se exige el respetar la idiosincrasia de los clientes o socios
de diferentes culturas.
Por otro lado, la sensibilización de los directivos
hacia los problemas
éticos, tanto internos como externos a la empresa,
es otro aspecto que progresivamente está siendo valorado por los inversores, por
los clientes y por el resto de la sociedad.
Indudablemente,
las características anteriores apuntan a un perfil de directivo muy distinto del
gerente de hace varias décadas, cuyo patrón se ajustaba en mayor medida al control y
la supervisión.
Motivar
y generar confianza, apertura hacia la innovación,
capacidad para comunicar eficazmente los directivos consumen la mayor parte de
su tiempo hablando
con otras personas y visión estratégica para emprender cambios son todas ellas
facultades, de naturaleza más
política que
gerencial, que dibujan un nuevo estilo de liderazgo.
La
preparación universitaria debe buscar un amplio campo de aplicación y
universalidad en los conocimientos. Orientar adecuadamente a los jóvenes que
pretenden iniciarse en el mundo empresarial, así si un individuo estudia una
carrera, hay que procurar que esté relacionada con la empresa en
la que se pretende trabajar. Se puede dar el caso de estudiar filología
hispánica y acabar siendo el responsable de una empresa
de ordenadores, aunque no es lo normal. Más que los estudios universitarios en
sí, lo relevante es poseer una buena formación y mucha iniciativa personal.
La experiencia profesional es un factor imprescindible ya que, para ser
directivo, se debe conocer al detalle los entresijos de la empresa. Se valora
más que cualquier estudio previo. Al final, cuando se este sentado en un sillón
tomando decisiones, habrá acumulado suficiente información
y conocimientos para resolver los problemas.
Una vez en la empresa, aprovechar el tiempo y
absorber cada nueva idea que surja. Tomar iniciativas, ya que la mejor forma de
demostrar que se vale es haciéndose imprescindible. Luego, paciencia, que los
ascensos siempre llegan.
No hay un umbral mínimo de edad, pero tampoco
máximo. Según los expertos, el gerente del siglo XXI puede tener desde los 30
hasta los 65 años. Suponiendo que se han realizado los estudios con éxito, que
se ha hecho un master y que se ha estudiado en el extranjero, no se podrá entrar
a trabajar en una compañía hasta los 25 años. No es normal, por lo tanto,
acceder a un alto cargo antes de los 30 porque, hasta esa edad, no ha terminado
la ubicación en la empresa.
En cuanto al sexo,
es una cuestión que ya está superada. El porcentaje de ofertas de trabajo que
tienen en cuenta el sexo
del solicitante no supera el 1,5%, mientras que el resto, un 98,5%, no lo
especifica como criterio de selección;
dato extrapoladle a los directivos. Incluso el sexo se tiene en cuenta, pero en
su carácter de
discriminación
positiva hacia las mujeres.
Actualmente, ellas son mayoría en las aulas
universitarias y, como es lógico, tienen más posibilidades de hacerse con un
puesto directivo. Las empresas tienen una especial predisposición a adaptarse al
entorno social que le rodea y éste se encuentra dominado por las mujeres. Aun
así, algunas empresas consultadas indican que la mujer
tiene que demostrar día a día que es válida para el puesto, situación que no se
da con los hombres.
Con conocimientos en informática,
pero sin ser un informático. Los ordenadores son una herramienta de trabajo que
se debe emplear con la mayor soltura posible en el
trabajo. Es indispensable saber navegar por Internet y tener los
conocimientos suficientes para que no sea el número de teléfono
del ingeniero de sistemas el
mas marcado. Sería inútil detallar los programas que
son necesarios conocer, porque la informática
se va renovando día a día. Eso sí, no hay que dejar pasar cualquier novedad que
surja.
Debe tener un conocimiento
profundo de los modelos
de negocio, tanto de las empresas como de los pequeños comercios. Para ello,
tiene que saber escuchar a la persona que
está al otro lado, pero no de forma pasiva, sino reaccionando. Otro aspecto
consiste en sentir pasión por el negocio del que formas parte. Si tiene lo que
los americanos denominan passion for the bussines (pasión por el
trabajo), las dos primeras condiciones vienen solas.
El cambio
de milenio es una buena oportunidad para reflexionar sobre las habilidades
características que el nuevo entorno empresarial demanda
de los directivos.
Los directivos del siglo XXI serán similares a los de la
década de los noventa, pero no iguales. La preparación será diferente y las
formas de trabajo variarán. Idiomas, estudios, conocimientos informáticos y
capacidad de comunicación
son algunos de los aspectos a tener en cuenta para ser un directivo. Lo primero
es tener ganas de conseguir el cargo; después, mucho sacrificio. La mejor medicina
es la confianza y la peor la infravaloración personal o el
desánimo.
Las características que hoy conocemos son útiles, pero cada vez se
tornaran mas inseparables; deberá ser estratega, pero al tiempo organizador y líder,
pero para poder
organizar necesita saber hacia donde va, como va a organizarse, y en cada etapa
saber ser líder, según se lo vaya exigiendo cada época de la historia,
aunque a lo largo de la existencia del hombre
en la
tierra el líder siempre ha sido característico sobre los demás.
Deberá
pues saber de todo lo bueno un poco, pero también conocer de las cosas malas que
pueden afectar una organización, y ser consciente de que a medida que avanza el
tiempo además de presentársele en el camino herramientas
útiles para sobrellevar cualquier adversidad, aparecen también puntos negros que
opacan el panorama.
Hay que saber combinar en la proporción perfecta,
habilidades técnicas,
personales, especificas, y generales; "la idea es concebir una maquina perfecta
para la dirección
con todos los conocimientos en cuanto a la
administración se refiere, pero con mucho de corazón, y
carisma entre las personas".
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Trabajo enviado por:
José Orlando Morera
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