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Relecturas de las letras coloniales: “La Crónica de Indias”

Iniesta Cámara, Amalia
UBA-UNRC

 

         La propuesta del trabajo que presentamos es la de aproximarnos críticamente a las lecturas que se han hecho de la Crónica de Indias en estudios recientes, tanto como los planteamientos desde distintas perspectivas respecto de los criterios para emprender las ediciones. Esto es, exhibir las problemáticas y debates de las mismas que suponen las formaciones discursivas surgidas como consecuencia del proceso de Conquista.

         Los investigadores Ignacio Arellano, filólogo, y Fermín del Pino, antropólogo, han editado el volumen Lecturas y ediciones de Crónicas de Indias. Una propuesta interdisciplinaria. El mismo contiene trabajos de investigación relativos a las ediciones electrónicas de las Crónicas, estudios de Códices Americanos, una sección que contempla el referente real americano de determinados textos, otra que presenta debates ecdóticos puntuales; una final significativa se ocupa de lecturas diversas de las Crónicas en el género disciplinar, espacio y tiempo. Este es el punto de partida de nuestra investigación.

         Los textos se contemplan dentro de la cultura hispánica—y apuntamos—hispano-americana. Uno de los estudiosos señala que la Crónica y otros textos indianos forman un corpus que está en deficientes condiciones textuales. Indica además la falta de lecturas, la limitación de perspectivas interpretativas y afirma que algunos investigadores son altamente ideologizados.

El filólogo y crítico Arellano quisiera reflexionar para conducir “complejos y enriquecedores estudios interdisciplinarios”, que sería la propuesta del volumen. Ese conjunto de estudios avanzan en el camino de la edición crítica de las Crónicas de Indias. Son textos indianos de gran valor en cuanto a lo histórico, poético, antropológico en estado precario, que se intenta recuperar. Finalmente, afirma que no se ha prestado atención al “estado del texto, su legibilidad y comprensión, no se han ocupado de aspectos cruciales de las Crónicas, muy variadas y que responden a objetos y técnicas narrativas, igualmente diversos.

 

Se pone de manifiesto, pues, la necesidad de hacer ediciones de las Crónicas de Indias, en especial del área andina, en la cual hay menos trabajos realizados que en la mesoamericana. Se señalan en los distintos artículos en su conjunto, por una parte las carencias de las ediciones actuales y por otra los criterios de edición que se consideran deberían cumplir. Además se advierte que los críticos proceden de distintas disciplinas, como la filología, la lingüística, la antropología, la historia y la crítica literaria y son peruanos, españoles, alemanes, cubanos, norteamericanos, de allí que los intereses que los mueven sean específicos de aquellos estudios, si bien en ocasiones son coincidentes. Por ello, los estudiosos poseen sobre ese material que en principio es de carácter histórico, miradas relacionadas con el campo del que proceden, dentro de una cultura americana.

Por lo tanto, en esta comunicación nos parece importante trazar un perfil del investigador de esa textualidad que en general se denomina “Crónicas de Indias”, contemplar qué leen en ellas o qué lectura hacen de las mismas; cuáles son las preguntas que se plantean los críticos, y aún qué lecturas se deberían hacer para avanzar en este campo de conocimiento. Es evidente que hay una serie de debates o de discusiones en torno al modo de leerlos como al de editar aquellas formaciones discursivas, la Crónica de Indias en sentido amplio: informes a la Corona o a la orden religiosa, memoriales, documentos jurídicos, teológicos, filosóficos, narraciones de carácter autobiográfico, relaciones.

En cuanto a los señalamientos de los criterios de edición de las Crónicas de Indias, y del estado de situación, y sugerencias o recomendaciones encontramos lo siguiente: cada investigador expone sus criterios para la edición de Crónicas de Indias. Los documentos han de transcribirse con precisión, con cuidado. Han de hacerse introducciones por expertos y estudios eruditos; confeccionar Índices topográficos y onomásticos. Han de ofrecerse textos fiables, ajustados al Manuscrito o a la edición Princeps y hacer cotejos de Manuscritos y sus variantes; localizar y revisar otras versiones aparecidas en forma fragmentaria. A veces se hacen ediciones sin aparato crítico o sin respetar la integridad de textos originales. Se critican ediciones anteriores y colecciones y se elogian o no se mencionan otras. Se afirma que el texto “pide” determinadas cuestiones y que el crítico debe ser guiado por el texto primero.

