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Riscos del castellano: el portugués en la poesía de Néstor Perlongher

Gasparini, Pablo
Fapesp-Unicamp


 

Llegó, y a vista tanta

obedeciendo la dudosa planta,

inmóvil se quedó sobre un lentisco,

verde balcón del agradable risco.

(Soledad Primera, Luis de Góngora, versos 190-94) 

 

El risco, en este trecho de la Soledad Primera, no sólo señala un abismo, sino cierta condición de vacilación ("dudosa planta") que la poesía neobarrosa (aquel término acuñado por Néstor Perlongher para referirse a la recreación del neobarroco caribeño en el lodoso estuario rioplatense[1]) convertiría en condición esencial. Por sólo poner un ejemplo donde la vacilación o resbalamiento llega incluso a tematizarse, me gustaría recordar aquí un poema de Alambres que Perlongher titula (al menos en apariencia, ya que este título se haya entre paréntesis) en portugués. Me refiero al poema que se sigue al vocablo portugués “grades” (en castellano, “reja” o “enrejado” entre otras acepciones más bien lexicográficas):    

                                   (grades)

 

y por las gradas esa estola que

          radas, rodas, rueda, greda

en el degrau –degrádase, desagradable boa, la de esa

        moquerie, y cuyos flejos, gelatinosos, lame. losa

la de esa escala. pues en sus ascensiones, o descensos, o

         líneas, de laberinto, boas de fleco y

“filipetas”, botas

lo que se pisa: paño

de “pranto” y “maquerie”: machette ruinosa, lo que enella

          rolaba, o el rolar de

esos vahos, mohosos, musga el rielar

de ese desliz: pétalo caviloso que, pecado

en su pasmada esplendidez, tremola; vino que áspero

en los rajados torsos se disipa, pringado: gredas o paño,

           botas, gelatinas

 

Obviamente, sería imposible sintetizar aquí los diferentes modos en que el idioma portugués interviene o socava la presencia absoluta del castellano en la poesía de Perlongher desde su radicación en el Brasil. Por ser breves, digamos que a ciertos juegos de duplicidad lingüística, basados entre, llamémoslo así, parónimos entre el portugués y el castellano (como en su célebre "Acreditando en Tancredo"[2], y que en el poema aquí citado se daría en vocablos como “rolar”[3] o “boa”[4]), o incluso a ciertas apropiaciones de vocablos en portugués (que suelen aparecer directamente en cursiva o entre comillas en sus poemas, como aquí lo hacen grades, degrau, “pranto” o “filipeta”) le siguen otras operatorias más complejas que Perlongher, en la introducción a Mar Paraguayo (la formidable novela escrita en portuñol por el poeta brasileño Wilson Bueno[5]),  liga a una suerte de “gramática sin ley”[6]. Entre estas operatorias, deberíamos destacar aquellas por las cuales la materialidad de un vocablo en portugués  despierta aquel “entretecido de alusões e contrações rizomáticas" que Perlongher  consideraba intrínseco al neobarroco[7] y que, a pesar que en poemas como “el rompehielos” (también de Alambres[8]) detentan una función central, encontraríamos aquí, en (grades), en la irresistible atracción que, entre otros posibles ejemplos, el vocablo portugués “degrau” parece ejercer para con palabras del castellano como “degrádase” y aún “desagradable”. A esta suerte de poder gravitacional ejercido, al parecer, por la lengua extranjera (y que preferimos leer más bien como un concienzudo e intencional efecto estético), deberíamos agregar (de recordar la cimbreante oscilación de lenguas en Riga, el extenso poema que Perlongher incluye en Hule[9]) en la voluntariosa, violenta y gozosa mortificación o interpenetración entre las lenguas, un sugerente vaivén que produce gozosas aberturas o escisiones entre los percudidos vocablos  (y que en el poema aquí presentado parece insinuarse a través del trabajo con la palabra portuguesa “grades”, que genera, por una simple inversión de vocales, el vocablo castellano “gradas” y luego, finalmente, “gredas” –que pertenece a ambas lenguas-[10]) .

Leer la injerencia del portugués en el poemario de Perlongher como un efecto ingenuo de su radicación en el Brasil, sería leerlo –de seguir la distinciones establecidas por Abdelmalek Sayad en “Imigração e convenções internacionais” (1998)- como un inmigrante antes que como un extranjero, es decir como alguien que sufre, pasivamente y sin capacidad de reflexión, los efectos propios del exilio lingüístico[11]. Nada más lejos de Perlongher, quien, a pesar de su cercanía “antropológica” con  las llamadas “Bocas do Lixo” (es decir con la mal llamada “periferia” social[12]), poseyó la sofisticada conciencia lingüística requerida por la estética barroca, una conciencia plena que le permitía dirimir (a juzgar por sus cartas personales escritas en portugués y, aún, por algunos poemas escritos directamente en esa lengua[13]) los dominios propios del portugués y del castellano.   

De este modo, la entrada del portugués en el devenir poético de Perlongher es realmente original, pues si bien podríamos afirmar que el poeta argentino recupera una de las obsesiones barrocas, la de la incorporación o fagocitación de vocablos extranjeros (recordemos los acusativos a la griega y las palabras del latín, del toscano y del griego que Góngora incorpora en sus sonetos cuatrilingües[14]) no se trata aquí de la pretensión de  enriquecer o realzar poéticamente la lengua nativa. Tampoco, debemos decirlo, de la fascinación por una lengua extranjera de la que se obtendrían puntuales renovaciones estéticas (pienso aquí en el papel del francés en el modernismo hispanoamericano; en el “Automnal" de Ruben Darío o hasta en los vanguardistas galicismos de Huidobro). Contra las preciosidades gongorinas y contra las esperanzas o utopías de modernización,  se trataría aquí del trabajo con otra lengua no central, algo que, en todo caso, y desde una estética más ligada a la expresión que al discurrir (aunque con igual énfasis en la materialidad del lenguaje) sólo podría compararse a César Vallejo (quien trabajó, o al menos reflexionó, además de con -o desde- el francés, con lenguas no cotizadas internacionalmente: el lituano, el polaco, el rumano y, por supuesto,  el propio quechua[15]).

