Los primeros antifascistas

La llegada al poder de Mussolini y los fascistas en Italia, de 1919 a 1922, nos da lecciones importantes, no sólo acerca del fascismo sino también acerca de los métodos y la organización necesaria para combatirlo. Igualmente el papel crítico de la lucha más amplia de la clase obrera está bien enfocado. Creemos que las lecciones son lo suficientemente claras para que surjan simplemente relatando la historia...

El primer "Grupo de Combate" (Fascio di Combattimento) fue fundado el 23 de marzo de 1919 por 118 veteranos de guerra (especialmente los "Arditi" o tropas de asalto), futuristas e izquierdistas que como el propio Mussolini, se habían "hecho nacionalistas" durante la guerra. Su programa tenía muchos elementos "socialistas" y "sindicalistas". En su nacimiento el fascismo pudo así presentarse como un movimiento radical, revolucionario para barrer el status quo por cualquier medio necesario.

Pero en 1921 no podría haber ilusiones. La organización de Mussolini habría sufrido un colapso en el verano de 1920 si su potencial para la acción directa anti-clase obrera no hubiera sido reconocido. Fueron los terratenientes del norte y centro de Italia quienes dieron la bienvenida a la formación de escuadrones de camisas negras urbanas para que salieran al campo a aplastar a las ligas campesinas y a las organizaciones de izquierda. Pronto comenzó a llegar dinero y apoyo de los industriales urbanos igualmente.

Este movimiento fascista era en su mayor parte de clase media o media baja: ex-oficiales y suboficiales; empleados administrativos, estudiantes y trabajadores por cuenta propia en las ciudades; hijos de terratenientes, propietarios de pequeñas fincas y administradores de fincas en el campo. Además la policía y el ejército hacían la vista gorda y les daban asistencia secreta, animaban a los exoficiales a unirse y entrenar a los escuadrones; prestándoles vehículos y armas y, si fuera necesario, interviniéndo para salvarles el pellejo.

La decisiva implicación y el apoyo de estos elementos burgueses tiene una explicación simple. El fascismo en Italia fue una "contrarrevolución preventiva". Las brigadas fascistas fueron utilizadas para evitar que una revolución de clase obrera tuviera lugar y acabar con todas las ganancias reformistas de las uniones y el movimiento parlamentario. Los capitalistas rurales y urbanos, y los que se sintieron bajo la amenaza de un levantamiento de la clase trabajadora, estaban muy asustados por los sucesos de 1919 y 1920 -los llamados "años rojos". Estos años estuvieron marcados por disturbios por el coste de la vida, huelgas, ocupaciones de tierras y de fábricas.

Con las masivas ocupaciones de fábricas en septiembre de 1920 se llegó a un momento decisivo. Las cosas habían ido tan lejos que la vuelta atrás no era una opción real. Como Errico Malatesta predijo: "Si no continuamos hasta el fin, entonces pagaremos con lágrimas de sangre el miedo que nosotros le hemos metido a la burguesía". Pero se perdieron los nervios, no entre los que estaban ocupando las fábricas, sino entre los líderes del Partido Socialista (PSI) y la central sindical CGL. En lugar de expandir la lucha industrial y conectarla directamente con las diversas luchas comunales y rurales, negociaron un pacto y ordenaron a sus miembros la vuelta al trabajo. Y desde el mismo momento en que se perdió la ocasión, a la burguesía aturdida le llegó su turno para la venganza. Las escuadras fascistas fueron el instrumento de esa venganza.

Así, de una manera, el éxito del fascismo dio comienzo con el fracaso de la clase obrera en consolidarse y seguir adelante. Y mucha de esa culpa debe recaer sobre la izquierda reformista. Como es habitual los burgueses mostraron una mayor comprensión de los fundamentos de la lucha de clases. Tan pronto como tuvieron la posibilidad de contraatacar no distinguieron entre los sindicalistas "razonables" y socialistas, quienes se habían allegado a concesiones en términos de horas, sueldos y condiciones de trabajo y los "extremistas" que llamaban a aplastar el capitalismo.

