HOTEL ATLANTICO: UNA NUEVA
FORMA DE REPRESENTACIÓN Ferigolo,
Ivana |
A partir de la década del 70 se registran en el escenario cultural
brasileño algunas tendencias literarias innovadoras, entre las cuales se
destacan las narrativas del escritor João Gilberto Noll, que vienen despertando respeto y
consideración por una parte de la crítica y un radical rechazo por algunos
sectores de la misma. Esta postura
dicotómica se instaura, naturalmente, porque la crítica se constituye como
organización intelectual encargada de asignar juicio de valor y, por lo tanto,
responsable por el rechazo o el
reconocimiento de determinadas manifestaciones literarias.
Ingresando en el tema central del trabajo, destaco la vasta producción
literaria del escritor João Gilberto Noll. Desde la década del 70, fecha que
coincide con el comienzo de su producción, hasta el presente momento, el autor
nos brinda con O cego e a dançarina, A
fúria do corpo, Rastros de Verão, Hotel
Atlântico, O quieto animal da esquina, Harmada, Lorde.
El
rasgo principal y lo que mueve y desarrolla toda su narrativa¸ principalmente
la obra Hotel Atlântico, hacia la
cual direcciono una mirada más atenta, parece coincidir con la ausencia de la representación de una
experiencia. Idelber Avelar (2000), al interpretar la obra de Noll afirma que
en estos universos narrativos no se representan experiencias, sino la disolución
de las mismas, puesto que el sujeto narrador, que busca la auto-representación,
tiende a disolverse encuanto sujeto consciente.
En Hotel Atlântico un narrador sin nombre reconstruye hechos
pertenecientes a su pasado. A lo largo de este tiempo transcurrido, el
protagonista se desplaza constantemente, o sea, la trama de la novela se
configura a través del relato del constante desplazamiento espacial del sujeto
que narra. Él se encuentra en Rio de Janeiro y decide tomar un colectivo que lo
lleve a Florianópolis, por simple hecho de ver el nombre de esta capital
escrito en el anuncio de una de las taquillas de la terminal. En el colectivo
viaja al lado de una arqueóloga que se suicida en el transcurso del viaje. Al
darse cuenta de la muerte de la mujer, no la revela a nadie y sale del ómnibus
disimulando, preocupado porque alguien pueda hacerlo responsable por su muerte. Luego, va de jalón a Viçoso, una
ciudad de Rio Grande do Sul. En el camino tiene que huir de los dueños del auto
porque quieren matarlo, sin que se sepa el motivo. Un policía le da un tiro en
una pierna y es conducido a un hospital
donde se la amputan. Después de la convalescencia sale del hospital con un
enfermero que va en busca de la casa de su abuela. Al llegar al lugar no
encuentra ni la casa y tampoco la abuela. Así deciden aleatoriamente ir hasta a
la playa de Pinhal – en Rio Grande do Sul- donde se hospedan en el Hotel
Atlântico. El término de la narrativa coincide con la pérdida de los sentidos
del narrador, que empieza en el hotel
con la sordera y, luego, con la pérdida de la visión cuando el enfermero lo
lleva para ver el mar.
Si nos detenemos atentamente en el resumen percibiremos que los hechos
que articulan la narrativa no presentan conexión lógica. El narrador no explica
el motivo de su desplazamiento. Los acontecimientos y las decisiones que toma
se registran bajo el signo de la gratuidad, o sea, nada es planeado, ni
pensado. Como el narrador no presenta una búsqueda y como un suceso no
justifica la ocurrencia del que procede, el relato se disocía, no converge a un
punto determinado. El viaje, los distintos lugares por donde pasa el narrador
no le agregan experiencia, ni conocimiento, sirviendo solamente como registro
de su constante desplazamiento. Así, el discurso narrativo no transmite, ni
representa las experiencias del sujeto narrador, puesto que los hechos por él
vivenciados no presentan conexión entre sí, ni son planificados. O sea, el
narrador, al relatar sus vivencias, no logra convertirlas en experiencia. En
este sentido, el lector no puede identificarse con ningún valor, ni idea.
La relación que el narrador establece con los demás personajes
transmite su carácter minimalista y primario. Cuando, por ejemplo, está
hospedado en un hotel en Rio de Janeiro, le pide a la recepcionista que le
lleve una botella de uísque hasta su habitación. El desenlace de este encuentro
queda explicitado en el siguiente fragmento:
Quando ela
entrou no quarto com a garrafa de uísque e o copo, eu disse que eu tinha me
apaixonado em questão de segundos. Ela disse que não acreditava. Pedi para que
ela pegasse em mim para sentir a prova. Ela pegou e disse que há muito tempo
não via nada com tanta vontade. Eu já desabotoava a blusa dela.
Vendo-se
despida ela imediatamente se pós de quatro sobre o imundo carpete verde. Eu me
ajoelhei por trás. A minha missão, cobri-la fora do alcance dos seus olhos.
Nenhum toque
acima da cintura, nada que não fossem ancas anônimas se procurando, patéticas.”