Otro punto lo constituyen las ilustraciones y los anclajes que pueden estar en distintas lenguas; de ellos se cuestiona cómo deben ir en el texto y cómo deben analizarse. El crítico pide acercar los gráficos y dibujos al lector, que ayuden a la comprensión del texto. En casos, el propio autor del documento ha reunido los dibujos de un códice Tovar para la edición de su texto Historia de Méjico. Se destacan ciertas ediciones que se contemplan sobre otras, por su mayor calidad tipográfica. Hay dibujos por ejemplo en la edición de la Historia del Padre Acosta que ilustran sobre dioses, sacrificios, templos, calendarios y sistemas de escritura.

Entre otras apreciaciones se recomienda restablecer la versión original de un texto; hacer un trabajo de etnógrafo, historiador y filólogo. Han de localizarse para ello copias del texto en cuestión, en la Biblioteca Nacional de Madrid o de México, así como en los Archivos Históricos de Sevilla. Deben establecerse relaciones del texto con su editor primero; además, considerar las versiones que de una obra se han hecho en latín, en español, en alemán o en inglés, las traducciones a otras lenguas. Esos textos al ser traducidos sirven para transmitir o comunicar conocimiento, modos de vida, costumbres indígenas a otras culturas.

Ha de rodearse al texto, por ejemplo, en el caso del Relato de una crónica, de otros viajes españoles a la región. Esto es, se amplía para comprender. Se hace necesario, ya en un trabajo de investigación desde distintas especialidades, ponerse de acuerdo en torno a cuestiones dadas, entre críticos literarios, lingüistas, historiadores, antropólogos, para editar, entre otros, a un cronista-etnógrafo franciscano como Fr. Bernardino de Sahagún, a un relator como Bernal Díaz del Castillo, un misionero de los jesuitas como Joseph de Acosta, o a un cronista indígena como Felipe Guamán Poma de Ayala.

Las ediciones críticas exigen un aparato de notas, incluyendo variantes textuales y comentarios, así como ilustraciones y grafías originales, ello especialmente para bibliófilos y filólogos. Otro sería el caso de las ediciones manuables, entre los cuales figuran las de la Colección Austral (Viejos y Clásicos), que llevan breves notas explicativas, con una introducción anónima. Se recomienda también incluir aclaraciones a pie de página y explicaciones de los editores para la comprensión del texto en el sentido elegido. Entre los esfuerzos editoriales de las Crónicas y textos de la Conquista se destaca la Colección de “Historia 16” a cargo del historiador Manuel Ballesteros, de gran rigor, según revisión de originales y notas; lo ha estudiado Concepción Bravo Guerreira para este volumen.

Hay que considerar para hacer una edición las versiones de un informe o documento y los distintos Manuscritos. En ciertos casos se señala que se han hecho reediciones de la primera edición de un texto en forma incompleta que luego se han vuelto a publicar; otras en el siglo XIX hasta la de Clásicos Tavera de 2001 en CD.

Planteamos como reflexión a lo expuesto cómo hacer ediciones de material colonial para los niveles secundario y universitario. Serían lecturas seleccionadas para estudiantes, aligeradas, modernizadas en su prosa y lengua, pues debería acercar a otro lector para que conociera parte de su historia y de su cultura americana. El caso que serviría de ejemplo entre nosotros es la edición de las Crónicas iniciales de la Conquista del Perú (1987), de los historiadores Alberto M. Salas y Miguel A. Guérin y del filólogo José L. Moure, por editorial Plus Ultra de Buenos Aires. Otras son las pretensiones de una edición para investigadores y críticos.

Para realizar ediciones críticas, en el interés de divulgar dichos textos, hay que resolver los problemas que todos los críticos le otorgan a la práctica del manual, la antología y la selección que se lleva a cabo para el libro objeto (además, naturalmente, de otros problemas relativos al costo, la fotografía, etc.). Serán las operaciones de canonizar, fragmentar o censurar los textos.

