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Los intelectuales y la lucha revolucionaria: Walsh, Conti, Cortázar [0]

Redondo, Nilda Susana
U. N. de La Pampa

“La literatura  es un diamante de múltiples facetas y cada una de ellas refleja un momento y una gama de la luz de la realidad exterior e interior, física y mental, política y psicológica”                               

                                                               Julio  Cortázar

 

Julio Cortázar: Libro de Manuel

 En notas  que se publican en  La Opinión Cultural   del 8 de diciembre de 1974 a propósito del premio Médicis recibido por Julio en Francia por el Libro de Manuel, y de su actitud- entrega el dinero del premio a la resistencia chilena  contra la Junta Militar-  María Rosa Oliver aplaude al escritor estableciendo su distancia con la guerrilla; Ricardo Piglia, Aníbal Ford y Ernesto Goldar le realizan una feroz crítica; Jorge A. Ramos, una relativa.

Piglia [1] manifiesta desprecio por una de las vertientes revolucionarias de Julio: el Mayo francés; descalifica el concepto del deseo como motor de la vida y lo ridiculiza, lo reduce a las necesidades creadas por la sociedad de consumo. Se escandaliza ante la mixtura de Marx y Freud y la presencia de Marcuse en la perspectiva cortazariana. Para fundamentarse cita a Marx, pero olvida al Marx de los Manuscritos económicos filosóficos de 1844 [2].

Aníbal Ford [3] acusa a Cortázar de surrealismo desde un supuesto “materialismo nacional”.  No acepta que haya  adoptado una perspectiva revolucionaria a partir de la Revolución Cubana. Y espantado, nos recuerda el antiperonismo del intelectual.

Goldar [4] también realiza su profesión de fe peronista exaltando al movimiento como el único nacional, popular y real. Le dice a Cortázar- con  un chauvinismo muy extranjero- que no tiene autoridad para hablar de lo local porque él está en París.

Jorge Abelardo Ramos [5], el de la “izquierda  nacional”, manifiesta su perpetua desconfianza  hacia los intelectuales a los que acusa de colonizados e incapaces de acompañar  ningún proceso revolucionario. Pero consiente en que Cortázar pueda estar en París, no pertenecer a ningún partido revolucionario y sin embargo producir la más bella e interesante literatura.

  Haroldo Conti [6] es quien realiza la reflexión  más  profunda. Sin soberbia, con una conciencia clara  de la situación de peligro que en ese momento vive el proceso revolucionario; sin nacionalismos  y con confianza en la voz de Cortázar “porque aunque enmudezcan todas las voces, habrá todavía una, salvada por la distancia, que señale y condene, que denuncie y ayude, que movilice y congregue.” (Goloboff, 1998, 317/8/9)

El peronismo

 No es fortuito que sea Haroldo Conti quien  mejor comprenda la situación y más respeto por Cortázar tenga. En parte comparten coordenadas ideológicas: el rechazo al realismo  social y la incorporación a la vertiente surrealista; el anarquismo  expresado en Conti en su consideración de que  las instituciones estatales y sociales (Iglesia, Familia, Fuerzas  de seguridad, Estado) son opresivas;  la no aceptación de la ideología del progreso ni de la entronización de los adelantos científico-tecnológicos;  el antiperonismo. Es cierto que en este último punto  hay diversidad, pero aquí también juega  la  diferencia de edad de uno y otro  intelectual: el momento  histórico en que viven personalmente el ascenso del peronismo.

Julio Cortázar se había ido del país  en 1951, entre otras cuestiones, porque lo asfixiaba el  peronismo. Vivencia, por la profesión en  la que se desenvuelve - es  maestro  normal  y profesor normal en letras- el oscurantismo represivo  que  se da en el área  de la educación y la cultura durante  los primeros gobiernos de Perón. Tiene un antiperonismo pequeñoburgués y ese signo de distinción que sus intelectuales buscan en relación al espacio invadido y al hecho de atribuir mal gusto a los sectores populares, pero también rechaza el modelo de organización capitalista que propone el peronismo. Esa alienación en cuotas, de estadio, futbolera, esa panza llena y el remate de toda espiritualidad e independencia [7].

En 1973, a poco tiempo de la asunción de Cámpora,  oportunidad en que Cortázar viene a la Argentina  a propósito de la publicación de Libro de Manuel, Crisis le pregunta en junio su opinión respecto del nuevo gobierno peronista y de su aplastante triunfo. Cortázar responde que en primer lugar considera  que se trata de un rechazo popular a la dictadura militar; en segundo lugar que no está de acuerdo con las visiones  mágicas e ingenuas que creen que todo se va a arreglar  de un día para otro,  que ocultan la continuidad de la tradición  argentina del “no te metás” y la costumbre de delegar las responsabilidades en el representante. Advierte acerca del peligro del “revanchismo” de ciertos sectores peronistas  y de su insistencia de mantener las políticas del  ‘46, entre ellas el paternalismo; asimismo denuncia  la existencia  de bandas de derecha  en el partido gobernante. Sostiene que  son los intelectuales  los que tienen que “abrir el diálogo con la masa” (12). Refiere que en París, en el ‘68, eso no fue posible, tampoco lo había sido en el primer peronismo,  y que teme que aquí y ahora suceda lo mismo. Piensa que es indispensable la autonomía del movimiento popular, que no debe delegar su potencia  como lo ha hecho históricamente en la Argentina, en particular con los populismos, tal el peronismo.

Haroldo Conti  es antiperonista. Se ve en el cuento “La causa” publicado en 1960  en el que  expresa su rechazo absoluto por cualquier variante populista  y reformista; reniega de todas las instituciones  existentes: los aparatos partidarios que se alternan en el poder, la burocracia sindical obsecuente con el Estado, los partidos  de izquierda  clásicos  tipo socialista o comunista; también  realiza parodia de la oposición sindical combativa; de los grupos  pequeño-burgueses  sustitutivos de la lucha popular. Sólo tiene una esperanza: la de la fuerza del pueblo.

En esto coincide con el Walsh del cuento Un oscuro día de justicia en el que dice al final que el pueblo aprendió que estaba solo y aclara en un reportaje que le realiza Piglia en 1970, que se refería a que ningún  líder o referente por bueno que fuera, un Perón o un Che Guevara, puede sustituir la fuerza del pueblo (Baschetti, 1994, 64).  Coinciden desde tradiciones revolucionarias diversas.

Haroldo Conti se inscribe en la tradición interpretativa del peronismo que realiza Silvio Frondizi en La Realidad Argentina Tomo I de 1955 [8], tal como puede verse en la lectura que hace del tratamiento de la tierra en los primeros gobiernos peronistas, tanto en “La Causa” como en “Mi madre andaba en la luz”(1975): en los dos casos  se expresa que la política en relación a la tierra llevada adelante en los primeros gobiernos peronistas benefició  a los grandes terratenientes  y afectó a los pequeños y medianos productores. La tierra no fue para el que la trabajaba.