Sabemos que el “extranjero errante”, figura gongorina que funda el monumento de la poesía barroca, las Soledades, es, además de un “inconsiderado peregrino”, un “mísero extranjero”, un “forastero” que, en cierta lectura, oscila entre la tentación del fausto cortesano y la ilusión de un asilo fuera de los desastres de la historia[16], quizás aquellos desastres que Roberto Echavarren lee por debajo de la poesía de Perlongher, haciendo que la misma -aún desde mucho antes del literal exilio biográfico- se enunciase desde la más patente desubicación.

     De hecho, Echavarren ha señalado en reiteradas ocasiones cierta compulsión de Perlongher por la desmarcación -o más bien superposición- de fronteras: una suerte de “transcontinentalidad” (el concepto es de Echavarren) por la que, según este crítico y poeta, "Canción de amor para los nazis en Baviera" (por sólo poner un ejemplo del primer libro de Perlongher, Austria-Hungría) podía hablar del presente argentino al referirse a un pasado europeo en que “los pervertidos u homosexuales eran enviados -junto a judíos, gitanos y otros marginales o disidentes- a la confinación y exterminio”[17]. Ahora bien, de tener en cuenta la manera en que Perlongher habla de lo trágico, versos como “y yo sentía el movimiento de tu svástica en las tripas”[18] o “y nos íbamos a hacer / el amor en mi bohardilla / pero tú descubrías a Ana Frank en los huecos / y la cremabas, Nelson, oh ”[19]  nos hablan de cierta resistencia a una enunciación o estética de lo trágico a través de -parafraseando ciertas afirmaciones de Perlongher en “Lamborguini, Carrera, Lamborguini: Un ‘nuevo’ verso rioplatense”[20]- una suerte de pulsión o liberación deseante de la subjetividad que sexualizaría el traumatizado campo social. De leer “El informe Grossman”[21], donde la prescriptiva heroicidad de los soldados argentinos en Malvinas se ve afrentada por escenas de brusca violencia y humillación sexual que convierten a los gurkas en violadores perversos de los soldados argentinos; o de leer, incluso, la irreverente versión de Eva Perón en Evita vive (donde menos que la heroica cancerosa que muere entregada a su pueblo, Evita es una arrabalera que se entrega a los placeres carnales con el mismo[22]), llegaremos a la conclusión que Perlongher (como Copi en “El Uruguayo”) es un asumido ladrón de cadáveres, pues como en sus poemas “El cadáver” (Austria-Hungría, 1980) y “El cadáver de la nación” (Hule, 1989) la celebración de lo trágico/nacional, cuyo valor colectivo necesita siempre algún sacrificio ejemplar, resulta profanado o afrentado. Así, en el primero de estos poemas (“El Cadáver”) unas “manchitas” en el rostro de Evita delatan la impostura política del embalsamamiento (detalle que, a su vez, indica que Evita "empezó a pudrirse" "en la memoria de su pueblo"), mientras que el segundo, “El cadáver de la nación”, es enunciado, de acuerdo a Echavarren, por “un abrasilerado, un subversivo transnacional”[23] que utiliza el fronterizo verbo trepar para referirse a ciertos desgarros en "los pliegues o sayales de la santa". De tener en cuenta que, según  Benedict Anderson en Comunidades Imaginadas, la patria, tal vez por su afinidad con las imaginerías religiosas, puede reclamar sacrificios que tienen a “la muerte como la última de toda una gama de fatalidades”[24], podríamos afirmar que Perlongher (al igual que los autores y textos que él mismo señala para fundamentar esta irreverente tradición[25]) ha sustituido “el bien por el deseo”[26].

Si me he permitido esta digresión ha sido para marcar que la “transcontinentalidad” de Perlongher tal vez se deba menos a una manera de rehuir las fronteras nacionales (a cierta, hoy, redituable transnacionalización[27]) que a una manera de rehuir cierto carácter trágico que, al menos en el caso argentino, parece intrínseco a la construcción del discurso nacional. En este sentido, debemos recordar que Perlongher, lejos de considerar como circunstancial su estadía en el Brasil, la convierte en un lugar de enunciación asumiéndola como el territorio de su “exilio sexual”[28] frente a una Argentina que sentía como “autoritaria, hiposensual y decadente”[29] o como un lugar donde, de manera harto frecuente, “terror y goce” aparecían –a la manera lamborguiana- “casi indisolublemente unidos”[30]. De esta manera, Perlongher responde a cierto ideario argentino sobre el Brasil, aquel que convierte a este país en detentor de una sociabilidad más permisiva o menos (directamente) represiva y que, más allá de cierta razón histórica (transparentada en el exilio de, principalmente, académicos universitarios argentinos durante la década del 70 y del 80[31]) le fue, en algunas ocasiones, reprochado. Así, Jorge Jinkis afirma (en un artículo de que tiene por blanco la lectura perlongheriana de la guerra de las Malvinas) que “la brasilera pasión es una pasión no menos argentina, argentinísima, un lugar donde el alma delicada del liberalismo progre ha encontrado en estos últimos años el clima tibio en el que pueden florecer sus manifestaciones expresivas”[32]. Sin embargo, más allá de retomar el viejo topos entre “los que se quedaron y los que se fueron” (que la discusión Cortázar-Heker había convertido ya en canónico[33]) lo importante es que Jinkis apunta a una percepción que Ramón Alcalde, en un artículo paralelo y aún más "agresivo", expone sin matices: lo que parece no tolerarse de Perlongher es su -en palabras de Alcalde- “ilusión extraterritorial”. “Fuera de su Estado (el de su pertenencia originaria)” –sentencia Alcalde- “[Perlongher] escribe como si viviera fuera de todo Estado”[34]. Antes que detenernos en los a priori teóricos y sentimientos (quizás nacionalistas) de Jinkis y de Alcalde, vale la  pena concentrarse en la singular manera en que parece superarse el recurrente imaginario tropical (aludido por Jinkis como “Geografía colorinche”): ya sea que se trate o no de una “ilusión”, Brasil permite (al menos a los “hispanos”) escribir “como si se estuviera fuera de todo Estado"; una percepción que, en todo caso, encontraría su antecedente en cierto imaginario sobre Brasil que hace de éste menos una nación -un “Estado” consolidado- que un territorio, un espacio distante, vago y confuso donde -por tan sólo mentar al Borges de “El Muerto”- un “triste compadrito” de Buenos Aires puede llegar a “capitán de contrabandistas”[35].