Como carencias de las ediciones críticas, razones y criterios se señalan el descuido de aspectos filológicos de la Crónica de Indias. En general las lecturas descuidadas llevan a la falta de análisis comparados entre el texto base y el comentario crítico; no hay cotejos entre las variantes; falta un criterio sistemático en el tratamiento del texto. Un caso claro es el de la ortografía, en que encontramos una modernización caprichosa, errática, hay errores de anotación e interpretación. Hay falta de criterios en cuanto a la puntuación y en la corrección de estilo; errores lingüísticos y aún errores factuales, históricos. No hay en general una correcta fijación del texto; los textos han de situarse en su propia historia bibliográfica.

 

Es muy importante trazar la biografía del cronista; su vida en Indias, la función que ha venido a desempeñar, su relación con la autoridad real o los superiores de la orden. Como ejemplos varios, tenemos los casos de Polo de Ondegardo y de José de Acosta. El primero ha sido asesor de los virreyes del Perú desde Mendoza a Toledo; es defensor de derechos pre-hispánicos, de sus “fueros”. Fue propietario de tierras, minas y obrajes. Esto es, hay que situar al autor del texto para comprender cuál es su lugar social, político, religioso; y enmarcado en su contexto biográfico-histórico. En el caso del Padre Acosta, el antropólogo que lo estudia valora su formación en lenguas: latín, griego, hebreo, como jesuita. Ello contribuye a la Escritura de su Historia Indiana.

El valor de editar los textos representa unos esfuerzos que contribuyen no sólo a rescatar y recuperar materiales que hacen a la cultura indiana o americana, sino a su relectura. Completa la obra de conjunto de cada cronista, relator, viajero, historiador en sus inicios, escritores o narradores primeros, a su estudio e investigación y a situar la importancia histórica de su textualidad. Contribuye, en fin, al conocimiento de la sociedad andina.

Si consideramos algunos modos de investigar el material, nos encontramos por ejemplo con que Karl Kohut trata de las versiones de un acontecimiento significativo como es la muerte de Motecuhzoma, que estudia y luego compara: en este caso la de G. Fernández de Oviedo como oficial, la de Hernán Cortés, Bernal Díaz, López de Gomara, Francisco de Aguilar, Vazquez de Tapia, en El cuerpo del delito.

Se estudia un episodio interpolado dentro de una crónica, de carácter histórico-narrativo y descriptivo y en él se indaga un retrato, la morosidad de detalles, los discursos atribuidos a los conquistadores y al cacique. El relato asume una dimensión ficcional. A veces se incluyen reflexiones filosóficas al estudio de una narración. También se complementa el estudio historiográfico de una Crónica, con uno literario. Se aproxima una documentación entre Historia y Literatura en el tratamiento del motivo de “náufrago” y “naufragio” en relatos de la conquista como lo hace Trinidad Barrera.

Se investigan las influencias internas y externas en la evolución de un texto, que llevan a cambios de lectura en el tiempo y en contextos diferentes. Además se observa la evolución de la bibliografía crítica en el Perú para la Crónica de Indias. Se encuentran escenas de gran dramatismo en el relato que son analizadas desde la filología. Aparecen implicancias ideológicas de un texto, que se contemplan como por ejemplo la sucesión legal de un curaca. Asimismo se investigan fuentes orales y escritas de los documentos, la escritura alfabética y las pictografías, filtradas por una conciencia española, como es la versión indígena de Sahagún, que acude a los Códices, al trabajo de los franciscanos, a los testimonios indígenas.

Consideramos tres estudios sobre Pedro Cieza de León. Corregidas y aumentadas: edición y lectura de las Historias de Cárdenas, Cieza y Ovalle. Millones Figueroa estudia el contrato de edición entre Pedro Cieza de León y su editor Montes de Oca. Propone el estudio de la intervención editorial de los autores de las Crónicas de Indias y presenta tres casos. El investigador se interesa por el papel de Cieza como historiador: éste se preocupa por editar su obra en busca de Fama y dinero; él mismo corrige las pruebas de edición. El crítico propone estudiar el testamento del cronista. Cieza defiende una “clara transmisión textual”, controla el proceso de edición en sus diferentes dimensiones. El estudioso hace, pues, un estudio y crítica de ediciones. Busca a un escritor verdadero. Estudia luego la Censura y las notas a la edición de Juan de Cárdenas. En el caso del texto de Alonso de Ovalle, Millones se dedica a considerar los distintos ejemplares editados, con sus múltiples variantes y el Prólogo. Concluye en su investigación que un soldado—Cieza—, un médico—Cárdenas—y un sacerdote—Ovalle—que él pone en relación, nos dejan claves para la interpretación de sus propios textos. Él apela a la historia de los sucesos editoriales que conducen a la edición de un texto. Los cronistas dan indicaciones para la edición de sus obras.