Y así comenzó en el otoño de 1920 el régimen de terror del fascismo -al principio en las áreas rurales luego, con creciente confianza, en las ciudades industrializadas del norte. El método favorito era que las escuadras fueran a por individuos aislados o concentrar varias escuadras conjuntamente y entonces emprender asaltos punitivos, propagando el terror general e infligiendo daño específico en objetivos "rojos", particularmente edificios administrativos. Pieza por pieza la estructura de los socialistas, sindicatos y ligas campesinas fueron hechas trizas. Pero todavía se demostró en numerosas ocasiones que los fascistas pueden ser golpeados -cuando llegaban no estaban preparados para una resistencia firme y organizada.

El problema fue que el Partido Socialista, como mayor agrupación de izquierda, tenía un pie bajo la misma mesa que el estado capitalista. Así es que conscientemente requirieron que el estado se ocuparse del fascismo. Y por supuesto, debido a que se posicionaron dentro del marco del legalismo, poder del estado y "democracia", tuvieron que condenar toda violencia ilegal, incluyendo la de los antifascistas. Esta "combinación fatal de retórica revolucionaria y práctica reformista" impidió el desarrollo de la resistencia de las masas de clase obrera. Y el potencial de esa resistencia no era ni mucho menos una ilusión.

En Livorno, por ejemplo, una ciudad en la que el Partido Socialista había alcanzado el 51 % de los votos en 1919 y que tenía una intensa presencia anarquista, hubo un continuo malestar durante todo 1920. Hubo huelgas en enero y abril y otra vez en mayo, después de un disturbio entre anarquistas e hinchas de fútbol en Viareggio, estalló tal alboroto en Livorno que 1000 Carabinieri y Guardias Reales tuvieron que llegar para patrullar las calles. Durante las ocupaciones de la fábrica de septiembre los trabajadores se retiraron de mala gana bajo la presión de la unión FIOM.

La primera incursión fascista significativa ocurrió el 10 de noviembre, cuando fascistas y soldados trataron de tomar el ayuntamiento, siguiendo el ejemplo de tomas exitosas de consejos socialistas en otros lugares. Sin embargo, según las noticias del asalto se extendían, el poder obrero se incendió y los distritos de clase obrera se movilizaron en masa para marchar al centro y retomarlo. Luego otra vez el 16 de febrero de 1921 los fascistas trataron de romper una huelga conduciendo los tranvías. Pero se encontraron con una resistencia masiva, cuando un tranvía cargado fue atacado por unas 400 personas.

En las luchas callejeras de marzo de 1921 resultó muerto un fascista local. En respuesta organizaron un raid de venganza al Borgo dei Cappuccini, un área de clase obrera con una historia muy militante. Baste decir que los Camisas Negras tuvieron que salir corriendo cuando el barrio entero se movilizó contra ellos. Otra vez, el 13 de abril (1921), durante los comicios, dirigieron un ataque a la Camero de Lavoro (el centro de los sindicatos). Este acto fue respondido por la acción de huelga el 14 y el acorralamiento de una escuadra fascista en la Barriera Garibaldi. La policía, los Carabinieri y la Guardia Real fueron incapaces de restaurar el orden, así es que el ejército tuvo que llegar, aunque la huelga y las luchas callejeras continuaron durante todo el día siguiente (el 15). El 17 de mayo otro intento fascista de tomar las calles fue derrotado por una movilización masiva.

Como puede verse la militancia general de la clase obrera en los pueblos industriales permaneció alta. Además, los socialistas militantes, los comunistas, los anarquistas y los republicanos se juntaban en agrupamientos antifascistas con una clara estrategia de quitar a los fascistas de enmedio. Así en abril en Livorno se fomó un Comitato di Difensa Proletaria, aunando a cuatro grupos políticos, las centrales obreras CGL y USI, la unión de empleados del ferrocarril y la LSS (Lega Studentesca Sovversiva). El mismo mes también vio a una organización antifascista relacionada creciendo rápida y espontáneamente en las áreas de clase obrera militante. Conocida como el "Arditi del Popolo" la organización se originó en Roma y fue creada por soldados desmovilizados. Iba a dar una respuesta directa de la clase obrera a las bandas armadas de Camisas Negras. Este "Arditi" desarrollaba la tradición de resistencia /insurrección de masas y era, efectivamente, una milicia armada del "Comitato di Difensa Proletaria". Pero pongamos inmediatamente esto en contexto, pues el éxito de esta milicia en ciudades como Livorno dependía de:

"... su conexión orgánica con el movimiento de masas... demostrada por su habilidad para unir rápidamente a las masas de las áreas obreras cuando éstas fueran perseguidas por fascistas y las fuerzas de seguridad, y el respaldo que recibían como número de hombres armados relativamente pequeño, de un número grande de hombres y mujeres dispuestos a tirar cualquier cosa por las ventanas de sus viviendas cuando los fascistas pasaban por debajo, o dando asistencia práctica ... como ayudando a bloquear las calles".