Si bien esta concepción fronteriza del Brasil nunca llega, en Borges, a asumirse lingüísticamente (apenas en “La forma de la espada”[36] se dice, recordemos, que el misterioso Vincent Moon habla con un “español abrasilerado”), otros escritores hispanoamericanos como Horacio Quiroga o Roa Bastos[37] han hecho del llamado portuñol la marca lingüística de esta extraterritorialidad o falta de pertenencia neta a un espacio nacional determinado.

Debemos agregar, por otra parte, que si el Brasil, en estas referencias literarias es menos un Estado consolidado que una frontera (con todo lo que esta conlleva de permeabilidad de lenguas y de permeabilidad de identidades),  Maite Celada (2000) en “Acerca del errar por el portuñol”[38], afirma, como contraparte, que en este país sería difícil ubicar la lengua española en alguno de los espacios simbólicos diseñados por el modelo tetralingüístico que Deleuze-Guattari elaboran en Kafka, por una literatura menor[39], pues el español raramente habría gozado de estatus de lengua extranjera en el Brasil. Si Perlongher en “el rompehielos” afirma  que “al gozador las lenguas se le hacen medias (o inmedias) como estambres”[40], Celada sostiene la hipótesis de que esta falta de estatus de lengua extranjera habilitó en el Brasil al portuñol como lengua sustituta del español, pues bajo la ilusión de competencia lingüística inmediata, esta “lengua” -superadora al parecer de la maldición babélica-, se ofrecería como un “entremedio” aceptable entre el español y el portugués[41] y, si se quiere, entre los mundos marcados por estas lenguas en América Latina. Debemos agregar, por otra parte, que Roberto Echavarren sostiene una hipótesis similar al afirmar en “Un fervor neobarroco” que “El portuñol es una respuesta estilística al aislamiento que caracteriza las tradiciones literarias hispana y portuguesa de nuestro continente”[42] (aislamiento que, de acuerdo a Jorge Schwartz en“Abaixo Tordesilhas!”, se debería más a la parte hispana que a la brasileña). Celebración del portuñol aparte, lo cierto es que si bien esta lengua puede festejarse como una suerte de “lengua franca”, la misma oscila, en tanto “entremedio”, entre la ilusión de transparencia propia de la lengua materna, aquella según la cual el hablante tiene la ilusión de ser dueño de su decir (“a língua do mestre” de acuerdo a Melman) y la resistencia que una lengua extranjera opone al hablante señalándole su imposibilidad de poder ser sujeto de otro saber  (herida narcisística delante de significantes que lo descentran y lo designan como extranjero o como, de acuerdo al mismo Melman, esclavo[43]).

De tenerse en cuenta que el portuñol no posee estatus de objeto científico y que se trata más bien (como el espanglish o el franglais) de una designación popular para fenómenos lingüísticos diversos[44], es interesante observar la manera en que el mismo se vislumbra o se imagina en cada oportunidad y, en nuestro caso, la singular manera en que este concepto se asume en Perlongher. En este sentido, debemos decir que Perlongher entrevió en el portuñol una formidable lengua poetica[45]. En efecto, si -como se afirma en “el rompehielos” de Alambres - “al gozador las lenguas se le hacen medias o inmedias”, debiéramos pensar que el portuñol es medio español y medio portugués -no del todo español y no del todo portugués-, y se esperanza en jugar una posición intermedia o niveladora entre ambas lenguas a través del cruce de imaginarias “medias” de lenguas (el cruce de los imaginarios caracteres generales del español –la “media” del español- con los imaginarios caracteres generales del portugués –la “media” del portugués); una ilusión ideal de nivelación o “media” que se frustra y acaba –de seguir la cita de Perlongher- en “in-media”, en una imposible conciliación que acaba en la oscilación o constante errar (en todos los sentidos) entre ambas lenguas, en -para volver a (grades)- aquel “petalo caviloso que, pecado en su pasmada esplendidez, tremola”; un “desliz” sobre el que el poema se funda y que hace del portugués el riesgo (palabra que en portugués podríamos traducir como “risco”) del castellano.

