Mira bien lo que hacemos los dos
siempre peleando así...
Bolero brasileño
Gouveia Amorín
El furor y el delirio, cada uno va a buscar su caballo
José Lezama Lima
Y nos encuentra así la madrugada, uno
en cada lado, enlutecidos, a solas.
De nada sirve entonces ya que me hagas señas,
Nos entume la borrasca,
Sin saber cómo, se nos ha hecho ya muy tarde.
¿Hace cuánto que estamos así, muchacha,
No puedo contra ti;
Callos y pus nos dejarán inmóviles, Extranjeros y enfermos,
Nos sostienen aquí, ardor y soledumbre:
Miro cómo el azolve se espesa entre los dos, Hasta las aves, Digo entonces alguna palabra,
Mientras el otro duerme
Un cielo de ovejas degolladas nos alumbra. Se nos enrancia el pan Hubo otros días; cierto, Pero hoy, muchacha, nada de todo eso nos compensa,
Me entristecen los cielos imprecisos,
Cuando él abre la puerta, ya está ahí:
Así que espera, aguarda inmóvil:
En esas noches de armas, bajo el rayo,
Hundido en la trinchera espero, zozobrante. Hay en el aire un suave olor a yerba pisoteada. Reina la tregua de caballos agotados, de pasos algodones sobre paja.
para Mary y Daniel
Rabio de ciegos leones intragables,
Tizne y carbones quedan de la casa. Mejor así, que andar ahogándose de hieles, Mejor así; quemarlo todo de una vez, Y regresar después --así es la guerra--,
Mala comida y vinos agrios
Todos te aman desde que yo te amo Rubén Bonifaz Nuño
Te alumbraron, conmigo, alhajas y azafranes, Te enfloraron de flecos y pavanas, Hoy deshaces los ramos, niegas lo que fuimos,
Dos: A ratos ardo de impaciencia. Me cubriré de nudos y mordazas,
Tres: Qué inútiles fragancias, qué gasto, Te culpo a ti de todo,
Cuatro: In memoriam Cayo Valerio Catulo Hoy que regresa otra vez conmigo, Pobre de ti, Lauro, tú que por ella, Pobre de ti, en verdad, Lauro.
Cinco: Hoza la puerca en los baldíos.
Seis: Ni el frío
Siete: Raídos terciopelos, gasas y remiendos
Ocho: Hay un pozo insaciable a todas horas,
Nueve: Me miro desde afuera: no era éste el de antes;
Diez: Que nada te consuele. Ansiosa sombra, buscarás
Hasta qué punto la boca de una
Bataille
I Las volutas voltaicas, las jambas dóricas, La boca recorre la extensión alpina, Y desde lo alto, enfebrecido, el domo suda, El envión entonces cruza un banco de nubes. Y la boca, toda espesa de sorpresa,
II Aéreo paredón de fusilados, Las ventanas despiertan asfixiadas, El cielo se enmantela entonces,
III Vegetalmente atormentada, ciega Chapotea el aire entre las hojas. Pero el más mínimo aleteo,
IV Cuando el corno se alisa el plumerío, Recuenta el cántaro las tórtolas que gotea, ¿Cómo si no de este modo sabría yo ¿Y cómo entenderías tú el hambre, el hartazgo, Pausadamente lo vivimos, para que salten como quien se ha quedado afuera
V Ebrio y engallado centinela, Un martín pescador muerde una nube. ¿Qué ha de quedar de todo esto, te digo, Se lo dirás tal vez a otro,
DE LA MELANCOLÍA
I Cruje la hojarasca.
II Tortuga alcoholizada, llega con los pies
III Incienso y laurel garantizan su exorcismo. Pero hay naufragios, barcos que encallan
IV Gotea bajo el almendro sensitivo y encanece de flores el escombro. Hasta el pantano aduerme sus venenos y sabe a acidulado vino el mar. ¿Era entonces dos dientes, vestidito azul, "no me hables en domingo"? ¿O la confundo ya y nunca dijo en verdad lo que me dijo?
V Terca melancolía,
...and every T. S. Eliot
CALAMAR
I Se niega el calamar,
II Presiento que no tiene sentido,
III para E. Gabriela Villicaña Se nos ha ido otra vez la noche en blanco, Y sólo he visto arena, ¿Será éste el suelo que pedimos una vez,
IV Inicia el malecón. Nada nos une a los de enfrente. Estoy de pronto en el mismo lugar que otros,
V Hecho de nudos, embalado, Y entonces, por el borde, deleitosa,
DÍPTICO
para Víctor Marín
I Hieles y amargas yerbas van dejándome estos años
II Feliz la ingrata noche
Y lleva
que yo te grite entumecido en la otra orilla,
si se nos ha empezado a ir,
el último convoy de la mañana.
nos quema el aire frío que baja con la noche.