(Noll,
1989: p.8)
Las actitudes del protagonista buscan la satisfacción de sus deseos más
primarios. No se regosija a través de hechos moralmente heroicos, lo que le
revelarían un sujeto reflexivo y racional. Sin embargo, deja sus deseos fluir de una forma muy
natural, sin cualquier mecanismo de sublimación. El lenguaje, violento del
punto de vista moral, traduce el minimalismo del sujeto que narra, pues
corresponde a la expresión de un individuo más primitivo que reflexivo. O sea,
la relación que establece con la atendiente, es más animalesca que humana, pues
no se registran cambios sentimentales. Sin embargo, la manera como se
relacionan corresponde a la satisfación de una necesidad instintiva, señalando,
así, que el protagonista no se
manifiesta como un sujeto racional, moral, ético, sino registra la disolución
de estas categorías.
La desagregación de la consciencia reflexiva del sujeto que narra se
agudiza a lo largo de la narrativa. Él no se muestra responsable por sus
actitudes y acciones, pues nunca planifica nada, sólo reacciona de forma
refleja frente a los acontecimientos. Decide ir a Viçoso porque al hablar con
el mozo de un restaurante en Florianópolis, éste le dice que sus amigos van en
esta dirección y hay cupo en el auto. Sale disimulando del ómnibus y huye de la
terminal, porque la mujer que estaba sentada a su lado había muerto y temía que
le acusaran; toma un colectivo para Florianópolis, porque ve el nombre de esta
ciudad escrito en un anuncio. En fin, sus actides y, consecuentemente, su
devenir existencial, dependen extrictamente de los sucesos que lo enredan y de
las cosas que capta por los sentidos. No es un sujeto conduzido por la
consciencia, cuyas acciones se configuran con base en las experiencias
vivenciadas, sino un sujeto que encara la vida gratuitamente. El pasado no
influye en el presente, lo que le impide de convertir sus vivencias en
experiencias. Nizia Villaça (1996) afirma que el narrador de Noll, no es
exactamente sujeto de sus accciones,
sino sobretodo expectador, víctima de
los acontecimientos, enredado en trampas sucesivas.
Todo en Hotel Atlântico ocurre repentinamente, lo que traduce, segundo
Nizia Villaça (1996) la propia condición vacía del narrador, o sea, un sujeto
que reaciona de forma refleja o vaciada frente a los sucesos. Cuando se
desplaza por una calle en Florianópolis el viento frío lo agrede y, entonces, piensa en volver al hotel. Sin embargo, toma
otro rumbo al visualizar un cine.
La acción es definida por una reación refleja que deriva de la
percepción del cine. La actitud de volver al hotel, proveniente de la esfera
pensante, queda suprimida por la reacción que el cine le provoca al ser ubicado
por su sentido visual. Así, es debido a la mengua de la esfera pensante del
narrador y, consecuentemente, de la ascención imperativa de sus mecanismos
sensitivos que la narrativa no trasnmite experiencia, pues se reduce al
registro de las descripciones de hechos e imágenes captados por los sentidos
del narrador, así como de las reacciones reflejas que las percepciones le
suscitan.
El final de la novela, conforme se mencionó, concide con la pérdida de
los sentidos del protagonista. Esto no parece casual, pues delante de la
condición de este narrador la carencia de los sentidos puede resultar en la
ausencia de contenido narrable. Si no ve, ni oye, se le escapan las
percepciones y, consecuentemente, la materia narrable, puesto que no es el
protagonista quien define su percurso, sino es victimado por los fatos que
presencía y por las percepciones, de forma que sus reacciones y sus vivencias
dependen extrictamente del contacto de su esfera sensible con el mundo material.
En este sentido la amputación de su pierna también se revela un obstáculo para
la secuencia de la narrativa, pues a la medida que no puede desplazarse, el narrador no puede percibir, ni vivenciar cosas nuevas. De esta manera, el
viaje constante se constituye como el elemento necesario para la construcción y
la formalización de esta narrativa. No es responsable por el origen de la
experiencia narrable, sino por la posibilidad del proceso narrativo
concretizarse. Frente a esto, el narrador de Hotel Atlântico, al contrario del viajante concebido por Benjamin, es un sujeto que viaja, pero no tiene
nada para contar a no ser las cosas que capta por los sentidos y la secuencia
de hechos desconcatenados que conponen sus vivencias.
Si
el sentido de la narrativa se disuelve en la gratuidad de los hechos que la
conponen, los cuales derivan de la reducción de la consciencia reflexiva del
narrador, ¿ cuál es la función de esta narrativa? ¿Por que el narrador la lleva
a cabo?