Hay otro trabajo consagrado a Cieza por Jiménez de la Espada. En sus notas Lopez-Ocón destaca la edición de Aranibar y estudia quiénes trabajaron y cómo en ese texto; sobre qué Manuscrito se ha estudiado—Vaticano, y el Escurialense—, y quiénes han intervenido en ello (F. Pease, Carmelo Sáenz de Santa María, y Durand). Se incluyen polémicas que mantuvieron los editores de Cieza, las vicisitudes acaecidas entre la primera edición de la Segunda Parte de la Crónica del Perú. Se compara la edición con las lecturas realizadas en el siglo XX.

En el artículo que del Pino consagra a la crítica textual, las disciplinas humanísticas y el contexto histórico, enuncia como recomendación que habría que rodear al texto de su mundo letrado, ilustrado, cultural (contexto y co-texto), lo que contribuiría a una mejor comprensión del mismo. Para Fermín Del Pino, es evidente el interés del autor por comunicar las claves de un mundo nuevo y el editor moderno de la Crónica debería encontrar los dibujos, hacer los esfuerzos por “imitar” los procedimientos del autor en su tiempo para comunicarse con sus lectores.

En las Crónicas de Indias en general sería conveniente que el editor consiguiera transmitir el mensaje y los procedimientos haciendo equivalentes al Autor y al Lector; estudiar los géneros—en qué consisten las Crónicas—y sus antecedentes aún dentro del mismo texto. Se pide en un Informe, de prosa jurídica, se eliminen las digresiones para aligerarla, modernizar la ortografía, ordenar la exposición en capítulos, en secciones y en el uso de aparato crítico, para contribuir a una relectura de la obra de un autor.

Como ejemplo de las reflexiones de un estudioso de la Crónica, presentamos las Notas de Andrés Oehrli, que se ocupa de una edición de la Historia del célebre santuario de Nuestra Señora de Copacabana y sus milagros e invención de la cruz de Ramos Gavilán y hace las reflexiones que siguen: las “Noticias de Nutka” son el ejemplo que se ha contemplado sólo como documento científico o histórico; el crítico reclama que se comprenda la naturaleza compleja y ambigua del texto y de su autor. La razón es precisamente mostrar la necesidad de la interdisciplinariedad. Esto es, un historiador no debe ceñirse sólo al análisis historiográfico ni el antropólogo al etnográfico. No puede ser el texto sólo fuente de información como repertorio o base de datos.

Él propone que hay que hacer una lectura crítica de la Crónica, para llegar a la comprensión de la época y de los textos. La edición es—afirma—“un ejercicio de representación” y es un hecho social en sí mismo. Si procuramos editar un texto desde una perspectiva cosmopolita crítica, hay que tomar en cuenta dos valores: una consideración ética que sospeche de valores universales y otra que lo haga desde tendencias imperiales. Hay que contemplar para una edición múltiples elementos involucrados en la relación editor-texto. Los críticos han de ser conscientes del proceso y valores de creación de conocimiento en que están inmersos los editores. Las disciplinas que forman parte del proceso de edición, ordenan nuestra visión del mundo. Ellas deben ser visibles en la presentación de nuestra versión de un texto, igual que el propio editor que ofrece al lector un producto nuevo ajustado a la relación texto-editor, en un entorno académico.

Entre las ediciones electrónicas de las Crónicas de Indias, destacamos el caso de Guamán Poma de Ayala, proyecto informático de la Biblioteca Real de Copenhague, que ha sido digitalizado y publicado bajo la conducción de Rolena Adorno, aquella “Primera nueva crónica y buen govierno.” Las ventajas de disponer de ella para los investigadores son evidentes. Declara Rolena que como editora del sitio, su deseo es ampliar el espacio documental y textual del proyecto incluyendo otras crónicas y relaciones de la época sobre textos andinos. Se intenta crear enlaces a fondos documentales de otras instituciones. En fin, su proyecto es el de crear un centro de investigación electrónica.

