LOS DECRETOS DEL VATICANO II  
COMPARADOS CON LAS ANTERIORES  
ENSEÑANZAS DE LA IGLESIA*

RELIGIONES NO CRISTIANAS
                                                                                           

   La actitud de la Iglesia Católica frente a los paganos, musulmanes y judíos siempre ha sido clara: no hay salvación fuera de ella. Aún suponiendo que una persona fuera invenciblemente ignorante de la verdadera Iglesia, debe seguir, no obstante, la ley natural para salvarse (bautismo del deseo implícito). Según la teología católica, es evidente que estas religiones falsas e inmorales están opuestas a la ley natural. Los Padres de la Iglesia, así como muchos Papas verdaderos, han sido bastante duros en su condenación, especialmente del judaísmo y del islamismo, que han atacado persistentemente a la Iglesia Católica a través de la historia. Los Padres conciliares del Vaticano II, sin embargo, no sólo han insinuado la salvación de herejes y cismáticos, sino que hasta alabaron a estas falsas religiones en su «Declaración sobre las Relaciones de la Iglesia con las Religiones no Cristianas». El párrafo de apertura sugiere que, sí, la salvación puede hallarse fuera del verdadero rebaño. Dice:

« ...también tienen un fin último: a Dios, cuya providencia, manifestaciones de bondad y desigions de salvación se extienden a todos los hombres, hasta el día en que los elegidos se unirán en la Ciudad Santa, que arde por el resplandor de Dios y en donde las naciones caminarán bajo su luz». El significado de esto último no concuerda, de manera alguna, con una frase similar hallada en la Biblia.

Decreto conciliar sobre las religiones no cristianas

§ 2 «Desde la antigüedad hasta el presente, ha existido entre los diversos pueblos una cierta percepción de esa fuerza oculta que permanece en el curso de las cosas y en los eventos de la vida humana; en ocasiones, es cierto, puede hallarse hasta el reconocimiento de una Divinidad y Padre Supremos. Tal percepción y reconocimiento infunde sus vidas con un profundo sentimiento religioso. Las religiones ligadas al avance cultural se han esforzardo por responder a estas mismas cuestiones con ideas más refinadas y con un lenguaje más desarrollado.

«Así, en el hinduismo los hombres contemplan el misterio divino y lo expresan por medio de una inexhausta fecundidad de mitos y de una diligente indagación filosófica; y buscan la liberación de las angustias de nuestra condición a través de las prácticas ascéticas, con la meditación profunda, o en un retiro amoroso y confiado en Dios.

«En el budismo, según sus variadas formas, se reconoce la radical insuficiencia de este mundo cambiante y se enseña el camino por el cual los hombres, en espíritu devoto y confiado, y por sus propios esfuerzos o con la asistencia divina, pueden alcanzar el estado de perfecta libertad o adquirir la suprema iluminación.

«La Iglesia Católica no rechaza nada de lo que en estas religiones hay de santo y verdaero. ...La Iglesia, por tanto, tiene esta exhortación para sus hijos: que prudente y amorosamente, a través del diálogo y la colaboración con los seguidores de otras religiones, y en testimonio de la vida y fe cristianas, reconozcan, preserven y promuevan los bienes morales y espirituales, así como los valores sociales y culturales que se hallen en ellos».

§ 3 «La Iglesia también mira con estima a los musulmanes, que adoran al Dios único, viviente e imperecedero, misericordioso y todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra que a los hombres habló... Consecuentemente, valoran la vida moral y honran a Dios sobre todo con la oración, las limosnas y el ayuno».

§ 4 «Al mismo tiempo que este Sagrado Sínodo investiga el misterio de la Iglesia, recuerda los lazos espirituales que unen al pueblo del Nuevo Pacto con los descendientes de Abrahán.

«Ya que el patrimonio espiritual común a cristianos y judíos es tan grande, este Sagrado Sínodo desea fomentar y recomendar aquel entendimiento y respeto mutuo que es fruto, sobre todo, de los estudios bíblicos y teológicos y de los diálogos fraternales.

«Y aunque la Iglesia es el nuevo pueblo de Dios, no se ha de presentar a los judíos como repudiados o malditos por Dios, como si tales conclusiones se tomaran de las Sagradas Escrituras».

(De hecho, estas opiniones sí se deducen de las Sagradas Escrituras, como lo señala S. Bruno en la columna de la derecha. ¿Qué mayor maldición podría caer sobre un pueblo que transmite de generación a generación una religión y una tradición basadas en el rechazo del verdadero Mesías?).

