Para la
mujer cristiana

¡Cuidado con las tarjetas!
© 2004 Lisania Meléndez-Rhoton

A simple vista son totalmente inofensivos; pequeños rectángulos plásticos con letras escritas y adornados con logos de diversos colores. ¡Qué bonito! ¡Cuánto color! Ah, pero no nos dejemos engañar... Esos mismos rectangulitos plásticos pueden llegar a ser muy peligrosos para nuestra vida económica si no sabemos usarlos.
¿De qué estoy hablando? Pues de las tarjetas de crédito, las grandes "compañeras" de la sociedad de hoy. Casi todos tenemos al menos una tarjeta de crédito, y no está mal, pueden ser de utilidad si aplicamos el sentido común y somos sabias en el uso que les damos. Por eso te doy aquí unos consejitos para que esos pequeños rectángulos plásticos no lleguen a ser tu peor pesadilla.

  • Antes de usar una tarjeta de crédito lee bien las condiciones de uso y de pago. Lee todo lo que te entregan para que no haya sorpresas. En especial debes tomar en cuenta el interés que debes pagar por cada compra, cómo se acumula el interés si te atrasas en los pagos y los cargos extras que pueda haber si dejas de pagar por alguna emergencia.
  • Ten el mínimo de tarjetas posible; lo ideal es sólo una tarjeta y como mucho, dos. He conocido personas con 15 y 20 tarjetas de crédito, acumulando intereses por todos lados. De esa forma llegas a ser esclava del crédito ya que debes un poquito por aquí y otro poquito por allá. Recuerda lo que dice la Biblia en Proverbios 22:7b: "...el que toma prestado es siervo del que presta." Cada vez que tomamos prestado dinero a través del crédito pasamos a ser "siervos" de aquel a quien debemos. Si no lo crees, deja de pagar tu coche o tu lavadora varios meses y verás cómo te llueven cartas de cobro y llamadas de advertencias.
  • Paga el máximo que puedas -o que te permitan- cada mes. Trata de cancelar tus deudas pronto, y no las sustituyas por otras.
  • No uses el crédito para lujos. Vive de acuerdo con tu nivel social. Uno de los mayores problemas del crédito es que permite a las personas aparentar un nivel social más alto.
  • Evalúa cada compra, y ten en cuenta tus ingresos mensuales para que después de pagar tus deudas te quede dinero para comer, pagar la casa y cubrir las necesidades básicas de la familia.
  • Da preferencia al uso del dinero en efectivo, cheques o una tarjeta de débito. Las tarjetas de débito son similares a las de crédito (en apariencia) pero con la gran ventaja de que una vez haces una compra el dinero se sustrae de tu cuenta bancaria (o sea, actúan de forma parecida a los cheques) Con ellas no acumulas deudas de un mes para otro y no te permiten gastar más de lo que posees. Son buena alternativa si no puedes pasar a menudo por el banco para retirar dinero en efectivo.
  • No compres por impulso. Muchas personas piensan que el crédito es como una varita mágica y compran sin control. Pero el vestido que te compres a crédito hoy (o el disco de tu cantante favorito) lo vas a estar pagando con intereses por más tiempo del que dura tu fascinación por el objeto comprado.

Oriéntate bien, controla el uso que le das a tus tarjetas de crédito. Como la mayoría de las cosas en esta vida, puedes obtener un beneficio de ellas si eres sabia en el uso que les das. Pídele a Dios sabiduría para el manejo que haces de los recursos que Él te provee. Recuerda que nuestro gozo es el de obedecerle y agradarle en todo momento y en todas las áreas de nuestra vida.

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