Nacionalmente el movimiento del Arditi de Popolo tenía una estructura autónoma, o sea que las secciones locales eran independientes. En algunas áreas los grupos estaban definidos por términos de localidad o lugar de trabajo; en otros por la afiliación política (comunista, anarquista...). En una sola región vemos unos 300 combatientes en Pisa; 500 en Piombino y 800 en Livorno - y éstas son solamente las tropas de choque de una resistencia obrera más amplia.

En Piombino la primera acción del "batallón" del Arditi del Popolo fue el 19 de julio 1921 después de un intento de asesinato de un socialista. El lugar de encuentro de los fascistas fue atacado y los fascista rodeados en sus casas y lugares de trabajo. Cuando la Guardia Real intervino para evitar esto fue también sobrepasada y desarmada. Los trabajadores mantuvieron las calles en su control durante varios días.

Sin embargo, los sucesos de Sarzana en el mismo mes llaman la atención por la resistencia que hicieron los Arditi. Los fascistas habían montado una expedición punitiva contra el pueblo el 12 de junio de 1921 pero se habían encontrado con tal resistencia que tuvieron que entregarse y su líder Renato Ticci fue puesto bajo custodia, por su propia seguridad, por las administraciones locales. Consecuentemente varias bandas fascistas armadas se reunieron para hacer un intento de rescate y de paso para enseñar al pueblo de Sarzana una lección.

Sin embargo, el 21 de julio, cuando 500 fascistas llegaron a la estación de ferrocarril tuvieron la experiencia inusual (para ellos) de ser disparados por una docena de Carabinieri y soldados. Como si este giro imprevisto de sucesos no fuera suficientemente malo, recibieron un ataque armado del Arditi, apoyado por otros trabajadores de Sarzana, quienes no habían ido a trabajar en esa mañana en previsión del ataque. Según aumentaban las bajas fascistas, se vieron forzados a escapar al campo. Pero allí aun no estaban seguros, con el Arditi pisando sus talones, los campesinos de la zona participaron en su persecución y captura. Más de 20 fascistas resultaron muertos, aunque las fuentes extraoficiales situan la cifra en muchos más. El "jefe del estado mayor" fascista de esta expedición más tarde comentó: "El squadre, tan acostumbrado a derrotar a un enemigo que casi siempre huía u ofrecía una débil resistencia, no podía, y no sabía cómo, defenderse".

Incluso Mussolini se inquietó con esta voluntad de combatir a los fascistas y de derrotarles. Pero una vez más, justo en un momento decisivo de lucha, la izquierda cavó su tumba. Mientras miles de militantes socialistas estaban involucrados en la oposición contra los fascistas, los organismos oficiales del Partido Socialista estaban ocupados en denunciar o poner obstáculos al Arditi de Popolo. Peor aún, ¡habían estado tratando de llegar a una tregua con los fascistas desde marzo de 1921. Su situación era clara -estaban siendo metódicamente aplastados, especialmente en las áreas rurales. Pero un tratado de no agresión no era la respuesta, ya que a esta hora el fascismo claramente podía verse como un enemigo de clase, a sueldo del poder, implacablemente hostil incluso hacia el socialismo reformista. Pero se firmó un "Pacto de Pacificación" el 2 de agosto y, como condición de ese pacto, el Partido Socialista y la CGL renegaban del Arditi de Popolo y ordenaban a sus miembros retirarse de sus bases.