Los Padres del Concilio también trataron de añadir la frase «o culpables de deicidio» inmediatamente después de las palabras «no se ha de presentar a los judíos como repudiados o malditos por Dios», pero encontraron mucha oposición. En su lugar, decidieron eliminar la palabra deicidio del diccionario cristiano.

En oposición al «patrimonio espiritual» que, según el decreto conciliar, debieran tener en común los cristianos con los judíos, están las siguientes citas del Talmud, el «libro sagrado» de los judíos:

«Y sépase que los cristianos seguidores de Jesús, aunque sus enseñanzas varíen, son todos idólatras» (Perusch, 78c).

«En los palacios del cuarto cielo hállanse quienes lamentaron sobre Sión y sobre Jerusalén y todos los que destruyeron naciones idólatras... y aquellos que mataron idólatras están vestidos en púrpura para reconocimiento y honra» (Zohar I, 38B y 39a).

Decretos eclesiales sobre las religiones no cristianas

El hinduísmo, el budismo y muchas otras religiones orientales son panteístas por naturaleza. En oposición a las alabanzas que les concedió el decreto conciliar están estos cánones del Primer Concilio Vaticano (primer capítulo de la Constitución Dogmática sobre la Fe Católica):

«1.º Si alguno negare que hay un solo y verdadero Dios, creador y señor de las cosas visibles e invisibles: sea anatema.

«2.º Si alguno osare afirmar que nada existe, excepto la materia: sea anatema.

«3.º Si alguno dijere que Dios y todas las cosas poseen una y la misma substancia o esencia: sea anatema.

«4.º Si alguno dijere que las cosas finitas, corpóreas y espirituales, o por lo menos espirituales, emanaron de la substancia divina; o que la esencia divina, por manifestación o evolución de sí misma, se convierte en todas las cosas; o, finalmente, que Dios es un ser universal e indefinido que, determinándose a sí mismo, constituye el universo, el cual se diversifica en géneros, especies e individuos: sea anatema».

Cabe mencionar que de ninguna manera puede decirse que los seguidores de estas religiones buscan «un retiro amoroso y confiado en Dios», pues los dioses que adoran son deidades panteístas — en realidad, demonios — y, en último término, ellos mismos. ¿Puede haber mayor insulto para Dios que el culto del hombre, el fin último de las prácticas del hinduísmo y otras religiones orientales?

Las siguientes referencias son del Syllabus de errores [o Índice de errores], con el cual el Papa Pío IX condenó y proscribió las siguientes proposiciones:

«15.º Todo hombre es libre para abrazar y profesar la religión que, guiado por la luz de la razón, considerare como verdadera.

«16.º Los hombres pueden hallar el camino de la eterna salvación, y conseguir la salvación, en cualquier forma de culto religioso.

«17.º Cuando menos, deben tenerse buenas esperanzas de la salvación eterna de todos los que no pertenecen en manera alguna a la verdadera Iglesia de Cristo».

Debe mencionarse también que los musulmanes o mahometanos que, según el decreto del Vaticano II, «valoran la vida moral», han sido notorios por su costumbre de matar cristianos a través de la historia. Las siguientes citas muestran la enseñanza de la Iglesia en lo concerniente a los judíos:

« ...las siguientes proposiciones... están condenadas y proscritas:

«Error n.º 60. La doctrina cristiana fue, originalmente, judaica; pero a través de evoluciones sucesivas se hizo primero paulina, luego juanina y finalmente helénica y universal» (Lamentabili Sane, del Papa San Pío X).

«Cuando el espíritu inmundo sale del hombre, anda por lugares secos, buscando reposo; y no hallándolo, dice: Volveré a mi casa de donde salí. ...Los hombres de Nínive se levantarán en el juicio con esta generación, y la condenarán; porque a la predicación de Jonás se arrepintieron, y he aquí más que Jonás en este lugar» (Lucas 11:24;32). El Señor nos habló de esta similitud para enseñarnos que la perversa y adúltera generación de los judíos, a causa de sus corazones duros e impenitentes, sería condenada no sólo por los ninivitas, sino justamente también por los otros gentiles. Y ya que esta impía generación no conoció el arrepentimiento, sino que creció día con día en la malicia, su estado último fue peor que el primero. Esto lo insinuaron ellos mismos cuando dijeron de nuestro Salvador: “Su sangre sea sobre nosotros, y sobre nuestros hijos” (Mt. 27:25). De igual modo será con esta inicua generación que con el hombre poseído del espíritu inmundo» (San Bruno, Comentario de Lucas II ).

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