¿Hace cuánto que estamos aquí, ateridos,
mirando el vaivén cobrizo de los pastos,
las bandadas de tordos que se van,
el resplandor altísimo del rayo?
hace cuánto?
cacarea y se me aflema el corazón.
Rindo las armas que otros conocieron,
las antiguas lanzas vencedoras,
las rápidas navajas y escudos.
Depongo todo cuanto soy,
No quiero más tus guerras ni tus líos,
ni estas treguas de sal ni estos lamentos.
lejanos uno del otro, entristecidos,
con fiebre.
ni levantarme de noche
por un poco de té.
nos miraremos, si acaso, indiferentes,
como dos que han ido, después de tanto,
a curarse los pies.
tenues leopardos que comieron gozosos
de nuestra mano,
--sinuosas fieras--,
nos cazan como a dos liebres,
o nos gruñen hambrientos
da sus flores de fiebre
y empantana los rebaños.
naufragan con violentos aletazos.
algo que nos sostenga
y conjure la noche.
un poco a ciegas,
y miro, sin embargo,
cómo las hojas, tu cuerpo y el mío,
se hunden también en un mismo silencio,
amargo
y las cecinas que comemos.
Nos cubrieron blanquísimos manteles,
mesas de pan y dátiles ahítos;
nos colmó el cielo con sus dones,
nos dio brevas y guayabas, a su tiempo.
nada nos paga hoy tanta desdicha.
los celos que me causas,
--sangriento amor--
que no termina de engullirnos.
el pelo crespo, la mirada,
un negro pozo de alacranes.
la mira desde el fondo de su horror encadenado.
Por un instante cruzan frente a él, rasantes,
todas las bestias comedoras de hombres,
gorgonas y esfinges fabulosas,
Orestes perseguido por rabiosas perras,
Agamenón
en su sangrienta telaraña.
sabe que no lo atacará
la sangre me convence, amada,
que en esta jaula,
en estos fríos sótanos sin cielo,
alguien (o tú o yo)
Me encharco de lagartos y venenos,
y te odio por tus malos ratos, por tus cosas.
Y me odio, amor,
en algo, sin querer, nos parecemos.
Ennegrecidos túmulos de tierra.
batiéndose de quistes y vejigas.
quemar las naves y los remos.
cada quien por su lado y como pueda.
nos sientan a la mesa.
un poco mientras tanto,
nos deja con la amarga idea,
de que todo es inútil
y no hay posible pan
que compartir
Auto de fe
Uno:
finísimos contactos de lustrosos faros.
te volviste hermosa y conmigo te quisieron.
y envanecidos goznes,
me dan con tus ventanas en la cara.
Y aunque conozco el rumbo, el sitio, el número,
la puerta, el puerto atroz de su llegada,
no me verás buscarla.
me amarraré del árbol,
bajo su ardiente sombra, pediré
a ciegas, como un último deseo,
la gracia inmune y sabia del olvido.
cuánto insistente amor desbarrancado,
cuántas horas así, sin más, velando.
en celo me reprochan desde lejos,
se amotinan las flores, el rojo mamey
de Cuernavaca, Taxco a media noche,
ascendiendo en la luna.
lo pienso detenidamente y me arrepiento...
de cualquier forma, te amo,
te quiero aún, aborrecida.
Celia me dice que ama a Visco el armenio,
que presta a un tiempo sus favores a Rufo;
que ha estado con Nata y Fundanio,
y que desea a Porcio,
el asqueroso hijo del tribuno.
la Celia tuya, habrías
cruzado el Tíber en dos remos,
te habrías metido entre los carros y caballos,
habrías herido al César
sin ojos, sin haciendas, al exilio.
Escarba, se revuelca
en basureros y albañales.
Y después,
vuelve la infame a casa.
me entristecen, fulana.
Me aflige, sí, me puede
que vuelvas y me dejes tu cepillo olvidado;
que vuelvas una y otra vez,
y me cuentes tus noches y tus días,
y te vayas después, gozosa,
y yo quede como antes,
me calientan cuando vienes.
Me llenan las hilachas, tus limosnas
a la fuerza.
y encima --buen caballo-- me resigno.
Vivo ahora de ese pan, pan a palos,
que se cae de tu mesa.
y un sabor agridulce,
en que te amo y te odio
y no te extraño.
ni su voz ni su forma se me parecen.