Un segundo golpe no tardó en llegar, a causa del Partido Comunista Italiano (una entidad distinta desde comienzos de 1921). Los líderes del partido eran al principio remisos acerca del Arditi de Popolo, a pesar de que muchos comunistas de base, se involucraron entusiástamente en ellos. Ahora el PCI sacaba la cuestión de las credenciales de clase del movimiento e instruía a sus miembros en que no tuvieran nada que ver el Arditi y que formaran escuadras comunistas "puras" detrás de las cuales la clase obrera debería unirse. Un puro absurdo, ya que esta clase había desarrollado espontáneamente sus propias organizaciones de defensa, las cuales el PCI ahora socavaba. Es suficiente citar a Gramsci: "la táctica... correspondía a la necesidad de prevenir que los miembros del partido fueran controlados por unos líderes que no fueran los del partido". En efecto, estos actos de traición de clase debilitaron fatalmente el movimiento, reduciéndolo a unos 5.000 militantes, en su mayor parte anarcosindicalistas y anarquistas. No iba a acabar esa resistencia solamente porque algunos quisieran meter sus cabezas en la arena o jugar a la política. Sino debido a que como el parlamentario Partido Socialista estaba ocupado en condenar la resistencia militante y armada, las fuerzas del estado, ya en clara confabulación con los fascistas, podían tomar un papel aún más activo.

Entonces, en Piombino, después de la muerte de un anarquista local el 3 de septiembre en una lucha contra guardias reales y fascistas, las autoridades lanzaron una serie de asaltos durante la noche, arrestando a unos 200 camaradas. Los fascistas inmediatamente aprovecharon su oportunidad y atacaron quemando las oficinas del Partido Socialista. Sin embargo, su avance fue cortado por una patrulla anarquista, que fue pronto reforzada por grupos de trabajadores. Y, como en Sarzanza unos meses antes, los fascistas no tuvieron otra alternativa que rendirse a la policía para escapar a la severa justicia de la clase obrera.

Los fascistas no trataron de tomar a Piombino hasta el 25 de abril de 1922. Todavía esta vez fueron rechazados a golpes por el Arditi. Ciertamente no fue hasta el 12 de junio cuando fueron capaces de lanzar un asalto definitivo, con el apoyo de guardias reales de Pisa. Aun así llevó un día y medio de dura lucha antes de que pudiesen asaltar las oficinas de la USI y la imprenta del periódico anarquista de Il Martello y así completar su conquista del pueblo.

Nacionalmente el golpe de gracia vino con el llamamiento a una huelga general contra el fascismo, la "huelga por la legalidad" del 31 de julio al 2 de agosto de 1922. Aunque el pueblo demandaba acción, la huelga fue planteada por los líderes reformistas como una petición al parlamento para defender las libertades constitucionales. Con todas estas demandas la se veía claro que la democracia liberal no era más que una fachada conveniente. En realidad la oportunidad para contruir una resistencia real ya había pasado. Las áreas rurales estaban perdidas y aunque los trabajadores de las principales ciudades industriales respondieron, la voluntad de resistir estaba quebrantada. Los fascistas ayudaron a ello lo que pudieron. El servicio público y los empleados del ferrocarril se quedaron en sus puestos -con pistolas fascistas apuntándoles.

Con el colapso de la huelga que los fascistas atacaron, reuniéndo números para ocuparse de los últimos puestos de resistencia. Livorno sucumbió a una fuerza de 2.000 squadristi armados de la región circundante. Los distritos obreros ya no tenían la energía u organización para sostener la lucha callejera que habían mantenido en 1921. Como Mussolini iba a jactarse después, en "48 horas de violencia sistemática, de guerra" las ciudades industriales del norte de Italia fueron tomadas.

No podemos sino saludar a aquellos que lucharon a muerte -los socialistas y los comunistas de Turin y los anarquistas- Arditi de Popolo en Parma, en donde durante cinco días un par de cientos de militantes armados, respaldados por la comunidad local, humillaron completamente a miles de fascistas, dirigidos por Italo Balbo. Al final los fascistas tuvieron que retirarse y el ejército fue enviado para terminar con este último bastión de resistencia.

No nos concierne decir cómo podría haber sido la historia. La historia habla por sí misma. Aprendamos de la experiencia de los primeros antifascistas: las comunidades obreras nos enseñaron que los fascistas pueden ser derrotados. La forma más efectiva de organización antifascista era un "frente único" nacional de secciones autónomas que encontraba su consenso en la militancia, no diluida, de resistencia física directa y que sacaba sus fuerzas de una conciencia de clase revolucionaria y de raíces profundas en comunidades locales y sus luchas corrientes -para las cuales el antifascismo no era un sustituto ni una opción extra.
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