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Alo largo de tres siglos, la trata de esclavos nutrió a la naciente cultura cubana. Sus costumbres, comidas y creencias se fueron mezclando con la perteneciente a los colonizadores españoles y, tal vez, con la casi inexistente cultura aborigen. Definitivamente, esta raza influyó grandemente en la continuación de nuestra historia. De esta mezcla saldría la mulata, con su sensualidad exuberante; la tumbadora, instrumento indispensable para nuestra música; el bacán, variante del tamal cuyo ingrediente principal es el plátano, y, la santería, producto del sincretismo de religiones africanas como Regla Lucumí, Regla de Ochá y Regla de Mayombe, con la religión católica traída por los Españoles. Aquella que empuñaba la espada, cuyo color distintivo era el rojo, y que llamaban Santa Bárbara, encontró su similar en "Changó". Aquél que apoyado en muletas y lleno de llagas llevaba el nombre de San Lázaro, fue identificado como "Babalu-Aye". Así, desde la oscuridad de sus barracones, donde tenían que realizar sus cultos a escondidas salieron a la luz a cantarle a "Changó", diciendo Santa Bárbara, orarle a "Yemayá" diciendo Virgen de Regla. Así fue viendo la luz: La Santería.

Antes de adentrarnos en el tema, quisiera aclarar que siempre que en mis ESTAMPAS hablemos de los Cultos Sincréticos será desde un enfoque cultural y no religioso. Dicho esto, empezaremos por definir lo que significa Sincretismo: Sistema filosófico o religioso que pretende conciliar varias
doctrinas diferentes. Esto es igual a fusión, unión, conciliación. Por lo que es preciso determinar que el Sincretismo religioso es el que permite identificar los dioses de una religión con los santos de otra.

Nuestros cultos sincréticos son producto del proceso de «transculturación» que ha caracterizado la nacionalidad cubana, descrita en Antropología como «unión entre culturas». Esta no es otra que el proceso de difusión o de influencia de los rasgos culturales de una sociedad, cuando entra en
contacto con otra que se encuentra bastante menos evolucionada. Se conforman partiendo de dos concepciones teológicas, legados culturales que heredamos del español y del africano (el menos evolucionado).

Del componente español nos llega como religión oficial el Catolicismo y del componente africano nos llegan diversas religiones, por la diversidad de etnias de procedencia carabalí (los que venían de Calabar como los Ibo, Bras, Ekoy, Brícamos, Oba, Ibibios, y Efik), los congos (los procedentes de
la enorme cuenca del Congo, los Mayombe, Mondongo, Mucaya, Bisongo, Agunga, Cabinda, Motembo, Banguela), los ararás (que venían de las regiones comprendidas entre la Costa de Oro y la de Marfil y se encontraban entre ellos los Ashantí, Fanti, Fon y Mina Popó) y los Yorubas (entre los que sobresalían los Ekiti, Eguadó, Yesa, Agicón, Sabalú, Oyó, Egba y Cuévanos).

En sus creencias estaban mezcladas diferentes manifestaciones religiosas como el TOTEMISMO (creencia en algún animal como los Totems), el ANIMISMO (culto de los espíritus), y el FETICHISMO (veneración excesiva y supersticiosa por una persona o cosa).

Además, son POLITEISTAS (adoran a más de un dios) aunque algunos antropólogos los catalogan de MONOTEISTAS. También tienen influencias de religiones universales de Sumer y de Egipto, y como el Islam, determinados por saludos, costumbres y parte de su vocabulario, etc.

El régimen colonial les prohibió el culto de sus religiones a los esclavos, imponiendo oficialmente el catolicismo y de esta forma da comienzo al fenómeno de sincretización (conciliándose varias doctrinas diferentes) que con el tiempo y las difíciles condiciones en que vivían nuestros negros se
convierte en una religión nacional de raíces africana y española. Hay quienes se refieren a todos estos cultos como Santería, que no es otra cosa que la cultura Yoruba, Regla Ocha-Lucumí, pero la Santería no lo abarca todo, existen la Cultura Bantú de la Regla Mayombe-Conga (Palo Monte) y la Regla Arará-Dajomi de Arará-Dahomey, de las que hablaremos en su momento.

Gracias a Fernando Ortiz (el padre de la etnología cubana) y a Lydia Cabrera se pudo dar valor cultural y social a estos cultos, que en su época era muy difícil hablar y reconocer. Especialmente Ortiz quien además fue el primero en usar los vocablos 'sincretismo' y 'transculturación' para definir lo que antes le hemos expuesto y que aún en la actualidad, en la antesala del 2000 todavía la Real Academia de la Lengua española no los aprueba (cuando ha admitido términos tan vulgares e innecesarios como decir 'güevo' por 'huevo', entre otras insensateces).

Hoy en día, somos muchos los interesados en aprender y comentar de todos los hechos mágicos y misteriosos que envuelven estos cultos, aunque sabemos que para algunos todavía es tabú y no se les permite conocerlas.

Palo Monte

A partir de la segunda mitad del siglo XVIII, comienzan a formarse en Cuba los primeros asentamientos de la Cultura Bantú con carácter definido, que se unificaron al principio del siglo XIX. Se decía que eran de origen Congo porque ellos, con sus fuertes rasgos, dominaron el resto de los grupos étnicos que eran Mondongo, Bisongo, Timbiseros, Mandingas, etc. de raíz
Imbisa, traídos de lo que son los actuales estados de Zaire, el Congo, Angola y Mozambique. Ninguno conservó la pureza de su origen y, sin embargo, es el segundo grupo en importancia de los cultos de origen africano en Cuba.