 En efecto, este poema nos enfrenta a toda una situación resbaladiza. Los “degraus” o escalones que el texto levanta por entre las superpuestas “grades” de lenguas, parecen dirigirse o rodar -entre ascensiones o descensos- en un medio sonoro que se desliza entre la vibratoria "r" (radas, rodas, rueda, rolaba, rolar, rielar, rajados, torsos) y la liquidez de la "l" (estola, gelatinoso, lame, losa, escala y, en combinación con otros fonemas: flejos, fleco, esplendidez, etc.). Por otro lado, si la “boa” en su caída lame los inflados (o gelatinosos) flejos (esa combinación de la sorda y fricativa “f” con la liquida lateral “l” que produce, a nivel articulatorio, el pasaje o “lambida” de la lengua por el paladar) el poema gira y se encaracola en torno de la combinación de la fricativa “g” con la líquida vibrante “r” de las “grades”, las gradas y la greda, toda una gradación o, de acuerdo a Nicolás Rosa (1997), una degradación que no sólo correspondería a cierto (neobarroso) “rebajamiento de las superficies”[46] (en este texto habilitado por lo “mohoso” o lo “gelatinoso”) sino también con el descenso de las vibrantes a lo que este crítico llama el sótano protoglótico de los fonemas niños y lácteos[47],  un “ejercicio de glotificación”  que llevaría al “amanecer primitivo de las palabras propias de la queja, el lamento y el llanto a mitad de camino de la exclamación trágica y de las lloronas pueblerinas y de las hesitaciones del goce sexual”[48].  mitad de camino de la exclamaci 

Ahora bien, si Perlongher ha sustituido “el bien por el deseo”, la trágica celebración de lo nacional por la “ilusión” extraterritorial (habilitada o hecha posible por aquel Brasil fronterizo), debiéramos quizás agregar que este “goce”, lejos de reducirse a lo “protoglótico”, se está diciendo, al menos en (grades), a partir de fonemas diferenciales entre el español y el portugués; pues, en una lectura más bien fronteriza y oscilante con la oralidad del portugués (al menos en su variante paulistana), la “r” estaría ganando un carácter gutural más que vibratorio, articulación que, en todo caso, se recuperaría en las combinaciones de ésta con fonemas oclusivos[49] e, incluso, en su alternancia con líquidas laterales (pranto-esplendidez-pringado) generando un desliz o resbale entre “r” y “l” típica del portuñol. De aquí, quizás, que “grades”, el título del poema, se encuentre entre paréntesis, pues menos que escalones o grados entre las lenguas, habría más bien resbalones, deslices y, por qué no, lamidas o lambidas.

Haroldo de Campos, el formidable poeta paulistano, habla en uno de los textos que escribiera en ocasión de la muerte de Perlongher (“Requiem”[50]) del “cuninlingüíneo portunhol lubrificante” del poeta argentino. En otro, titulado “Neobarroco: in memoriam”[51],  recupera el estribillo “Hay Cadáveres” del célebre poema perlongheriano[52] abriendo, no obstante, una cesura que convierte el impersonal de existencia “hay” en un lamento de dolor (ay) que, a pesar de la circunstancia de agonía aludida en el poema, se lee menos a partir de lo individual que de lo coletivo/nacional. Así se dice que "néstor perlongher" está:

morrendo e canta) “hay...”

madres-de-mayo heroínas-car-

pideiras vazadas em prata negra

lutuoso argento rioplatense plangem)

“...cadavéres” e está

morrendo e canta [...]

 

Contra esse “lutuoso argento” no solo se opone “seu canto de / pérolas-berrucas alambres bo- / quitas repintadas restos de unhas / lúnulas (...)” de la primeira parte del poema, sino también el hecho peculiar de que ese canto se realice -como se afirma hacia el final del poema- "em gozoso portunhol": una lengua que si permite aludir a una comunidad mayor que Haroldo llama “hispano-porto-ibericaña” es gracias a su capacidad de esbozar, de trazar los riscos (en portugués: trazos o planos) y riesgos de las lenguas por ella encontradas; una superficie resbalosamente fronteriza que la  “dudosa planta” del extranjero errante no podía, sin dudas, dejar de hollar.

 

 

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Documentos del Archivo Perlongher (CEDAE/Unicamp) citados en este trabajo:

 

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Documento 0027. Carta, em português, a Lúcia, fazendo perguntas referentes a questões administrativas vinculadas a seu doutorado na Sorbonne e fazendo comentários gerais sobre a França. São Paulo, 19 ago, 1991. 3pp, dt, c/ass.

 

Documento 0180. “Soneto”, em espanhol, e “Chamara-o”, em português. [São Paulo, entre 1983 e 1984?] 2pp., dt. c/ correções ms.

 

Documento 0318. “Santa Paula de la brigadeira (...)”, em português, e “Despeinam en el latido de los hilos (...)”. [São Paulo, 1988]. 1p., dt. e ms.

 

Documento 0383. “È preciso que emerja você” (sic), em português, e Yida [São Paulo, 198 ]. 2pp; dt. c/correções e anot. ms.

 

Documento 0418. “A titilação do verde (...)”, em português. [São Paulo, 1990] 1 caderno c/ 182 pp: p.5; ms. c/ correções. 

 

Documento 0485. “Errante marinha”, em português. [São Paulo, 1990] 1 caderno c/ 182 pp: pp. 3-4, ms.

 

Documento 0686. “Obelor”, em português. S.l.d. 1p., dt. c/correções ms.

 

Documento 0790. “Lamborguini, Carrera, Lamborguini: Un ‘nuevo’ verso rioplatense?” São Paulo, jun. e jul. 1982. 18 pp., dt. c/ correções ms. e xerox.

 

Documento 0792. “Los Lamborghini y Carrera: una ‘nueva’ escritura rioplatense?” São Paulo, nov. 1982, 7 pp., xerox.

 

Documento 0796. “El portuñol en la poesía”. São Paulo, dz. 1984. 11 pp; dt.

 

 

 

Documento 0819. “Evocar la Argentina me provoca uma sensa(...)”. S.l.d. 1p. dt. c/ correções ms.

