La Fundación de la CNT: la temática de la mujer entre 1910 y 1936
María Angels Rodríguez. Ideas e Historia, nº 1 marzo 2005.

La CNT de 1910, como organización sindical, sigue la tónica de los tiempos. La mujer es como trabajadora un elemento asociativo más y cuestiones como el sometimiento al hombre, el sexo, las relaciones conyugales no se trataban como temas en el sindicato, son consideradas reivindicaciones con tufillo burgués y sufragista.

El tema de la mujer se aborda, pero siempre en su condición de afiliada y sus principales acuerdos que se toman sobre ella se enfocan hacia la abolición de todo trabajo que sea superior a sus fuerzas, a procurar su independencia económica, a intentar que se integren en la CNT y a no permitir que trabajen antes del parto y hasta un mes después de dar a luz.

Este esquema se da en el resto del asociacionismo obrero y, pese a que mujeres socialistas y marxistas llevan adelante una lucha más significativa en este aspecto, dentro de las asociaciones políticas en Europa y en organizaciones sindicales en Norteamérica, los resultados son parecidos.

Surgen figuras como Clara Zetken, Rosa Luxemburgo, Alexandra Kollantai (una de las primeras mujeres en decir “que lo personal es también político”), que se expresan en muchas ocasiones como mujeres feministas. Sin embargo, sus actuaciones se supeditarán a los objetivos de las organizaciones a las que pertenecen y, pese a ello y para no desfallecer, se reúnen en diferentes conferencias de mujeres como las de Stugart 1907, Copenhague 1910, Berlín 1921, o se ven obligadas a fundar la Liga Sindical de Mujeres en Norteamérica, puesto que los obreros varones no aceptan que “esas socias de su agrupación sindical” se aprovechen de sus capacidades de negociar los conflictos. O como las obreras francesas que no tienen posibilidad de ingresar en la central sindical de su país, CGT, hasta 1910.

Incidir en este panorama general no es una disculpa para la CNT, que en diferentes reuniones, congresos o plenos toma acuerdos en la misma línea “de integrar a las mujeres e interesarlas por las luchas obreras (1918), sin entrar en otro tipo de inquietudes que mueven a las mujeres libertarias, anarquistas, anarcosindicalistas, a organizarse como mujeres en agrupaciones como Acción Femenina (1921), que reúne en sus inicios a mujeres de diferentes tendencias, entre ellas las anarquista. En ésta encontramos en sus inicios a Maria Dolores Rodríguez que, no obstante, descalificará la organización desde la Revista Blanca dado que el enfoque que se da a las reivindicaciones son o “de carácter católico o el que imita a las mujeres del extranjero”. En el ideario de la mayoría de los anarquistas se seguirá argumentando que reivindicar la cuestión de la mujer como sexo no se corresponde con las reivindicaciones que afectan al conjunto de la humanidad.

Esta corriente, no obstante, se irá modificando o matizando por parte de algunas mujeres de dentro y fuera de la CNT, que considerarán necesario, ante el alejamiento de la mujer obrera de las áreas de influencia de las ideas libertarias, organizarse para dar respuestas más concretas a los planteamientos que se hacen específicamente como mujeres. En diferentes lugares se van creando núcleos que darán paso a una organización genuinamente muy cercana a la idea actual de “mujer–género” con una vida breve pero muy intensa ya que Mujeres Libres acabará constituyendo una Federación Nacional con su nombre.

Estas mujeres pertenecen a la generación que ha nacido a finales del siglo XIX y primera década del XX, y a las que van a afectar muy directamente los cambios de rol social de la mujer que se acelera a partir de la Primera Guerra Mundial, (1914-18). Entre ellos, el incremento de las mujeres que trabajan fuera del hogar.

Aunque las ideas o “la cuestión femenina”, como indica Soledad Estorach continúa sin resolverse y, aunque acuden y frecuentan los sindicatos, combaten en las huelgas y participan en las giras de los domingos son, como militantes activas, un reducido grupo en cualquiera de las diferentes regiones confederales de la CNT.

