Para la
mujer cristiana

¡Di no al afán!
© 2004 Lisania Meléndez-Rhoton

  • María está preocupada. Le han dicho que necesita hacerse unas pruebas nuevas para saber si el bultito que le han encontrado es maligno o benigno.
  • Juanita se ha quedado sin trabajo y está muy preocupada porque si no consigue algo en los próximos 3 meses, tendrá que hacer recortes drásticos en el presupuesto familiar.
  • Luisa quiere mudarse a otro barrio ya que donde vive es un área un poco conflictiva y teme por la seguridad de su familia.

Ninguna de nosotras está exenta de cosas como estas. De hecho, casi con toda certeza cada una de nosotras  ha pasado por situaciones similares, situaciones sobre las cuales tenemos poco o quizás, ningún control. Puede ser que ahora mismo estés pasando por algo que ocupa la mayoría de tus pensamientos -  día y noche. Las enfermedades--nuestras o de seres amados-, los problemas económicos, desavenencias con miembros de la familia, problemas sociales del ambiente en que nos movemos que repercuten en la familia... Todas estas situaciones se presentan sorpresivamente sin pedirnos permiso e irrumpen en la muy planificada y tranquila vida que anhelamos vivir.

¿Cuál es nuestra reacción en la mayoría de los casos? Si somos sinceras tenemos que decir que la mayoría de las veces entramos en un estado de  preocupación,  ansiedad y / o afán. Somos seres humanos y reaccionamos como tales.  Pero como hijas de Dios no debemos permanecer en ese estado de afán y ansiedad por mucho tiempo sino que necesitamos escoger el creer en la soberanía del Padre, y el gran amor que Dios tiene para nosotras, nuestras familias y las circunstancias en las que nos encontramos. En Filipenses 4:6-7 se nos dice:

"Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús."

Debes estar pensando: "¿Cómo que no me afane? Se nota que no es ella la que se queda sin trabajo."  Créeme, yo también he tenido que enfrentarme a muchos momentos de ansiedad en mi vida; de hecho, me considero "preocupona" de nacimiento. Una vez (hace como 20 años) un amigo me dijo: "No te preocupes tanto. Recuerda que la preocupación es falta de confianza en Dios." Y desde entonces trato de recordar que el arma principal para combatir la ansiedad es precisamente esa: la confianza en nuestro Dios. Necesitamos confiar en que Él sabe el por qué de las cosas. Debemos sentirnos seguras en que , como Padre amoroso que es, nos sustentará en cada una de las batallas que tengamos que afrontar a lo largo de nuestras vidas.

Pero para que podamos experimentar y sentir esa confianza debemos tomar la decisión de creer lo que Dios dice en Su palabra- aunque en el momento no veamos que la situación cambia.

En Hebreos 11:1 encontramos un versículo más que conocido que define lo que es la fe: "...la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve."  Al confiar en Dios decidimos esperar (Su tiempo, Su manera) y creer (en Sus promesas, en Su palabra, en Su fidelidad). Hoy te invito a poner en práctica estos versículos, a confiar, esperar y creer en que Dios está en control no importa cuál sea tu situación.

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