 



[1] Hablamos aquí de la poesía neobarroca de Perlongher en los términos en que éste mismo establece el vocablo, siguiendo una línea teórica que reflexiona acerca del “nuevo barroco” y que va de Gillo Dorfles en su Teoría Estética de 1951 a Haroldo de Campos en A arte no horizonte do provavel, pasando por Severo Sarduy en su clásico Ensayos generales sobre el Barroco. Roberto Echavarren en Medusario, una antología de poetas neobarrocos hispanoamericanos, establece una serie de características comunes (experimentación con el lenguaje sin caer en el “didactismo vanguardista”, rechazo de convertir la imagen en icono, sintaxis compleja, proliferación rizomática de estilos, multiplicidad de niveles de referencia, dispersión de procedimientos). Ruben Darío es considerado generalmente un precursor por los neobarrocos  y  Lezama Lima reconocido como el gran maestro común (ver Sarduy, 1972). Rosa en su introducción a Si no a enhestar el oro oído del poeta argentino Héctor Piccoli, sintetiza la divergencia entre barroco y “nuevo barroco” al afirmar que “El barroco clásico no sólo es traducible, sino que exige la traducción, nos propone el placer de otros horizontes, otros textos, otras escrituras (...) El barroco de esta poesía (la poesía de Piccoli) no permite la traducción, la sugiere pero se ingenia para perturbarla y, al fin y al cabo, destituirla” Piccoli, 1983, p. 8. Un estudio sobre el neobarroco como “gusto de época” puede encontrarse en La era neobarroca de Omar Calabrese (1989); y una postura crítica sobre los intentos de periodización del barroco latinoamericano (que establecería una continuidad entre lo colonial=barroco y lo neocolonial=neobarroco) en Hansen, 2001: "Barroco, neobarroco e outras ruinas".

[2] El texto “Acreditando en Tancredo” se publicó en la revista Novo Leia, ano VII, no. 75, São Paulo, janeiro de 1985. También se encuentra reproducido en Prosa  Plebeya, pp. 215-218.

[3] A pesar de que “rolar” existe tanto en portugués como en castellano, debemos notar que mientras en esta última lengua no significa más que rodar (siendo su uso, además, extremadamente raro), en portugués este verbo asume varios sentidos figurados, entre ellos el de sacudirse al bailar o el de caer desde lo alto girando o revoloteando. En la “gíria” o argot del Brasil, también puede encontrarse en el sentido de "acontecer u ocurrir".  

[4] Además de un tipo de ofidio no venenoso, “boa” designa en la “gíria” o argot brasileño a una mujer de físico provocante (“boa” o “boazuda”).

[5] En “Hacia la subversión geográfica: Mar Paraguayo de Wilson Bueno” (en Atas do III Congresso Brasileiro de Hispanistas,  Associação Brasileira de Hispanistas-Universidade Federal de Santa Catarina, Florianópolis, 2004, en prensa) comparo las experiencias de Perlongher y de Wilson Bueno con la mezcla de lenguas, defendiendo el calificativo de “translingüístico” sólo para este último.

[6]  “Sopa Paraguaya” en Mar Paraguayo, ver Bueno, 1992, p. 8.

[7] Perlongher, em Caribe Transplatino, 1991, p. 16.

[8] Em Poemas completos, p. 107.

[9] Em Poemas completos, p. 172

[10] Por otro lado, este vaivén pasa también por aquellas vocablos que se interponen entre el título (grades) y la greda final, me refiero a aquellos que surgen de la elisión de la g, dando los cimbreantes “radas rodas, rueda”.

[11] Sigo aquí la distinción propuesta por Abdelmalek Sayad (1998) en “Imigração e convenções internacionais” y “A ordem da imigração na ordem das nações”. Según las reflexiones del autor citado, aunque no exista diferencia jurídica entre la condición de extranjero y la de inmigrante (pues, desde el punto de vista legal, la categoría de extranjero subsume a cualquier otra), sería necesario superar las limitaciones del estatuto jurídico para poder aprehender la verdadera situación de las personas que atraviesan fronteras nacionales. Así, de acuerdo a Sayad, el inmigrante es aquel en quien "os efeitos da condição social dobram os efeitos da origem nacional" [los efectos de la condición social doblan los efectos del origen nacional”] y estos, a su vez, recalcan la jerarquía usualmente establecida  entre las naciones. De aquí que el inmigrante siempre sea alguien oriundo de um mundo dominado, “que só forneceria imigrantes’ [que sólo proveería inmigrantes]. Por su parte, el extranjero, según Sayad, sería aquel en quien los efectos de la condición social anulan los efectos del origen nacional y, por ende, es tratado siempre “com o respeito devido a sua qualidade de ‘estrangeiro’” [con el respeto debido a su condición de extranjero”]. Los artículos mencionados pueden encontrarse en A imigração (ou Os paradoxos da alteridade), São Paulo, Edusp, pp. 235-263 y 265-286.

[12] Me refiero al trabajo antropológico urbano de Perlongher, sintetizado en O negócio do michê. Prostituição Viril em São Paulo, Dissertação de Mestrado em Antropologia Social, Campinas, Unicamp (publicado em el Brasil por la editora Brasiliense en 1987 y traducido al español y publicado en Buenos Aires en 1993 por la editora La Urraca, bajo el título de La Prostitución Masculina). El término “Boca do Lixo” puede traducirse como “Zona Roja” (literalmente “Boca de la Basura”). Trabajo la figura del exílio en este trabajo antropológico en mi artículo “Yiros, bocas y ghettos: de la constitución de un sujeto del exilio en “O negócio do michê de Néstor Perlongher” en Anais do IX Congresso Internacional da Associação Brasileira de Literatura Comparada, Abralic/Universidade Federal do Rio grande do Sul (UFRGS), Porto Alegre, 2004 (en prensa).