Distinta es la  comprensión  que realiza del mismo fenómeno Walsh en los cuentos “Cartas” de Un Kilo de oro 1967 y “Fotos” de Los oficios terrestres, de 1965 en donde  la  visión que se da del peronismo es  como enemigo de la oligarquía  entre otras cosas por  el estatuto del peón rural y la idea que introduce  entre los trabajadores del campo respecto de la importancia de la sindicalización, asimismo por la extensión automática de los contratos a los arrendatarios.

En una carta que dirige a Roberto Fernández Retamar en 1973, Haroldo expresa claramente  su visión del proceso que se despliega, y lo que piensa de Perón: no es más que un instrumento de la derecha, “su última carta”. Según su perspectiva, en los 18 años transcurridos  “Perón no ha cambiado”, porque ya ha declarado la lucha sin cuartel contra el marxismo y recientemente ha prohibido los actos en homenaje al Che. No está de acuerdo con la izquierda que apoya al peronismo “pensando  obligar a Perón a deshacerse de la derecha, cuando él mismo encarna a esa fracción y se supone que se acuesta con ella”. (Retamar, 1993, 230/1). [9]

Rodolfo Walsh [10], dice a Primera Plana en junio de 1972, que él había acompañado la gesta del 17 de octubre de 1945, pero desde la derecha dado que “era miembro de la Alianza Libertadora Nacionalista” [11] (Baschetti, 1994,153); que esta organización fue su primera escuela de antiimperialismo pero que se aleja de ella en el ‘47 y en el ‘52 vota a los radicales; y sostiene que allí comienza a caer en “la gran trampa cultural” (154). Se alegra cuando  el golpe del  ´55.

Durante este tiempo se dedicó a escribir  cuentos policiales y elaboró una antología  de cuentos de ese mismo género. Cambia con su  trabajo de registro testimonial que concluye en Operación Masacre, publicado en 1957; es que al relatar los asesinatos realizados en 1956 en los basurales de José León Suárez ve  dónde está el poder y dónde el pueblo, y que gran parte de ese pueblo es peronista. Ve  que hay otro peronismo. El compromiso de Rodolfo  con el peronismo revolucionario va a ser posterior,  confluye con Ongaro  como director del semanario de la CGT de los Argentinos  entre 1968 y 1969. Luego ingresa a las FAP  y en 1973 a Montoneros hasta que lo desaparecen, en 1977.

La marca antiestatal y antinacionalista en Cortázar y el nacionalismo, aunque  luego popular, de Walsh perdurarán   aún cuando ambos devengan  revolucionarios. 

La concepción estética

Rodolfo Walsh reniega de su pasado de intelectual   pequeño-burgués y de su género policial al que considera escapista [12] En 1970, en un reportaje que le hace Piglia- publicado junto con el cuento Un oscuro día de justicia, por SXXI, en 1973- expresa: “hoy es imposible  en la Argentina escribir literatura desvinculada de la política”. Y agrega que el sólo deseo de hacer propaganda y agitación política no  alcanzan para  hacer literatura, que en ese caso es mejor hacer política directamente porque si no la derecha aprovecha para decir: “ven, esos tipos no saben escribir novelas” (Baschetti, 1994, 70) [13]

Un concepto semejante encontramos en Cortázar en un reportaje que le realiza Alberto Carbone para Crisis  N º 2 de junio 1973, en donde afirma: “mi ametralladora es la literatura”. Es decir que la palabra escrita literaria y política puede modificar la realidad. Algo que algunos podrían calificar de “idealista” o “surrealista”.

Con Walsh comparte también la  concepción experimental, de montaje que  debe tener la literatura [14]. Lo dice específicamente en relación a Libro de Manuel cuando hace referencia  a la presencia de los documentos que  intercala  en el texto ficcionalizado. Coinciden en el sacar de las casillas  a los géneros literarios y a la institución arte, también en romper las barreras  entre literatura  e historia [15]. Asimismo en la responsabilidad que poseen los intelectuales  en  tomar contacto con  el pueblo para iniciar un diálogo. De Libro de Manuel dice que lo escribió como novela, pero con un contenido ideológico, actual, por eso “en el libro están los documentos”para evitar que la gente diga “Este señor tiene una gran imaginación, y además de inventar una novela, inventó una represión que solamente funciona en su cabeza” (10). [16]

En Crisis Nº 11 de marzo 1974, Julio afirma que está bien rechazar lo imaginario si “encubre un escapismo fácil”, pero cuando no es así  es tan “necesario en una perspectiva revolucionaria como Operación Masacre” y  sostiene que Walsh está de acuerdo con esta afirmación. Agrega que los que se esconden en el “contenidismo” y el “compromiso” “le tienen miedo a su propio inconsciente” (42). [17]

En este mismo reportaje  Cortázar responde a las diversas críticas que han hecho a Libro de Manuel. Una de esas respuestas tiene que ver  su no nacionalismo ni localismo y otra con  un cuestionamiento a mantener en esferas aisladas a la historia de la literatura. [18]

En “La hermosa gente al final del camino” de Crisis Nº 21  enero 1975,  en el que Haroldo entrevista y relata la actividad  que realiza el Libre Teatro Libre de Córdoba, destaca la organización  comunitaria  del grupo, el contacto directo que  buscan tener con el pueblo  para dialogar y conocer, y el proceso de investigación documental que llevan adelante hasta llegar a la representación teatral, que realizan en el mismo lugar de la problemática que quieren denunciar- Tucumán con su explotación  a los obreros de la caña de azúcar  y la  represión .  

Pero en Haroldo Conti no hay una problematización respecto del carácter objetivo de la  realidad que aparece, porque él afirma que hay muchas realidades (Restivo y Sánchez, 1986, 169) y que el materialismo objetivista es una metafísica (Benasso, 1969,152/3). La revolución para él es un tema de la ética, es un imperativo categórico y considera – como afirma en  la nota  que publica Crisis Nº 16 “Compartir las luchas  del pueblo”  en Agosto 1974- que si no hay capacidad para hacer una obra bella  es mejor  trabajar para la revolución en otro terreno. Algo semejante a lo afirmado por Cortázar y Walsh.

 Conti cree profundamente  en la capacidad anticipatoria del arte, su potencia subversiva y su capacidad de crear nuevas realidades. [19]  

Al carácter anticipatorio del arte  debemos sumarle el enaltecimiento  que  Conti realiza del juego, del ocio, de las representaciones, del canto, la danza, todos como   expresiones de la libertad más profunda del individuo. En Mascaró los pueblos se van a la guerrita porque el Estado los reprime ferozmente y no los deja ser libres y desarrollar su  propia y autónoma vida.

El Guevarismo

 Las concepciones  de Haroldo Conti  referidas al arte  pertenecen a la tradición anarquista pero también a la guevarista  en dos sentidos: la  construcción del otro ser   en el presente: el hombre nuevo  ahora, no esperar para cuando se tome el poder; y además  la idea de la espiritualidad en igualdad de importancia con  el comunismo material. [20]

Escribe “Con Gringo” luego del asesinato del Che en Bolivia en 1967. La imagen  del Che que nos da aparece ligada a la tradición cristiana del que murió por los pobres, los oprimidos, para luego renacer en los hombres  que  luchen por el advenimiento del mundo nuevo. Esta concepción cristiana  es de Conti a la vez  que se interrelaciona con una de las corrientes revolucionarias  de la época: el cristianismo de base.