Nada era así.
y chorrean las flores
su hiel y sus venenos,
emputrecen los dátiles de agosto,
se enfangan para siempre los océanos,
y yo --que soy él--
Es éste uno de esos días cansados, tristísimos,
en que aullarás de amor,
en lánguidos teléfonos sin dueño,
en casas devastadas, sin ventanas,
y te hallarás desnudo, hambriendo, como el primer día.
Y pensarás entonces, pensarás de nuevo
en ésa que has perdido para siempre.Té de canela
FELLATIO
chica es profunda, más profunda
que la noche, que el cielo.
temblando en los chirriantes nudos del incendio.
los relinchos aljamiados de la torre.
con un temblor de castigadas bestias.
Relampaguean de súbito los breves colipavos.
asciende de nuevo a tientas, y sorbe
los vestigios rendidos de la luna.
la bóveda
sostiene la descarga en vilo,
el espasmo renqueante del fusil.
humeando con blanquísimos pañuelos,
suavemente, como pidiendo tregua.
con banquetes de floreros derramados,
y parece más cercano aún, algo más bajo,
cuando desciende a rastras, tiroteado,
demorándose
de sonámbulos deleites,
antes de los pianos y la lengua,
se ensaliva de jugos primordiales
y otea el tren.
La trampa se insinúa
Se entreabre aletargada,
de cara al sol.
el trote más sin voz del unicornio,
la vuelve en el momento ardor y dientes,
foso de profundas
los trombones descienden entre lava y piedras.
y la garganta, envuelta en llamas, te deshoja.
del ardor digestivo en que me guardas?
los sofocos estreñidos de la pólvora?
de nuevo los violines, despeinados,
a contemplar la noche.
el faro,
en el instante suspirado de la diosa,
se agita,
y un mar de logarítmicos tritones,
los ballenatos pediátricos de leche,
ascienden por el aire.
Insiste el cabeceo de la proa
y el oleaje sin fin
del agua en los cantiles.
después de que el amor nos queme de repente?
¿Quién sabrá que amanecía puliendo los metales,
en los recintos de tu boca?
¿Qué pensarían tus hijos?
mientras resurgen de la mesa los bolillos
y humea la lenta manzanilla,
Y el polvo,
se estremece
humildemente
mientras
pasa.
de plomo de la luna.
Azota las puertas
gimiendo a media noche, inconsolable,
como si esta vez
se acabara el mundo.
Cruces de sal
para que no se acerque.
en día miércoles, con la popa en llamas.
Hundimientos que dejan
por toda herencia,
los forcejeantes restos
de lo que en otro tiempo ató
al mirto con la palma.
tampoco
sabes tú
vivir sin ella.Calamar
attempt
is a wholly new start, and a different kind
of failure...
riega su tinta,
oscurece la llama mientras huye.
Y quedo yo, sin ojos, con la red
vacía entre las manos.
que es inútil gastarse la vida así,
de este modo,
irguiéndose en dos pies,
saltando de un chasquido a otro, de una rampa
a otra, infatigable, sumiso,
como quien busca agradar.
otro día más picando piedra,
buscándole sentido al corazón,
el maldecido son a las palabras.
en los sembrados y en las trojes,
un perro muerto hinchado sobre el agua.
la tierra de cebada y mieles?
¿Será éste el rumbo?
los barcos simples que se van
y los que solamente quedan, azulados,
titilando.
Raíces hechas nudo con la tierra,
permanecemos, permanezco así,
mientras se alejan intratables las gaviotas
y un ciego resquemor me sube por la piel.
con los mismos asuntos de otros
Es como repetir si hubiera que llegar al mismo punto
y repetir también
la misma forma del fracaso,
los mismos pasos,
y sentarse después, vasija rota,
y ponerse a pensar
se me hace bolas el arroz.
Me atasco, caigo, pataleo, inútilmente.
toda ufana, cruza y se va la liebre.
como la urgencia a que se entregan
los bravos peleadores del diafragma,
me tiende entre olorosos lodos y asolea,
me trae del brazo así,
en que me muera,
pues ya no oiré ni veré más,
ni andaré a tientas por ahí,
encalvecido
Peleas de Félix Suárez se terminó de imprimir
en la Inmprenta Universitaria, Fray Bartolomé de las Casas 301,
Toluca, Estado de México, a los veintinueve días
del mes de julio de 1989.
Se tiraron mil ejemplares. lectores virtuales desde el día x de julio de 1998.