[13] A juzgar por algunas cartas personales de Perlongher escritas en portugués, su dominio de esta lengua, a pesar de algunos errores, alcanzó ciertos rasgos de expresividad personal. Así en “Carta a Lúcia” (documento CEDAE 0027)-una estudiante brasileña que auxilió a Perlongher en los trámites para su inscripción en un doctorado en la Sorbonne bajo orientación de Michel Maffesoli- el portugués de Perlongher, más allá de un ocasional error en la colocación pronominal, se destaca por llegar a utilizar expresiones idiomáticas propias de um nativo: “Finalmente chegou tua esperada carta. Alegria. Te respondo acelerado como boto detrás da canoa pois o tempo voa como passaro azul no igarapé”. Por otro lado, el domínio que Pelrongher tenía del portugués se manifiesta en su competencia para discutir con su traductor la propiedad de algunas traducciones (por ejemplo, con Josely Vianna Baptista en documento CEDAE 0019). Por último, los textos poéticos que Perlongher llega a escri Anais do IX Congresso Internacional da Associação Brasileira de Literatura Comparada, Abralic/Universidade Federal do Rio grande do Sul (UFRGS), Porto Alegre, 2004 (en prensa).bir en portugués indican ya un uso estético de este. De hecho, en el Archivo Perlongher /CEDAE (Universidade de Campinas), encontramos algunos textos poéticos escritos diretamente en esta lengua. Algunos de los mismos, tanto por su temática/forma como por su fecha, responden sin duda, al “Auto Sacramental” que Perlongher estaba escribiendo durante la década del '90 (un proyecto que recebiría em 1992 el apoyo de la Fundação Guggenheim). Estos textos son dos: "Errante marinha" (no CEDAE 0485) y "A titilação do verde” (no CEDAE 0418). Lo curioso consiste en otros textos en los cuales Perlongher parece ensayar una escritura poética en portugués, en ciertos casos todavía muy próxima a la prosa (como en “Santa Paula de la brigadeira”, no CEDAE 0318 y “É preciso que emerja você”, no CEDAE 0383), y en otros jugando ya con sonoridades propias del idioma y con cierta estética neobarroca (como en el logrado "Obelor”, no CEDAE 0686). Aunque sea muy dífícil afirmar (fuera del proyecto puntual del "Auto Sacramental") una decidida intención de Perlongher en el sentido de escribir poesía em portugués (sin la intermediación de la traducción) estos textos demuestran cierta inquietud (quizás desde muy temprano, como se percibe en el esbozo de algunos versos em portugués, escritos entre 1983 y 1984, en el  dorso de un soneto en español, ver “Chamara-o”, no CEDAE 0180).

[14] Walter Pabst destaca el interés del soneto cuatrilingüe como índice del programa lingüístico gongorino en La creación gongorina en los poemas “Polifemo” y “Soledades”, Madrid, 1966.

[15] Para la reflexión vallejiana sobre la emergencia de palabras extranjeras en su poesía, ver   “Contra el secreto profesional”, citado por Ballón, Enrique “Para una definición de la escritura de Vallejo” en VALLEJO, César. Obra poética Completa. Bs .As.: Ayacucho / Hyspamérica, 1986.

[16] Seguimos aquí la lectura de John Beverley en su “Introducción” a la edición crítica de Soledades por la editorial Catedra, Madrid, 1989. 

[17] Echavarren, Roberto. “Un fervor neobarroco” en Perlongher, Nestor. Poemas completos, p.11.

[18] "Canción de amor para los nazis en Baviera" en Austria-Hungría (1980). Ver Poemas Completos, p. 27.

[19] Ibidem, p. 26.

[20]En el documento CEDAE 0790 “Lamborguini, Carrera, Lamborguini: Un ‘nuevo’ verso rioplatense”, Perlongher aúna estos autores porque se trataría de antecedentes de una invasión “de lo ‘poético’ sobre lo social’ (y no a la inversa como postula el social realismo)". Se trataría así de “una suerte de pulsión poética volcada directamente sobre el campo social, sexualizada y que sexualiza ese terreno” (Documento 0790, p. 4).  En la página 6 del mismo documento, Perlongher cita un fragmento de un reportaje a Osvaldo Lamborguini (en Lecturas Críticas, "El lugar del artista", no. 1, Bs. As., 1980), en el que Lamborghini acusa a la ideología liberal de izquierda cierta propensión “llorosa” de la literatura argentina “¿Querés que te diga la verdad? ¿Cuál es el peor enemigo? Es Gonzalez Tuñon; los albañiles que se caen de los andamios, toda esa sanata, la cosa llorona, bolche, quejosa de lamentarse (...) Esto es poesía quejosa, hacer esta especie de orgullo de padre proletario, que se levantaba a las 5 de la mãnana con sus manos callosas; que traía pan crocante a la mesa (...) No hay, te digo, una cosa personal con Castelnuovo, más bien con la ideología liberal de izquierda, esa cosa llorosa. Es decir que los escritos tienen que valer por el sufrimiento que venden y por las causas nobles de ese sufrimiento” (Documento 0790, p. 6). 

[21] Incluido, en versión en portugués, en Evita vive, ver bibliografía. Recientemente publicado en español

[22] A pesar que este texto ya había sido publicado en inglés en una antología de textos reunidos por Winston Leyland, causa una verdadera polémica pública cuando se lo publica en Buenos Aires en 1989 (en El Porteño no. 88).

[23] En “Un fervor neobarroco”. Ver Perlongher, Nestor, Poemas completos, p.11.

[24]  Anderson, 1993, p. 27.