Pero el guevarismo de Conti se expresa fundamentalmente en su  incorporación a la organización política guevarista  más importante de la Argentina: El PRT. Y en su opción por correr la suerte del agredido en esa elección que realiza  al quedarse en el país  cuando ya tiene amenaza de secuestro y a pesar de que  su organización política  le  había ofrecido conducirlo al exilio.

Cortázar en el reportaje de Crisis Nº 2 de junio de 1973 dice que “la revolución no sólo se hace desde afuera para dentro, sino también desde adentro para fuera”, y que en este sentido hay que considerar el erotismo, el juego, la alegría, los valores humanos. Afirma que él no cree “en los revolucionarios de cara larga y trágica” y que  el Che Guevara tuvo siempre un increíble sentido del humor en las circunstancias más tremendas (11). [21]

Cortázar ya había manifestado de manera expresa su  admiración por Ernesto Che Guevara y los Guevaristas. Puede verse en “Noticias del mes de mayo”, “Casi nadie va a sacarlo de sus casillas”, “Homenaje  a una torre de fuego”de Ultimo Round (1969)[22]

En el texto que escribe   Rodolfo Walsh en octubre de 1967 “¿Por quién doblan las campanas?”, luego de la caída del Che, afirma que lo hacen por los que quedan. Da la sensación de la impotencia que siente  por no haber acompañado al Che o por no saber qué hacer  ahora que él no está.  Lo oprimen las muertes, que a su vez lo impulsan a la revolución [23].

Recuerda al Che   como héroe  al que  casi no se animaba dirigirse  y a la vez  destaca que ha sido el único “jefe de ejército (. . .) que se ha descrito a sí mismo huyendo en dos oportunidades” (107).

Walsh habla del Che con admiración y con distancia a la vez pero en su trayectoria como intelectual  permanentemente va a luchar contra las trampas de “la jaula invisible” que denuncia  el Che en “El socialismo y el hombre en Cuba” (1965), como puede verse en su diario personal.

“Cuando enmudezcan todas las voces”

Cuando enmudecieron las voces por  la muerte o el miedo que implantó el terrorismo de Estado, algunas pocas se levantaron para  denunciar  el genocidio:

 La de Rodolfo Walsh- con ANCLA- Agencia de Noticias Clandestina -, Cadena Informativa y “Carta abierta de un escritor a la Junta Militar” hasta que lo secuestran el 25 de marzo de 1977-; la de  Madres de Plaza de Mayo y, en el exilio ya forzado, la de Julio Cortázar entre otros.

En Argentina, años de alambradas culturales se publican una serie de conferencias  de Julio dadas entre 1976 y 1982, que denuncian la situación de Argentina y América Latina. Asume así un rol específico como intelectual: el que ayuda  a hacer conocer, recuperar la memoria presentificando con la palabra para que la voz de los vencidos, de los oprimidos, de los  asesinados, sea recuperada.

Como Walsh, Cortázar convoca  a asumir la fuerza de  la denuncia y del testimonio, y a mantener en el presente  lo sucedido, a  “seguir considerando  como vivos” a los que ya no están “hasta  que la respuesta muestre finalmente la verdad que hoy se pretende escamotear” (32/3).   

Julio reivindica la locura de las Madres  que se  proponen “desbaratar y trastocar los cálculos más científicos de nuestras escuelas de guerra y de seguridad nacional.” [24].

Denuncia los secuestros de Walsh y Conti y el de miles de obreros, militantes políticos y sindicalistas.[25]

Habla del carácter diabólico del plan de exterminio que se lleva a cabo en la Argentina.  Aquel mal que él mismo tanto gustaba enunciar  en abstracto o vinculado a la vivencia individual y voluntaria de los límites, está aquí corporizado  en el genocidio. Pero esta vez lo espanta. Le espanta que  los asesinos  sean también argentinos y gente común que comparte los mismos espacios con sus víctimas. Eso es la perversión.[26]

Que fueran normales  es la perversión, la pesadilla. En un testimonio que la Comisión Argentina por los Derechos Humanos hace llegar a  ANCLA   el 2 de noviembre de 1976, denunciando la represión contra habitantes de zona norte del Gran Buenos Aires se dice  “esos tipos que vinieron a casa tenían caras normales, como toda la gente, pero se dedican a esto” (Verbitsky, 1985,  73).[27]

Dice que los intelectuales de por sí no pueden terminar con las dictaduras pero que  cumplen un papel central a la hora de  ayudar a despertar conciencias. Para esto ellos deben  optar por los procesos de liberación de los pueblos, interrogarse acerca de la opresión, la dependencia y el subdesarrollo. Afirma que  una de las tareas  fundamentales de toda revolución es alfabetizar, para que la cultura, en su espiral ascendente, sea “cada vez más la obra de todos” manteniendo su complejidad y riqueza. Pero expresa que no está de acuerdo con los que, en nombre de la inserción popular, caen en el “paternalismo intelectual”y creen que deben simplificar sus mensajes. [28]

El llama a esto “responsabilidad ante nuestros pueblos” (109). [29]

Este  expresar las voces  de los otros  en la voz de uno  es una continuidad de la concepción de Haroldo Conti  para quién escribir es una especie de revelación que consiste en despojarse de lo personal. El escritor vive en la medida que los demás asuman las historias que él cuenta “como actos más que como relatos”. [30]

Notas

[0] Es interesante realizar un análisis comparativo de  estos  tres  intelectuales  porque  expresan tradiciones  distintas dentro del campo revolucionario a la vez que se tejen entre ellos  múltiples semejanzas.

Julio Cortázar es un poco mayor: nació en 1914. Walsh y Conti pertenecen casi a la misma generación: el primero  nació en 1927 y el segundo  en  1925. Los dos últimos fueron secuestrados y desaparecidos  por las FFAA que implantaron en la Argentina el Terrorismo de Estado desde 1976. Rodolfo Walsh fue secuestrado el 25 de marzo de 1977, el día después de difundir la “Carta abierta de un escritor a la Junta Militar”; Haroldo Conti fue secuestrado  el 5 de mayo de 1976.

 Julio se había ido del país  en 1951, entre otras cuestiones, porque lo asfixiaba el autoritarismo del peronismo. Y no regresó nunca, aunque siempre escribió en español y refirió nuestra idiosincrasia  de manera profunda. Fue Cortázar la voz que continuó denunciando cuando ya  casi no quedaban voces  luego del genocidio.