Son la minúscula base sobre la que van adoptando posiciones como mujeres, que creen necesario organizarse, sin salirse del ideario de la Confederación Nacional del Trabajo, para poder dar salida a aspiraciones que tengan en cuenta su situación como mujeres, y que van más allá de las que se defienden globalmente por parte de la Organización sindical.

Las mujeres libertarias no eran ajenas a la movilización de las otras mujeres de izquierda, ni a lo que en España era también un movimiento importante, el de las mujeres de derechas. Este último movimiento, desde un control por parte de la Iglesia Católica y con la colaboración de la burguesía, tenia gran aceptación, puesto que había ido creando asociaciones para mejorar o desarrollar las cualidades que consideran “femeninas”.

Ofrecían respuestas a las reivindicaciones que se movían alrededor de la mejora en la calidad de vida, fuesen servicios comunes, horarios de trabajo, acceso a la cultura, ayudas maternales u otras que eran recibidas por las capas sociales más desfavorecidas como caridad o salvación.

Pero también eran escuchadas por parte de mujeres de otros estratos sociales, que encontraban una respuesta a cuestiones como su participación en la toma de decisiones, o la importancia de las problemáticas que se denominaban femeninas y que tenía un sesgo de reivindicaciones secundarias en manos de los hombres, pero a las que estas asociaciones femeninas de derechas daban cobertura.

Las mujeres de las izquierdas, ya sean las de los partidos o centrales sindicales como la UGT, no conseguían llegar y arrastrar a las obreras que, en su inmensa mayoría, no estaban afiliadas a ninguna central sindical y mucho menos estaban interesadas por cuestiones que se consideraban cosa de hombres. Además, estaban influenciadas por las ideas conservadoras y retrógradas de la iglesia católica, que llegaba hasta ellas con más facilidad, proporcionando apoyos para que se mantuvieran sin ningún cambio en sus situaciones y alejadas de las aspiraciones de las izquierdas para la clase trabajadora.

Los diferentes intentos por parte de las mujeres del entorno de la organización anarcosindicalista CNT y del ámbito libertario de organizarse como tales se concretan en diferentes acciones. En 1935, en Barcelona, un grupo de ellas toma la decisión de formar una sociedad con el nombre de Agrupación Cultural Femenina, en ésta participarán Pilar Grangel, Áurea Cuadrado, Nicolasa Gutiérrez, Maruja Boadas, Rita Prunes, Conchita Liaño, entre otras, que desean “asumiendo su condición de obreras concienzudas, tomar parte activa en las decisiones, sociales, en las fabricas, talleres...

Lo mismo ocurre por estas fechas en Madrid, dónde Lucía Sánchez Satornil, una destacada obrera cenetista de la Telefónica, con intereses también por otros campos como el arte o la literatura, que colabora en la prensa sindical de la época, es secretaria de redacción del periódico CNT. Entre otras, mantiene posiciones como “La problemática de la mujer proletaria requiere soluciones específicas al margen de las resoluciones del conflicto de clases”.

Lucia Sánchez junto con Mercedes Comaposada, Amparo Poch, Carmen Conde, Suceso Portales, Joaquina Colomer formarán el núcleo al que se añadirán otras muchas mujeres que están organizadas, como las que se encuentran encuadradas en las Juventudes Libertarias: Libertad Rodenas, Pura Pérez, Olimpia Gómez, o en grupos de acción directa como el de los Solidarios: Juliana López, Ramona Berna, Pepita Not, Mª Luisa Tejedor, o en diferentes frentes sindicales u obreros como: Rosario Dulcet, Lola Iturbe, Bilbaína Pi, Sara Berebguer, María Rius, Aurora Cuadrado, y una larga lista de nombres de mujeres repartidas por los diferentes ámbitos libertarios.
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