[25] Perlongher elabora una genealogía de esta actitud en  “Los Lamborghini y Carrera: una ‘nueva’ escritura rioplatense?” (Documento CEDAE 0792). Los nombres incluidos son  los hermanos Lamborghini, Osvaldo y Léonidas, citando de este último un texto donde se desestructura el Himno Nacional Argentino: “lo mortal/ lo que se oye/ -oíd: el ruido de lo roto en el trono de la identidad / en / lo dignísimo / -oímos / respondemos: el ruido de lo sagrado de lo unido en / lo dignísimo de / la identidad que se rompe./ oímos lo abierto a lo mortal, la salud rota en/ lo mortal: el grito”. Otros autores mencionados son Enrique Molina y el erotismo desbordante de “Una sombra donde sueña Camila O´Gorman”, texto que relata el famoso episodio histórico no ya para retratar la crueldad tiránica y política de Rosas (como usualmente fue contado) sino para exacerbar el peso erótico de la historia. Por último, Perlongher incluye a  Germán García (autor de Nanina, prohibida por “obscenidad” en 1968) y a Luis Gusmán (autor de El frasquito),

[26] El concepto de una literatura que sustituye el bien por el deseo "sea este un deseo de poder, un deseo de justicia, un deseo de goce" pertenece a Héctor Libertella, y es citada por Perlongher en “Lamborghini, Carrera, Lamborghini: Un ‘nuevo’ verso rioplatense?” (Documento CEDAE 0790) a partir de una cita de la revista Literal no. 1 (p. 42). Las definiciones de Libertella en pro de una “nueva escritura” que prioriza el goce antes que el “compromiso” parecen esenciales a Perlongher, quien en varias oportunidades respalda sus planteos a partir de la introducción de Libertella a su antología Nueva escritura en Hispanoamérica. Así, por ejemplo, en "Los Lamborghini y Carrera: una 'nueva escritura' rioplatense?", documento CEDAE 0792, llega a asimilar el concepto de “nueva escritura” al de literatura neobarroca brindándole al mismo una  historia más amplia. De esta manera, en otro artículo que en verdad parece ser una reescritura del aquí aludido, Perlongher cambia el título de “nueva escritura” por el de “nuevo verso”.

[27] En La Republica Mundial de las Letras Pascale Casanova hace del concepto de transnacionalidad, uno de los recursos que tendrían las literaturas de los confines para instaurarse en el centro del debate intelectual. Casanova, discípula dilecta de Pierre Bourdieu, lee así los procesos de internacionalización desde la constitución de un campo literario global y, desde esta perspectiva, su pensamiento parece querer desacralizar el concepto de extraterritorialidad de George Steiner. Si, para este pensador, los escritores modernos son aquellos que se quedaron sin hogar (aquellos que, arrojados de la lengua materna, debieron refugiarse en lenguas extranjeras), en Casanova se trata de releer esta opción por la superación de las fronteras nacionales menos como un abrigo que como una estrategia, menos como efecto de la intemperie intrínseca a la modernidad que como una deliberada búsqueda de participación en el mercado mundial.

[28] El concepto de exilio sexual proviene de una entrevista que, bajo el título de “El espacio de la orgía”, Osvaldo Baigorria le realiza a Néstor Perlongher en El Porteño, no. 41, julio 1985. Utilizamos el concepto de territorio ya que Perlongher, en una entrevista a la que enseguida aludiremos, confiesa que  “El exilio, aunque tenga sus lamés dorados, desterritorializa. Y parece que no hay vuelta, se territorializa en la desterritorialización, un nomadismo de la fijeza” (ver siguiente nota ).

[29] En entrevista a la revista Babel, no. 9, 1989. Esta revista publicaba en cada uno de sus números una sección titulada “La Esfinge", que consistía en un cuestionario de 69 preguntas idénticas para cada autor. Perlongher envió sus respuestas desde São Paulo y su respuesta a la pregunta no. 26 ¿En qué país le gustaría vivir?, Perlongher responde: “Tal vez en Argentina, si no fuese tan autoritaria, hiposensual, decadente –o sea si fuera, vaya ilusión, “otra” Argentina, sin que para ello hubiera que recurrir (espanto ahuyentador) al despoblador de Beckett. Acaso en Bahía, Brasil, si hubiera allí cómo mantenerse sin desmantelarse. El exilio, aunque tenga sus lamés dorados, desterritorializa. Y parece que no hay vuelta, se territorializa en la desterritorialización, un nomadismo de la fijeza”. Reproducido en  Prosa Plebeya pp.13-21.

[30] En documento CEDAE 0819, donde Perlongher escribe que “Evocar la Argentina se me asocia casi instantáneamente a una sensación de pánico: terror y goce aparecen casi indilosublemente unidos. Esa contigüidad puede bien ser un efecto de estilo. Sara Torres me acusa de escribir con el ombligo: el problema (lo que pasa) es que escribo como (desde) el culo. Desde que otro lugar cabería (sic) escribir sobre la homosexualidad en la Argentina”.

[31] Debemos considerar que Perlongher no es um caso aislado y que el exílio argentino en el Brasil durante la última dictadura recibe muchos nombres del sector de profesionales universitarios que, sin estar en ocasiones explícita o personalmente amenazados por el terrorismo de estado, se encontraban asfixiados por la restringida vida civil o, directamente, por ser blancos potenciales de ese terrorismo. Esto sin tener en cuenta otro factor importante que es el ataque físico (en el cuerpo de los profesores y estudiantes, desde la “noche de los bastones largos”), político y ecónomico de las dictaduras militares a la universidad pública argentina. 

[32] “A la tibia musa, de un vate desencantado” en Sitio, no. 3, 1983, p. 50/51

[33] Este debate fue publicado en El Ornitorrinco, Bs. As., no. 7, enero-febrero de 1980, y no. 10, octubre-noviembre de 1981

[34] “Ilusiones de isleño”, Sitio no. 3, 1983, p. 55.

