El principal representante de las conspiraciones en contra
del régimen realista en Méjico era Miguel Hidalgo,
clérigo apasionado y fervoroso defensor de la cultura autóctona.
Era cura de Dolores (Guanajuato), y por su astucia lo apodaron “El
Zorro”.
Era virrey de Méjico Francisco Javier Venegas, cuando se
supo que alguien había delatado ante el gobierno la conspiración
organizada por Hidalgo, obrando con celeridad, “El Zorro”
de Guanajuato, el 16 de septiembre de 1810,estando celebrando la
misa, subió al púlpito y pronunció una arenga
incitando a los feligreses a desconocer el gobierno realista, exaltando
sus sentimientos nacionales y el odio a los españoles. Y
al grito de “¡Viva nuestra señora de Guadalupe!
¡abajo los gachupines!, se inició la rebelión.
El entusiasmo fue enorme y el avance arrollador, hasta llegar a
las mismas puertas de la ciudad de Méjico; pero Hidalgo cometió
un grave error: no se decidió a dar el asalto final y permitió
que el virrey Venegas organizara su ejército que dirigido
por el general Calleja derrotó a los 40 000 insurgentes y
detuvo a Hidalgo, quien fue fusilado en Chihuahua (1811).
Por la misma época otro movimiento insurgente se desarrollaba
al sur del país, encabezado por otro sacerdote, José
María Morelos, quien en su juventud había sido arriero.
En 1811, cuando Hidalgo era ajusticiado, Morelos dominaba el sur.
Morelos tenía en miras ganar un puerto para poder tener comunicación
con Estados Unidos, de quien esperaba ayuda, que por otra parte
nunca recibió. Por eso se dirigió hacia la costa y
se tomó Acapulco.
Desde Michoacán, proclamó la libertad de América
Mejicana, bajo una constitución de tipo republicano. Morelos
finalmente fue vencido por tropas realistas y condenado a muerte,
fue fusilado (1815).
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