 

[1] “En el Libro de Manuel ha dado un peligroso paso hacia delante haciendo del “Hombre nuevo” el gustador a la vez más refinado y más completo. Esteta, sibarita, erotómano, este hombre total antes que vivirlo todo- como querían los románticos- debe gustarlo todo. Estamos sin duda en la zona más conflictiva de la ideología de Cortázar: definiéndose como socialista, viene a llamarnos la atención  sobre el lugar del deseo en la revolución. Se trataría de darles a los hombres la sanción y la justificación del goce, demostrarles que hacer de su vida un placer es moral y revolucionario (al menos, es antiburgués). Liberarse de la censura, no hacer caso del superyó, tener el valor de los propios deseos: éste tiene que ser, según Cortázar, el programa que el socialismo debe levantar sobre las ruinas del puritanismo marxista y de la represión burguesa. Se trata, en fin, de la mixtura entre Marx y Freud (licuada por Marcuse) que la revuelta de mayo en París puso de moda. Lo notable es que esta metafísica anarquista termina por aprobar lo que niega: la ideología del discurso publicitario. Es justamente la publicidad la que trata de enlazar el deseo con el consumo: su moral se funda en el permiso concedido al consumidor para que disfrute libremente de la vida. La confirmación de los derechos a rodearse de productos que enriquecen la existencia y causan placer es uno de sus temas centrales. Discurso burgués por excelencia, en la publicidad la sociedad asume lo reprimido en beneficio  de una ampliación del mercado, sustituye la ética puritana por una moral hedonista de la satisfacción pura y en una especie de nuevo estado natural busca la realización del individuo: no casualmente el juego, la naturaleza, la infancia- o sea: el espacio improductivo- aparecen como el soporte de la libertad. Este discurso que busca sujetar el deseo a la lógica del valor de cambio  predica, en realidad, la liberación del deseo de consumir.” ( Goloboff, 1998, 310/11)

                                                                          “El socialismo de los consumidores”

                                                                                                     Ricardo Piglia

 

[2] En los Manuscritos Económicos Filosóficos de 1844 Marx afirma:

 “Cuanto menos comas y bebas, cuantos menos libros leas, menos vayas al teatro, al baile y a la taberna, menos pienses, ames, teorices, cantes, pintes, hagas menos versos, más ahorrarás, mayor será tu tesoro…tu capital. Cuando menos seas tú, cuando menos exteriorices tu vida, más tendrás, mayor será tu vida enajenada, más esencia enajenada acumularás.” (1984, 134)

 

 [3]“Aclaremos esto: el primer Cortázar, que es idealista, irracionalista, surrealista, arquetípico, esteticista, alimentado por Sur, Borges, Lèvy-Bruhl, Jung, etc., pero también por una observación atípica y concreta del entorno y por enganches con líneas del idealismo emparentadas con el pensamiento nacional – su relación con Marechal por ejemplo- alimenta el segundo Cortázar. Al Cortázar antídoto del realismo socialista y del stalinismo cultural, al de la conferencia sobre el cuento en Casa de las Américas en 1962. Es en ese momento en que Cortázar pisa fuerte en un proceso de desalienación de la literatura, de ruptura de viejas budineras positivistas, mecanicistas, economicistas, etc., que ahogaban la expresión de zonas fundamentales del hombre. Pero esto es parte y momento de un proceso mucho más amplio y completo y Cortázar pronto queda atrás. Funciona y deja de funcionar, es utilizado y luego dejado de lado. Y con razón. Porque él, que la tuvo cerca en cierto momento, no la vio. Su propuesta de humanización agarró para lados que nada tienen que ver con América Latina. Por eso no es raro que él, siendo argentino, hable de humanizar el socialismo y al mismo tiempo sea tan ajeno al peronismo, y a un país que tiene una historia muy rica en la defensa de lo que él quiere defender solito, inventando el paraguas”

(. . .)

Por otra parte, no sé lo que hace Cortázar en París. Ni me interesa. Por lo tanto no puedo juzgarlo. Además creo que las cosas realmente importantes- en la literatura, en la política, en el trabajo, etc- se cocinan de este lado. Sí puedo acotar que, en general, los latinoamericanos de París, tienen, producen o dan una imagen de América Latina, o de sus respectivos países, marcada por la más cruda dependencia intelectual.” (Goloboff, 1998,314)               

                                                                        “Humanismo para europeos”      

                                                                                    Aníbal Ford

                                                                               

[4] “Cortázar siempre estuvo “comprometido”. Más aún, él mismo no vacila en señalarse socialista y ha donado los dólares  de la distinción europea a la resistencia chilena. Una pequeña aclaración para no distraer la memoria: Cortázar siempre estuvo “comprometido”. Pocos como él han concentrado los prejuicios raciales y antiobreros de la pequeña burguesía en relatos como Las puertas del cielo, que no le perdonan a los argentinos el primer gobierno peronista, “su noche de color”. A Cortázar también se le debe el compromiso  de algunos artículos, Gardel por ejemplo, publicado originalmente en la polvorienta Sur  en 1953 e incluido en otro volumen para deleite de los diletantes, La vuelta al día en ochenta  mundos. Aquí Cortázar añora el pasado quieto de los años veinte, sin perturbaciones aluviónicas, oponiendo Gardel a Alberto Castillo. Carlitos no adolecía de “la mera delectación en el mal gusto y la caballería resentida”. Los resentidos son los trabajadores argentinos, que el colaborador de Sur desprecia. El rechazo de la migración interna y las veleidades por el otrora son constantes clásicas de la derecha liberal y la dicotomía que enfrenta a los dos cantores es de “tono moral” (subrayado por Cortázar). Castillo entonando “Adiós pampa mía” simboliza al “ululante” y “agresivo total que es fácil descubrir en la voz del cantante histérico de ese tiempo, tan bien afinado con la histeria de los oyentes” (subrayado nuestro). Después de estas genuflexiones hacia la Argentina seria es sencillo mostrarse como intelectual inquieto, moderno, à la page. Incluso proponerse perdonar a la clase obrera, arrogándose una displicencia sarmientina, teniéndole lástima: “Pobres negros que juntan las ganas de ser blancos/ pobres blancos que viven en un carnaval de negros (. . .)”. Así comienza Cortázar su penoso poema La Patria. Y no contamos La banda u otros rastreos que abundarían sobre la soberbia del pequeño burgués que reflexiona piadosamente sobre lo feo posible del país real.” (Goloboff, 1998, 316)                                                                                                                                                                                      “La colonización ideológica”

                                                                         Ernesto Goldar

 

[5] “La donación de Cortázar ha dado lugar a recriminaciones conocidas. Se le reprocha vivir en Francia y haber adoptado la ciudadanía francesa. De ese modo, dicen, su simpatía hacia Cuba y las revoluciones en general asume un sesgo más bien platónico o retórico. En mi opinión, la conducta política de Cortázar es actualmente mucho mejor que hace treinta años, cuando estaba vinculado al grupo de la revista Sur. Prefiero un  Cortázar que dona un premio a la resistencia chilena que a un Borges que se burla (naturalmente, con suave “humour” británico) de todos los oprimidos y sufrientes. No sé si hay afectación en uno u otro; pero la actitud de Cortázar lo acerca al género humano y la de Borges  al mundo de los satisfechos y barrigones de esta sociedad.