Se dividen en tres Reglas principales: Mayombe (la más pura o menos sincretizada), Briyumba o Brillumba (mezclada con Regla Ocha) y Kimbisa, esta última creada por Andrés Petit, para unificar los poderes de la santería y el catolicismo en el culto congo, (dando nacimiento como en la
Briyumba a la forma mixta de practicar la religión, a lo que se le llama «santo Cruzado» o «Palo cruzado»), que rápidamente se extendió a las otras, por la necesidad de fortalecerse, asimilando ciertos elementos yorubas-cristianos, por eso las vírgenes y santos católicos, los Orishas santeros y los mpungos (deidades paleras) son como un mismo santo.

Lydia Cabrera escribió en el libro «La regla Kimbisa del Santo Cristo del Buen Viaje» que Petit, su creador, para proteger y defender de venganzas y maleficios a sus partidarios (de la secta abakuá principalmente) decide fundar la Regla Kimbisa, «dejándonos en ella el modelo más acabado de
sincretismo religioso que se produce en Cuba (...) Petit hizo un ajiaco, un revoltillo, cogió de todo: trabajó con Palo, con Ocha, con Santo, metió el espiritismo, la brujería, la iglesia, cuanto encontró, para vencer (...) sin embargo (...) tomó más de los congos que de los lucumí.» De esto hablaremos más adelante en «Agrupaciones afrocubanas» y «El nacimiento de las Reglas Sincréticas.»

Así como el jerarca mayor santero es el Babalawo, aquí el mayombero es el Tata Enkise, el Padre Nganga, el padrino, el que tiene los conocimientos para funcionar ante la «Prenda» (Nganga-Nkiso) o 'cazuela', que es como la casa de su muerto esclavizado, del cual se posesionan en medio de cantos, para predecir y aconsejar. Mediante un trato con el muerto que vive en la 'cazuela', ellos lo atienden, por ejemplo le derraman sangre de un pollo recién sacrificado y a cambio el muerto lo obedecerá y protegerá contra todo lo malo.

El palero, emplea para adivinar el Mpakeo Mpaka Menso, que es un cuerno que tiene en su interior ingredientes mágicos y cuya abertura está tapada por un espejo que el brujo va ahumando y a través de él lee las figuras que aparecen de entre el humo. Para ellos es básico ver el futuro para arreglar la vida de manera rápida y eficaz.

Los muertos forman parte de la vida diaria como miembros de la misma familia, y aunque no hay una rica mitología como en los Yorubas, sí tienen un conocimiento herbolario o botánico bien desarrollado, adorando las plantas (la presencia del Palo Monte es básica, es el elemento mágico),
también adoran todas las fuerzas de la naturaleza: los vientos, el mar, los metales. Tienen una música y cantos pobres comparados con los Yorubas, pero con sus instrumentos musicales propios, usando como su lengua ritual una mezcla del «kilongo» con el español.

A la Regla Bantú como hemos visto en sus distintas Reglas, la enriquecieron además de los Yorubas y el catolicismo impuesto, algunos elementos de los ritos espiritistas, por lo que hace esta heterogeneidad étnica (lo mismo que los Santeros, hacen que los cultos africanos no sean tan exactos en Cuba como en su país de origen) que sea exclusiva de Cuba, con sus orígenes en el
Congo.


El vocablo GUANABACOA es aborigen y significa: «lugar alto de mucha agua».
Al llegar los colonizadores españoles encontraron un gran número de indígenas viviendo en esta zona, por ser un territorio generoso y apropiado, y al recrudecerse el sistema de conquista, queda este poblado como «ASILO DE TODOS LOS INDIGENAS QUE ANDAN ERRANTES», refugiándose en éste los escasos nativos supervivientes de las inmediaciones de La Habana.

La cercanía de Guanabacoa a la importante bahía de la capital habanera, facilita a la Corona española para reemplazar los débiles aborígenes, en su mayoría desaparecidos, e introducir en la zona los esclavos africanos procedentes de diversas etnias, por eso es que en esta población es donde primero se sincretizan todas las religiones africanas, manteniendo su vigencia y expandiéndose a toda la isla y al exterior. Es aquí donde más agrupaciones mutualistas afrocubanas se crearon.

Uno de los babalawos (máximo líder en la Regla Ocha) más famosos fue Arcadio Calvo Espinosa, quien en 1949 fundara la «Asociación de hijos de San Antonio» (cofradía de ayuda mutua) y fundador y mentor de la Sociedad de Estudios Afrocubanos, inscrita en el gobierno provincial de La Habana. Pero a él se le internacionaliza por la famosa canción de «UN BRUJO EN GUANABACOA» que popularizara Abelardo Barroso y otros cantantes de la época. Sin embargo, se desconoce que ese «Brujo» que cobraba... «1.05... sin contar gallo y paloma... y 4.75 que ya se me había olvidao», era uno de los hombres más humanos que existieron, repartiendo cariño y consuelo. Que siendo un hombre modesto fue una de la personas que más funerales pagara a las familias pobres y en la mesa de su casa, en la calle Bertematis No. 113 (entre Luz y Corrales), siempre había un plato dispuesto para el que lo necesitaba.

Se recuerda a Guanabacoa la «brujera», por esa canción pegajosa y hasta graciosa, y no se dice que también es un pueblo de fervor religioso, venerando a Nuestra Señora de la Asunción, desde el 15 de agosto de 1578, en que el misionero Francisco celebró la misa en la pequeña iglesia del Campo Santo, (hoy Calixto García, en el barrio oeste de la Asunción); allá un humilde indígena nombrado Jusepe Bichat, convertido al catolicismo, logró gran notoriedad al entregar su vida a la oración y la penitencia, y clavar una gran cruz en la loma más alta donde tenía su humilde choza, de ahí la fama de la Loma de la Cruz.

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