Lo
que se sabe es que la novela clásica moderna, por más fragmentada que se
revele, siempre trata de representar la experiencia de un sujeto,
reafirmar los valores éticos y
humanísticos de la sociedad burguesa y difundir de alguna manera la idea de reencontro,
de armonía del hombre con el mundo. En este sentido, Ferenc Feher (1997), al
tratar de la crisis de la novela, afirma que ésta se constituye como un género
ambivalente, pues al paso que representa la estrutura capitalista que sostiene
y fundamenta la sociedad moderna, restaura constantemente los valores
éticos, sociales y humanos que sirven para armonizar y proporcionar una
esperanza de redención futura y de totalidade a ese hombre que se ve sofocado,
pisoteado por el sistema económico vigente y, al mismo tiempo, abandonado por
la suprema fuerza divina. En este sentido la novela surge, conforme afirma
Lukácas, con la función de representar
las experiencias de un individuo a lo largo de una existencia marcada
por conflictos y, cuyo término, debe coincidir
con la resolución de los conflictos del yo con la alteridad. Esto porque
el lector, al acompañar el curso existencial representado, obtendría una
compreensón acerca de su propio existir y
pasaría a depositar en el futuro las esperanzas de reencontrar la
totalidad perdida. Así, la novela, al
abarcar la experiência, las peripecias de un ser a lo largo de su existencia,
representaría la búsqueda (la conquista o no) de la estabilidad o de la
totalidade que no encuentran espacio en la realidad social moderna.
Si pensamos que la novela debe estruturarse y funcionar según el modelo
lukásciano, esta narrativa no puede ser considerada una novela, pues no
representa ninguna experiencia, no presenta un personaje con el cual el lector
puede identificarse. Frente a esta constatación, o sea, al detectar la ausencia
de su referencial analítico - la representación de una experiencia - muchos
sectores de la crítica, afirman que la obra de Noll no se constituye como
novela, rechazando o ignorando el fenómeno.
En un texto crítico, que se encuentra en la página cultural del diario
Z.H. de Rio Grande do Sul, el escritor y traductor Ernani Ssó, al referirse a
la obra de Noll y al romance Harmada, afirma en el subtítulo del texto: sería
bueno que parasen de llamar de novela el nuevo libro de João Gilberto Noll”. En
esta columna, Ernani Ssó, resalta también que no hay personaje en la obra de
Noll, puesto que de tan debilitado que es el narrador nada le afecta,
consecuentemente, nada afecta al lector, puesto que éste al leer, no tiene con
que identificarse.
Frente a este posicionamiento, me pregunto, sin embargo, si el rechazo
de esta forma de representación manifiesta una total aclaración de estes
sectores de la crítica acerca de lo que
es la literatura, más especificamente, la novela o, al revéz, traduce el
descaso de estos sectores perante a los cambios que el género sufre para
representar las nuevas experiencias
humanas. Si la segunda hipótesis es verdadera, al portarse de esta manera, la crítica
estaría mostrándose conservadora y desactualizada.
Si la literatura trabaja las experiencias humanas en los distintos
períodos históricos, la novela no puede erigirse bajo el signo de la
invariabilidad. Bakhtin (1988) afirma que la novela, al contrario de la
epopeya, al trabajar con identidades y personajes no fijas es un género
acanónico e inacabado.Esto nos induce a pensar que la novela es un género
variable, pues sufre cambios para adaptarse a la representación de las
experiencias humanas en distintas épocas.
Así, se puede afirmar que Hotel Atlântico es una novela, cuya
posibilidad y forma de existencia, responde al estado de espírito proveniente
de la sociedad contemporánea. Si vivimos en una época en que las ilusiones fueron perdidas, si la única
certeza que resta al ser humano remite al reconocimiento de su condición
mortal, la novela ejemplar, la que representa los conflictos humanos o la
posibilidad del reencuentro con la
totalidad, puede no encontrar espacio en esta sociedad. De outra forma, parece
que no hay espacio para la representación de los conflictos humanos ocasionados
por una búsqueda, por el intento de desvendar el sentido de la existencia, sino
para la representación de los conflictos que deriban de la ausencia de una
búsqueda.
Así, la narrativa de Noll puede estar mostrando la posiblidade de
existencia de la novela mismo en una sociedad marcada por la desconstrucción de
las grandes “verdades” y por un espírito de desilusión. Puede estar señalando
que la salida de la narrativa, en este contexto, es recogerse sobre si misma,
existir encuanto arte y no para desempeñar una función existencial, a través de
la representación de la experiencia de vida de un determinado sujeto. De esta
manera ignorar dicha forma de narrar es no observar que la novela no se ha muerto, sino registra cambios
adaptativos que merecen ser explotados.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS.
AVELAR, Idelber. Alegorias da derrota: A ficção pós-ditatorial e o trabalho do luto na
América Latina. Belo Horizonte: UFMG, 2000.
NOLL, João Gilberto. Hotel Atlântico. Rio de Janeiro: Rocco,
1989.
VATTIMO, Gianni. A sociedade transparente. Rio de Janeiro: Edições 70, 1989.
BENJAMIN, Walter. “O narrador”. In: Magia
e técnica, arte e política. Ensaios sobre literatura e história. São
Paulo: Brasiliense, 1985.
LUKÀCS, Georg. Teoria do romance. Lisboa: Editorial Presença, S/D.
VILLAÇA, Nizia. Paradoxos
do Pós-moderno. Rio de Janeiro: Editora UFRJ, 1996.
(FEHER, Ferenc. O
romance está morrendo? Contribuição à teoria do romance _ In: KONDER,
Leandro. O romance está morrendo? São Paulo: Paz e Terra,