(. . .) con Cortázar ha ocurrido algo frecuente en gente que no tiene sus méritos. Hay intelectuales a los cuales les gustan los negros de Cuba  pero que detestan los negros de la Argentina. Son revolucionarios en la Isla pero cipayos en su propio país. (. . .)

 Al decir esto, no me interesa que Cortázar prefiera vivir en París a hacerlo en Buenos Aires o Purmamarca. La residencia geográfica no tiene una importancia decisiva (. . .) Borges ha escrito siempre en Buenos Aires (y algunas veces sobre Buenos Aires) pero su espíritu, desde su infancia, ha sido inglés (. . .)” (Goloboff, 1998, 319/20)

“El malestar moral proviene, en cambio, de la simulación política de ciertos intelectuales, producto de la fragilidad de una sociedad atrasada que impone una verdadera incertidumbre al destino de las clases medias.

De ahí las vacilaciones del intelectual, que jamás otorga crédito a la lucha revolucionaria, salvo cuando ésta se ha trasmutado en la conquista del Estado. (. . .)

 Una de las demostraciones de la europeización política de la “intelligentzia” ha sido la dificultad que ha encontrado siempre para percibir la significación del peronismo y en general de las revoluciones nacionales que brotan cíclicamente en América Latina” (323)                                             

 

                                                  “La “intelligentzia” en un país semicolonial”

                                                                       Jorge Abelardo Ramos

 

[6] “(. . .) A qué enturbiar, pues, esa actitud solidaria, fraterna, políticamente útil, con cargosas precisiones sobre el compromiso.

Hubiese preferido que se me preguntase sobre las torturas, los asesinatos de militantes, la persecución política. Pero, en fin, sea: hablemos de don Julio Cortázar que, como se ve, se ha convertido él mismo en nuestra oportunidad, lo cual prueba de alguna manera la utilidad de su gesto. 

 (. . .)

 Resurgirá aquí, estoy seguro, el tema de la distancia. Francamente sigo creyendo que no es una condición sine qua non estar ahora y aquí para opinar y aún participar de nuestra faena política.(. . .)

 “Yo aprecio esto en Cortázar y se lo agradezco y creo que es bueno que se quede allá aunque sea nada más que para eso. Porque aunque enmudezcan todas las voces, habrá todavía una, salvada por la distancia, que señale y condene, que denuncie y ayude, que movilice y congregue.” (Goloboff, 1998, 317/8/9)

                                                            “Cuando enmudezcan todas las voces”

                                                                      Haroldo Conti

 

[7]Esto se pone muy en evidencia  en su novela El Examen escrita en 1950, pero publicada en 1986. Y en poemas tales como “1950, año del libertador, etc” y “Sueñe sin miedo, amigo”. Estaba criticando la manipulación de la historia que realizan  los Estados nacionales y el modelo keynesiano del capitalismo, que tuvo su forma autóctona en el peronismo de los primeros gobiernos. Esta concepción se profundiza en el poema La patria, escrito en 1955, año del golpe de Estado que  interrumpe el segundo gobierno de Perón.

 

[8] Dice Silvio Frondizi

 “la política del IAPI [Instituto Argentino de Promoción del Intercambio] no permitió a los campesinos aprovechar los altos precios que momentáneamente podían obtenerse en el mercado mundial, para resarcirse de este modo de las malas épocas pasadas y afrontar los nuevos problemas.  Los precios industriales y, en general los precios de la producción agropecuaria, comenzaron a subir en forma constante e inexorable, por la restricción de las importaciones, el estancamiento de la producción industrial y el aumento de circulante.(. . .)

El éxodo rural, con la consiguiente disminución de mano de obra y la no compensación de este déficit por una adecuada mecanización, contribuyeron a aumentar los costos de producción del campesino, arrendatario o pequeño propietario. Por el contrario, el aumento de los salario de los trabajadores rurales, no perjudicó de hecho a los grandes propietarios. O bien éstos se dedicaban a la ganadería, donde se emplea relativamente poca mano de obra y los precios se mantuvieron en un nivel satisfactorio, o bien arrendaban sus tierras a los agricultores por un precio pagadero en especie y a porcentaje sobre la producción y libre de gastos. En este último caso, los mayores costos por aumentos de salarios, encarecimiento de maquinarias y productos industriales, etc, no incidieron jamás sobre los terratenientes arrendadores, y sí, directamente, sobre el campesinado arrendatario, que pagaba los mayores costos y debía hacerlos repercutir sobre una sola parte solamente de su producción, ya que el resto debía ser entregada al terrateniente”(176/7)

 

[9] En este artículo anticipa  su desaparición y caracteriza a las tres A, paraestatal, como antesala del terrorismo estatal. Dice que esa izquierda no ve cómo “las bandas armadas de la mafia peronista tienen piedra libre”, destacando que, según le ha dicho un amigo, él es una de las primeras personas  a  eliminar. Efectivamente, no hacía demasiado que se había dado el golpe de estado cuando lo  secuestran. Era el 5 de mayo de 1976.

 

[10] A partir de 1955 se vive un proceso   de lucha clandestina llevada adelante por la base obrera peronista, lo que se conoce con el nombre de “resistencia peronista”y hay una radicalización  en esa lucha, en parte porque  la pata asfixiante del aparato del Partido y del Estado peronista ha sido anulada por los golpistas, en parte por la propia experiencia de clase en la fábrica en contra  de la política de explotación de la autodenominada “libertadora”, en parte por el guevarismo y la revolución cubana producida en 1959. En este período y  de manera cada vez más intensa durante la década del ’60  se aproximan la clase obrera y la clase media, el marxismo al peronismo,  los católicos de base a los  marxistas  ateos, es decir todo se perturba  para el orden establecido. El fenómeno de disociación en el seno del campo popular que se había vivido  hasta el ‘55 va desapareciendo. Muchos intelectuales  que antes habían sido  acusados de ser de los libros cuando valían las alpargatas, en esa consigna antiintelectual tan cara al peronismo de los primeros gobiernos, comienzan  a reanalizar el fenómeno del peronismo, y van de dejar de considerarlo  de manera absoluta como fascismo  y algunos  se hiperperonizarán. Este es un cambio ideológico profundo que  se expresa  paradigmáticamente en Rodolfo Walsh.

 

[11]Como le dice a Ernesto Fosatti para Primera Plana Nº 489, del 13 de junio de 1972: “En 1945 adherí a la gesta popular, pero desde la derecha: era miembro de la Alianza Libertadora Nacionalista”; dice que es su primera escuela de acción y antiimperialismo, más allá del antisemitismo de la organización, y agrega: “la Alianza adhería al peronismo porque veía en él una fuerza nacionalista”(Baschetti, 1994,153).

 

[12]En “El violento oficio de escritor” publicado en 1965, Walsh dice: “Mi primer libro fueron tres novelas cortas en el género policial, del que hoy abomino” (Baschetti, 1994, 31).

