Para la
mujer cristiana

Los retos de un nuevo año
©2005 Lisania Meléndez-Rhoton

El comienzo de un nuevo año es, para la mayoría de los seres humanos, un momento de reflexión sobre lo que hemos hecho durante el año anterior y lo que nos gustaría hacer a lo largo del que está comenzando. Siempre hay muchas ideas nuevas sobre cómo queremos mejorar nuestra vida, o nuestras relaciones durante esos nuevos 365 días que tenemos por delante. Sin embargo, este ejercicio puede ser tanto de alegría como de frustración para algunas de nosotras. Pocas de nosotras logramos llegar a cumplir con todos y cada uno de los retos que nos habíamos propuesto para el nuevo año, y eso puede darnos un poco de tristeza.

Por eso a mí me gusta tanto el versículo 12 del Salmo 90: "Enséñanos de tal modo a contar nuestros días, que traigamos al corazón sabiduría." El meditar a menudo en este versículo me ayuda a no tener que esperar el próximo nuevo año para hacer una nueva lista de resoluciones que quedará olvidada en una gaveta o en un rincón. Si cada nuevo día recuerdo pedirle a Dios que me dé la sabiduría necesaria para lo que tendré que enfrentar en esas siguientes 24 horas, será mucho más probable que cuando llegue el próximo 1º de enero no me sentiré tan agobiada ni culpable, y habré logrado cumplir muchas metas más. ¿Por qué? Porque he ido delante de la presencia del Señor cada día reconociendo la necesidad que tengo de que Su sabiduría me ilumine y Sus brazos me guíen. Debemos darnos cuenta de que lo más importante para nosotras no debe ser siempre "¿Qué deseo? ¿Qué quiero hacer?" , sino ir delante del Señor y decirle: "Padre, ¿cuál es Tu plan para mí? ¿Cuáles son tus prioridades para mi vida en este momento? ¿A qué cosas debo darle importancia?" Como oró Jesús en un momento crucial de Su vida, debemos tener la valentía de decir: "No mi voluntad, sino la Tuya."

El hacer esto no es garantía de que se cumplirán al dedillo todas nuestras metas y retos. Pero, si adoptamos la actitud de examinarnos cada día, tendremos la brújula bien agarrada y dirigida por Aquél que nos ama tanto: nuestro Padre celestial. Tendremos de este modo la sensibilidad de dejar que nuestros planes sean cambiados (o mejorados, casi con certeza) sin llegar a frustrarnos, ya que, de esta forma, es mucho más fácil reconocer Quién es el líder y jefe de nuestros días.

¿Quieres comenzar este año con "buen pie"? ¡Claro que sí! Todas lo anhelamos. Y esto será una realidad cuando decidamos comenzar cada día con la mejor disposición de permitir a Dios que dirija nuestros pasos y organice nuestra agenda. Convirtamos Sus prioridades en las nuestras y Sus anhelos en los nuestros.

¿Retos para el nuevo año? Claro que tengo muchos. Pero, para mí el principal es el de aprender a escuchar la voz de Dios cada día y pedir Su sabiduría y dirección en cada paso. ¡Que este sea también tu anhelo!

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