Revolución de Octubre

Movimiento revolucionario desencadenado en España a causa de la entrada de tres ministros de la Confederación Española de Derechas Autónomas (CEDA), el 4 de octubre de 1934, en el gobierno de la II República. El 5 de octubre, en muchas ciudades se convocó como protesta una huelga general, que fue seguida de manera desigual. Asturias y Cataluña fueron los núcleos más importantes del movimiento. En Asturias adquirió un cariz revolucionario, llegando los insurrectos a asumir funciones básicas del Estado: abolición de la moneda y de la propiedad privada, control de la producción y abastecimientos, formación de un ejército proletario. La Alianza Obrera, integrada en Asturias por todas las fuerzas de izquierda (socialistas, comunistas y anarquistas) dirigió el movimiento, que tuvo como centros de irradiación las zonas mineras de Mieres, Sama y La Felguera y culminó con el dominio de casi toda la ciudad de Oviedo, excepto algunos focos gubernamentales como la catedral, el Gobierno Civil y el cuartel de Pelayo. El gobierno envió al general Eduardo López Ochoa a Oviedo, quién entre los días 10 y 17 de octubre tomó la ofensiva y consiguió la rendición de los revolucionarios el día 19. Francisco Franco propuso al ministro de la Guerra, de quien actuaba como asesor, el envío de la Legión y aconsejó que Juan Yagüe la dirigiese. El número de víctimas de la revolución de Asturias llegó a 71, pero el de represaliados fue muy superior: algunos de aquéllos resultaron, incluso, fusilados sin instrucción de causa.

En Cataluña, la actitud del gobierno presidido por Alejandro Lerroux en contra de la Ley de Contratos de Cultivo, aprobada por el Parlamento, precipitó la participación del gobierno de la Generalitat. El día 6 de octubre, el presidente Lluís Companys proclamó el Estat català dentro de la República Federal española. Los dirigentes nacionalistas desconfiaban de la Alianza Obrera, que no fue armada y, además, la anarcosindicalista Confederación Nacional del Trabajo (CNT) no se sumó al movimiento, ello facilitó la represión de los insurrectos en manos de las tropas del general Domingo Batet: el 7 de octubre el gobierno de la Generalitat era detenido y se suspendía el Estatuto de Autonomía catalán.

En toda España murieron 1.335 personas, de las cuales más de un millar eran revolucionarios. Muchos obreros fueron detenidos, se calcula que en total hubo 30.000 presos. La dura represión debilitó la alianza de gobierno del Partido Radical con la CEDA.
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