 

[13] En el reportaje  que le hace Piglia en 1970, Walsh afirma:

 “Es decir, si está desvinculado de la política, por esa sola definición no va a ser arte ni va  a ser política. Por eso, lo que yo dije antes no debe tomarse como un descarte aislado de las formas literarias tradicionales de la novela, del cuento, para reemplazarlos definitivamente por el testimonio, pero sí pienso que va a haber que usar esas formas de otra manera. Pienso que ya no se van a poder usar inocentemente con una serie de convenciones que prácticamente ponen a toda la historia en el Limbo. Me siento incapaz de imaginar, no digo de hacer,  una novela o un cuento que no sea una denuncia y que por lo tanto no sea una presentación sino una representación, un segundo término de la historia original, sino que tome abiertamente partido dentro de la realidad y pueda influir en ella y cambiarla usando las formas tradicionales, pero usándolas de otra manera. Por otra parte, es evidente que el sólo deseo de hacer propaganda y agitación política no significa que vayas a elegir la literatura para desacreditarla, es decir, porque hay otras maneras: si por ejemplo el cuero o el tiempo no te dan, podés hacer política de otra manera, no necesitás ponerte a escribir una mala novela que le dé la razón a la derecha, que diga: “ven, esos tipos no saben escribir novelas” (Baschetti, 1994, 70).

“Desde comienzos de la burguesía, la literatura de ficción desempeñó un importante papel subversivo que hoy no está desempeñando, pero tienen que existir maneras de que vuelva a desempeñarlo, hay que encontrarlas. Entonces, en este caso, habrá una justificación para el novelista en la medida en que se demuestre que sus libros  mueven, subvierten. Por otro lado, mientras uno está fuera de todo contacto de  la acción política, ya sea directa o por el medio que te rodea,  uno está alienado en el concepto burgués de la literatura. Sos un inocente, en realidad; (. . .) hasta que te das cuenta de que tenés un arma: la máquina de escribir. Según cómo la manejás, es un abanico o es una pistola, y podés utilizarla para producir resultados tangibles, y no me refiero a los resultados espectaculares, como es el caso de Rosendo,  porque es una cosa muy rara que nadie se la puede proponer como meta, ni yo me lo propuse, pero con la máquina de escribir y un papel podés mover a la gente en grado incalculable. No tengo la menor duda” (73/4).

 

 

 

[14] Dice Walsh a Piglia en 1970:

“En un futuro, tal vez, inclusive se inviertan los términos: que lo que realmente se aprecie en cuanto a arte sea la elaboración del testimonio o del documento, que, como todo el mundo sabe, admite cualquier grado de perfección. Evidentemente en el montaje, la compaginación, la selección, en el trabajo de investigación, se abren inmensas posibilidades artísticas (. . .) No se trata de firmar el certificado de defunción de la novela o de la ficción, pero es muy probable que se pueda caracterizar a la ficción en general como el arte literario característico de la burguesía de los siglos XIX y XX principalmente, y por lo tanto no como una forma eterna  e indeleble, sino como una forma que puede ser transitoria.” (Baschetti, 1994, 68/9)

 

 [15] Es  semejante a lo que dice Walsh en el prólogo de Quién mató a Rosendo (1968). “Si alguien quiere leer este libro como simple novela policial es cosa suya” (1987,9).

 

 [16] Dice Cortázar  a Crisis:

“Esta vez me pareció que tal vez era el momento de intentar una cosa difícil de hacer, la de encontrar una convergencia en la que, sin perder el nivel literario, escribiera un libro que es una novela, que se puede leer como una novela, pero que contiene al mismo tiempo una visión más amplia, un contenido de tipo ideológico y político, actual y contemporáneo, y que no se queda en declaraciones líricas, sino que cita concretamente hechos. Por eso es que en el libro están los documentos. Porque la mala fe, ya sabés muy bien, está en todas partes, y podría suceder que fuera de la Argentina, si yo no hubiera puesto los documentos en el libro, los telegramas reproducidos textualmente, alguna gente podría decir: “Este señor tiene una gran imaginación, y además de inventar una novela, inventó una represión que solamente funciona en su cabeza”. Entonces me pareció que era necesario hacer esa especie de collage, donde existieran los documentos, las pruebas. El que quiera las verá, y el que no quiera no las verá” (Crisis Nº2 junio 1973, 10).

 

[17]Dice Cortázar a Crisis:

“Una cosa es rechazar lo imaginario o lo fantástico si se sospecha que encubre un escapismo fácil, y otra rechazarlo por sí mismo, cosa que afortunadamente está lejos de suceder en nuestros países(. . .) Mirá, si alguien admira la tarea que está llevando a cabo gente como un Rodolfo Walsh  en la Argentina soy yo, ( . . .)pero como conozco un poco a Rodolfo sé muy bien que cualquier trabajo imaginario que no sea un ejercicio de fuga cómoda le parecería tan necesario en una perspectiva revolucionaria como Operación Masacre . Y eso, que Walsh entiende tan bien,  no quieren entenderlo los que en el fondo le tienen miedo a su propio inconsciente y prefieren prenderse con las dos manos del “contenidismo”, el “compromiso” y otras comodidades a mano” (Crisis Nº11 marzo 1974, 42).

 

[18] Dice Cortázar a Crisis

 “¿No les ha llamado la atención que todos los que escriben en pro o en contra de mi Libro de Manuel, NINGUNO se ha referido concretamente a las muchas páginas finales donde, en columnas paralelas, se detalla el horror de las torturas en la Argentina y en Vietnam? Dan ganas de elegir entre varias hipótesis: 1) Que poco les importa puesto que no les tocó a ellos; 2) Que los jode que yo haya equiparado a los torturadores argentinos y a los yanquis, mostrando que no hay ninguna diferencia esencial; 3) Que los archijode que les jabonen el piso literario con evidencias históricas o, viceversa,  que les jabonen la historia con una novela que no niega su condición de tal.” (Crisis Nº11 marzo 1974,44)

 

[19] Conti en su novela Mascaró, de 1974, expresa estas concepciones a través fundamentalmente de los diálogos  de El Príncipe y Oreste:

“Quiere decir que en cierta forma hemos estado conspirando todo este tiempo- dijo Oreste, más bien divertido,-En cierta forma no. En todas. El arte es una entera conspiración- dijo el Príncipe-. ¿Acaso no lo sabes? Es su más fuerte atractivo, su más alta visión. Rumbea adelante, madrugón del sujeto humano” (1993, 260/1).

  “-Después que ustedes se marcharon, a la gente le dio por ciertas grandezas. Del almacén mudaron a la escuela. Allí tramaban con el maestro toda clase de locos proyectos. Hasta armaron un tablado, con cortinas y luces y simulacros de papel.

-¡Carajo!

-Trovaban, valseaban, competían, todas esas cosas de lucimiento que empompan a la persona. Empezaron a leer y aún a escribir, para aventajarse.

-Malo.

- Cernuda ideó unos cuadros vivos de impresionante apariencia.

-Ya me imagino.

- Unas figuras blanqueaban que fingían monumentos.

