Para la
mujer cristiana

Usando nuestros talentos
© 2004 Lisania Meléndez-Rhoton

¡Dios nos ha dado a cada una de nosotras unos talentos que quiere que usemos! Así es, hermana. Él nos ha dado unas capacidades y talentos que anhela sean usados para bendecir a otros y para glorificarle a ÉL.

Puede que estés pensando: "¿Yo creativa? ¿Talentosa? UF, se ve que no me conoce. Soy la señorita patosa." Pero no eres la única en pensar así. Muchas hemos pasado por etapas en las que
no nos hemos considerado ni creativas ni talentosas. Pensamos que día tras día sólo tomamos decisiones al azar porque no tenemos más remedio; pero, trata de recordar la variedad de actividades en las que estás inmersa en un día cualquiera, y en cuántas oportunidades se te presentan para usar tu creatividad y tus talentos. La preparación de comidas es un buen ejemplo, aunque puede que la mayoría de nosotras lo considere algo rutinario y tedioso. En general, deseamos disfrutar (y dar a nuestra familia) una buena nutrición, y para esto, confeccionamos alimentos de formas muy variadas para que nuestros cuerpos puedan tener todos los nutrientes necesarios. De la misma manera, el compaginar la agenda diaria con la familia, la decoración de  nuestro hogar, y el recibir amigos y conocidos como invitados, son ocasiones en las que, consciente o inconscientemente, usamos nuestros talentos.

¡Dios creó de la nada! -como leemos en Génesis 1. De hecho, Él es el "más  creativo", nuestro gran ejemplo. Gracias a Él contamos con muchos recursos para poder realizar nuestras tareas y dar lo mejor de nosotras mismas. Sin embargo, muchas veces, dejamos que nuestra baja estima nos domine y comenzamos a buscar excusas para no usar esos talentos que Dios nos ha dado, no sólo en nuestro hogar sino también en la iglesia y en la comunidad. Pensamos, "A ver si aparece otra que se ofrezca de voluntaria; de hecho, seguro que Juanita podría hacerlo mejor." Tomemos un momento, pues, para recordar la famosa parábola de los talentos (Mateo 25:14-30).

En esta parábola vemos a tres personas a las que su jefe les entregó unos bienes. A uno le dio 5 talentos (lo cual era mucho dinero), al otro dos talentos y al tercero, un talento. Al regresar el jefe, los reúne y les pregunta qué habían hecho con el dinero que él les había encomendado. Vemos que dos de ellos habían multiplicado esos talentos (invirtiendo y ganando más) mientras que el que recibió un talento, había decidido enterrarlo y no había hecho nada con su talento. En el versículo 24 leemos las excusas que dio esta persona para no haber usado su talento. Básicamente dijo que había tenido miedo de usarlo mal y rendir malas cuentas, así que fue "a la segura" y lo dejó sin usar.

Lo interesante es que, al menos a mí me parece un poco lógico, ¿no? El pobrete estaba asustado y decidió no arriesgar. Sin embargo, mientras que el Señor llamó a los otros siervos buenos y fieles, a éste último le dice (versículo 26): "Siervo malo y negligente." Un poco chocante, ¿no? ¿Por qué crees que le llamó así? A mí me parece que es porque fue un mal administrador, aún cuando su señor sabía que podía cumplir bien con su encomienda. El obrero se dejó vencer por el temor y por el "y si..." y no supo usar el potencial que había, y tenía, para usar y multiplicar el  talento que se le había entregado. El resultado fue por lo tanto, ser llamado malo y negligente.

Yo no quiero que Dios me llame así y estoy segura de que tú tampoco lo deseas. Yo quiero ser llamada buena y fiel. Por eso, tanto tú como yo, debemos pedir a Dios que nos muestre cuáles talentos nos ha dado (si aún no lo sabemos) y que nos dé la valentía de usarlos en nuestro hogar, en la iglesia y en la comunidad. Debemos pedirle que Él sea glorificado a través de nuestras acciones; que muchos puedan verle obrando en, y a través, de nuestras vidas. Para que así sea, debemos ser valientes y estar confiadas en Su presencia, ayuda y capacitación. No dejemos que nuestra baja estima o inseguridades nos separen de las bendiciones que Dios tiene preparadas para Sus hijas fieles. Usemos nuestros talentos, dejemos que Dios nos use para llevar Su paz y Su presencia a los demás.

Así que, si aún no lo has hecho,  pide a Dios que te muestre claramente tus talentos y haz una lista. Luego, al lado de cada renglón anota formas en las que puedes usar ese talento tanto en el ambiente familiar como en la iglesia y en la comunidad.  Ora a Dios y pídele que te haga valiente para usar esos talentos cada día. Y comienza a bendecir a los que te rodean sin olvidar que el premio final es: "Ven, buena sierva y fiel..."

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