Otro caso se trata de la informatización del Archivo de Marcos Jiménez de la Espada de la Biblioteca General de Humanidades. La recreación virtual del viaje de la Comisión Científica del Pacífico, de la que se ocupa el investigador del CSIC, Leoncio López Ocón. Se ha creado un servidor de información de la documentación de las colecciones documentales y científicas. Se trata de un sistema de información multidocumental, que sirve de acceso y recuperación de la misma, dispersa en repositorios diversos.

El más ambicioso es el proyecto de digitalización de la Biblioteca Virtual Cervantes, de Alicante, que es un fondo bibliográfico formado por textos íntegros de obras clásicas de autores de todas las épocas y de ambas orillas del Atlántico, desde los Cronistas de Indias—nuestro material de estudio—hasta el movimiento modernista. Entre los servicios cuenta con el de Investigación, un espacio reservado para usuarios especializados que deseen estudiar detenidamente ciertas obras del fondo de la Biblioteca.

Finalmente nos referimos a la Fundación Mapfre Tavera cuyo esfuerzo en cuanto al desarrollo de las Bibliotecas digitales se centra en la Colección Clásicos Tavera. Incluye obras principalmente de Historia de Iberoamérica, además de obras de Literatura y Lingüística. Ese material se encuentra almacenado en varios volúmenes de CD-ROM. Se pretende fomentar el desarrollo de estudios de investigación histórica proporcionando materiales de difícil acceso.

En cuanto a qué se estudia o qué interesa de una crónica de Indias al investigador, presentamos otras posturas o posicionamientos relativos a lecturas según el género disciplinar. El Informe de Polo de Ondegardo se redacta como respuesta al Cuestionario de la Corona. Sigue las pautas de las Relaciones Jurídicas mediante una serie de entrevistas a los señores locales. Se efectúa la consulta de documentos diversos para realizar la redacción de un texto. Los corregidores reúnen testimonios de testigos, se envían a la Audiencia de Lima con un breve dictamen jurídico. El crítico estudia la Estructura del Cuestionario y los antecedentes del Informe. Se trata de prosa jurídica, que el investigador caracteriza entre otras, juzga importante eliminar las digresiones; el autor usa prácticas autogratulatorias y estilo argumentativo. Para la investigación hay que comparar este informe con otros informes o relaciones de otros informantes. Se amplía su obra con documentos escritos, como un Tratado sobre religión, que es una especie de “Confesionario para curas de indios” en el estudio de Renzo Honores.

En el estudio de discurso sobre la tierra de Catherine Poupeney Hart se cuestionan tipos textuales, de características pragmáticas, formales y temáticas. El género se discierne entre “Relación Geográfica” e “Historia Natural”. Se afirma que son obra de erudición o documento, pero no de creación estética. Se hace una catalogación de textos historiográficos, que se exhiben más como descriptivos que como narrativos. Durante el siglo XVIII se configura un discurso de índole geográfico y se encuadran encuestas político-administrativas, demográficas y económicas.

En el caso de las Notas ya citado, para una edición de la Historia del Santuario de Copacabana se describe la estructura de la Historia, se caracteriza el texto como un relato épico de sucesos notables, maravillas y milagros realizados por la Virgen. Se muestran Instrucciones para novelas y aparece curiosamente una perspectiva americana, según Arsanz y Vela, del célebre santuario. Se presenta la difusión del culto a la imagen y concurren otros documentos relacionados con él. Se analizan tipos textuales que participan en el relato: como son los bíblicos, de autores clásicos, de los Padres de la Iglesia y de autores medievales, y aún de autores contemporáneos al texto en estudio. Se incorpora un Índice de fuentes basadas en el milagro, prodigio o maravilla.

Frente a los textos producidos o compuestos según Leyes del Consejo de Indias, por Reales Cédulas, conforme a ordenanzas, se abre un conjunto de textos con reglas de composición rigurosas, si bien en la práctica colonial las superan y aún crean nuevas formas con conocimientos nuevos. Se configura una cultura española en América con rasgos cada vez más cargados de Nuevo Mundo, en esa relación jurídica, institucional, religiosa con la metrópolis, que se manifiesta asimismo en la prosa y en la lengua.