[35]  En Borges. El Aleph. Ver Obras Completas,  1993, p. 545.

[36]  En Borges, J. L. Ficciones.  Ver Obras Completas, 1993, p. 491.

[37] En “Brasil en Yo el Supremo (o de bandeirantes, tamoraes y carnavales de cartón)”,  Hispamérica, año XXIX (87), Dezember 2000, trabajo los usos del  portuñol en Yo el Supremo de Augusto Roa Bastos.

[38]En  Tsé Tsé no. 7/8, Bs. As., mayo 2000.

[39] Deleuze-Guattari (1977) elaboran a partir de los estúdios de Gobard sobre el carácter vehicular de la lengua inglesa  un modelo explicativo de las “funções da linguagem que podem manifestar-se para um mesmo grupo através de línguas diferentes” (Deleuze-Guattari 1977, p. 36). De esta manera diferencian, a partir de la lengua vernácula (materna y territorial), la lengua vehicular (urbana-comercial y des-territorializante), la referencial (la lengua de la cultura y de la re-territorialización cultural) y la mítica (la lengua de la re-territorialización espiritual o religiosa).  

[40] El texto “el rompehielos” está incluido bajo el título mayor de “Frenesí” en Alambres (1982). Ver Poemas completos, p. 107.

[41] La autora vuelve a trabajar su concepto de “entremeio” en su tesis de doctorado: O espanhol para o brasileiro. Uma língua singularmente estrangeira, Unicamp/Iel, 2002.

[42] En Perlongher, Néstor. Poemas completos, p. 11.

[43] Seguimos aqui las reflexiones de Melman 1992, pp. 16-17, donde se sostiene que si la lengua materna es la lengua del amo, la lengua extranjera es la del esclavo, pues es allí donde el significante  pierde “sua faculdade de representar o sujeito para um outro significante, a fim de ganhar uma função de designação”.

[44] Así Celada 2000 nos advierte que  “A verdade é que o termo ‘portunhol’, pelo fato de funcionar como uma espécie de ‘curinga’ que circula e se desloca por diferentes espaços, refere-se a diversos objetos, dentre eles designa a língua de mistura – entre espanhol e português – nas diversas fronteiras do Brasil com os países hispano-americanos. Por isso, ‘portunhol’ pode designar tanto a língua dos hispano-falantes que moram neste país (à qual alguns dão o nome de “espagués”) quanto aquela produzida pela relativa audácia dos veranistas argentinos nas praias brasileiras ou, ainda, pela boa disposição dos anfitriões que aí os recebem. Pode designar também a modalidade com a qual os brasileiros ‘dão um jeito’ de comunicar-se com os hispano-falantes dentro ou fora do Brasil. Com freqüência, o termo é utilizado ainda pelo próprio aprendiz para referir-se à língua que vai produzindo ao longo de seu processo de aprendizado". (Celada 2002, p. 44). Por otro lado, debemos agregar que la designación portuñol (construída em base a términos análogos como “franglais” o “spanglish”) no sería la única posible, pues a esta, sin duda la más generalizada, podríamos agregar otras designaciones tal vez más regionales y propias de las zonas fronterizas: “entreverado”, “brasilero”, “fronterizo”, “carimbão” ou “bayano”. Behares (1985, pp.8-10) califica todas estas designaciones (inclusive el portuñol) como designaciones populares, y antepone a las mismas el efectivo estúdio teórico/lingüístico de los fenómenos a las que estas designaciones aluden.

[45] No solo em la ya citada introducción a Mar Paraguayo de Wilson Bueno, sino también en“El portuñol en la poesía”, un artículo presentado  al “Encuentro de Profesores de Español del Estado de São Paulo” organizado en diciembre de 1984 en la Universidade de São Paulo (USP).  Ver Documento CEDAE 0796. “El portuñol en la poesía”. São Paulo, dz. 1984. 11 pp; dt. Reproduzido em Tsé Tsé no. 7/8, Bs. As., mayo 2000.pp. 254-259. Adrián Cangi le dedica a este artículo um pormenorizado estudio en “Una poética bastarda”,  Tsé Tsé no. 7/8, Bs. As., mayo 2000.

[46]En Rosa, Nicolás. Tratados sobre Néstor Perlongher, p. 68. Recordemos que en Caribe Transplatino, Perlongher llamó “neobarroso” a la inflexión rioplatense del neobarroco. Amir Hamed (1988) afirma que los "neobarrosos remiten, vía Borges, a un suelo de incertidumbre, desestabilizado por el líquido". La referencia a Borges alude a su poema Fundación mítica de Buenos Aires, donde el poeta se pregunta si es "por este río de sueñera y barro" que vinieron los barcos “a fundarme la patria” (versos recobrados por el uruguayo Onetti en el epígrafe de su última novela Cuando ya no importe).

[47] En Rosa, Nicolás. “De estos polvos, estos lodos...” en Cuadernos de Recienvenido, no.18 Homenaje a Néstor Perlongher, 2002, p. 31.

[48] En Rosa, Nicolás.  “Una ortofonía abyecta” en Lúmpenes peregrinaciones, p. 31.

[49] Con “g”: grades, degrau, degrádase, desagradable, gredas; con “t”: tremola; con “p” -donde alternará, como enseguida veremos, con la líquida lateral “l”-pranto y pringado.

[50] En Cuadernos de Recienvenido no 18, Homenaje a Nestor Perlongher, 2002, pp 5-10.

[51] Incluído em Lamê, p. 15.

[52] “Cadáveres” em Alambres. Ver Poemas Completos, pp. 111-123.

 

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