-Uno a la Libertad, otro al progreso, ¿no es así?.

-Tal cual. Uno de mucho aparato que se titulaba “Dale alto”.

-Duc in altum.

-Eso…Total, que empezaron en verso y terminaron a tiros.” (1993, 261/2)

 

 

 

[20] Dice el Che Guevara  en un reportaje que le realiza Jean Daniel para L’Express, Argel, Julio 1963:

“El socialismo económico sin la moral comunista no me interesa. Luchamos contra la miseria,  pero al mismo tiempo contra la enajenación. Marx se preocupaba tanto de los hechos económicos como de su repercusión en el espíritu. Llamaba a esto, “hechos de conciencia”

 

[21] Dice Cortázar a Crisis:

“El contenido erótico del libro, por ejemplo, me parece importante. Si es desmesurado, deliberadamente desmesurado, es porque yo sigo creyendo que la revolución no sólo se hace desde afuera para dentro, sino también desde adentro para fuera. Y estamos demasiado envueltos en tabúes, en prejuicios, en machismo y discriminaciones  de todo orden – ahora te hablo concretamente en el plano del erotismo- y me parece que en ese sentido un escritor  es un hombre que puede cumplir una tarea acaso útil. Además, hay que tener también en cuenta el elemento lúdico, que me será muy reprochado por los compañeros de ruta. Yo no creo en las revoluciones sin alegría. No creo: no es posible. Yo pienso en el Che Guevara, por ejemplo, su increíble sentido del humor que tuvo siempre en las circunstancias más tremendas. Yo no creo en los revolucionarios de cara larga y trágica, esos dan los Saint Just y los Robespierre. Yo creo que la revolución es una cosa muy seria, pero que el humor, el erotismo, el juego, y también otros valores humanos, son constantes a las que no podemos renunciar en ningún trabajo revolucionario” (Crisis Nº 2 de junio de 1973, 11).

 

[22] Dice Cortázar en Último Round

“(. . .)

 Los estudiantes argentinos que ocuparon su casa en la Cité de París y la llamaron CHE GUEVARA por la misma simple razón que lleva la sed al agua y el hombre a la mujer,

los estudiantes  españoles portugueses griegos africanos que ocuparon sus Casas para

abrir los pulmones a un aire sin venenos,

los estudiantes argentinos luchando en Buenos Aires, La Plata, Tucumán, los estudiantes brasileños los estudiantes italianos

(qué repentinamente artificial

suena el catálogo de patrias

cuando no hay más que una, la poesía

de ser hombre en la tierra)”

(. . .) ( “Noticias del mes de mayo”,T I, 1999, 94)

 

“(. . .)

Bastaría un apenas, un no quiero,

para empezar de otra manera el día,

hervir la radio con las papas

y a cada chico darle un cocodrilo

para que huela a miedo en las escuelas,

sacar los muertos a que tomen aire,

meter las mitras en la mayonesa,

actividades subversivas, claro,

pero otras cosas hay: fusiles

corren por las picadas, Sudamérica

crece en su selva hacia la aurora,

de tanto arroz bañado en sangre

nacerá otra manera de ser hombre.

No cito más que apenas estas cosas,

saco de sus casillas a unos cuantos

que todavía creen  en la poesía

encasillada en su vocabulario”

(. . .) (“Casi nadie va a sacarlo de sus casillas”, T I, 1999, 152)

 

“Cómo no comprender, entonces, el sentido más profundo que tiene hoy aquí, entre nosotros,  la evocación del ejemplo vivo del Che, cómo no comprender que lo sintamos tan cerca de los jóvenes que se baten en las calles y dialogan en los anfiteatros. Pero esto no es un homenaje labial; no hemos de recaer una vez más en los esquemas del respeto solemne, de las conmemoraciones  a base de palmas y oratoria. Para el Che sólo podía y puede haber un homenaje: el de alzarse como lo hizo contra la alienación del hombre, contra su colonización física y moral. Todos los estudiantes del mundo que luchan en este mismo momento son de alguna manera el Che” (“Homenaje  a una torre de fuego,”TI, 1999,197)

 

[23] Dice Walsh en “¿Por quién doblan las campanas?”:

 “La nostalgia se codifica en un rosario de muertos y da un poco de vergüenza estar aquí sentado frente a una máquina de escribir, aún sabiendo que eso es también una especie de fatalidad, aun si uno pudiera consolarse con la idea de que es una fatalidad que sirve para algo”(. . .) “nos cuesta a muchos  eludir la vergüenza, no de estar vivos- porque no es el deseo de la muerte , es su contrario, la fuerza de la revolución-,sino de que Guevara haya muerto con tan pocos alrededor”( Zito Lema,1997, 106/7)

 

[24] Dice Cortázar  en “Nuevo elogio de la locura”:

 “lo irracional, lo inesperado, la bandada de palomas, las Madres de Plaza de Mayo, irrumpen en cualquier momento para desbaratar y trastocar los cálculos más científicos de nuestras escuelas de guerra y de seguridad nacional” (Argentina…, 1984, 14)

 

[25] En “El lector y el escritor bajo las dictaduras en América Latina”presentado al congreso del PEN Club realizado en junio de 1978, Cortázar denuncia

“La desaparición ha reemplazado ventajosamente el asesinato en plena calle o al descubrimiento de los cadáveres de incontables víctimas; los Gobiernos de Chile y de Argentina, y los comandos paralelos que los apoyan, han puesto a punto una técnica que, por un lado, les permite fingir ignorancia sobre el destino de los desaparecidos, y por otro lado prolonga, de la manera más horrible la inútil esperanza de parientes y amigos, tal ha sido, puesto que estamos entre escritores, el destino de un novelista argentino llamado Haroldo Conti, y tal ha sido el de otro novelista llamado Rodolfo Walsh. Pero citar dos nombres conocidos es dejar caer dos gotas de agua en un recipiente lleno hasta el borde de otros nombres casi siempre ignorados en nuestros círculos, nombres de obreros, de militantes políticos, de sindicalistas,  a los que puede agregarse una interminable nómina de abogados, médicos, psiquiatras, ingenieros, físicos; casos como el del rector de la Universidad de Bahía Blanca, y el de las religiosas francesas que ocuparon largamente las columnas de la prensa europea son también minoría frente a una realidad que puede haber disminuido o no frente al peso de la presión internacional, pero que está lejos de haber desaparecido, porque las condiciones que permiten esas desapariciones se mantienen invariables” (Argentina…, 1984,85).

