Estos hechos fueron decisivos para la expansión
territorial de los reinos cristianos y el desarrollo del comercio
marítimo.
El Imperio Romano de Oriente (Bizantino), subsistió hasta
1453 debido a sus límites naturales, a la colaboración
de los puebles bárbaros, a su astuta diplomacia y a las Cruzadas.
Justiniano fue el más grande Emperador bizantino; gracias
a la colaboración de sus generales Belisario y Narsés,
logró ampliar las fronteras imperiales.
Mandó a construir la catedral de Santa Sofía y a recopilar
la legislación romana.
Los Bizantinos se enfrentaron con los persas por motivos religiosos;
finalmente los dos contendores fueron vencidos por un enemigo común:
los árabes.
Con la toma de Constantinopla por parte de los
turcos (1453), terminó el Imperio Romano de Oriente (Bizancio)
y la Edad Media.
Carlos Martel, mayordomo de palacio, fue el iniciador
de la dinastía de los Carolingios, que con Pepino el Breve
fundó el Imperio Carolingio.
Temudjin, quien cambió su nombre por el
de Gengis-Kan, fue quien comenzó el engrandecimiento y la
expansión de Mongolia.
Gengis-Kan, se apoderó de la región
del Altai, de las provincias septentrionales chinas, de Asia del
Norte y Central e invadió el Imperio Islámico, parte
de Germania, la región del Danubio y casi toda Liberia.
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