Afirmaría que de algún modo se rompen los límites iniciales de la normativa, que esos documentos de algún modo sobrepasan, y que se convierten en una textualidad diferente o específica de la requerida por la vieja Hispania. Es decir, el texto se bifurca más allá de lo esperado en todos los órdenes, y así además de funcionarios hay que enviar visitadores. Esto sucede porque constantemente surgen, dadas las circunstancias, situaciones nuevas, personajes criollos, indios, mestizos, que dependen en el trabajo y en la fe religiosa de hombres que también se transforman. Ello se refleja en la variedad y en la novedad que aporta la documentación.

Hay una complejidad en la conformación de un texto, que no se reduce simplemente al estereotipo del Cuestionario o de la Entrevista, sino que se abre como un abanico en otros tantos gestos por ejemplo de carácter oral, de aporte de testimonios, de calidad de testigo de visita, de informante indígena ante un señor español. Se construye una Retórica en el que en un principio es un documento jurídico-administrativo, determinado por la situación colonial, que sin embargo y por razones y circunstancias muy diversas elabora desde la comparación, las nuevas imágenes de Indias que enriquecen e influyen a su vez el requerimiento de origen. Se trata de un desenvolvimiento del material, el cual siguiendo la tradición clásica de la historiografía se presenta frecuentemente como una narración y adquiere valor literario o en la recreación de hazañas y personajes un tono épico.

A partir del proceso de Descubrimiento y Conquista de América (ss. XV-XVI) se producen una serie de textos precisamente relacionados con esa documentación que las autoridades de la metrópolis—Corona e Iglesia—requieren para informarse y reglar “las cosas de Indias”, mediante las Leyes del Consejo de Indias. Ellos se manifiestan en Cuestionarios, Contratos, requerimientos oficiales de distinta índole, que justamente provocan otra serie de documentos en respuesta a aquéllos, como las Probanzas de mérito, los Informes y las diversas Relaciones que traen como consecuencia la transformación del orden escriturario que ha de influir a su vez en los discursos referidos a asuntos de Indias. Para este punto seguimos detenidamente el estudio de Elena Altuna (2002) acerca del Discurso Colonialista. El modelo descriptivo cubre ese inmenso territorio construido por escrituras y mapas en la América de los siglos XVI a XVIII, en que confluyen nociones de geografía, filosofía, religión. La Escritura que comienza a hacerse americana, pone de manifiesto ese discurso colonizador que se propone naturalizar el espacio de las Indias.

Se generan prácticas escriturarias a partir del mandato de escritura de carácter informativo, que conducen a una representación de Indias. Ese conjunto de textos permite exhibir la existencia de una gran textualidad cultural americana en sus inicios, que deben de informar, la presencia de un registro descriptivo. Se asegura, además, la calidad de los informantes—quienes despliegan una variedad de asuntos—así como de los receptores privilegiados de dichos textos. La idea de “situación colonial” se basa en la imposición constante de determinadas representaciones que se convierten en estereotipos.

“El principio organizativo descriptivo”—concluye Altuna—“se había conformado durante el siglo XVI, lo que permite inferir, primero, el carácter migrante de éste en relación con las diferentes clases de textos y, segundo, que la ‘teoría’ implícita en los interrogatorios es contemporánea de la ‘práctica’ que estos textos suponen.” Otra serie de documentos elaborados por el Consejo de Indias por una parte obligan a producir Informes en sentido general, en América y por otra permiten que surjan textualidades con caracteres nuevos como la Censura, la Apología, el Prólogo, el Proemio al lector, la Dedicatoria a la autoridad o las mismas aunque con otro carácter, en Indias, las Relaciones, la Historia Moral, la Historia Natural. Cada una de ellas y desde el lugar que se construye el Autor en América, ha de aportar además de la información inicial, un universo ideológico, de pretensiones e intencionalidad del cronista, de contemplación del lector calificado, de defensa de cuestiones de Indias y permite, en definitiva, producir unos textos que diseñan el mundo americano en su complejidad.