 

[26]  En “Negación del olvido” (1981) Cortázar  dice:

“Si de algo siento vergüenza frente a este fratricidio que se cumple en el más profundo secreto para poder negarlo después cínicamente, es que sus responsables y ejecutores son argentinos o uruguayos o chilenos, son los mismos que antes y después de cumplir su sucio trabajo salen a la superficie y se sientan en los mismos cafés, en los mismos cines donde se reúnen aquellos que hoy o mañana pueden ser sus víctimas. Lo digo sin ánimo de paradoja: Más felices son aquellos pueblos que pudieron o pueden luchar contra el terror de una ocupación extranjera. Más felices, sí porque al menos sus verdugos vienen de otro lado, hablan otro idioma, responden a otras maneras de ser. Cuando la desaparición y la tortura son manipuladas por quienes hablan como nosotros, tienen nuestros mismos nombres y nuestras mismas escuelas,  comparten costumbres y gestos, provienen del mismo suelo y de la misma historia,  el abismo que se abre en nuestra conciencia y en nuestro corazón  es infinitamente más hondo que cualquier palabra que pretendiera describirlo” (Argentina…, 1984, 32).

 

[27] Cable de ANCLA del 2 de noviembre de 1976:

“Cada vez que se llevan a alguno le dicen fuerte que se despida de sus compañeros porque lo van a fusilar; ese no vuelve más. Llevaron de vuelta a esa muchacha, parece que la están violando, sus gritos son desgarradores. Parece que hoy llegaron nuevos detenidos. En la salita hay mucha actividad. Gritos, algún llanto. La muchacha no se oye más. Un viejo, parece ser por su voz,  pregunta por ella, la nombra: “mi hija”. Le dicen que no se preocupe más por ella, que ya no va a volver a gritar nunca más. El viejo llora. Yo me pregunto si esto es verdad o una pesadilla: me veo ayer nomás, volviendo de la fábrica, la vieja estaba planchando. Y ahora esto. Este mundo de oscuridad, de gritos, de vejaciones. De repente me parece que esta es la realidad y la vieja planchando, una ilusión. Esa muchacha ya no grita, pero ahora hay otra, y luego otra, y esos tipos que vinieron a casa tenían caras normales, como toda la gente, pero se dedican a esto” (Verbitsky, 1985,  73).

 

[28] En “Sobre la función del intelectual” (1983) dice Cortázar:

 “En una auténtica revolución, la alianza de los dirigentes políticos y de los intelectuales  es la única fuerza capaz de llevar adelante un proceso popular en que la soberanía nacional tenga su base en la soberanía cultural, y en el que la autodeterminación exista en el nivel del estado porque existe como conciencia individual” (Argentina…, 1984, 94).

 

En “El escritor y su quehacer en América Latina” (1982) expresa:

 “Como ingenieros de la creación literaria, como proyectistas y arquitectos de la palabra,  hemos tenido tiempo sobrado para imaginar y calcular el arco de los puentes cada vez más imprescindibles  entre el producto intelectual y sus destinatarios;  ahora ya es el momento de construir esos puentes en la realidad y echar a andar sobre ese espacio a fin de que se convierta en sendero, en comunicación tangible, en literatura de vivencias para nosotros y en vivencia de la literatura para nuestros pueblos” (Argentina…, 1984, 97).

 

“Huelga decir que no estoy abogando por la facilidad,  por la simplificación que tantos reclaman todavía en nombre de esa inserción popular, sin darse cuenta de que todo paternalismo intelectual es una forma de desprecio disimulado. Las vanguardias intelectuales  son incontenibles y nadie conseguirá jamás que un verdadero escritor baje el punto de mira de su creación, puesto que ese escritor sabe que el símbolo y el signo del hombre en la historia y en la cultura es una espiral ascendente;  de lo que se trata es  que los accesos inmediatos o mediatos a la cultura se estimulen y faciliten para que esa espiral sea cada vez más la obra de todos, para que su ritmo ascendente se acelere a esa multiplicación en la que cada uno, hacedor o receptor, pueda dar el máximo de sus posibilidades” (Argentina…, 1984,  99).

 

“Si es cierto que la imaginación es y será nuestra mejor arma  para tomar el poder,  entendiendo por poder una participación más estrecha y más eficaz en la lucha del pueblo por su identidad y su legítimo destino, nuestro quehacer tiene que articularse a base de técnicas más eficaces que las consuetudinarias, menos estereotipadas que las que emanan de nuestras tradicionales etiquetas  de cuentistas, poetas, novelistas y ensayistas, y todo eso sin dar un solo paso atrás en lo que nos es connatural pero vehiculándolo de una manera capaz de llegar allí donde nunca llegará si seguimos en nuestro viejo circuito rutinario, por más bello, avanzado y audaz que sea  en sí mismo. “ (Argentina…, 1984, 103)

 

[29]En “La literatura latinoamericana de nuestro tiempo”, conferencia dictada en la Universidad de Berkeley en octubre de 1980, Cortázar sostiene que el escritor latinoamericano tiene e deber de vincular su obra y la de los otros escritores al contexto social e histórico. Afirma que algunos llaman a eso compromiso, otros ideología  y él  “responsabilidad ante nuestros pueblos” (109).Y agrega:

“La literatura  es un diamante de múltiples facetas y cada una de ellas refleja un momento y una gama de la luz de la realidad exterior e interior, física y mental, política y psicológica” (Argentina…, 1984, 109).

 

“mi visión de la literatura latinoamericana de nuestros días será la de alguien para quien  un libro es solamente una de las múltiples modalidades que asumen nuestros pueblos para expresarse, para interrogarse, para buscarse en el torbellino de una historia sin piedad, de un drama en el que el subdesarrollo, la dependencia, la opresión se coaligan para acallar las voces que nacen aquí y allá en forma de poemas, canciones, teatro,  cine, pinturas, novelas y cuentos. Entre nosotros esas voces nacen muy pocas veces de la felicidad, en esas voces hay más de grito que de canto. Hablar de nuestra literatura dentro de esta perspectiva es una manera de escuchar esas voces, de entender su sentido y también- por lo menos es mi deseo como escritor-  de sumarse a ellas en una lucha común por el presente y el futuro de América Latina” (Argentina…, 1984, 110).

 

[30]Así había afirmado  Conti en un discurso pronunciado en Casa de las Américas, en La Habana, en 1971:

“Por supuesto, como vida, esto es, como totalidad, no se reduce al solitario hecho de escribir sino a una actitud general, una especie de revelación, por mi lado, y por otro,  el del lector y aún el del mero espectador, a un tipo de participación que curiosamente me lleva  a un despojamiento cada vez mayor de lo personal (no sería exacto decir personalidad) para que los demás asuman mis historias, como actos más que como relatos, cual si fueran propias, las participen, que es algo más que leer,  y las incorporen a sus vidas. Así, a través de mis personajes soy yo el que me vivo (. . .) (Restivo y Sánchez, 1986, 166).

 

 

Bibliografia.-

 

 

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Revistas político-culturales

Crisis

Nº 2. _“Julio Cortázar: “mi ametralladora es la literatura”. Bs. As., Junio 1973. (10-15)

Nº 11._“Estamos como queremos o los monstruos en acción” Julio Cortázar. Bs.As., Marzo 1974.(40-44)

N° 16._ “Compartir las luchas del pueblo”. H.Conti, Bs.As, Agosto  1974.(40-48)

N° 21._“La hermosa gente al final del camino”. H.Conti, Bs As, Enero l975. (48-50)

 

 

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