Entre las cuestiones planteadas en la edición y en las investigaciones, hemos de señalar ciertos condicionamientos de la Escritura de dichos textos, movida por intereses, propósitos, perspectivas, que aparecen explícitas en prólogos o proemios o implícitas en el texto. Se conforma una Escritura guiada por los intereses de los Cronistas frente a la Corona o guiada por los cuestionarios, informes a la orden religiosa. Hay que contemplar además la situación de escritura en la que se desenvuelven los cronistas en sentido amplio, de los sujetos de las prácticas textuales, Cronistas, Conquistadores y Soldados, desde su papel de funcionario, de misionero, de visitador, de inquisidor o de Virrey representantes de la Corona en América, lo cual en cada caso propicia una clase de texto. Hay además una conciencia de Escritura en la redacción de un documento dado, la impronta de un protagonismo y el deber ante un requerimiento, que determina una nueva textualidad; hay el deseo de fama renacentista, de reconocimiento, y aún en Bernal el sentido de la escritura como recompensa. Por otra parte hay un trabajo de ficcionalización de personaje y acontecimiento de un episodio narrativo con raíces en la novela de caballerías o de aventura o el motivo del naufragio que han de reaparecer en la novela histórica hispano-americana.

En el autor de la Crónica de Indias como en el que produce una Novela Histórica existe un juego de interpretaciones de la Historia; recordemos el conflicto de interpretaciones de Ricoeur y Eco en los límites de la interpretación. En ambos casos hay un resto de información que se convierte a su vez en motivador o movilizador de la cultura o del conocimiento acerca del mundo americano. Ante todo este trabajo, tanto en el documento histórico al que intenta mantenerse fiel o trata de reconstruirse, de ponerlo en valor, como en la crónica, se busca alguna Verdad. Por su parte, el novelista intenta acercarse a ella mediante la ficcionalización de personaje o acontecimiento histórico en cuyo trabajo se busca la verosimilitud. ¿Se puede establecer una distancia infinita entre los dos trabajos o en definitiva hay una tarea de presuposición, de selección de materiales, de invención que con distinto grado se conduce a lo mismo (o ambos hacen los mismo)? ¿Quiénes serían el crítico o investigador y el novelista? El trabajo supone el re-armado de la Crónica.

La Novela Histórica ha de construir algo que si bien no es verdad, sin embargo se parece mucho a lo que se quiere saber o se está condicionado para saber. El caso de Cortés, por ejemplo, o bien del personaje de Belgrano o de Alvar Núñez, fue constituyendo arquetipos cristalizados por la tradición. Recurrimos a la Historia como melodrama, como chisme, como historia plausible. Sería una verdad tendenciosa, querida o esperada. Hay una necesidad pragmática de tranquilizar la propia conciencia. Habría que reflexionar acerca de qué busca el lector en una Novela Histórica, en una biografía novelada o en una memoria recreada en la ficción. La tarea de reconsideración de la Crónica y de la Novela Histórica sería una posible lectura, que como investigador de aquélla en los Estudios Coloniales y de la novela como proyección de aquel texto en esta narración nos permite ponerlas en contacto y reflexionar acerca de ellas.

Como afirma Inés Santa Cruz (1999), “el lector de Novelas Históricas aspira a un conocimiento organizado de manera afable.” El lector presiente que está ante una “verdad a medias” que lo involucra o no en una reflexión posterior. Santa Cruz (1989) se refiere a una “melodramatización de la historia”. Se podría aplicar la “comprensión abductiva” planteada por Parret que nos lleva a abrir una hipótesis dentro de otra hipótesis, en una relectura infinita. Éste sostiene que ante las dificultades de encontrar consenso en las argumentaciones, se busca compartir sensaciones y emociones para llegar a una comunidad emocional. Santa Cruz concluye que de ese modo, “el discurso literario busca territorializar otra forma de ‘identidad’, no lógica sino poética, registra y fabula”—en nuestro caso en la Crónica—“ya que encontramos en la literatura argentina e hispanoamericana novelas históricas que tematizan aquella época de Conquista y Colonia, en busca de una comprensión nueva, que a falta de la evidencia cognitiva, pueda ser validada intersubjetiva y afectivamente.”

Finalmente, planteamos la Novela Histórica como una forma de lectura de aquel material de Crónica de Indias, en la literatura hispano-americana del siglo XX; como homenaje podemos nombrar algunas novelas y sus respectivos autores: El entenado de Juan José Saer; Río de las congojas de Libertad Demitrópulos; El largo atardecer del caminante de Abel Posse; Yo, el supremo de Roa Bastos, Los límites de la interpretación de Umberto Eco y El reino de este mundo de Alejo Carpentier.


Bibliografía

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